Recientemente he vuelto a disfrutar con la película de David Fincher El curioso caso de Benjamin Button. Era sólo la tercera vez que la veía, lo cual la sitúa en un punto intermedio entre «mis favoritas» y «las que he visto una sola vez, he tachado de la lista y no creo que repita». Pero estoy seguro de que esta película será de esas que cada vez que la están poniendo en la tele y te la encuentras haciendo zapping, la pilles donde la pilles, la vuelves a ver hasta el final, o hasta el siguiente corte publicitario. Como Cadena perpetua, American Beauty, El club de la lucha o El Padrino. En el caso de Benjamin Button por muchas razones: porque me gusta su historia, porque está magníficamente rodada, porque tiene una sutileza en algunos momentos propia de los grandes directores, por su aroma a cine clásico desde los primeros fotogramas,…
Recuerdo que la primera vez que la vi, en el cine, en pantalla grande y sonido envolvente, tuve por momentos la sensación de encontrarme ante una especie de nuevo Forrest Gump. Con muchas diferencias, pero también con notables similitudes. Para empezar, el período que abarca corresponde a una buena parte del siglo XX, la segunda mitad en el caso de Forrest Gump, y desde la I Guerra Mundial hasta el huracán Katrina en Benjamin Button. Por cierto, en Forrest Gump también aparece un huracán, el Carmen, que arrasa la flota de barcos de gambas, excepto nuestro barco favorito, el Jenny. Los lugares en los que están ambientadas son dos típicas ciudades sureñas: Greenbow (Alabama) en Forrest Gump, y Nueva Orleans (Luisiana) en Benjamin Button. Ambos protagonistas salen de Estados Unidos para participar en alguna guerra, Vietnam en el caso de Forrest y la II Guerra Mundial para Benjamin.
En la vida y el desarrollo de los dos protagonistas resulta relevante la ausencia del padre, y ambos crecen y pasan su infancia en sendas casas coloniales por las que continuamente circula gente nueva. La madre de Forrest alquila habitaciones a huéspedes como Elvis Presley, mientras que Benjamin «rejuvenece» en un asilo de ancianos. Precisamente es durante su infancia (infancia-senectud en el caso de Benjamin) cuando conocen a las que serán «el amor de su vida», Jenny y Daisy.
Se trata de amores no correspondidos al principio por las limitaciones físicas de cada uno de los protagonistas masculinos: el bajo cociente intelectual de Forrest y la extraña enfermedad de «inversión de la edad y el físico» de Benjamin. Pero en un momento de sus vidas, en su mediana edad, estas historias de amor llegan a buen puerto, aunque no sea por mucho tiempo. El SIDA se lleva a Jenny por delante, mientras que Benjamin decide desaparecer de la vida de Daisy cuando comprende su propio destino: seguir rejuveneciendo mientras ella envejece irremisiblemente. Ambos tienen un hijo/a con sus respectivas parejas.
El personaje que me hizo abrir los ojos definitivamente y comprender que se habían utilizado esquemas similares en ambas películas es el del amigo/superior del protagonista. El célebre Teniente Dan de Forrest Gump es el mismo tipo pendenciero, brutote y buenazo que el Capitán Mike de Benjamin Button. Pero le tenemos tanto cariño al personaje y a su relación con Forrest que perdonamos la copia.
Tanto Forrest como Benjamin salen adelante en la vida simplemente a base de comportarse con sencillez. Y con la cuenta corriente repleta, claro. En el caso de Forrest, fruto de sus inversiones en Apple (“una empresa de frutas”), y en el caso de Benjamin, al vender la empresa de botones de su padre, el mismo que le abandonó a la puerta del asilo cuando era un bebé de aspecto deforme.
La narración de las dos películas es similar, utilizando el flashback, con grandes saltos en el tiempo. Todos recordamos el banco frente a la parada de autobús en el que el bueno de Forrest junto con su caja de bombones cuenta sus batallas a los sucesivos personajes que se van sentando a su lado, mientras que en Benjamin Button se utiliza la figura del diario que una Daisy moribunda le pide a su hija que le lea antes de morir.
Son demasiados parecidos como para resultar casuales. El curioso caso de Benjamin Button se inspira en un relato de Francis Scott Fitzgerald publicado en 1922, luego difícilmente podía contener referencias a la II Guerra Mundial o al huracán Katrina. Es una adaptación bastante libre que utiliza sobre todo la anomalía física del protagonista. Y poco más. En cambio, Forrest Gump se basa en un libro de Winston Groom que no he leído, pero al que según tengo entendido, la película es bastante fiel.
Cuando terminé de ver la película de David Fincher entendí por qué se daban tantas coincidencias en el estilo y la historia de ambas películas. El guionista era Eric Roth, el mismo de Forrest Gump, aunque los directores tienen tan poco en común entre sí como Robert Zemeckis y David Fincher. Eso hace que su principal diferencia, quizás, esté en el tono con el que ambas películas están narradas. Forrest Gump es una comedia repleta de momentos trágicos (muere la madre, muere Bubba, muere Jenny), mientras que El curioso caso de Benjamin Button tiene desde el principio un tono trágico y fatalista, pero con grandes momentos de humor. En cualquier caso, en mi modesta opinión de aficionado, son dos muy buenas y entretenidas películas que recomiendo ver.
Acabo de terminar de ver El Extraño Caso de Benjamin Button, y me realmente me facinó. No quisiera hacer una review, por lo que iré al grano: mientras la veía no podía parar de pensar en Forrest Gump. Los amores contrariados y los carismáticos capitanes fueron los que más me hicieron recordar a la pelicula protagonizada por Tom Hanks.No me sorpende que ambos filmes esten escritos por el mismo guionista.
No sé si verán mi comentario, pero gran nota!
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Claro que leeremos el comentario, ¡muchas gracias! Aquí un gran fan de ambas películas, me gusta el tono, la ambientación y el recorrido por la historia de Estados Unidos a lo largo del siglo XX. ¡Un saludo!
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Cuando vi ‘Forrest Gump’ en el cine, en los ’90, me fascinó, la volví a ver dos o tres veces en pantalla grande y se la recomendé a todo el mundo; pero creo que no ha resistido bien el paso del tiempo por la moralina que trasluce. La última vez que la vi en casa en DVD me decepcionó, será que nadie se baña dos veces en el mismo río. Por suerte, ‘El curioso caso de Benjamin Button’ es una revisitación más adulta y duradera, un relato sobre la vida de una persona, de cualquiera («todos somos diferentes»), con apariencia de cuento moral («es la hija la que lee el diario a su madre en el lecho de su muerte») al que no acabo de sacarle significados en cada momento de la mía.
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