No es que todos los años por estas fechas vea Ben-Hur del primer minuto al último, pero no hay año que no vea al menos un buen rato de la mítica película de William Wyler. Son 212 minutos de duración, más de tres horas y media, así que se puede escoger fácilmente tu «ratito» de 90 minutos, tu película convencional dentro de esta película de dimensiones colosales. Algo así es lo que me viene pasando los últimos años en Semana Santa, que me apoltrono en el sofá y disfruto un rato laaaaargo del peliculón, aunque desde hace años nunca la veo completa por desgracia porque resulta casi imposible disponer de tanto tiempo después de comer. Y digo esto porque Ben-Hur es una película para ver después de comer, como cuando la vi por primera vez en el cine, con trece o catorce años, cuando teníamos la suerte de que los cines emitieran películas clásicas (así vi también Lawrence de Arabia, por ejemplo, otras casi cuatro horas).
Ben-Hur es tan enorme desde el punto de vista de duración como de calidad y puedes elegir tu historia o tu episodio favorito (si esto fuera una serie) dentro de todo el metraje:
- La primera parte, cuando cuentan la llegada de los romanos a Judea en tiempos de Jesucristo, aproximadamente el año 30 d.C. Nos muestra la antigua amistad entre el romano Mesala, ahora hombre fuerte del ejército romano, y Judá Ben-Hur, un rico comerciante judío. Un accidente fortuito provocado por Tirzah, hermana de Ben-Hur, provoca la caída en desgracia de toda la familia. Judá es enviado a galeras y su madre y su hermana a unas infectas mazmorras. Durante el trayecto de Ben-Hur como prisionero para cumplir su pena en galeras, tiene un encuentro fugaz con Jesús de Nazaret, un encuentro que tendrá su importancia más adelante.
- La parte central, impresionante, con todas las escenas de las galeras, la admiración de Quinto Arrio por ese esclavo judío con un físico descomunal y una capacidad de supervivencia sin igual. El combate con los macedonios, que acaba con las galeras romanas hundidas, y el rescate de Ben-Hur y Quinto Arrio, que lo acoge como hijo adoptivo y se lo lleva a Roma. Pero Ben-Hur no aguanta mucho en Roma porque necesita encontrar a su madre y su hermana. Conoce a unos árabes que se dedican a las carreras de caballos y a las apuestas, y decide quedarse con ellos para entrenar y competir en las carreras de cuadrigas, donde también participa Mesala.
- La última parte, desde las carreras de cuadrigas (la parte que veo inexcusablemente casi todos los años) hasta el final. La muerte de Mesala, que no desperdicia su último aliento para infligirle más dolor al que fuera su amigo. El calvario de Jesucristo camino de la crucifixión, la ayuda que Ben-Hur trata de prestarle y devolverle, y la búsqueda de su madre y su hermana en el Valle de los Leprosos.
Cuando acaba la película (si encuentras el hueco para verla del tirón), tienes un cansancio físico similar al del protagonista tras haber sufrido todas esas penurias. Pero también la satisfacción que supone haber disfrutado una gran película.
Esta historia de un judío contemporáneo de Jesucristo fue escrita por Lew Wallace en 1880 y fue el libro más vendido en Estados Unidos hasta la publicación de Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchell, en 1936. La novela tuvo una primera adaptación en 1925, dirigida por Fred Niblo y con el actor mexicano Ramón Novarro interpretando a Ben-Hur. Se puede ver de modo legal en el siguiente enlace:
Enlace a Ben-Hur, de Fred Niblo
Está bastante bien, aunque este Mesala está muy sobreactuado, por aquellas cosas que tenía el cine mudo con la ausencia de diálogos. La escena de la carrera de cuadrigas es una maravilla, rodada en aquellos años en que los medios no eran los de los cincuenta, ni mucho menos la digitalización actual. Durante esa escena falleció uno de los extras tras un atropello, aunque dicha muerte se ha atribuido erróneamente a la película de Wyler.
Me quedo sin dudarlo con la versión de 1959. El rodaje se prolongó de mayo de 1958 a enero de 1959, tras cinco años de preparaciones, construcciones de decorados y preproducción. Hasta 300 decorados se construyeron, la mayoría en los estudios Cinecittá de Roma, incluyendo el decorado más grande jamás realizado hasta la fecha, el estadio romano en el que se celebra la espectacular carrera. 15.000 extras cuyo único requisito era tener barba. En total fueron 15 millones de dólares de presupuesto y otros 15 para la promoción que dejaron a la Metro Goldwyn Mayer tan tiesa que necesitaba que fuera un gran éxito para no acabar en bancarrota. Y lo consiguió, 147 millones de dólares en pocas semanas, una cifra solo superada… otra vez por Lo que el viento se llevó. Gran éxito de público, pero también de crítica. Acaparó numerosos premios, entre ellos los once Óscar que siguen convirtiendo a Ben-Hur en la película con más galardones de la historia, empatada muchos años después por Titanic (1997) y El retorno del Rey (2003).
William Wyler no mostró mucho interés por el proyecto cuando se lo presentaron, entre otras cosas porque ya había trabajado como ayudante de dirección en la versión de 1925 de Fred Niblo. Decidió hacerse cargo del mismo por volver a Roma, donde había rodado Vacaciones en Roma con Gregory Peck y Audrey Hepburn, y como respuesta a su gran rival de entonces, Cecil B. De Mille, que había rodado Los diez mandamientos en 1956, otra de esas cintas que nunca faltan en la programación de Semana Santa.
En cuanto al reparto, resulta curioso ver cómo para diferenciar los acentos de romanos y judíos se escogieron actores británicos para interpretar a los primeros (Stephen Boyd, Jack Hawkins, Frank Thring) y norteamericanos para los segundos (Charlton Heston, Sam Jaffe, Martha Scott, Cathy O’Donnell). Charlton Heston no fue la primera elección para el papel principal, sino que llegó al mismo tras el rechazo de varios de los principales actores de Hollywood. Marlon Brando no quería volver a las películas de romanos tras haber hecho Julio César. Kirk Douglas sí mostró interés por el papel, pero para su sorpresa le ofrecieron hacer de Mesala, no de Ben-Hur, razón por la que descartó su participación. A Burt Lancaster no le gustó el guion que le ofrecieron y a Rock Hudson no le dejó participar la productora Universal, con la que tenía contrato. Así que finalmente el papel cayó en manos de Charlton Heston y a día de hoy no nos imaginamos a otro actor para el protagonista.
En cuanto al guion, los títulos de crédito se lo atribuyen a Karl Thunberg, pero a lo largo de sus múltiples versiones pasó por varias manos, como las de Maxwell Anderson y S.N. Behrman, pero la mayoría de diálogos fueron reescritos por el escritor estadounidense Gore Vidal. El propio Vidal se encargó de contar en el documental El celuloide oculto (1995) que fue suya la idea de añadir una subtrama homosexual entre los personajes de Mesala y Ben-Hur, subtrama de la que ya hablé en su día (El celuloide oculto en el armario) y que no encuentro que aporte nada de interés a la historia. Aparte de que la veo tan subliminal como Charlton Heston, que ni se enteró durante el rodaje de que los compinchados Wyler, Vidal y Stephen Mesala Boyd estaban jugando a este juego.
Una película tan épica solo podía contar con una banda sonora a la altura. De su composición se encargó el húngaro Miklos Rózsa, que ya había participado, entre muchas otras, en películas como El ladrón de Bagdad, Perdición, La jungla de asfalto, Julio César y Los caballeros del Rey Arturo. La banda sonora acompaña a la perfección a la trama. Habrá quien la recuerde ampulosa o la considere demasiado enfática, como muy de «peli de romanos», ¿pero acaso cabía otra posibilidad? Tras Ben-Hur, Rózsa mantendría su estilo en películas de similares tintes épicos como Sodoma y Gomorra, El Cid y Rey de Reyes, otro imprescindible de esta época del año.
Hoy es viernes santo, igual me animo a mi sesión anual de Ben-Hur, esta vez completa a ser posible. ¿Es mi película favorita de la Semana Santa? Pues la respuesta es no, es una gran película, pero ocupa el segundo puesto en mi pódium. El primero es para Espartaco (Stanley Kubrick, 1960), que aunque no sea una historia religiosa siempre la emiten en esta época y al igual que con Ben-Hur, la disfruto durante un largo rato. ¿En qué puesto pongo a La vida de Brian? Quizás sea la peli más divertida e irreverente de la historia, pero, ¿entra en esta categoría?
Extra – Curiosidades
- La primera galera que se construyó para el rodaje fue encargada a un experto en ingeniería romana. La galera se hundió según la botaron. Para la película tuvieron que ser menos fieles a los diseños originales, pero más ajustados a la flotabilidad.
- En 2016 se rodó una nueva versión de Ben-Hur, dirigida por el cineasta ruso Timur Bekmambetov. No he tenido ningún interés en verla, del mismo modo que no lo tendría por un remake de El Padrino o de Indiana Jones, por ejemplo. Me han dicho que no está mal, pero, ¿de verdad necesito saberlo?
- La carrera de cuadrigas necesitó cinco semanas de rodaje a lo largo de tres meses, y los actores principales son realmente los que protagonizan la acción. Un especialista estuvo a punto de morir en el momento en que su cuadriga da un salto por encima de otra, un momento espectacular que se dejó en la película.
- ¿Recordáis Una furgoneta del siglo XIII? Un post sobre «cosas que no deberían estar allí». Pues tendría que añadir que dos de los caballos árabes de Ben-Hur se llaman Al-Tair y Al-Deberan, estrellas que fueron descubiertas ocho siglos más tarde.
- El león de la Metro no rugió por primera vez en su historia al inicio de la película por petición expresa de William Wyler, al que el rugido no le parecía adecuado para el comienzo del filme.
Pizza, cerveza, pantalla gigante, buen sonido. Comienza Ben-Hur.
Me ha gustado mucho por la información, por las curiosidades y porque para mi Ben-Hur también es un clásico de S. Santa que trae muchos recuerdos de clásicos de siempre. A partir de ahora la veré con mas datos que antes!!
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