
BARNEY, 05/06/2022
Los Rolling Stones han ofrecido un conciertazo esta semana en el Wanda, y he vuelto a escuchar, como la última docena de veces al menos, que «quizás sea el último que dan», o «puede que esta sea la última vez que los Stones se van de gira». No estuve en el concierto, pero sí he visto imágenes de la actuación y he leído alguna crónica, y parece que The Rolling Stones volvieron a estar enormes sobre el escenario. Lo dieron todo y mostraron una energía más que envidiable para gente de cualquier edad. Esas bandas aburridas y funcionales que abundan en los escenarios deberían ponerse en bucle los vídeos de Mick Jagger (78), Keith Richards (78) y Ronnie Wood (75) actuando como si no hubiera un mañana. Porque puede que no lo haya.
No voy a caer en el tópico de «los viejos rockeros nunca mueren», porque precisamente uno de ellos, el batería Charlie Watts, demostró hace un año lo contrario, pero sí voy a incidir en la excepcional maravilla que es contemplar a un viejo rockero dándolo todo. Dejándose la piel. Haciendo cosas impropias de su edad cuando, además, no tiene esa necesidad de demostrar nada. Como Rafa Nadal. Como Luka Modric. En una de las crónicas sobre el concierto del Wanda leí «qué manera de moverse y qué manera de tocar», frases que encajan como un guante a los dos deportistas mencionados.
Rafa Nadal disputa hoy su 14ª final de Roland Garros. Desde 2005 apenas ha fallado a una cita que suele coincidir con la semana de su cumpleaños, con la semana en que el calendario le recuerda que quizás sea el último título, quizás la última participación en una final. Pero ahí está, de nuevo. El viernes cumplió 36 años y se enfrentó al alemán Alexander Zverev en una semifinal que estaba siendo épica, espectacular, un duelo de cañonazos entre uno de los jóvenes elegidos y «el viejo rockero» que no da su brazo a torcer. Tres horas y trece minutos y aún no había finalizado el segundo set. Si el físico de algún tenista tenía que decir «basta», lo lógico sería pensar que lo hubiese hecho el del manacorí, que acumula un cuadro de lesiones y dolencias que asusta.


He visto muy bien a Rafa Nadal en los partidos que he podido ver esta semana. No creo que otro tenista hubiera aguantado el repertorio de cañonazos a las líneas de Sasha Zverev, quizás solo Djokovic habría sido capaz de no perderle la cara a este partido. Zverev jugó uno de los sets de su vida, tuvo cuatro bolas de set y sin embargo, se sentó en la silla tras el tie-break del primero para contemplar atónito que iba por debajo en el marcador. Ya en su día titulé Incombustible Rafa para definir al de Manacor. Cada año aporta nuevos golpes a su repertorio o mejora algunos de los que tiene. Ahora arriesga más en algunos momentos para no alargar innecesariamente los puntos, sabedor de que las piernas no muestran la misma exuberancia que diez o quince años atrás.


Lo que no dan las piernas, lo aporta ahora la experiencia. 36 años tiene también Luka Modric. Otro que parece haber hecho un pacto con el Diablo. Si los Rolling Stones se autoproclamaron Sus Satánicas Majestades, o cantaron por todo el mundo Sympathy for the Devil, debemos creer que algo de cierto habrá en ello. Cuando ya muchos lo daban por retirado, no apto para la velocidad de juego del fútbol actual, nos ha regalado una temporada espectacular, repleta de momentos épicos, maravillosos, de golpeos que nos hacen recordar con tristeza que «quizás sea el último», la última temporada. Todos tenemos en mente el excepcional pase con el exterior a Rodrygo que nos devolvió a la vida frente al Chelsea (minuto 80, casi nada), pero para mí la jugada de la Champions es esta otra en la que el croata recupera un balón, corre cuarenta metros perseguido por esos fortachones centrocampistas del fútbol moderno, da un gran pase en profundidad a Vinicius Jr. y culmina la jugada con una asistencia con caño incluido para que Benzema iguale la eliminatoria:
Modric ha disfrutado esta temporada como pocas otras. Y se ve con fuerzas para seguir un año más. Rafa Nadal ha hecho varias declaraciones en los últimos meses sobre lo que le cuesta seguir adelante, pelear cada punto y cada trofeo. Con dolor en todo el cuerpo, con molestias para caminar y llevar una vida normal. Pero ahí está. Comenzó la temporada ganando el Open de Australia con una remontada espectacular a Daniil Medvédev, desafiando toda la lógica y pasándose por el forro lo que la estadística pronosticaba. El talento desafía a la lógica, al Big Data.
Hace un año, Novak Djokovic eliminó a Rafa Nadal en su pista favorita, en la Philippe Chatrier de París. Hace un año también, el Chelsea demostró al Real Madrid que no podía competir con el fútbol inglés con ese centro del campo envejecido (Casemiro-Kroos-Modric). Pero los viejos rockeros han demostrado tener aún una marcha más, han sido capaces de progresar, de mejorar sus prestaciones. El miércoles pasado, Rafa Nadal eliminó a Nole en cuatro sets y otro partido memorable. El Real Madrid se ha llevado por delante a lo mejor del fútbol inglés sin cambiar apenas nada de su centro del campo. Chelsea, Manchester City y Liverpool. Lo mejor de la Premier. Quizás lo mejor de Europa. Y cuando muchos decían que Modric no aguantaría la prórroga frente al Chelsea de Kanté, Kovacic o Mason Mount, el croata ofreció otra clase maestra de temple, posicionamiento y saber estar.
Quizás una de las ventajas que da la edad en el deporte es la madurez, la experiencia para saber distinguir los momentos y no ponerse nervioso en situaciones que invitan a ello. Cuando uno ha estado al borde del abismo, cuando ha mirado hacia abajo varias veces, como Nadal, o como el Real Madrid en esta temporada histórica, sabe que puede pasear por su filo sin miedo, mirar al rival a los ojos y decirle: «ven, vas a tener que empujarme, y a lo mejor en el intento, el que cae eres tú». PSG, Chelsea, City, Liverpool. Medvédev, Djokovic, Zverev.
Otra de las anomalías estadísticas que hemos visto es la octava victoria del Real Madrid en sus últimas ocho finales de Champions. No es normal. El Madrid ha perdido alguna final de Copa del Rey reciente (contra el Atleti) o Supercopas de Europa y de España, pero cuando llega su torneo, se transforma. Ocho de ocho. Como Nadal en Roland Garros, trece de trece. Espero no gafarlo para hoy. Puede que sea su última final, puede ser la última temporada de Rafa perfectamente. Y aunque muchos ya esperaban la irrupción de Carlos Alcaraz en el lugar del viejo rockero, el murciano aún tendrá que esperar un poco. Lo mismo que Fede Valverde, Camavinga, Vinícius o Rodrygo. A los viejos rockeros Modric, Casemiro, Kroos o Benzema aún les queda cuerda.
Suerte para Rafa Nadal, aunque no la necesita. Lo tiene todo en su cabeza, mucho más que en las piernas.
Actualización a las 17.45 h.: por supuesto, ganó el viejo rockero. 14 de 14. Conoce los secretos de la arcilla parisina como nadie.