Pocas veces he visto un eslogan tan acertado, una frase que defina mejor lo indefinible, que explique lo inexplicable que resulta que un chaval, adolescente o adulto se haga del Atleti y, sobre todo, que mantenga esa fidelidad a lo largo de toda su vida. El sentimiento atlético es especial, eso no lo discute nadie, pero «especial» no significa mejor, ni superior, ni tan siquiera deseable. Simplemente es eso, especial, diferente.
El Atleti es como ese vecino del tercero al que no le va mal en la vida, con una buena familia, salud y un trabajo aceptable, pero ese vecino siempre ha querido ser más y lleva toda la vida comparándose contigo, que vives en el quinto, te va mejor y, claro, en la comparación pierde: tu mujer es más guapa, tus niños más altos y tu coche tiene más potencia. Qué le vamos a hacer, podemos ser amigos, llevarnos bien, pero él prefiere torcer el gesto, tratarte con cierta displicencia y criticar cada uno de tus actos.
Da igual que le digas que el enemigo es otro, el de la comunidad de vecinos de al lado, que está poblando el barrio de facinerosos, sobornando al concejal de distrito y alterando con malas artes el orden establecido, le da lo mismo: «Tú eres igual o peor», sentencia.
Hace poco más de un mes, el Barça atracaba a punta de silbato al Atlético de Madrid en la semifinal de Copa. Los resúmenes no son suficientes para entenderlo (están manipulados), pero cualquiera que presenciara el duelo en directo pudo comprobarlo. La secuencia de hechos es irrefutable:
Min. 56: expulsión de Sergi Roberto.
Min. 58: gol legal de Griezmann, pero a Gil Manzano le entra la flojera y piensa en décimas de segundo: «no jodas, voy a dejar al Barça 1-1 con más de media hora por delante». ¡Lo anula! Cuando no hacía falta ni el VAR, ni a los tertulianos del Bar, ni al arquitecto, cualquiera pudo verlo. Pitó peligro, basándose en el Reglamento de la Federación Culé de Balompié.
Los espectadores sabíamos que a la primera oportunidad que hubiera iba a dejar al Atleti con diez, y así lo hizo:
Min. 68: resbalón de Carrasco, que se lleva por delante a Arda Turan. Segunda amarilla, a la calle, diez contra diez.
Se le puede añadir el clarísimo penalti de la primera parte, pero sobre todo fue la sensación que tuve en directo de que no se iba a competir con las mismas reglas para ambos, la misma sensación que cuando ves la mano de Mascherano en el minuto 10 de la «Robontada» al PSG en la jeta del infame Aytekin. A tu amigo del Atleti le tiras un poco de la lengua para solidarizarte con su cabreo:
- ¿Qué, indignado, no? ¿Ves cómo cabrea cuando te roban en tu propia cara?
- Bueno, es que a los grandes siempre siempre os ayudan.
- ¡Pero déjanos en paz a los madridistas, que ayer no jugábamos el partido! Estamos hablando del Barça, ¿cuándo nos han ayudado a nosotros?
- Siempre, toda la vida.
- Dime cuándo os hemos hecho algo similar en los últimos veinte años.
Y aquí es cuando no pueden más y te sueltan toda la rabia contenida por las finales de Lisboa y Milán:
- En las dos finales de Champions.
Ese es el nivel. Su queja en la final de Lisboa sigue siendo el gol de Ramos en el 92:48 tras una segunda parte en la que no se jugó al fútbol por las continuas pérdidas de tiempo.
En cualquier partido con cambios se descuentan tres minutos, pero a ellos, los de la flojera de piernas (increíbles Filipe Luis, Godín y Juanfran desplomándose en cadena), les pareció mucho descuento:
- Y el gol de Ramos en Milán era fuera de juego.
Ya no hablan de cómo Gil Manzano les impidió entrar en la eliminatoria la noche anterior frente al Barça, sino de una jugada ocurrida meses atrás. Y te enseñan la foto en el móvil, tras desbloquear esa pantalla con una foto suya con la camiseta del Atleti junto a su perro, un pastor alemán con una cara que es una mezcla de Gabi y Raúl García.
En todas las fotos que me han enseñado mis amiguetes del Atleti desde hace un año, en tooodas, a Sergio Ramos le están haciendo penalti y se lo digo («es fuera de juego, pero debería haber pitado penalti y amarilla para Savic»), pero les da igual, su mantra es que les robaron. Aunque trates de convencerles:
- Luego, para compensar, os regalaron un penalti que no era, pero también será culpa nuestra que Griezmann lo tirara al larguero.
No escuchan, tuercen el gesto, no les interesa. Su rival no es el Barça de hace unas horas, sino los agravios que consideran que el vecino del quinto, tú, llevas cometiendo con él toda la vida. Y mira que siempre intentas llevarte bien con él, porque no le consideras un rival real, porque crees que en el fondo es buen tipo que podría hasta ser un aliado, pero él reniega de tu amistad:
- El problema es Florentino, que maneja todo desde el palco, es una mafia.
Pero vamos a ver, por ahí no vayas, amigo mío, ¡que habéis tenido como presidente durante veinte años a Jesús Gil! ¡A Jesús Gil y Gil! ¡Al dueño de Imperioso, al de las Mama Chicho y el saqueo a Marbella! Que se quedó vuestro club por la cara, sin apenas poner un duro y le seguíais riendo las gracias.
Que a la hora de manejar voluntades, en esto del fútbol, quien mejor lo ha hecho de calle ha sido el Barça, como reconoció su propio vicepresidente Alfons Godall… Nada, ellos a lo suyo, raca raca, y tal y tal:
- Florentino ya ha elegido rival para los cuartos de Champions: el Leicester, ¡bolas calientes! Está todo preparado.
Toma ya, Madrid-Bayern y Atlético de Madrid-Leicester.
- Florentino lo maneja todo desde el palco, mira cómo imputan a Messi y Neymar, y no a Cristiano Ronaldo.
No doy crédito, si es que en su odio al Madrid se apropian de los discursos de Piqué y del Barça. Les da igual que la imputación de Messi parta de un juzgado de Gavá, y que el abogado del Estado que lo llevó fuera Edmundo Bal, no Marta Silva, les da igual. Por cierto, Edmundo Bal ha reconocido la semana pasada que era… del Atleti. Les da igual que la denuncia por el caso Neymar partiera de un socio del Barça y que la querella por la estafa en el fichaje venga de una empresa brasileña, la realidad les importa muy poco. Para ellos, el vecino del quinto siempre está detrás.
- Mira la ampliación del Bernabéu y los terrenos de Valdebebas…
Al Madrid le han denegado la ampliación del Bernabéu y por lo de Valdebebas devolvió 20 millones de euros, nada que objetar si es lo que corresponda. Aquella permuta de terrenos me pareció un escándalo en su día:
- Lo entiendo perfectamente, amigo atlético. Ahora por favor, cuéntame tú la historia de la Peineta y el Wanda Metropolitano, que algo no me huele bien.
Como en su ADN está únicamente atacar al Madrid, no se han molestado en entender la operación, pero para el que quiera hacerlo, hay un estupendo resumen de la sentencia en este enlace. A mí que me expliquen cómo en 2008 unos terrenos municipales con una edificabilidad de 101.372 metros cuadrados valían 42 millones de euros, y en 2017, una vez ampliada la edificabilidad a 151.000 metros cuadrados su coste asciende a poco más de 30 millones.
De esto no habla el vecino del tercero, que se queja de cómo cerraste tu plaza de garaje costeándola de tu bolsillo, y no dice ni pío de cómo la comunidad le paga sus cerramientos. Florentino es el problema, aunque en el convenio firmado con el ayuntamiento de Madrid para la remodelación del Bernabéu, el Real Madrid va a costear 13 millones de euros para mejorar el espacio perimetral del estadio, y como consecuencia, van a surgir dos nuevas zonas de uso público, que no solo va a pagar el Real Madrid, sino además, asumir su mantenimiento. Da lo mismo, tú perteneces a esa mafia, y Florentino es peor que Gil y Gil o los últimos presidentes del Barça, curiosamente todos ellos y el atlético, unidos por una misma condición: la de imputados o condenados por la justicia ordinaria.
Los aficionados del Atleti, al igual que el vecino del tercero cuando la toma con algo, son cansinos, «intensos», y repiten su frase hasta la saciedad: «la escalera está sucia», «hay que cambiar la cerradura del portal» o «pagamos mucho de comunidad». Llevado a los atléticos de corazón su mantra es:
«La Champions nos debe una».
¡Que nooo, hombre, que nooo! Que no os debe nada, que con el juego desplegado no se puede ganar la Champions, y si lo hicierais, el trofeo quedaría devaluado. Como cuando la ultradefensiva Grecia ganó la Eurocopa de 2004 a base de cerrojazo y «unocerismo».
- Si en el fondo -les digo-, Sergio Ramos os hizo un favor, si os viene bien no ganarla, porque está en vuestra idiosincrasia el haber estado a punto, el tanto remar para morir en la orilla, esa es vuestra filosofía de vida y una Champions en vuestras vitrinas la echaría por tierra.
En mi grupo de amigos teníamos a uno muy simpático que nunca ligaba, pero que todos los días volvía a casa diciendo «he estado a punto de cepillarme a la rubia». Era del Atleti, no podía ser de otro modo, y le apreciábamos. Pero ocurre que el vecino del tercero no te aprecia. No te desprecia de modo descarado, pero en el fondo se alegra si te han arañado el coche, te has caído de la moto o tu hijo se ha roto una pierna. «Algo habrá hecho», piensa en su fuero interno.
El Atleti puede vender jugadores a cualquier equipo del mundo, incluso al Barça (Julio Alberto, Julio Salinas, Eusebio, Juan Carlos, Arda Turan), pero no tolera que alguno se vaya al Madrid. No soportan que su jugador pueda tener una mejor vida profesional en la misma ciudad, igual que el vecino del tercero no perdonaba que su hijo se fuera de excursión a la sierra con los del quinto, por muy bien que lo pasara. ¿Alguien duda de que las carreras de Raúl, Hugo Sánchez, Juanito, Solari o Paco Llorente habrían sido completamente diferentes si hubieran seguido en el equipo del Manzanares?
El Madrid no tiene ese problema a la hora de traspasar jugadores al rival de la capital, que no el eterno rival. Olvidan que en el 64 les cedimos a Grosso para que no bajaran a Segunda. Años después, les traspasamos a Schuster para que acabara su carrera en un equipo menos exigente, a Losada porque para tocarse la minga el Atleti podía ser buen sitio, a Reyes y Jurado porque podían ser ídolos en el Calderón, pero nunca lo serían en el Bernabéu, a Filipe Luis para que recibiera las agresiones de Suárez y a Juanfran,… bueno, pues porque necesitábamos un infiltrado en la tanda de penaltis de Milán.
Esta misma semana han montado el lío porque según parece el Madrid quiere fichar al lateral Theo Hernández, actualmente en el Alavés. Por cierto, dejo aquí dos instantáneas de periodismo del bueno, bueno, del imparcial que se practica en el nordeste de la península, del que distingue entre buenos y malos por sus afinidades:
Me caéis bien, gente del Atleti, casi todos, pese a que nos ataquéis, pese a que nos critiquéis por todo, pese a que no queráis vendernos jugadores. En el fondo os admiro porque batís vuestro récord de abonados cuando bajáis a segunda en el año 2000, apenas cuatro años después de vuestro gran éxito, el doblete. Celebro vuestros anuncios en segunda y en primera, siempre jugando el rollo victimista con gracia.
Os envidio por ser capaces de disfrutar de ese modo por un despeje a la grada o un saque de banda colgado al área, por haber convertido en ídolos a Raúl García, a Gabi, a Pizo Gómez o a Arteche. Por idolatrar a un tipo como Luis Aragonés, que de «sabio» solo tuvo el mote y nunca la sabiduría, ni mucho menos la elegancia. O al Cholo, con todos sus antecedentes, o por llenar el Calderón en la vuelta del Niño más sobrevalorado de todos los tiempos. Por ser capaces de amarle pese a que os dejó cuando más lo necesitabais, y lo rescatasteis cuando nadie le quería.
Por todo eso me caéis bien, como el vecino del tercero, siempre os preferiré al Barça. Siento devoción sincera por vosotros al saber que la camiseta más vendida esta temporada ha sido la de Juanfran. Jamás diré que tenéis la mejor afición del mundo cuando durante años no llenabais el campo, o por el «Kiko, muérete», o por los dos últimos fallecidos en España en incidentes relacionados con el fútbol (Mikel Zabaleta y el hooligan Jimmy), pero ojalá se oyeran vuestros gritos en las gradas del Bernabéu pobladas de comepipas.
Y por último, reconozco que me encanta el himno de Sabina, porque es como vosotros, puro estreñimiento, digo, sentimiento:
Qué manera de aguantar,
qué manera de crecer,
qué manera de sentir,
qué manera de soñar,
qué manera de aprender,
Mi momento preferido de la canción es este que os define a la perfección:
qué manera de sufrir,
qué manera de palmar,…
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