No sé si son los guionistas o los productores americanos, pero alguien debería decirles que conviene que se asesoren antes de cometer tropelías como la de Misión imposible 2, en cuyo inicio, durante la Semana Santa sevillana, Anthony Hopkins y Tom Cruise contemplan con estupor esa mezcla de procesiones y fallas, con gente vestida de sanfermines entre el público, y el primero pronuncia una frase que pertenece a la antología del disparate cinematográfico:
«Honrar a los santos quemando cosas. Curiosa manera de venerarlos».
Siento un pequeño placer culpable, pues es mi escena favorita de una película que me gusta más bien poco, y la escena me gusta por lo ridículo de la misma, por intentar darle un sentido trascendente a una burrada como la representada, no por el hecho en sí de quemar los pasos en la pira. Que bien pensado…
No soy aficionado a la Semana Santa del folklore y la exageración, sino más bien todo lo contrario. Todo el respeto a la religión, pero rechazo la iconografía semanasantera de los encapuchados, los legionarios cantando «soy el novio de la Muerte», los tipos que se flagelan y se revientan las ampollas, los tamborileros de Calanda con las manos ensangrentadas y los penitentes descalzos. Lo siento, huyo de ese folklore como de las aglomeraciones. Veo una cofradía y tiro millas en sentido contrario.
Lo mejor para evitar polémicas es hablar solo de cine porque algunos temas no se pueden tocar. Lo intentó Mateo Gil en Nadie conoce a nadie, basada en la novela del sevillano Juan Bonilla, ambientada en la Semana Santa de Sevilla y la célebre «espantá de la madrugá», y le llovieron los palos por osar decir frases como: “En una ciudad donde medio millón de personas siguen en procesión a un tronco de madera… sólo hace falta que alguien se crea que es el diablo para que realmente lo sea”.
No se entienden bien las bromas relacionadas con las cofradías de los santos clavos del Cristo Sufriente del Monte del Calvario y la Hermandad de las plañideras que no pueden sacar a la Virgen en procesión porque llueve, pero a mí me levantan una sonrisa, qué le vamos a hacer. O una carcajada, como en Ocho apellidos catalanes, cuando Koldo (Karra Elejalde) se mete bajo un paso de Semana Santa para convencer a Rafa (Dani Rovira) de que tiene que evitar la boda de su hija, y la cosa acaba… pues como tenía que acabar:
Así que mejor hablemos de cine, aunque un poco de transgresión nunca viene mal. Igual que en Navidades se programan habitualmente las mismas películas, en Semana Santa son los péplums y los dramas histórico-evangélicos los que pueblan la programación. Hemos visto mil veces Quo vadis?, Jesús de Nazareth, Ben-Hur, o Los diez mandamientos, a lo mejor no enteras, pero sí algunas escenas con los ojos entreabiertos en mitad de la siesta:
- Nerón quemando Roma, mientras pasea con su lira.
- Jesucristo evangelizando al pueblo con más pausas en su sermón que Gabriel Rufián en un discurso en el Congreso.
- Por supuesto, la mítica carrera de cuadrigas. No sé si hay alguna escena de alguna película que haya visto más veces en mi vida. Memorable de principio a fin.
- Charlton Heston cambiando el rifle de la ANR por las tablas de los Mandamientos. No puedo evitar compartir la hilarante escena de la Loca Historia del Mundo, de Mel Brooks, en la que nos explica por qué los Mandamientos eran Diez:
A las tradicionales películas de Semana Santa mencionadas (añadiría El Evangelio según San Mateo, Rey de Reyes) y a algunas poco relacionadas con la Semana Santa en sí (Sansón y Dalila, Barrabás), se han incorporado en los últimos años otras como La Pasión de Cristo (2004), de Mel Gibson, auténtico catálogo gore de instrumentos de tortura, un extrañísimo Noé (2014) de Darren Aronofsky, y un nuevo Ben-Hur de 2016 que me negué a ver, dirigida por un tal Timur Bekmambetov. Por ver cosas raras, recuerdo haber visto hasta a Nancho Novo haciendo de San José en una película italiana. ¡El cavernícola haciendo de SanJosé, dónde vamos a parar! Por si alguien tiene la curiosidad, me he molestado en buscar el título de la película: María, madre de Jesús.
Mi favorita de esta época del año sigue siendo Espartaco (1960), aunque tenga poco que ver con la historia de Jesucristo que se conmemora estos días. Si acaso la opresión de los romanos y la muerte del protagonista en la cruz (De suicidios, sacrificios e inmolaciones). La película, dirigida por Stanley Kubrick, producida por Kirk Douglas y con guion de Dalton Trumbo, es para mí una obra maestra de principio a fin, que no me canso de ver. Cuenta con una escena que yo creía censurada en España por la represión franquista, y sin embargo lo fue en el propio original por el estricto código Hays. Me refiero, cómo no, a la escena del doble sentido sexual, la moralidad, las ostras y los caracoles:
Se nota perfectamente el cambio de voces respecto al resto de la película, algo que también ocurrió con la versión original, puesto que la escena fue eliminada por los censores (que propusieron algo tan absurdo como cambiar las «ostras y caracoles» por «alcachofas y trufas») y tuvo que ser doblada de nuevo cuando apareció años después. Para entonces, Tony Curtis pudo repetir su voz (Antonino), pero Laurence Olivier (Craso) había fallecido y tuvo que ser doblado ni más ni menos que por Anthony Hopkins.
A los guionistas, directores y productores de Hollywood de los cincuenta y sesenta les motivaba de modo especial tratar de esquivar las restricciones del código Hays y a veces metían guiños homosexuales aunque no aportaran nada especial a la trama, como ocurrió con Gore Vidal y la supuesta relación entre Mesala y Ben-Hur. Ya lo comenté en su día en El celuloide oculto en el armario, y cada año que vuelvo a ver el magnífico film de William Wyler (1959) pienso lo mismo: que yo no veo la relación homosexual por ningún lado. Y además era innecesaria.
En fin, que no soy muy capillitas semanasantero, lo reconozco. En una de las últimas procesiones en la que estuve, muchos años ha, se juntaron dos pasos en una plaza, cada uno por una esquina, y dije a mis compañeros, fervientes seguidores de la cofradía del Santo Sepulcro de la sangre blanqueada con Ariel:
- Cuando lleguen al cruce, ¿tiene preferencia el que va por la derecha?
Me miraron raro, no sé muy bien por qué. Supongo que mi pregunta sobre el conflicto entre la normativa de tráfico y la de la Semana Santa tiene su origen en el sueño que Woody Allen cuenta a su psicoanalista en Bananas:
No sé si resulta irreverente o no, quiero creer que no, a mí me resulta una escena graciosa. Surrealista, pero divertida. Como enormemente divertida me parece La vida de Brian de principio a fin. Desde que la vi no puedo pensar en un Poncio Pilato que pronuncie correctamente la erre, y me viene inmediatamente a la mente su amigo Pijus Magníficus recitando la lista de reos con ese ceceo tan característico:
«¡Ciudadanoz! ¡Tenemoz a Zanzón, el azezino zaduceo! ¡Zilaz de Zidia, aliaz el Zagaz! ¡Zezenta y zeiz zediciozoz de Cezarea y…!»
La película de los Monty Python concluye con un final mítico tarareando una de las canciones mas pegadizas de la historia del cine:
En fin. Se acaba ya la Semana Santa. El año pasado durante estas fechas vi la película de un hombre que vino a la Tierra a traer luz a la oscuridad, que fue criado por unos padres que no eran los suyos, un súper hombre con poderes y dotado de un extraordinario sentido de la justicia, un héroe que dio su vida para salvar a la humanidad, que murió… y anunciaba su resurrección: Superman, en Batman v Superman.
Este año he elegido al más transgresor de nuestros cineastas y me he ido a ver El Bar, de Álex de la Iglesia. Muy divertida, para el que considere gracioso el tipo de humor salvaje del gran Álex de la Iglesia.
Un director que ha retratado y «destrozado» a su manera la Navidad, las comunidades de vecinos, las parejas de humoristas, los divos, los feos, las cafeterías de barrio, la cabra de la Legión,… el día que haga una película sobre la Semana Santa se va a tener que largar del país.
Me despido ya. Esta Semana Santa se estrenaban también los Power Rangers. Hay que reconocer que en esto, como ha dicho el tuitero @tortondo, nuestra adaptación le da mil vueltas a los guiris:
Este tipo de cine siempre me gustó: Ben Hur, Quo Vadis, Espartaco, La Túnica Sagrada (The Robe, en inglés), y siempre que las emiten en televisión y puedo las veo, me encantan.
El Ben Hur de 2016 sí que he tenido la oportunidad de verlo y aunque no está al nivel del original, para mí, está bien. Han conseguido darle otro giro, otro punto de vista y eso ya es un logro.
En cuanto al tema religioso, nunca he sido muy devota pero lo respeto y espero que no se vuelvan a repetir los altercados de los últimos días en Sevilla.
Por último decir que siempre que veo estas películas siento un poco de nostalgia y recuerdo a toda mi familia en frente del televisor viendo al gran Espartaco revelarse contra la gran Roma.
Y por supuesto también me acuerdo de una de las canciones de Sabina: «Una de romanos» que sino la habéis escuchado os invito a oírla (a mí lo que cuenta me pilla un poco joven jajaja) 🙂
Me gustaMe gusta