El doble rasero, por Barney

Dani Carvajal ha sido sancionado por la UEFA con dos partidos de suspensión por forzar una tarjeta amarilla. Algo que no solo está permitido por el Reglamento, sino que además lo llevan haciendo jugadores de numerosos equipos desde hace años. Como Piqué, por ejemplo, el hombre de las bulas infinitas, en un partido del año pasado contra el Arsenal.  Es tan evidente que Carvajal estaba perdiendo tiempo como que Luis Enrique y Unzué le piden a Piqué que fuerce la tarjeta nada más marcar el Barça. Y el central obtiene su «premio» haciendo una entrada muy dura que podía haber lesionado al rival.

Sin embargo, parece que este descaro solo es sancionable en el caso del Real Madrid. Ya hace años multaron al entrenador José Mourinho por provocar las tarjetas de Xabi Alonso y Sergio Ramos en un partido que el Madrid iba ganando 0-4 en Ámsterdam. Es verdad que lo hicieron muy mal, con mucho descaro, con toda esa pantomima Mou-Dudek-Casillas-Ramos-Alonso, pero el caso es que esa misma temporada Andrés Iniesta forzó una amarilla en el partido de cuartos ante el Shaktar Donetsk y no pasó nada. Lo hizo con algo menos descaro que los madridistas o Piqué, poniéndose delante del balón al saque de una falta y con las risitas cómplices de Guardiola en el banquillo. Curiosamente, con el mismo árbitro de aquel Ájax-Real Madrid, el escocés Thomson. Entonces, ¿se castiga el descaro del Madrid o se premia el teatro culé?

También lo hizo Messi en la Liga adulterada de Tebas y no pasó nada. Se llama «picardía» cuando lo hacen otros y «antideportividad» cuando lo hace el Madrid.

La impresión que me da es que hay un doble rasero a la hora de juzgar al Madrid, y se da en todos los ámbitos, como pretendo explicar en este post. Quizás sea porque el Madrid es el equipo más laureado de la historia del fútbol, y por tanto, el equipo a batir, el rival más envidiado y, para algunos, el enemigo más odiado. Esa sensación quizás sea la que trató de explicar José Mourinho cuando habló de la felicidad que embargaba a muchos cada vez que el Madrid es derrotado:

No soy un gran tuitero, seguramente porque no soy hábil en un medio que requiere concisión, pero la semana pasada puse un tuit durante los últimos minutos del Athletic de Bilbao-Real Madrid, nada más recibir Sergio Ramos la segunda tarjeta, justo cuando el Madrid más presionaba y más cerca se veía el gol:

«Que Ramos reciba dos tarjetas y Raúl García ni una es una anomalía que solo se entiende en esta liga del Villarminiato«.

Para mi sorpresa, no debo de ser el único que cree en ese doble rasero a la hora de juzgar al Madrid y la frase se retuiteó varias veces hasta llegar a las 80.000 lecturas, una cifra impensable para este bloguero nada tuitero. Al día siguiente un tuitero de éxito, Maketo Lari (@MaketoLari) publicó las estadísticas de faltas y tarjetas de estos dos jugadores, sin opiniones, solo datos. De acuerdo en que los dos jugadores entran con todo, son duros y juegan con una tensión a veces excesiva, pero resulta un insulto comprobar cómo el madridista ve una roja cada 37 faltas, mientras que el carnicero Raúl García puede hacer hasta 228 para que la vea. Y algunas son criminales, como la que le hizo a Nacho hace un año en San Mamés.

Maketo Lari publicó otro dato curioso: Sergio Ramos no fue nunca expulsado con el Sevilla, ni lo ha sido con la selección española, y sin embargo, lleva ya 24 con el Madrid. Y desde luego con la selección juega con la misma intensidad y dureza. Entonces, ¿hay un doble rasero a la hora de juzgar al central dependiendo de qué camiseta vista?

No tengo ninguna duda. Hay otro caso paradigmático, que es el del delantero uruguayo Luis Suárez. Quizás desde Javi Navarro y Pablo Alfaro no se había visto un tipo tan desagradable en el mundo del fútbol, un sujeto que insulta a todo bicho viviente que tenga cerca, árbitros y asistentes incluidos, un delantero que agrede y lesiona mucho más que los defensas que lo cubren, y que sin embargo ha encontrado en el Barça la inmunidad que su carrera profesional requería. En sus anteriores equipos, Ajax y Liverpool, había sufrido 35 partidos de sanción por sus continuas agresiones y bocados, además de los seis meses de sanción por el mordisco a Chiellini, y desde que está en España solo ha sido expulsado una vez (en Copa), pese a que el nivel de sus agresiones se ha multiplicado de modo exponencial. 

Podemos pensar que la prensa denunciará estos distintos tratos de favor. Pues no, parece mentira que sean los aficionados del Twitter y los blogs aficionados los que están desvelando el doble rasero a la hora de tratar a unos y otros. El As está en guerra con el madridismo desde que su director Alfredo Relaño comenzara la suya con Florentino Pérez. Y el Marca ha blanqueado esta misma semana la figura de Luis Suárez concediéndole la portada y una entrevista en la que no se le ha preguntado lo que todo lector madridista querría:

¿Por qué cree que en España puede agredir, insultar y escupir a rivales y árbitros sin que le expulsen?

El doble rasero para juzgar al Madrid que utiliza la prensa va mucho más allá del trato arbitral y de ese «los grandes no se pueden quejar», pese a que ya se ha demostrado en numerosas ocasiones el trato dispar que reciben Barça y Madrid. Este año a los periodistas les ha dado por atizar a Benzema. Sí, es cierto, su indolencia puede  desesperar a veces, pero no puedes dudar jamás de su calidad y sin embargo, partido tras partido leemos a casi todos los periodistas atacarle, criticarle, menospreciar al octavo máximo goleador de la historia del Madrid, no lo olvidemos. Pocos habréis leído que Luis Suárez ha pasado los seis partidos de fase de grupos de la Champions sin anotar ni un solo tanto, mientras que Karim ha hecho dos en cuatro partidos.

Se aprovecha el mal momento de Benzema para cargar contra el entrenador y el presidente del club. Todo vale en el ataque. El domingo pasado, un programa mítico que tan buenas noches nos hizo pasar hace décadas, Estudio Estadio (Teledeporte) planteaba una consulta a los espectadores:

«¿Está agotando Zidane su ciclo en el Real Madrid?»

Acojonante. El bueno de Zizou lleva menos de dos años en el Madrid, tiempo en el que ha ganado dos Champions, una Liga, un Mundial de clubes, dos Supercopas de Europa y una española (enchufándole un 5-1 al Barça y a Sánchez Arminio), y la pregunta es si tiene que irse. Mientras tanto, el entrenador del vecino «del tercero», ese tipo tan idolatrado por la prensa que es el Cholo Simeone, no consigue clasificar al Atleti para los octavos de la Champions y nadie se plantea un debate similar en la televisión pública.

Y ni siquiera le va a valer esta vez la excusa tradicional del presupuesto o la falta de plantilla:

Se ataca a sus jugadores, se ataca al entrenador, y por supuesto, habrá que machacar al presidente. Cualquiera que siga este blog sabrá que no soy un gran defensor de Florentino Pérez (en los peores momentos llegué a escribir Un equipo irreconocible), pero hombre, que lo critiquen y tachen de lo peor de lo peor, el que mueve los hilos, mafioso, etc., los culés, con todos sus presidentes imputados y dos de ellos con largos pasos por prisión, suena a coña marinera. Que lo hagan los del Atleti de Cerezo y Jesús Gil, es un chiste de mal gusto. Los del Valencia de Francisco Roig y Juan Soler, o los del Sevilla del reo Del Nido, o los del Betis de Lopera, el Depor de Lendoiro,… Mejor escondemos la mano antes de lanzar la piedra.

Todo vale para atacar al Madrid porque es el enemigo a batir, y los madridistas nos reiríamos de esta situación si no fuera porque a veces nos da vergüenza leer y escuchar algunas cosas. Hasta las desgracias en forma de lesiones sirven para atacar al club, como ocurre con el galés Gareth Bale. Cualquier madridista de bien quiere poder contar siempre con un jugador que ha costado casi cien millones de euros, pero que nadie olvide que en sus cuatros años en el club se han ganado tres Champions y que el galés fue decisivo marcando el 2-1 en las finales de Copa y Champions de Lisboa. La prensa no deja de machacarle a la vez que se suceden las muestras de cariño hacia Rafinha Alcántara o Santi Cazorla por sus continuas y desgraciadas lesiones.

Y el último ejemplo, el lamentable y nada venerable anciano Victoriano Sánchez Arminio, presidente del Comité de Árbitros. El hombre que apenas habla en los medios desde hace años. De hecho, yo solo le recuerdo dos:

  • Tras el error grosero de Muñiz Fernández en Elche, cuando pitó erróneamente un penalti a favor del Madrid, y se despachó contra el árbitro y su vida privada.
  • Tras el error de Iglesias Villanueva en el Valencia-F.C. Barcelona de hace dos jornadas, cuando concedió varias entrevistas en radio para hablar de estos errores y de la implantación del VAR. Y dijo cosas curiosas como que el árbitro fue informado de su error en el descanso y el periodista no le preguntó si quizás por eso no se atrevió a pitar el claro penalti de Umtiti.

No, solo se habla cuando un error favorece al Madrid o perjudica al Barça. El doble rasero. Ahora sí interesa el VAR, ese VAR de Villar-Arminio-Roures que, sospecho, no funcionará. Por cierto, por si alguno cree que es una paranoia de algunos forofos madridistas, os dejo la última manipulación de los amigos de Roures y BeIn Sports, que padecimos el miércoles en el momento en el que congelan la imagen del pase del segundo gol del Borussia para que no parezca que era fuera de juego lo que sí era, y muy claro, porque hay un taconazo entre medias:

En mis tertulias cerveceras con colegas, me tomo todo esto con cierta ironía, adquiriendo ese papel de Director de Respuestas Sarcásticas que propuse hace tiempo al club, para descojonarnos de la aplicación vil y rastrera del doble rasero a la hora de hablar del Madrid.

¡Hala Madrid!

Cara Barney

 

Un comentario en “El doble rasero, por Barney

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