Una furgoneta del siglo XIII, por Travis

Reconozco que tengo una sensación agridulce tras mi última entrada (Libros de atrezzo). Una sonrisa de oreja a oreja porque pude comprobar que soy capaz de inventar cosas con convicción, lo cual puede ser muy útil (y peligroso) en la vida diaria, y una ligera sensación de fastidio al saber que hubo gente que se creyó todo lo que contaba, pese a que me despedía con un «disculpadme la broma, amigos». Por si no quedó clara la cosa, todo lo referido al «libro intruso» era mentira, pura ficción, no así las imágenes de contenido sexual en películas de Disney.

Quizás lo único cierto en mi ficción sea que trato de leer los títulos de los libros en las estanterías de las pelis, igual que hago cuando voy de visita a casa de un amigo, pero no tengo esa supervista de Superman, ni los atrezzistas, que yo sepa, se dedican a gastar bromas, o dejar guiños al espectador más avispado, como los que yo comentaba. Lo cierto es que tendría su gracia encontrar un ejemplar de Wilt en El nombre de la rosa, o de El resplandor en Cadena perpetua, o por supuesto, de El amante en La bella y la bestia, pero la realidad es más aburrida.

Lo que no resulta nada aburrido y sí tiene su gracia es encontrar gazapos en las películas, detectar anacronismos o simplemente un objeto o persona que no debería estar ahí (los micrófonos y técnicos de sonido se llevan la palma). Sin volvernos locos, ¿eh? Yo prefiero disfrutar una película sin ir buscando el error y luego enterarme de la cagada en algún foro o blog de friki gafapastero (con todo mi cariño a los frikis gafapasteros, que algún amigo me ha dicho que tengo algo de eso):

– La primera de Indiana Jones, En busca del arca perdida, se desarrolla en 1936 y en el mapa del inicio de la película vemos que el avión sobrevuela Tailandia, Irán e Irak, lo cual es imposible porque hasta 1939 Tailandia era Siam, y los territorios de Irán e Irak formaban Persia.

– Pues en un momento de Forrest Gump, este dice que Jenny murió un sábado, y luego vemos en su lápida que fue un 22 de marzo de 1982. ¡Y me fui corriendo a buscarlo y resulta que ese día fue lunes!

– Pues yo me fui a buscar cuándo se creó YouTube, y fue en 2005, y ya mencionan la web en En tierra hostil, ambientada en la guerra del Golfo en 2004. ¿Y qué me dices de uno de los soldados jugando con una X-Box, que todavía no existía?

– Sorprendente, tanto como la señorita Escarlata recorriendo unas calles iluminadas por alumbrado eléctrico, ¡casi veinte años antes de que Edison patentara la bombilla!

Yo creo que en algunos casos son descuidos del equipo de producción, o del director, y en otros, sencillamente, los productores creen que «queda mejor». Cinematográficamente hablando, claro, porque el rigor histórico se lo pasan por el Arco de Triunfo. Un Arco de Triunfo como el de Constantino, que disfrutamos en la espectacular entrada de Cleopatra en Roma tal como se filmó, pese a que, ejem, Constantino no había nacido todavía. «Una minucia histórica que nadie conoce», debieron pensar.

Que los supervivientes del Titanic de James Cameron lleguen a Nueva York y sean recibidos por una Estatua de la Libertad iluminada en su antorcha y corona, queda bien, es un recurso estilístico. Una luz entre las sombras. ¿Cuántos sabíamos que esa iluminación comenzó a mediados de los cincuenta?

Las gafas de sol de Jamie Foxx en Django desencadenado parecen demasiado contemporáneas para 1858, sobre todo sabiendo que se adelantaron setenta años a su tiempo, pero bueno, diría Tarantino, el aspecto de Django perdería mucha fuerza, para qué respetar la historia o la realidad. Para qué privar al espectador del placer de ametrallar al mismísimo Hitler (Malditos bastardos).

Hace un millón de años vi una película no muy recordada titulada Dulce libertad, de Alan Alda. El capitán de MASH, para que nos entendamos. Trataba de un profesor de historia en un instituto de un pequeño pueblo que ve cómo un equipo de rodaje de Hollywood acude al pueblo para rodar un libro del profesor ambientado durante la Guerra de Secesión norteamericana. Pasada la excitación inicial del profesor por imaginar su novela en pantalla, comienza a desesperarse al ver cómo le cambian la historia, los uniformes, las armas, «eso no fue así», «esa casaca es posterior», «la batalla no tuvo nada que ver con esto», y así con todo, hasta que el productor le convence de que al espectador todo eso le da igual. Prima el espectáculo.

Hace un millón de años es una película que no sería la misma si Raquel Welch vistiera ropas de la época prehistórica en lugar del espectacular bikini que luce a lo largo de todo el metraje. Esos productores de la Hammer eran sin duda unos monstruos, mucho más que los dinosaurios de Ray Harryhausen que evidentemente nunca convivieron con los humanos.

Así que se mezcla todo, el desinterés por el rigor histórico con el sentido del espectáculo. Y si ya le sumamos algunos errores, gazapos tenemos ¡Braveheart! Todos recordamos el espectacular aspecto de Mel Gibson, alias William Wallace, alias Braveheart, con su cara pintada de azul y las faldas escocesas, prestas y dispuestas para enseñarle el culo a los ingleses. Me niego a creer que una película con ese presupuesto no tuviera historiadores asesorando al equipo para explicarles que fueron los celtas y los pictos quienes usaban las pinturas azules varios siglos antes del s. XIII, o que los kilts no se popularizaron hasta cuatrocientos años después. Pero la peli sería otra, sin duda, así que el equipo de producción cargó cientos de faldas en una furgoneta que, ¡oh, wait!, se dejaron en mitad de la escena:

Esa furgoneta entra en la categoría de «errores imperdonables pero divertidos de encontrar», junto a:

– El avión de Troya. Tan fuera de lugar como los Calvin Klein de Aquiles.

– Las huellas de tractor en los campos de Gladiator. Un toque tan futurista como los árabes con turbantes en el norte de África, los espectadores con gafas de sol o vaqueros, y el pequeño motor de la cuadriga.

– El mando a distancia de Amelie en 1980.

– El fuego, el sonido o la gravedad en el espacio. Armageddon se lleva la palma, con «solo» 168 errores científicos según la NASA.

– El reloj de Gandalf, la verdadera razón por la que siempre llega puntual al campo de batalla.

– Las señoritas de Avignon en el Titanic.

Y muchos, muchos más, a buen seguro. Peores son los «errores imperdonables que te pueden fastidiar una peli entera», como el negro gay de El quinto elemento, el Tapón de Indiana Jones y el Templo maldito (Niño exterminable del top-10) o la presencia de Jar Jar Binks en La amenaza fantasma.

Y ya que menciono estas dos sagas míticas, termino con dos elementos que nunca debieron aparecer ahí, pero lo hicieron de modo consciente, a modo de homenaje entre directores. En la primera del arqueólogo, Steven Spielberg dejó un guiño a su amigo George Lucas en forma de jeroglífico en el templo, con las figuras de C3PO y R2D2:

George Lucas le devolvería el guiño a Spielberg años después situando en el Senado galáctico una representación de la familia de E.T. El Extraterrestre:

Creo que hoy me he portado bien. Todo lo que he dicho ha sido cierto. ¿O no todo?

 

 

4 comentarios en “Una furgoneta del siglo XIII, por Travis

  1. Que bueno!!! Espero que sean todas verdad y gracias por decir que lo de los libros era mentira (me lo había creído). Se me quedó la neurona mas recalentada que con la historia de la opera, pensando en lo sutiles que son los cinéfilos. ¡Como era posible! ¡Pero si no saben distinguir una paloma torcaz de un pichón callejero! Los últimos no anidan en los arboles. Jjejejeje (la tenía guardada).

    Gracias Travis por «amundanar» un rato el blog. Entrada leíble de un tirón y sin tener que hacer regates con la neurona.

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    • Buenas, Tulaytulah:

      A lo mejor no todos los anacronismos son ciertos, a lo mejor os he colado una, por ver si alguien me decía «eso te lo has inventado». Es parte del juego, se ve que la broma de los libros de atrezzo la hice tan en serio que resultó creíble. Lo de las palomas y pichones cuéntaselo a Lester, que seguro que no los distingue, y que confunde el nada dulce arrullo de las putas palomas con el ronquido de su orondo vecino.
      Saludos.

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  2. Cuánto cine hay que ver para pillar tanto gazapo!!!
    Muy bueno Travis, demuestras una gran cultura cinéfila. Gracias por compartirlo con el resto de aficionados al cine.

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