
BARNEY, 22/05/2022
Sábado por la tarde, quedaba menos de una hora para el inicio de la final de la Euroliga y los grupos de Whatsapp se me empezaron a llenar de mensajes de insultos a Kylian Mbappé y a la madre que lo parió. A todos ellos les fui contestando lo mismo: «me da igual ahora mismo Mbappé. Tenemos una final de Copa de Europa en una hora y otra el sábado que viene, ¿qué más me dará?». Solo me interesaba el baloncesto y en unos días el fútbol, es decir, el deporte, todo lo demás es tan superficial como el cotilleo o los inventos de la prensa, y de tan mal gusto como hablar de dinero. He escuchado y leído tantas chorradas estos días, de periodistas desinformados y amigos que lo propagaban todo, que se ha olvidado lo que de verdad importa: el propio deporte en sí, el juego, el espectáculo de dos rivales en una cancha de juego. Que si lo renuevan por 600 millones en tres años, que si Ceferin ha dicho al entorno de Mbappé que la UEFA va a expulsar al Madrid cinco años de la competición por lo de la Superliga, que si la Cope había dicho que Florentino había bajado al vestuario el viernes para decírselo a la plantilla, ¡cuando el presidente estaba en Belgrado!,… no saben nada, pero les permite llenar horas de programación y hojas y hojas de los periódicos. A mí estos shows me la refanfinflan.
Tras el anuncio oficial de renovación del francés por el Qatar Saint Germain, los insultos se acrecentaron, las redes sociales empezaron a echar humo y cundió el desánimo, como si todo fuera una mierda, la plantilla se quedaba coja, Florentino tenía que dimitir, etc. Estaba claro, esto es el fútbol moderno. «Los objetivos eran Haaland y Mbappé», me dijo otro, y han acabado donde más pasta había: el primero con los Emiratos, que ya llevan más de 1.500 millones invertidos en el City y el segundo donde los petrodólares cataríes. Pues no, el objetivo era ganar la Liga y la Champions, y ya se ha conseguido la primera y estamos en la final del torneo más importante, así que no voy a lamentarme ni un segundo.


El 31 de agosto pasado el Real Madrid ofreció 180 millones de euros a los cataríes (algunas fuentes hablan de 200) y estos lo rechazaron. Esa misma tarde, con el ahorro generado, el Madrid compró a Camavinga, un espectáculo de futbolista de solo 19 años de edad. Camavinga, o Cachominga, ha sido fundamental en la locura de temporada del Madrid en Europa y jugará en una semana la final de Champions en la misma casa de Mbappé, ¿voy a estar triste o desanimado ahora? En absoluto.
Si algo me dolió anoche fue la derrota del Madrid ante los turcos del Anadolu Efes por un solo punto (57-58). Una pena, los chicos de Laso volvieron a demostrar su casta y su calidad, la manera de pelear de estos veteranos y estuvieron cerca de derrotar a los todopoderosos turcos en la Turkish Euroleague. Larkin y Micic fueron fundamentales en el triunfo, dos cracks, dos de los tres jugadores mejor pagados de Europa. Un aplauso enorme al Real Madrid de Llull, Yabusele, Tavares, Rudy, Poirier, Abalde, etc. por darlo todo hasta el último segundo, por eliminar en semis a ese Barça que lleva años subido a la inflación de salarios del baloncesto (tres jugadores en el top-ten), si bien este año se habían ajustado bastante y su presupuesto era similar al de los blancos. Según el diario As:

Ahora, ya en frío, sin competición hasta dentro de siete días, analizo lo ocurrido y lo reconozco: sí, me da rabia la renovación de Mbappé. Rabia, no pena. Pero no porque no venga al Madrid (hubo muchos antes que él y los seguirá habiendo), sino porque quitar a los cataríes a su máxima estrella era la bofetada que alguien tenía que dar a Catar, y el Madrid ha estado muy cerca de atizársela. Yo creí hasta ayer que se la íbamos a propinar. Porque todos hemos visto las fotos de Mbappé de niño en una habitación rodeada de fotos del Madrid, porque hemos leído lo que contó en su famoso cómic, porque hemos querido creer que la ilusión de un niño podía derrotar al poder de los petrodólares y yo sinceramente me lo creí. Que había jugadores que venían al club en el que siempre soñaron jugar de pequeños y para los que el dinero no era tan importante. Iluso de mí.


El club parisino ha reconocido pérdidas de 400 millones en los últimos dos años, lo cual no le ha impedido juntar a los antiguos capitanes del Madrid y el Barça con Kylian, Neymar, Di María, Verratti, Donnarumma, Keylor y un largo etcétera de figuras, y aun con todo, acaba de ofrecer el mejor contrato de la historia del deporte a un jugador que ya era suyo. Todo sea por frenar el ataque de cuernos que Al Khelaifi y Leonardo tenían desde hace meses tras las negativas de renovación del 7 francés. ¿Cómo era aquello que decía Ander Herrera sobre el fútbol de la gente humilde?
Esa es la oportunidad perdida, pararle los pies a esta gente que ha venido y lo va a arrasar todo. El fútbol que me gustaba se muere, dije en su día. Los cataríes lo solucionan todo poniendo un billete encima de otro hasta que aceptas, y les da lo mismo comprar votos para el Mundial, soltar pasta hasta que la FIFA y compañía acepten parar todas las competiciones en noviembre, construir estadios sobre los cadáveres de 6.500 muertos… Tras la eliminación en Champions frente al Real Madrid, Leonardo y Al Khelaifi bajaron al vestuario a buscar al árbitro y montaron un espectáculo bastante lamentable, con empujones a los asistentes, vergonzoso, antideportivo, de matón de bar. La UEFA dijo que los iba a expedientar. ¿Se ha sabido algo de aquello? ¿Va a sancionar Ceferin a su amigo con el que aparece en todos los saraos posibles? ¿Recordáis que también sancionaron al City con dos años fuera de las competiciones por incumplir el fair play financiero? ¿Alguien se lo creyó? Alegaron un defecto formal, un error en las fechas, aceptaron unos contratos fraudulentos, y a otra cosa, que los clubes-estado mueven mucha pasta y no se puede renunciar a ella.
El espectáculo de dimes y diretes del entorno de Mbappé (menudo personaje ha resultado ser la madre, cómo celebro que no venga), las declaraciones de Al Khelaifi y Leonardo, las amenazas de Ceferin al Madrid durante toda la temporada… todo ha sido lamentable, pero no me quita el sueño. Lo que de verdad me fastidia es que será inevitable que en unos pocos años la final de la Champions sea un QSG-Abu Dhabi City, y en los banquillos veremos jugadores que serían titulares en cualquier otro equipo puntero. Ese es el futuro próximo y Mbappé ha sido la oportunidad perdida para frenarlo. Tenía un ejemplo muy cerca de cómo mandar al traste una carrera prometedora: Neymar Jr. Enterrado en su jaula de oro, coleccionando ligas francesas y viendo pasar su carrera como un futbolista más, cuando estaba en el mejor Barça de su historia.
Una oportunidad perdida, sí, pero el Madrid tiene otra y donde mejor se maneja: en el terreno de juego. Esta temporada promete ser mítica. Nos hemos cargado al megamillonario París Saint Germain tras un amaño de sorteo del que muy poco se habló. Luego a los campeones de Europa, el no menos megamillonario Chelsea financiado con el gas ruso y la pasta de Abramovich. En semis al todopoderoso City, subcampeón de la anterior edición y coleccionista de Premiers desde la llegada de la pasta de Abu Dábi (cuarenta años sin ganarla y pueden lograr su quinta en diez años). El partido de vuelta tuvo un momento sintomático del nuevo fútbol: el City sacó a Jack Grealish en el minuto 70 de la segunda parte, un jugador por el que habían pagado 120 millones de euros el verano pasado. El Madrid sacó a Vallejo al final de la prórroga para defender.
Las remontadas han sido inverosímiles, de cabeza, coraje, de una mezcla de veteranos con mucha calidad y jóvenes con enormes ganas de triunfar en el Bernabéu. Una victoria del fútbol de siempre frente al poder de la lógica y la pasta. Irracional. Esto solo se mejora ganando al Liverpool el sábado que viene en el mismo París, esto solo puede concluir con la entrega del trofeo de manos de Ceferin al Madrid. Que lo vea bien Mbappé desde su mansión cercana y se pregunte el resto de su vida si acertó al cambiar la posibilidad de jugar en el club más importante de la historia por los billetes de Oriente Medio.
Que el trofeo lo recoja Benzema, que ayer mismo subió una foto del rapero Tupac con el amigo que lo traicionó. O Marcelo, nuestro capitán (¡Oh capitán, mi capitán!), ese jugador del que no sabemos ni quién es su representante y lleva dieciséis temporadas, ni cuántas veces ha renovado por el Madrid, ni qué ofertas recibió en el pasado, porque siempre tuvo claro que quería retirarse con los blancos y que el dinero no iba a ser un problema. Como Luka Modric, otro ejemplo a seguir. Como Toni Kroos, al que el club le ha ofrecido una renovación de dos años y ha dicho que solo uno porque tendrá que ver cómo está su físico antes de aceptar. Un tío con una cabeza inusual en el mundo de estrellitas de hoy en día. Como Alaba, que tras ganarlo todo en el Bayern de Múnich está disfrutando como nunca en su carrera. Como los jóvenes Vinícius, Rodrygo, Valverde y Camavinga, sobre los que se construye desde ya el equipo que se enfrentará en los próximos años a los clubes-estado. El Madrid ha conseguido salvar la pandemia con beneficios, reducidos, pero beneficios, el único club entre los grandes. Para ello ha tenido que vender a Varane (40 M.), Odegaard (40 M.), Achraf (40 M.), Reguilón (30 M.), no renovar a Ramos y mantener una escala salarial ajustada que con la llegada de Mbappé corría el riesgo de quebrarse. Pues eso que ganamos también. El Barça está en la ruina y acabará siendo otro club-estado o en manos de un gran fondo de inversión, entre otras cosas, por intentar competir con sueldos estratosféricos (no solo los 555 millones de Messi, sino el resto) y con fichajes fuera de su alcance como las millonadas pagadas por Coutinho y Dembélé.
El Bayern y el Madrid, me temo que solo van a quedar ambos clubes para competir contra ellos. O la Superliga, una competición organizada por los propios clubes con las mismas reglas para todos y no por una banda de golfos corruptos. El Bayern privó al PSG de su gran oportunidad de llevarse la Champions en 2020. La paradoja fue que aquel triunfo por 1-0 vino de un gol marcado por Coman, un jugador que salió de la cantera del mismísimo PSG repleto de figuras. Me descojono.
A ganar el sábado, no pienso en otra cosa.