Una mirada financiera al Madrid-Juve (II), por Josean

El fútbol cada vez tiene menos de ocio y más de negocio, como vimos en la primera parte. Y donde hay negocio, donde se mueve el dinero, hay corrupción. Lo curioso es que el fanatismo de los aficionados hace que en el caso del fútbol toleren determinadas conductas que no admiten en otros órdenes de la vida, como la política o el mundo empresarial. Nos encontramos de ese modo a seguidores que aplauden la visita a los juzgados de condenados por delitos fiscales, o que discuten sobre si en un palco se hacen más negocios que en el otro, en función de sus colores.

Los presidentes de clubes

El famoso palco del Bernabéu. Yo no creo que allí se cierren negocios, como afirman algunos, pero sí está claro que se promueven relaciones interesadas. Al inicio de El Padrino vemos cómo Vito Corleone habla  de la importancia de los favores y de su relación con políticos y jueces, colectivos que quizás se vean con demasiada frecuencia por los palcos de los estadios, sin saber uno muy bien cuándo obedece a estricto protocolo y cuándo a fines espurios.

Un seguidor de este blog sabrá que Florentino Pérez no es el sujeto más apreciado del mundo por Barney (Un equipo irreconocible), ni lo es por el que suscribe, aunque apenas haya hecho mención a sus negocios (apenas una referencia a una de las filiales de ACS en el expediente de la CNMC sobre las basuras). Sin embargo, resultan llamativos los ataques a Florentino Pérez, que recordemos no está imputado a día de hoy, y sobre todo que estos ataques provengan de seguidores de clubes cuyos presidentes y principales directivos son un catálogo de todos los delitos del Código Penal, ya sea en fase de imputación/investigación o de condena:

  • Fútbol Club Barcelona: Josep María Bartomeu (estafa, y delitos fiscales y societarios en el caso Neymar), Sandro Rosell (blanqueo de capitales, corrupción entre particulares, delitos fiscales y societarios), Joan Laporta (por el agujero sin justificar que dejó en las arcas del club), Joan Gaspart (por su implicación en la quiebra de Spanair), y Josep Lluís Núñez (soborno a funcionarios de Hacienda y falsedad documental).


Los anteriores presidentes del Real Madrid tampoco fueron precisamente un dechado de virtudes:

  • Ramón Calderón: tras su lamentable presidencia fue acusado de administración desleal, falseamiento de cuentas y disposición fraudulenta de dinero del club.
  • Fernando Martín, antiguo dueño de Martinsa, el cual obtuvo en su día el triste récord de lograr la mayor quiebra empresarial de España.
  • Lorenzo Sanz, tras ser absuelto del delito de estafa en 2013 por la venta de unos terrenos en San Fernando de Henares, se enfrenta a una petición de cárcel de cinco años y medio por dos delitos fiscales. Para que lo que voy a decir no sea denunciable: yo no digo que Lorenzo Sanz sea un mafioso, lo que afirmo con todas las letras es que tiene el aspecto de un mafioso de película, es como una mezcla de los lugartenientes de Vito Corleone: los ojos de Tessio en el rostro de Clemenza.

El dinero lo compra todo, o al menos lo intenta, y trata en ocasiones de corromper algo tan sano en origen como es el fútbol. La Juventus de Turín empieza a sacar la cabeza del pozo en el que estuvo inmersa hace poco más de diez años, cuando descendió a segunda división por el escándalo del  «caso Moggi», así bautizado por el que fuera Director General de la Juventus, Luciano Moggi. Las grabaciones dejaron a la luz una serie de amaños en la designación de árbitros «favorables» a la vecchia signora para determinados partidos. La sanción deportiva, al margen de la económica, fue severa. Juventus, Lazio y Fiorentina descendieron a segunda y al A.C. Milán le descontaron 15 puntos y le quitaron el acceso directo a la Liga de Campeones. La Juve ha recuperado poco a poco su sitio en Europa, pero pudo quebrar en 2006 con el descenso. El apoyo financiero de la familia Agnelli y la ampliación de capital de 2011 permitieron que siga siendo uno de los grandes de Europa.

Los estadios de fútbol

Los presidentes de los clubes de fútbol buscan el apoyo de la clase política, y la clase política se vale del fútbol para aumentar su popularidad. Algunos como Silvio Berlusconi, Jesús Gil o Joan Laporta han utilizado su imagen como presidentes de clubes para dar el salto a la política, con desigual fortuna.

Quizás el aspecto en el que más interés pueden tener los dirigentes del fútbol por acercarse a la clase política sea el relacionado con los estadios de fútbol, el templo del juego, pero también un importante patrimonio inmobiliario. En Italia, lo tradicional es que los estadios sean de titularidad pública, normalmente municipal, y los equipos de la ciudad se turnan en su uso: el Inter y el Milán en el Giuseppe Meazza, la Roma y la Lazio en el Stadio Olímpico, y hasta 1990, la Juventus y el Torino en el Communale de Turín. La Juventus de Turín es el primer club italiano en tener un estadio de su propiedad, el Juventus Stadium, antiguo Stadio delle Alppi y futuro Allianz Stadium (otra vez el vil metal).

En España el patrimonio inmobiliario de los clubes ha servido en numerosas ocasiones para sanear la situación financiera de los mismos. La recalificación de los terrenos de la Ciudad Deportiva sirvieron al Real Madrid para acabar con su deuda, en una operación muy criticada por los de siempre, el eterno rival catalán. Ese eterno rival que juega al victimismo y que posiblemente haya olvidado que debe su supervivencia al apoyo que recibió del Régimen de Franco para recalificar los antiguos terrenos de Les Corts y acabar con su deuda de un plumazo. El Caudillo también subvencionó a fondo perdido la construcción del Palau Blaugrana y el Palacio de Hielo, hechos que motivaron la Medalla de Oro del club.

El Valencia, el Espanyol, Sevilla, Betis, Murcia y otra serie de equipos han realizado recalificaciones similares que Transparencia Internacional valoró en 1.000 millones de euros. El otro rival tradicional del Madrid, el Atleti, tendría que explicar un día la operación de La Peineta, el futuro Wanda Metropolitano. Recuerdo que ese estadio se empezó a construir como futura instalación para los Juegos Olímpicos, es decir, pública, de todos. Que ahora se la quede el vecino atlético por el pago exclusivo de 60 millones de euros, con solo 30 de desembolso, parece cuando menos una ganga. Dejo aquí un exhaustivo análisis de la operación, para el que le llame la atención tanto como a mí.

La Liga de Campeones

La llegada de estos empresarios con pocos escrúpulos está motivada por la ingente cantidad de dinero que mueve el negocio del fútbol en general y la Champions en particular. Se calcula que esta temporada que ahora finaliza generará unos 2.350 millones de euros, de los cuales aproximadamente 1.270 se repartirán entre los clubes. De este importe, la mayor parte (762 mill.) se distribuye en función de los resultados deportivos, a razón de:

  • Por participar en el torneo: 12,7 mill.
  • Fase de grupos: 1,5 mill. por victoria y 0,5 mill. por empate.
  • Octavos: 6 mill.
  • Cuartos: 6,5 mill.
  • Semifinales: 7,5 mill.
  • Subcampeón: 11 mill.
  • Campeón: 15 mill.

En función de las audiencias televisivas de cada país se reparten otros 507 millones de euros. Los finalistas de la temporada pasada, Real Madrid y Atleti, se llevaron 94,1 mill. y 82,5 mill., respectivamente. Casi nada para equipos como el Atleti, la cuarta parte de su presupuesto anual. Un 15 por ciento del presupuesto del Real Madrid.

Y si se mueve tanto dinero y los resultados deportivos tienen influencia en los ingresos, uno sospecha que más de un empresario estaría dispuesto a corromper al estamento arbitral o a los rivales. Uno como aficionado quiere creer que estas cosas no ocurren a ciertos niveles, pero no olvido que el Olympique de Marsella fue desposeído de su título de Champions de 1993 por los amaños de partidos promovidos por su presidente, Bernard Tapie, el «amigo» de Christine Lagarde, directora del FMI. O que el colegiado alemán Robert Hoyzer, fue condenado en 2005 a dos años y cinco meses de cárcel por manipulación de partidos, tras reconocer que aceptó sobornos para alterar los resultados y obtener provecho de las apuestas junto a otro colegiado alemán, Dominik Mark.

Para tratar de evitar tentaciones, los árbitros deben estar bien remunerados. Y lo están. Un colegiado medio en la Primera división española recibe 3.700 euros por partido, más diez mensualidades de 11.000 euros. Además perciben 12.000 euros por derechos de imagen y 6.000 euros por cada partido en Europa. A todo esto hay que sumar las dietas y un porcentaje del reparto por publicidad que recibe el comité arbitral. En total, se pueden llevar de media unos 210.000 euros al año. Un árbitro de la Premier cobra más aún, unos 23.000 euros mensuales. Con estos sueldazos, nunca entendí que Ovrebo se retirara apenas unos meses después del «escándalo de Stamford Bridge».

Pese a esta importante cantidad de dinero, uno ve a veces errores que no parecen fortuitos, como los que padecimos los españoles en Corea 2002 con el egipcio Al Ghandour, o los de Aytekin este año. Sinceramente no creo como tantos aficionados en la compra de árbitros a estos niveles. No quiero creerlo. Aunque sí estoy convencido de que la cercanía a los estamentos directivos de la UEFA y RFEF tiene su influencia en la designación de determinados árbitros para partidos importantes (así empezó el caso Moggi). No lo digo yo, sino que lo afirmó en su día Alfons Godall, vicepresidente del F.C. Barcelona.

Hay algunos datos desconocidos para la mayoría, porque apenas salen en prensa al no haber tenido influencia en el resultado, pero el friki de Barney me los deja para corroborar su teoría:

  • ¿Quién era el cuarto árbitro designado para la final de París en 2006 (segunda  Champions del Barça)? Será una casualidad, pero ni más ni menos que Ovrebo, que sustituyó al noruego Sundet, sospechoso de simpatizar con el club azulgrana.

  • ¿Quién era el cuarto árbitro de la final de Copa de la semana pasada (F.C. Barcelona-Alavés)? Pues será otra casualidad, pero el infame Hernández Hernández, el que pitó los dos vergonzosos penaltis a favor del Barça en la última jornada de liga frente al Éibar.

Los dirigentes de FIFA y UEFA

Barney ya ha dicho en estas páginas que la presencia de Joan Gaspart en la UEFA y en la RFEF tiene mucho que ver con algunas decisiones arbitrales. Yo creo sinceramente que más influencia ha tenido el apoyo del F.C. Barcelona a la UEFA y su gran negocio, la Champions, en lugar de hacerlo con la competición paralela que planteaban los grandes clubes europeos. Favor por favor, como decía Vito Corleone. La mafia del fútbol no puede perder su gran negocio.

Los dirigentes del fútbol mundial quizás superen a los políticos en el ranking de percepción de la corrupción. Joseph Blatter, Michel Platini, en su día Joao Havelange,… todos ellos sospechosos o directamente encausados. No sé si algún día sabremos qué ocurrió realmente en la adjudicación de los mundiales de Rusia 2018 y Catar 2022, pero todo hace indicar que el dinero de los oligarcas rusos y los jeques catarís circuló en grandes cantidades. Donde hay pasta, desgraciadamente hay corrupción, y sería ingenuo pensar que el fútbol es un paraíso ajeno a la compra de voluntades.

El impacto económico de un mundial de fútbol es enorme y se mide en términos de PIB. Según un estudio de Deloitte, el Mundial de Brasil de 2014 generó un impacto de 63.000 millones de dólares en el período 2010-2014, el 2,1% del PIB nacional. Catar reconoce estar gastando 500 millones de dólares ¡a la semana! en la preparación del Mundial de 2022. Se habla de importes astronómicos que podrían llevar al país incluso a la quiebra. Las dificultades para celebrar el mundial en ese país son tan enormes, y el pastizal que mueve es tan alto, que resulta imposible pensar que ahí no hubo dirigentes del fútbol que se enriquecieron a gran escala.

Afortunadamente el fútbol pertenece a los jugadores, y cuando el balón se pone en juego los millones no cuentan más que por la calidad que suponen en teoría. Luego está la ilusión, las ganas, el trabajo, el impulso extra que da el aliento de los aficionados,… Y a veces los errores del de negro. O amarillo, que los árbitros también cambiaron de colores por una cuestión de pasta. ¡Hala Madrid!

 

 

 

 

 

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