El (pen)último baile de la BMK y la CRL

BARNEY, 14/05/2023

The last dance de Michael Jordan y los Chicago Bulls del sexto anillo en la temporada 1997-98. The last waltz, el concierto de despedida de The Band en 1976 y el documental de Martin Scorsese sobre dicho concierto. The last picture show (1971, Peter Bogdanovich), como símbolo de una época que terminaba en un pequeño pueblo de Texas.

Todas estas obras representan momentos únicos, el final de una era y el comienzo de otra que será distinta, que no tiene por qué ser peor, pero que hace inevitable sentir nostalgia o añoranza por aquello que ya no veremos más en vivo. Sinceramente, yo creía haber visto ya la temporada pasada the last dance de Benzema, Modric y Kroos, los cuales ganaron la Liga con facilidad y nos regalaron la Champions más emocionante que recuerdan nuestros ojos. También creía haber presenciado el último baile de Sergio Llull y Rudy Fernández, campeones de la ACB y privados del triunfo en la Euroliga por una sola canasta. Todos estos viejos rockeros, grandes mitos del madridismo, parecían haber dado lo mejor de sí en una grandísima temporada y que en la siguiente tocaba renovar el equipo, reconstruir el futuro.

A este sentimiento de «final de una era» contribuyeron las salidas de Casemiro y Marcelo en el equipo de fútbol, como anteriormente lo habían sido las de Cristiano Ronaldo, Ramos y Varane, o la salida de jugadores importantes durante años como Taylor y Thompkins, o el hecho de que fuera la primera temporada en ¿siglos? sin la presencia del incombustible Felipe Reyes en la sección de baloncesto.

La renovación del equipo de fútbol lleva varios años en marcha y la edad media de los titulares se ha rebajado de manera considerable con la incorporación de Vinícius, Rodrygo, Fede Valverde, Camavinga, Militao o Tchouameni. El equipo tiene que adaptarse a un fútbol moderno más físico, que demanda mayor potencia y velocidad, un fútbol en el que los sabios gurús habían pronosticado la retirada de Luka Modric (cumplirá 38 años en septiembre), Benzema (35) y Toni Kroos (33).

Al equipo de baloncesto le está costando más la renovación, puesto que la lista de salidas en los últimos años ha sido incesante: Campazzo, Carroll, Ayón, Slaughter, Nocioni y los jóvenes que emigraron a la NBA, Luka Doncic y Usman Garuba. Ahí se mantienen desde hace años dos tipos de los que se lleva anticipando su retirada varias temporadas: Rudy Fernández (38 años), Sergio Llull (36 en unos pocos meses) y Fabien Causeur (otro que roza los 36). A ellos se ha unido esta temporada otro ilustre veterano de la «temporada perfecta» de 2015, Sergio «Chacho» Rodríguez, a punto de alcanzar los 37 palos.

Pues bien, todo hacía presagiar que la transición estaba en marcha en ambas plantillas y que el equipo sufriría si seguía depositando su confianza en los veteranos, en esos veteranos que parecían habernos regalado ya su último y glorioso baile la temporada pasada. Y sin embargo, aquí estamos los madridistas, ilusionados de nuevo en una semana decisiva en la que el Real Madrid está a un partido, a una sola victoria en ambos torneos, de repetir finales en la Champions y la Euroliga. Hay indicios racionales que nos hacen pensar que este año está más complicado que nunca.

En fútbol, la dejadez en Liga ha sido desesperante por momentos. Bien es cierto que a esa aparente desidia parece haber contribuido el escándalo que supone que, una vez destapado el caso «BarçaCTAgate», o «Negreira», como quiere la mayoría de la prensa vendida, las instituciones del fútbol profesional se han puesto al servicio del Barça para decir que aquí no ha pasado nada (LFP y Javier Tebas, «el Barcelona podría ser una víctima»), que Negreira no era nadie (Medina Cantalejo, CTA) o que de momento no se ha demostrado nada (Rubiales). Todos ellos alentados por una prensa más preocupada por los gestos de Vinícius que de investigar o hablar día tras día de la bochornosa ausencia de sanciones en este caso de corrupción deportiva. El Madrid está a 14 puntos del Barça, y aunque el sistema se ha encargado con sus decisiones, designaciones y manipulaciones de VAR de hacernos ver que todo está igual que antes con los pagos a Negreira, esa no es la diferencia real entre ambos equipos, como se vio en la eliminatoria reciente en semifinales de Copa del Rey. Pero al Madrid, jugando como ha jugado numerosos partidos de esta Liga, no le daba para adelantar a este flojísimo Barça, que se ha dedicado a cerrar su retaguardia (solo 14 goles en contra) y esperar sus oportunidades. Y ha merecido ganar la Liga por delante del Madrid, me cabrea, pero es así.

Otra cosa muy diferente es lo ocurrido en Europa. Al Barça de Xavi no le daba, como se vio al caer de nuevo en fase de grupos y luego en la Europa League. Por el contrario, si el Real Madrid bordeó o superó el milagro en varias eliminatorias de la temporada pasada (PSG, Chelsea y City), en este año ha demostrado una solvencia incontestable: 6-2 sobre el Liverpool en el global, y 4-0 sobre el Chelsea. Contra el todopoderoso City de los 1.500 millones en fichajes y Haaland para rematar cualquier cosa que caiga en el área, el equipo jugó con solvencia y pudo llevarse el partido del Bernabéu perfectamente.

El equipo de baloncesto no está teniendo su mejor temporada, su primera temporada post-Pablo Laso. A las críticas a Chus Mateo por la gestión de la plantilla, se unen unos resultados discretos hasta la fecha (al margen del título en la Supercopa en septiembre): eliminados en semifinales de Copa del Rey, terceros en Liga y en fase regular de la Euroliga, y sobre todo malas sensaciones tras haber bajado las prestaciones en los últimos meses de competición. La hecatombe parecía cercana tras el 0-2 en la eliminatoria de playoffs con el Partizán de Obradovic. O tras la machada de vencer en los dos partidos de Belgrado, cuando el equipo caía por dieciséis puntos al descanso. Muchos lo daban muerto, aunque alguno aún creíamos en el milagro:

«No era posible», como describe Emilio Dumas, pero «lo que no era posible se hizo posible». Y se logró con los tres veteranos en pista, con Llull, Rudy y el Chacho, que se quitaron quince años de encima cada uno y reventaron el partido. El Chacho Rodríguez anotó 19 puntos en 19 minutos, su mejor actuación en mucho tiempo. Rudy no anotó un solo punto, pero robó dos balones importantísimos en defensa y rebaño dos rebotes en ataque cuando el equipo estaba lanzado. Se dejó el hombro en una jugada con Exum, tuvo que ser asistido en la banda y circula por las redes un vídeo en el que Chus Mateo le pregunta en los últimos segundos: «Rudy, ¿estás para defender?». Joder, no puede tirar a canasta, ni levantar el brazo más allá del hombro, pero le pregunta si puede ser la mosca cojonera que es en defensa. Y Llull, qué decir del denostado Sergio Llull. Llevaba 0 de 4 intentos, y en los últimos cinco minutos anota ocho puntos sin fallo, mandarina incluida. Los cracks de la nueva hornada, Musa y Mario Hezonja, se subieron al carro de la remontada inverosímil y se dejaron hasta el último aliento para hacerlo posible. «No puedo describirlo», como dijo el bosnio Musa al finalizar. O como dijo el croata Hezonja: «Tenemos tantos lesionados que ya no sé ni quién juega. Se nota el corazón ganador, estábamos hablando de subir el nivel, lo hemos subido en defensa y hemos ganado». «El Real Madrid siempre ha sido un equipo así».

Pues en esas estamos, «veteranos y noveles», como reza el himno, a un paso de plantarse en dos nuevas finales de las máximas competiciones europeas. El reto es mayúsculo, seguramente aún más complicado que hace un año.

El Manchester City lleva una racha brutal en su estadio, con 14 victorias consecutivas. Y 22 de los últimos 24 partidos ganados. El Madrid no ha pasado nunca en una eliminatoria en la que jugó la vuelta en campo contrario con el 1-1 de la ida. En mi memoria retumba la noche de pesadilla del 5-0 en Milan, el que podría decirse que fue «el último baile» de la Quinta del Buitre en Europa. El City parece intratable, y en el Madrid llegan tocados Camavinga y Vinícius, y dos jugadores clave en su peor momento de la temporada: Benzema y Militao.

Actualización: pues no pudo ser y lo peor fue la sensación de que no estábamos en condiciones de competir. No me sale cabrearme con este grupo irrepetible de jugadores que tantas alegrías nos dieron en el pasado. 5 Champions desde 2014, qué maravilla. Par alguien que vivió su primera Champions con 28 años, lo anormal es lo que hemos vivido. Fin de ciclo, a reconstruir de nuevo, sobre una base de jóvenes con talento, que los tenemos ya instalados en el top mundial.

En baloncesto se ha confirmado hoy la ausencia casi segura de Vincent Poirier, el único jugador de la plantilla que podía ofrecer minutos de descanso a Edy Tavares. Su baja se suma a la de Deck por lesión tras la segunda batalla en Belgrado, y de Yabusele por sanción tras la tangana de Madrid. Tres bajas clave en un puesto básico. Enfrente, el F.C. Barcelona de Jasikevicius y Mirotic, el único equipo que solventó su eliminatoria por la vía rápida (3-0 al Zalgiris). Tendrán una baja destacada, la del base Cory Higgins, para mí, quizás su jugador más temible, aquel al que peor defiende el Madrid.

Claro que algo parecido nos temíamos en las semis de 2014 y los nuestros batieron el récord de la mayor paliza en la Euroliga a esas alturas de la competición (100-62). Con unos incomensurables Rudy Fernández, Sergio Llull y Chacho Rodríguez (21 puntazos), a los que se unió un gran Nikola Mirotic, por aquel entonces en el «lado bueno», jejeje.

Puede que estos grandes jugadores nos regalen otras victorias épicas. Lo normal sería lo contrario. Si lograran acceder a la final, sería el penúltimo baile para una generación única. Y sería el penúltimo, porque sé que todos les pediríamos uno más. The last dance.

Apéndice:

El Madrid tendrá que competir contra todo esto. Y también contra lo que predice la Inteligencia Artificial, el popular ChatGPT, que otorga pocas posibilidades a los nuestros. Aquí os dejo un ejercicio que hice con esta aplicación:

El Madrid también tendrá que derrotar a ChatGPT.

Malos tiempos para LaLiga

BARNEY, 12/08/2022

Esta noche comienza el campeonato de Liga 2022-23 y no resulta especialmente atractivo, o al menos eso me parece a mí. No sé si es por el calor del verano, la pereza que me produce ver de nuevo a Tebas o por saber que se va a parar todo en noviembre para jugar el Mundial de la infamia en Catar, pero el caso es que este campeonato no me motiva de manera especial. Quizás sea porque no veo el nivel de equipos y plantillas que en años precedentes. O quizás sea porque el producto no se ha vendido bien.

Como todo aficionado sabe, el campeón de la última Liga fue el Real Madrid, que ganó con cuatro jornadas de antelación, ni más, ni menos. No fue un Madrid tan espectacular como el de la Liga de los récords de Mourinho (2011-12), con tan buen juego como el de la Quinta del Buitre, ni se ganó con la épica de la Liga de la cofradía del clavo ardiendo (Fabio Capello, 2006-07), pero fue un equipo muy sólido, bien armado en defensa y que contó con el año espectacular de Benzema y Vinícius en punta.

Los de Ancelotti, tan criticado durante meses como cualquier entrenador que pise el banquillo blanco, vencieron con una solvencia apabullante, con el único momento de duda en toda la temporada de la derrota en casa por 0-4 con el Barça. El Real Madrid fue el campeón de Europa en la final de Saint Denis en mayo, tras superar al PSG, Chelsea, Manchester City y Liverpool, luego no hay nada que objetar ante el que fuera el mejor conjunto de Europa. Dejando a un lado las situaciones irracionales que vivimos en las eliminatorias de Champions, los títulos son los que deciden, y si bien el juego o la plantilla no hacían prever este éxito, la temporada fue irreprochable (Supercopa, Liga y Champions): el mejor equipo, el mejor jugador (Karim), el mejor portero (Courtois) y el mejor jugador joven (Vinícius). Y las cuentas más saneadas.

Habrá quien diga que no hubo rival en la competición doméstica, pero son los mismos que en los primeros meses de competición proclamaron que el Atleti tenía de largo la mejor plantilla de España. O los mismos que alabaron el juego de los de Xavi Hernández sin considerar cómo se los aupó por parte del colectivo arbitral para que entraran en Champions y plantearan algo de batalla. Cuando uno escucha los audios entre Gerard Piqué y el presidente de la Federación, Luis Rubiales, en el que desvelan que el acuerdo con los árabes maneja unas cantidades muy diferentes si no están Madrid y Barça en la Supercopa, le entran ciertos pensamientos sobre la falta de higiene en la competición. Pensamientos que llevo soltando en este blog casi desde sus orígenes (Reglamento de la Federación Culé, El Villarato morirá matando, PreVARicar). Las primeras jornadas con Xavi Hernández en el banquillo fueron un escándalo tras otro (el 1-0 al Espanyol, las manos de Piqué en Villarreal, de Busquets en Pamplona, la diferencia de criterio con las manos en Elche…) y preveo que este año va a ocurrir exactamente lo mismo durante el inicio del campeonato. Resulta todo tan obsceno que se me hace inevitable recordar el arranque de la temporada 2017-18: el Madrid venía de ganar la Liga y la Champions, había derrotado con comodidad al Barça en la Supercopa por 1-5 (contra un De Burgos Bengoetxea de vergüenza) y en menos de dos meses estaba a diez puntos de los culés en Liga.

Hoy empieza LaLiga y varios equipos de Primera están teniendo dificultades financieras para inscribir a los jugadores. Equipos tradicionalmente de la parte alta se ven obligados a vender a sus mejores jugadores para poder superar el control económico del estamento. El Valencia ha tenido que vender a Gonçalo Guedes al Wolverhampton por 30 millones, cuando lo fichó hace cinco años por 40. Estuvo a punto de regalar a Carlos Soler para cuadrar el presupuesto y no tengo la certeza de que no vaya a hacerlo en algún momento. El Sevilla ha traspasado a Diego Carlos por unos 33 millones al Aston Villa para poder equilibrar sus números, pero como seguía sin ser suficiente, ha vendido a Koundé al Barça por 50+5 millones, cuando hace un año pedía 80 por el mismo jugador (cifra que mantiene si el que pregunta es el Real Madrid).

El Betis no ha podido inscribir aún a Claudio Bravo, Willian José, Luiz Felipe, Luis Henrique Guardado, Joaquín y Dani Martín, y tendrá que vender algún jugador de la plantilla para aligerar su masa salarial, mejorar sus cifras y contar con los jugadores.

El Atleti ha querido deshacerse de varios jugadores con ficha alta en el mercado (Morata, Saúl, Lemar, salió Suárez), pero no ha podido porque los competidores tampoco andan demasiado sobrados. Que esa es otra cuestión para analizar la situación del mundo del fútbol en España: qué cantidad de jugadores arriesgaron la temporada pasada al no renovar con sus equipos, esperando una suculenta prima de fichaje al llegar gratis a otros clubes, y ahora están sin equipo o aceptando rebajas considerables sobre sus anteriores emolumentos. Como Dembélé en el Barça, por ejemplo, que aguantó insultos, ultimátums, mobbing y al final ha tenido que aceptar la rebaja del cuarenta por ciento. Como Isco, sin equipo hasta hace dos días. La ficha del Sevilla, según dicen, es de un millón de euros por temporada, cuando en el Madrid ganaba seis o siete veces más (que tampoco está mal para un exfutbolista). Marcelo, Cavani, Mertens, Juan Mata, Tello, Nolito, Januzaj, Cheryshev… jugadores importantes en su momento, algunos veteranos ya, pero otros en una edad que los convierte en valores todavía muy aprovechables.

Sorprenden las dificultades económicas de los clubes cuando hace un año el presidente de LaLiga, el ínclito Javier Tebas, se presentó como el salvador de los clubes con un acuerdo con el fondo CVC bajo el brazo. Un acuerdo al que se adhirieron todos menos el Real Madrid, el Barça y el Athletic de Bilbao. Qué mal se ha vendido un producto como LaLiga, desde luego. Y habrá quien diga que no se puede competir contra la pujanza de la Premier, pero no estoy nada de acuerdo. Durante un lustro completo, los campeones de los torneos europeos fueron los siguientes:

Qué mal se vendió este producto durante años. Para los que hablan con cierta inferioridad de LaLiga española, habría que recordarles que el Villarreal alcanzó este año las semifinales de la Champions tras eliminar al Bayern de Múnich (diez Bundesligas consecutivas) y a la Juventus (gran dominador del Scudetto en la última década). En los últimos tiempos, el Sevilla ha ganado cinco veces la Europa League, el Atleti otras tres y el Villarreal la de 2020-21, con otros equipos finalistas como el Athletic de Bilbao (2012) o el Espanyol (2007). El Madrid domina la Champions de largo con cinco títulos en las últimas nueve temporadas, más la del Barça en 2015, más las finales del Atleti, ¿de verdad LaLiga no resulta atractiva como para atraer más espectadores? Pues sí. Me pasa a mí mismo. Cada año que pasa me repugna más esta competición.

Cada vez que habla su presidente es para atacar al equipo con mayor número de seguidores, al que más interés atrae por la competición, el Real Madrid. Actuaciones suyas en campeonatos como el de la pandemia (un calendario adulterado), o contra los clubes de la Superliga, mintiendo de manera descarada, o en épocas de crisis económica como la actual, haciendo la vista gorda con las cuentas del Barça mientras se desciende o se echa de las competiciones europeas a otros clubes con menor peso, o se deniega lo que a otros se permite, me hace rechazar lo que venga del campeonato nacional. Pese a lo cual sigo viéndolo siempre que puedo y sin pagar el dineral que cuestan las plataformas (repletas de antimadridistas, por cierto). Masoquismo, lo reconozco.

Otros estamentos como el arbitral tampoco invitan al optimismo. LaLiga 2020-21, la que concluyó con el título del Atlético de Madrid, es la más vergonzosa que recuerdo en años, lo cual es difícil cuando tienes algunas como la de los 19 penaltis a favor del Barça. Mientras la Premier ha planteado que se puedan escuchar los audios entre los árbitros de VAR y los de campo, el presidente del Comité Nacional de Árbitros, Medina «Cantadelejos», ha añadido más «zonas grises» de interpretación, menos claridad, mayor subjetividad a unas normas cuyos cambios de criterio ya sufríamos cada semana.

Todo ello en un campeonato en el que las líneas del VAR se trazan con un despelote rayano con la tomadura de pelo (Las rayas del VAR).

La Federación Española de Fútbol mantiene a Luis Rubiales, un presidente con varias investigaciones abiertas, un tipo siniestro que hace negocios con Gerard Piqué sin que los periodistas deportivos lo encuentren como problemático, o como un conflicto de intereses. Exactamente igual que ocurre con Javier Tebas, que patrocina algunos de los proyectos de la empresa del mismo Piqué. Y por detrás de todo ello, los tentáculos de Jaume Roures: proveedor de imágenes, gestor de los derechos de televisión, avalista de Laporta y desde esta mañana, «financiador» del Barça para que pueda inscribir a sus fichajes.

Una empresa con 3 millones de euros de capital que afirma que pone 100 millones de euros para comprar el 24,5% de Barça Studios, una empresa que facturó 30 millones en 2021 (al 100%, ojo). Que la podrida Liga de Tebas acepte este contrato es clave para que el Barça pueda inscribir a Lewandowski, Raphinha, Koundé, etcétera. Que se cierren contratos de 100 millones de euros en dos tardes resulta poco creíble. El Barça tenía varias salidas: no fichar como el que más en el mundo, no renovar a Dembélé (¿con Ferrán Torres y Raphinha recién fichados?), vender a Pedri, Gavi, Araújo o Ansu Fati, ceder en lo que pretende cobrar por los traspasos de DeJong o Depay (y arreglar las diferencias salariales con los jugadores), vender antes de debutar a Christensen o Kessié (como hizo con Junior Firpo hace un año), no mantener 30 fichas… Aparte de asuntos éticos como no lanzar a la prensa contra Braithwaite, Umtiti (como a Dembélé hace apenas unos meses), o despedir sin indemnización a Mattheus. Podían no haber permitido las trampas en el pasado como los diferimientos de salarios de los capitanes o los trueques/amaños Neto-Cillessen, Arthur-Pjanic. En lugar de eso, critican a Tebas por haberlo permitido y ahora por no dejar que se lo permitan de nuevo. Son increíbles:

Pretenden jugar con otras reglas, como siempre, pese a lo cual se les dejará hacer, como han hecho toda la vida. Porque tengo claro que al «sistema» le interesa un Barça fuerte y competitivo. Y a Florentino Pérez también, que está echando un cable a Laporta en cuanto tiene ocasión. Solo me lo explico con la Superliga en el horizonte.

Todo esto es politiqueo y finanzas, y a mí en el fondo me gusta el fútbol, pero es que el deporte como tal, me parece más aburrido cada temporada. O mejoran el Reglamento (aquí dejé mis propuestas), o volvemos a un fútbol más directo y menos teatralizado como el de antaño, o seguirán perdiendo espectadores y con ello, ingresos. Más clubes van a pasarlo mal. El mío no. Y como buena parte de ese resto son antimadridistas, que se j… junto con Tebas. Lo siento por un campeonato que he seguido y querido toda mi vida… hasta que he madurado, si es que alguna vez lo hice.

Trilogía del Odio:

Valencia

Sevilla

Osasuna

Un chino en el Camp Nou, por Barney

Chino1

Mi amigo Ziang, el compañero chino al que ya me he referido aquí en algún artículo anterior (la Robontada), continúa con su labor de profundización en el conocimiento del mundo del fútbol, ese arcano inexplicable que comenzó a desentrañar tras recibir mi lección particular sobre el Reglamento de la Federación Culé de Fútbol. En esa labor se halla y por ello no me extraña su reciente confesión de que el próximo domingo estará en las gradas del Camp Nou disfrutando de lo que sin duda será un apasionante partido de este deporte que cada día le gusta más, aunque entienda menos.

– Bueno, Barney, lo tenéis complicado, ¿eh? Tal como estáis jugando…

– Así es, Ziang, pero confío en el Madrid porque necesita estar con el agua al cuello para dar lo mejor de sí mismo. Cuando crees que ha tocado fondo, todavía escarba un poco más, y ya a partir de ahí resurge. Te eliminan el Cádiz o el Leganés en Copa del Rey, oyes a la mitad de la afición decir que todos los jugadores son unos paquetes, que están acabados, que no tenemos entrenador, y entonces es cuando se te dibuja una sonrisa, se te afila la mirada y empiezas a convencerte de que ganaremos la Champions.

– ¿Y crees que el Madrid ha tocado fondo?

– Creo que no, que estuvo a punto el martes contra el Viktoria Plzen.

– Ahora con el VAR supongo que no te quejarás tanto de los arbitrajes, que tendrás que matizar el Artículo Único del Reglamento.

– Buf, no las tengo todas conmigo, aunque es cierto que en esta Liga le han intentado atracar ya un par de veces al Madrid, con los árbitros anulando goles legales (Leganés y Español), y gracias al VAR los dieron por válidos y no estamos totalmente descartados para el título.

– He leído a algunos periodistas que el VAR beneficia al Madrid.

– Ja, ja, ja, sí, yo también lo leí, a algún personaje como Manolete, no le llames periodista. Me hace gracia que su argumento es que como este año gracias al VAR al Madrid no le han perjudicado como el año pasado en las vergonzosas primeras diez jornadas, pues entonces es que nos ayuda. Se retratan ellos solos.

– Pero entonces estarás tranquilo con el VAR, tú que decías que no iba a funcionar.

– Pues no las tengo todas conmigo. Mira la semana pasada: el VAR acierta contra el Madrid, revisa la mano de Varane y la señala dentro del área. La mano no es muy clara, pero es, y sin embargo, hay una clarísima de Jordi Alba contra el Sevilla. El VAR no dice nada, les pillaría tomándose unas cañas.

 

– Veremos. De todos modos, los arbitrajes contra el Madrid en el Camp Nou no han debido de ser tan horribles en estos años, porque he leído por ahí que de las últimas 10 veces que han jugado en Barcelona, el Madrid ha ganado 4 y el Barça solo 3.

– ¿Que no han sido horribles? ¡Han sido peores que eso! Recuerdo aún la primera victoria allí con Zidane como entrenador, con el Madrid jugando con diez, como casi siempre, y coge el árbitro y anula un gol de Bale ¡por ser más alto que Jordi Alba! Es de lo más sospechoso que he visto en mi vida, porque errores de apreciación en jugadas rápidas, los puedo llegar a entender, fueras de juego por centímetros, también, pero aquello…

– Hernández Hernández, o Hediondez Hediondez, como he leído en algún sitio. El año pasado en la Supercopa lo mismo, le dan un penalti de chiste al Barça, expulsan a Ronaldo y aun así, 1-3. Ahí decidieron Villar y Sánchez Arminio que había que masacrar al Madrid antes de que los echaran de sus puestos. Así que no me cabrees, Ziang.

– La temporada pasada acabó empate a dos y fue el Barça el que terminó jugando con diez. Acuérdate que echaron a «Selgi Lobelto».

– ¡Joder, claro, por darle un hostión a Marcelo! Al árbitro le dijeron de todo en el descanso, con Messi soltando espumarajos por la boca, recordándole (yo creo) sus «obligaciones» y el Reglamento culé,… fue vomitivo. Pero surtió efecto, porque se comió un penalti escandaloso de Jordi Alba a Marcelo. Y el segundo gol del Barça fue precedido de un faltón de Suárez a Varane que vio todo el mundo menos el pelirrojo de los cojones (es que me voy calentando).

– A lo mejor no lo vio.

– Lo vio y se lo advirtieron. El vídeo que lo demuestra es revelador de «algo», de un modo de hacer que no es casual.

– ¿Quién era el árbitro?

– ¡Pues el de siempre, Hernández Hernández!

– Anda, qué casualidad. Bueno, pero este domingo no pita, alguien habrá pensado que no debería pitar de nuevo los Clásicos.

– Ja, ja, ja, me encanta tu ingenuidad, Ziang. Le han puesto al frente del VAR. Sí, sí, hasta tú has abierto tus ojos de charlie, mañana, Barça-Madrid, Hernández al cuadrado dirigiendo desde la cabina. El sueño de Roures.

– Pero siempre que te oigo quejarte de ese tipo, ¿tanto poder tiene?

– El VAR lo dirige una empresa suya. Acaba de fichar a Miguel Cardenal, el antiguo secretario de Estado para el Deporte y presidente del Consejo Superior de Deportes, aquel que publicó uno de los artículos más lamentables que he leído en mi vida: Orgullosos del Barça. Que el Barça representa la marca España, que es un ejemplo de transparencia, igualdad, cantera,… que le constaba «la voluntad de sus directivos de cumplir con la ley, como es tradición en ese club«… ¿Sigo? Es que me dan arcadas.

– ¿Jaume Roures es del Barça?

– Tanto o más que Gaspart. Y del Girona, e independentista, a ver si entiendes ya por qué tiene tanto interés en «llevar la Liga» a Estados Unidos.  Casualmente, solo casualmente, el partido seleccionado es un Girona-Barça. Ayer supimos más, publicaron que Mediapro/Roures ofreció 300 millones al Barça por patrocinar el estadio.

– Hablando del estadio, mañana me sentaré en una grada con otros amigos chinos, que dicen que van de vez en cuando allí y les regalan unas banderas y bufandas muy chulas de rayas rojas y amarillas con una estrella blanca sobre fondo azul. No será nada político, ¿no?

– Noooo, nada, nada, como el club y el presidente, que dicen de boquilla que no son independentistas, pero se pasan la vida haciendo gestos favorables al mismo, las pancartas, «la hora catalana», invitando al palco a los presidentes de las asociaciones que regalan esas banderitas «tan chulas». Deporte y política mezclados, cómo les gusta.

– A ver si esta vez puedo disfrutar de un partido en este campo tan impresionante, porque la última vez, hace un año, teníamos las entradas compradas y todo, pero el club decidió no dejarnos pasar porque estaban votando algo. Era a principios de octubre y nos dio un poco de envidia porque en China no votamos nunca y allí a las puertas del estadio conocimos a un tipo que venía de votar ocho veces seguidas.

 

– Es la democracia según se entiende en la política catalana, Ziang, qué le vamos a hacer, y a juzgar por la cantidad de veces que mencionan la palabra, seguro que son los dirigentes más demócratas del mundo, están ahí ahí con Fidel Castro y Kim Jong-Un.

– ¿Qué, hacemos una «pola» para mañana?

– ¿Una porra? Uf, no me gusta apostar cuando juega mi equipo.

– Pues yo me mojo, he leído varios periódicos y he llegado a la conclusión de que el Barça juega muy bien aunque no esté Messi y el Madrid es un desastre que va a cambiar de entrenador el lunes, así que 3-1 para el Barça.

– Pues yo digo que empate a uno, y acabamos lamentando no haber conseguido más. Ah, y cagándome en el pelirrojo que dirigirá el VAR desde la cabina con un pinganillo conectado con Roures.

Fue bonito soñar con la tercera consecutiva

Kiev 2018

Pues ya sabemos todos cómo acabó. Añado una actualización del día 27 al final del post. ¡Tremendo! Lo de antes del partido era un contragafe de manual (que funcionó).

Barney, 26 de mayo de 2018

Fue bonito mientras duró. Fue hermoso pensar que podríamos igualar al Ajax y al Bayern de los setenta o, salvando las distancias, al Madrid de los orígenes de este torneo. Fue una gozada pensar que podríamos tener la cuarta en cinco años, o que lograríamos el hecho insólito de dominar en Europa tanto en fútbol como en baloncesto. Sigue leyendo

¡¡¡Llull, Llull, Llull, Llull!!!

Llull 1

Barney, 26/04/2018

El retorno del guerrero Sergio Llull a las canchas de juego no fue como esperábamos. Fue peor, y a la vez fue infinitamente mejor. Estoy seguro de que ni siquiera él mismo lo había imaginado de ese modo. Pese a que el miércoles había partido de semifinales de Champions en Múnich, mi prioridad en esos momentos estaba en el baloncesto y en contemplar in situ el regreso de este menorquín que tantas veces nos ha levantado de los asientos.

Mi hijo y yo teníamos claro que no queríamos perdernos ni el calentamiento del 23, ni mucho menos la presentación del jugador por megafonía, con el Palacio en penumbra apenas iluminado por bengalas y luces de diseño. La expectación era máxima y el ambiente en las gradas crecía en intensidad aumentado por el speaker y el movimiento acompasado de esas manos gigantes que nos dieron a los espectadores con la leyenda “Vuelve Llull” y la cara del jugador con el grito característico de rabia que suele acompañar sus mayores proezas.

Sergio Llull se lesionó el 9 de agosto de 2017 durante un partido de preparación con la selección española. Rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Seis, siete, ocho, nueve meses de baja, quién sabe. La temporada casi completa. En aquel momento hablé con amigos aficionados al baloncesto, con mi hijo, que sabe de la NBA más que la mayoría de periodistas deportivos, y a todos les transmití el mensaje que publiqué en Twitter: “Mucho ánimo. Llegarás a tiempo de darnos la Liga”. En enero subí mi apuesta: “¡Y también la Euroliga!”

Llull4

A este estado de ánimo y euforia no contenida ayudó el seguimiento que muchos fuimos haciendo de la evolución de la recuperación de la lesión que Sergio Llull publicaba periódicamente en redes sociales en forma de pequeños vídeos. Sudor, esfuerzo, sacrificio, concentración,… Rocky Balboa pensando en Apollo Creed. Los dientes apretados, la seguridad en la mirada, el pelo empapado en sudor,… la imagen de un tipo que iba a triunfar en su empeño.

Creo que éramos muchos los que anhelábamos el regreso del bueno de Sergio y los que deseábamos que desde el primer minuto todo le fuera de cara. Que anotara su primer tiro, un triplón cayéndose a un lado, que robara un balón, que hiciera uno de los espectaculares mates made in «El increíble Llull»,… nada de eso sucedió. Creo que la ansiedad por lograr esa primera canasta, acrecentada por el aliento de todos los que estábamos en la grada, le hizo tomar varias malas decisiones que le llevaron a marrar sus primeros tiros. Nada de eso nos desanimó, y mucho menos iba a hacerlo con él, el tipo de los huevos de hormigón armado que agradecía al público cada muestra de cariño. Menudo ambiente vivimos, enormes como siempre los Berserkers.

En el descanso me encontré en las gradas con Fer, un amigo de la infancia famoso en el colegio por su tiro lateral de tres y cuatro metros, y hablamos del ansiado «momento Llull» que tanto esperábamos. «Tiene que llegar», asentimos.

Los equipos griegos son muy perros, admirables, pero muy perros. O el símil debería de ser más bien con los gatos, por la cantidad de vidas que tienen. El Madrid amenazó con romper el partido varias veces, ocho puntos, remontaban los griegos, siete puntos, volvían a igualar, trece de ventaja al inicio del tercer cuarto, y en un suspiro estábamos de nuevo empatados. ¿Quieres huir del estrés del trabajo? No vengas al baloncesto salvo que estés buscando una terapia de choque.

Todo quedaba por decidir al inicio del último cuarto y Pablo Laso se la jugó con Llull en cancha, pese a que no estaba fino. Hasta cinco triples llegó a fallar «el aeroplano de Mahón» y un tiro de dos, sin estrenar su casillero, lo que le ponía en un desolador 0 de 6 en tiros de campo que no era el re-debut soñado por todos nosotros. En un día en el que el Madrid se jugaba tanto, la apuesta de Laso era cuando menos arriesgada. Pero «el momento Llull» llegó cuando quedaban poco más de cinco minutos y el marcador señalaba una ventaja mínima de los nuestros, 62-61. Sergio pidió el balón y se fue directo a canasta pese a la defensa de Rivers y la ayuda de Gist. La dejó en lo más alto del tablero y el balón cayó suavemente dentro. El griterío fue ensordecedor. A la importancia de la canasta se unió la satisfacción de ver cumplido el retorno del infatigable Llull. 

Pero ahí no terminó la cosa. Como los griegos siguieron peleando de modo encomiable hasta el final, con 64-63 y a falta de menos de cuatro minutos, Llull se jugó dos triples demenciales para cualquiera, no digamos para alguien con el escaso acierto que llevaba el menorquín hasta el momento. ¡Chof, chof! El silencio del balón en el aire reventó con la locura que estalló en el pabellón, ¿pero qué has hecho, Sergio? Los pelos como escarpias, ¡vaya momentazo! Y Llull gritando de nuevo en el centro de la cancha, como en los mejores tiempos. Un grito contagioso, un aullido que te anima a unirte a la locura.

Sergio Llull tiene el gen madridista al que ya me he referido aquí en varias ocasiones, el de Petrovic, Sabonis, Fernando Martín o el Chapu, el mismo que mostró Felipe Reyes en el segundo partido de la serie en Atenas, cuando más complicado parecía todo. Es ese gen que lleva a un tío de 37 años que lo ha ganado todo a dejar en pañales a los pívots rivales o a sus propios compañeros, como ese Eddy Tavares que es más alto, más joven y más fuerte, pero que carece del tesón y la fuerza mental del capitán o de Llull.

Los dos triples pusieron el 70-63 en el marcador, pero un minuto después los griegos volvieron a demostrar lo que decía acerca de sus mil vidas y empataron el partido (tremendos Calathes y Mike James). Pero no podíamos perder en un día así y un triple final de Carroll (tras asistencia de Llull) nos dio la tranquilidad que nuestros corazones demandaban.

Ha vuelto Llull, el marciano capaz de cascar 5 triples sin fallo en un cuarto de la final de Liga al Barça, el mismo que le anota tres triples en el último segundo de tres cuartos a los Oklahoma City Thunder o hace un mate con la zurda entrando en la zona rival como un obús. Si alguno tiene dudas de las razones de nuestra admiración por este jugador, le dejo este vídeo. Aquí está la canasta ganadora de la Copa del Rey contra el Barça, la del Fuenla, Baskonia, y por supuesto, la de Valencia, la que mejor define el espíritu competitivo de este crack al que no le va a frenar ni siquiera una canasta rival a falta de un segundo:

Ha vuelto Llull. La temporada pasada llegó fundido a la final de la Liga y a la Final Four. Se nos ha escapado la Copa del Rey por muy poco (y algún palo que otro). Este año está fresco y con los colmillos afilados. La mejor noticia posible cuando queda lo más importante de la temporada.

P.D.: ah, sí, el Madrid de fútbol ganó 1-2 en Múnich, pero eso empieza a pertenecer a lo rutinario.

¿Y qué más da si fue penalti o no?

Barney, viernes 13 de abril de 2018

No tenía ninguna intención de hablar de la jugada de marras, porque el tema cansa, pero ha sido tal el cúmulo de reacciones encendidas vía puto guasap y las peticiones al respecto, cuando no exigencias («escribe algo, Barney, que solo hablas de los árbitros cuando ayudan al Barça»), que no me habéis dejado más remedio.

Y en el fondo pregunto: ¿qué más da si fue penalti o no? Porque podría serlo, como podría no haberlo sido, o la jugada podría haber acabado con un remate franco de Lucas Vázquez y el consiguiente gol, pero entonces no tengo ninguna duda de que la cantinela sería otra:

  • ¿Hay falta de Cristiano Ronaldo en el salto de cabeza?
  • ¿Por qué el árbitro dio 3 minutos de descuento si no se habían producido los 6 cambios?

Porque el antimadridismo (normal la respuesta culé, sorprendente la reacción de los atléticos), que ya tenía los memes preparados para reírse del Madrid si nos hubieran eliminado y les pilló con el paso cambiado, en el fondo estaba esperando y deseando esto, una decisión controvertida que pudieran poner en tela de juicio para vomitar su discurso victimista de siempre, así que da igual si fue penalti o no, porque están encantados por haber encontrado la oportunidad para tapar la derrota del Barça ante la Roma, la eliminación del Atleti en el grupo del Qarabag, para vociferar y soltar sus proclamas. Anhelaban esa oportunidad que no encontraron en la final de Cardiff en la que, al no haber ni una sola jugada comprometedora, se limitaron a desprestigiar de modo absurdo y ridículo a la Juventus que solo dos meses antes había dejado a cero al todopoderosísimo Fútbol Club Barcelona durante 180 minutos de eliminatoria.

Ni siquiera quiero entrar a discutir la jugada entre Lucas y Benatia, el real o supuesto empujón por detrás a un jugador libre con todo a favor para rematar con el portero fuera de su sitio. Es penalti en opinión del Marca, de Alfredo Relaño, L’Equipe, Lineker, Del Piero, Abidal, Sonny Anderson, Pedrerol, el setenta por ciento de votantes de la encuesta de La Gazzetta dello Sport, o el sorprendente esta vez Hristo Stoichkov. No lo es para Iturralde y Andújar (lo habitual en estos dos ex árbitros que miran el color de la camiseta antes de emitir sus opiniones), GolTV, Juanma Castaño, Manolo Lama, Cristóbal Soria y el pseudodiario Sport. También era penalti para el redactor Manuel Bruña del Mundo Deportivo… a las 23,04 horas. Dos horas después ya era «un penalti más que polémico» en lo que debe interpretarse como un ataque bochornoso a la libertad de expresión que debería hacer que más de un medio se replanteara este modo de hacer «periogolfismo».

Para este humilde bloguero forofo no fue penalti, claro que no. El hecho de que Lucas Vázquez con los dos pies quietos sobre la línea del área pequeña y todo a favor se encuentre una décima de segundo después desplazado casi dos metros se debe a la típica posesión diabólica que sufren todos los madridistas del mundo mundial en el área, esa que les lleva a tener convulsiones similares a las de Linda Blair en su cama de El exorcista. Es el Diablo el que se apodera del cuerpo de Lucas porque como saben «todos» los aficionados del mundo no hay jugador madridista que no esté poseído por el mismo demonio de la chulería, el egocentrismo, la falta de deportividad y la marrullería.

En cualquier caso seamos serios, que es lo que no están siendo muchos que se hacen llamar periodistas. Sea penalti o no, es una de las dos jugadas polémicas de todo el partido, y la otra, el gol anulado a  Isco, del que apenas se habla, se pudo acreditar 24 horas después trazando las líneas y tirando los puntos de fuga que estuvo mal anulado.

Chiringuito

Da lo miiiiiismo, la jugada del penalti dio pie para que algunos titularan en letras enormes «El robo del siglo». Curiosamente los mismos que un año atrás titularon «Sois leyenda» un partido con una decena de decisiones equivocadas resueltas todas hacia el mismo bando (la célebre Robontada que solo fui capaz de describir dando tres vueltas al calibrador de sarcasmo).

La decisión del árbitro inglés Michael Oliver ha servido también para que Juanma Castaño (Cope) se retrate de tal modo que ha logrado lo que nadie había conseguido antes: que algunos jugadores se rebelen y digan «basta ya», como han hecho hoy Isco y Carvajal comparando sus comentarios tras el partido del miércoles con la Juve con los del vergonzoso Aytekinazo de hace un año, hartos del doble rasero de la prensa.

Así que en el fondo, insisto en que da lo mismo si era penalti o no porque los antis iban a soltar su bilis (el síndrome del vecino del tercero de los atléticos ha sido terrible) y hablar de atracos y ayudas aunque Benatia hubiera sacado una navaja y le hubiera metido diecisiete puñaladas por la espalda a Lucas. Puedo hasta imaginármelos porque los he visto comportarse en otras ocasiones:

«No lo veo claro, se aprecia cómo la espalda de Lucas busca desesperadamente la hoja de la navaja del defensor, y no una, sino hasta diecisiete veces, por más que Benatia la intente apartar hacia atrás a la defensiva, es más, si lo miras con atención, habría que ver si la acción de Lucas no es merecedora de amarilla por sobreactuación o por el intento de engañar al colegiado».

Escuché a Buffon nada más acabar el partido, y con toda su indignación de veterano no discutía si era penalti o no, sino que merecían llegar a la prórroga y que el árbitro tenía que haber tenido corazón en lugar de un cubo de basura, y por tanto no haberlo pitado. Lo más que llegó a decir fue «una décima parte de penalti», como si no supiéramos que un penalti lo es o no lo es, como un asesinato o un embarazo. No puedes matar un poco a una persona, como no puede una mujer estar un diez por ciento embarazada. O sí o no, pero no un poquito.

Discutía sobre todo el momento en que se pitó, sumándose al club de Valdano y el famoso «es demasiado pronto para pitar penalti en un Clásico», quizás pidiendo que el reglamento los prohíba al inicio o en el descuento, o que el árbitro piense en la veteranía del portero o la emoción del momento antes de señalarlo o no. Quizás Buffon haya olvidado ya lo que un país entero como Australia pudo sentir en el Mundial de 2006 cuando el colegiado señaló este cinco por ciento de penalti en el minuto 93 en su partido frente a… ¡coño, Italia, con Buffon bajo palos!

Pues sí, duele perder de penalti en el descuento, como ha dicho Valverde hoy mismo, es para estar enfadado. Igual que es una satisfacción ganar así, como bien saben tanto el entrenador como los jugadores del Barça, que ganaron en Mestalla de ese modo la temporada pasada, en el día de la botella bomba que pudo causar la muerte de seis jugadores azulgrana en aquella mezcla de tragedia griega y ópera bufa que supuso la sublimación de las artes escénicas culés. Pero era penalti y se pitó, como debe hacer un árbitro sea el minuto que sea. Y se llame como se llame el jugador que los cometa, ya sea Benatia, Umtiti o Mascherano, habituados a que en La Liga los empujones por detrás queden sin sanción en esa particular interpretación del Reglamento que vivimos en tiempos del Villarato.

Para dos cosas ha servido el penalti señalado en el minuto 93 del Madrid-Juve:

  1. Para que algunos periodistas que van de imparciales se quiten la careta definitivamente, o queden desenmascarados por aficionados o jugadores.
  2. Para demostrar que el VAR no va a funcionar, va a ser un completo desastre. Llevamos dos días completos con cientos de imágenes y las posiciones cada vez son más radicales: no hay acuerdo posible sobre la jugada porque las bufandas vencen siempre al análisis racional. Los veinte clubes de la Premier han votado hoy en contra de su implantación. Para cuando funcione en España, el Barça nos llevará varios cuerpos de ventaja, pues ya se han colocado al frente del invento Sánchez Arminio, López Nieto, Puentes Leira y el ínclito Roures.

Y no fue penalti, joder, Lucas tropieza con el bajorrelieve de la línea del área mientras el bueno de Benatia intenta sostenerle con el muslo a la altura del pecho para que no se estampe de morros, que a veces parece que no entendéis de fútbol, hombre. El poder mediático del enemigo es muy grande, sobre todo en España, pero espero que la imagen que quede de esta eliminatoria sea esta:

 

 

El tapón de Vrankovic, el palo de Claver y el triple de Solozábal, por Barney

El inicio de Match Point, de Woody Allen, nos regala un discurso sobre el azar y la vida, la importancia del talento o el poco valor que atribuimos a algo tan fundamental como la suerte. La bola tropieza con la cinta de la red y puede caer a un lado y ganas, o quedarse en el tuyo, y pierdes. A veces la vida, como los partidos, se va en esos pequeños golpes de suerte.

Hablando de vida y deporte, yo no sé cuántos años de vida pierdo después de algunos partidos de baloncesto. Sobre todo con los finales igualados, ¿pero es que acaso hay partidos decisivos que no lo tengan? La final de la Copa del Rey 2018, celebrada el domingo pasado entre el Real Madrid y el Barcelona, volvió a ser uno de esos días en que si llevara pulsómetro, lo reventaría. Sigue leyendo

El Clásico desde el palco, por Barney

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Y 8, desde el palco, hasta arriba de cervezas y con jamón del bueno. Quedamos tres cuartos de hora antes del partido. Nos recibe un tipo bien trajeado, otros dos nos saludan, otro más nos lleva en ascensor a nuestra planta, y por supuesto, como no podía ser de otro modo en este mundo machista del fútbol, un bellezón de azafata se encarga de nuestros abrigos y nos lleva a nuestras localidades. No dejaría de estar pendiente de nosotros en toda la tarde. Sigue leyendo

8 modos de ver el Clásico, por Barney

Madrid Barça

Hoy voy a ver el Madrid-Barça de un modo nuevo, como no lo había hecho nunca anteriormente: estaré en uno de los palcos VIP megapijos del Bernabéu. Oseatelojuro, hartándome de jamón serrano del bueno, con unas camareras espectaculares, bebiendo varias cervezas (con alcohol, por supuesto, porque en la zona noble sí está permitido) y tratando de que mis anfitriones me permitan disfrutar del partido y no me quieran dar la brasa con el balón en juego. Sigue leyendo

Mou y Pep (II): sus logros, por Barney

En el momento en que empiezo a escribir esta entrada, el ManU de Mou acaba de vencer 2 a 0 al City de Guardiola. Es un partido amistoso de pretemporada que a nadie debería interesar demasiado, y sin embargo, uno lee las redes y parece que jugaran el Madrid y el Barça, tal es la devoción y rechazo que despiertan sus entrenadores. Para sus detractores, uno siempre será Llourinho o Cagourinho por sus quejas y sus estrategias amarrateguis, y el otro será eternamente Guartrolas o Guardrolona, por su falsedad y sus coqueteos con sustancias prohibidas. Sigue leyendo