El Villarato morirá matando, por Barney

A Villar le quedan dos telediarios al frente de la Federación Española de Futbol, o eso esperamos algunos, los que creímos finiquitada esa época terrible denominada Villarato. Nosotros, ilusos que soñamos que no iba a volver a pisar el despacho de la Federación tras su paso por la prisión de Soto del Real este verano. Nosotros, crédulos esperanzados que pensamos que tras los 12 días en prisión (sin fianza, según decretó inicialmente el juez Pedraz ante la gravedad de las acusaciones) el dirigente vasco dimitiría o sería cesado de modo fulminante para dar paso a una nueva etapa, más transparente, en la RFEF. Nosotros, madridistas en su mayoría, que sonreímos con amargura en los meses de julio y agosto al escuchar las grabaciones que confirmaban lo que veníamos diciendo desde hacía años: que la red clientelar creada por Villar se dedicaba a ganar y pagar favores como si de Don Corleone en la boda de su hija se tratara.

Y sin embargo el moribundo presidente del «fúrbo», cual toro de lidia herido de muerte, recula en tablas y embiste con peligro antes de que le den la puntilla. El Villarato está herido, pero no muerto, y todo hace indicar que morirá matando.

Esta Liga es del Barça, no tenemos nada que hacer. Cuanto antes lo asumamos los madridistas, mejor. Empecé a decir esto a mis conocidos ya en la segunda jornada, si bien las primeras señales de alarma vinieron en el partido de ida de la Supercopa, en el enésimo intento de atraco en el Camp Nou. Los clásicos del Clásico: penalti de chiste a favor del Barça y expulsión injusta de un jugador del Madrid. Aun así el Madrid venció en la Supercopa 5-1 y el Villarato, o VillARminiato, como prefiero denominarlo, se dio cuenta de que había que redoblar los esfuerzos a favor de los que le apoyaron en los últimos lustros:

  • Cinco partidos de sanción al portugués, mientras Luis Suárez podía seguir agrediendo a rivales e insultando a árbitros.
  • Designación de colegiados afines para los partidos de Madrid y Barça.
  • Por si fuera insuficiente, todos los «errores» caerían siempre del mismo lado.

Fue un milagro que se ganara la Liga pasada, y pese a que el Madrid fue de largo mejor equipo que el Barça, tuvo que esperar hasta la última jornada para proclamarse campeón. Solo con un arbitraje neutral en los dos duelos directos la Liga se habría decidido antes del partido de Málaga. A lo mejor algún periodista podía haber lanzado la pregunta o haber investigado por qué al Madrid le ha costado menos triunfar en la Champions que en la competición nacional.

Sí, lo sé, la Liga es la competición de la regularidad, mientras que la Champions se puede decidir por instantes puntuales de fortuna o momentos de forma de algunos jugadores. Pero es que la regularidad de los errores arbitrales, así como los irregulares saldos de penaltis, tarjetas y expulsiones, han caído de modo regular hacia el mismo lado en las últimas temporadas. Concretamente y de modo más acentuado desde 2004, desde el apoyo a Villar en las elecciones que tenía perdidas frente a Gerardo González, y nadie lo ha explicado mejor que el propio vicepresidente del Barça Alfons Godall:

Habrá quien haya llegado hasta aquí y comience con lo típico: «¡un madridista quejándose de los árbitros, con lo que les ayudan!» Y no es así, voy a tratar de dar datos y no opiniones. Fallaré en el intento, pero les aseguro que los datos son reales. Ese saldo arbitral que definió perfectamente el señor Godall tiene sus máximos exponentes estadísticos en los penaltis a favor y en contra, y en las tarjetas rojas de jugadores propios y del rival. Por la red puedes encontrar a aficionados que realizan unos análisis bastante buenos de estos datos, como Maketo Lari, Juanpa Frutos o Rafa NMJ. Este cuadro está hecho con datos hasta febrero, pero podemos decir sin miedo a equivocarnos que la desventaja ha aumentado.

Que el Barça tenga el saldo de rojas a favor y en contra es un dato hasta cierto punto normal (pese a contar con Luis Suárez en sus filas). Que el Atlético de Madrid y el Sevilla lo tengan positivo, aunque sean equipos «intensos» y duros, puede serlo también. Pero lo que no es normal y solo se entiende por la persecución de hooligans de amarillo como Iturralde o Clos Gómez, es que el Madrid haya sufrido muchas más expulsiones de jugadores propios que de rivales.

Podemos tomar a Sergio Ramos como referencia. Al capitán del Real Madrid le han expulsado 23 veces en sus 530 partidos con la camiseta del Madrid, 18 de ellas en liga. Habrá quien diga que es un jugador guarro o agresivo, pero en ese caso, ¿es normal que en 147 partidos con la selección no  haya sido expulsado ni una sola vez? ¿O es que se le mide con distinto rasero según juegue en su club o con la Roja? Tengo claro que hay un doble rasero, o triple con efecto multiplicador, si tenemos en cuenta que le han sacado la tarjeta roja 6 veces en sus partidos contra el Fútbol Club Barcelona.

Los penaltis

El Barça está batiendo todos los récords: los de penaltis a favor (19 hace dos temporadas), en contra, los piscinazos señalados y los agarrones y manos escamoteadas. Todos los récords habidos y por haber.

Al Barça le han pitado un penalti en contra en las últimas 91 jornadas de Liga, como viene recordando Maketo Lari semana tras semana. Eso es regularidad y lo demás son tonterías. Un penalti en 91 jornadas al equipo de Mascherano, Piqué y Umtiti.

El viernes pasado tuvo lugar una curiosa efeméride de la que se hicieron eco en La Galerna con varios artículos hilarantes (me quedo con el de Mario De Las Heras y su genial Todos esos penaltis se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia): se cumplieron cinco años, ¡cinco! del último penalti de Mascherano. ¿Cinco años sin hacer un penalti? Nooo, sin que se lo piten, porque en ese período ha hecho varias decenas, no solo en España. Normal en una competición regida por el Reglamento emanado de la Federación Culé de Balompié. En esos cinco años, mientras el argentino se dedicaba a agarrar o empujar a delanteros rivales, cuando no a pisotearlos o zancadillearlos directamente, he tenido tiempo para ver nacer a varios sobrinos, cambiar dos veces de coche e ir a bodas de amigos que se han divorciado antes de que al Jefecito le piten un nuevo penalti.

Los intangibles

Luego hay otros intangibles, o datos que pasan más desapercibidos, como el doble rasero a la hora de sancionar con tarjeta amarilla a los jugadores. Tocas a Messi y es amarilla, pero, no sé, pongamos un ejemplo al azar, el último Getafe-Real Madrid:

Acojonante. No es casualidad. Como tampoco lo fue que el Getafe empatara con un gol claramente en fuera de juego. Se ve que Jorge Molina está adelantado toda la jugada, se ve con mucha claridad, no es el típico lance que se resuelve por centímetros. Pero es que,… menuda temporada nos espera. Nuestro Director de Respuestas Sarcásticas diría que cómo es Florentino y que cómo son los hilos del palco del Bernabéu, que todo lo controlan pero son incapaces de lograr que le piten un penalti o una expulsión al Barça.

El comienzo de esta Liga 2017-18 ha sido heavy metal del duro. Ya con las designaciones de árbitros se ha visto que el VillARminiato va a por todas. En las primeras jornadas los grandes suelen tener un poco más de dificultades para solventar sus partidos que con la Liga más avanzada. Cuestión de pretemporadas, afinar el equipo, la forma física de los jugadores,… Claro que si te echan un cable en la mitad de los partidos todo se vuelve mucho más sencillo:

Jornada 1: F.C. Barcelona – Betis. El 1-0 viene tras un fuera de juego claro de Suárez.

Jornada 3: F.C. Barcelona – Español. El 1-0 viene tras un fuera de juego claro de Messi.

Jornada 5: F.C. Barcelona –  Éibar. El 1-0 viene de un penalti de risa, reconocido ¡incluso por Iturralde! Uno más contra el Éibar, otro día más en la oficina, una muesca más que añadir en el silbato de Hernández Hernández.

Jornada 9: F.C. Barcelona – Málaga. Solo hay dos personas en todo el estadio que no vieron que el balón había salido: el árbitro y el asistente. Este es de los errores que cabrean, porque no parece un error, sino un acto deliberado y consciente.

Añadamos a estas ayudas para abrir la lata los penaltis no pitados a Piqué (ah, pero, ¿se pueden pitar penaltis de Piqué?) contra el Alavés y el Getafe, su enésima mano. Van a saco, por eso Hernández Hernández ya ha pitado dos veces a sus amigos culés, y con la de este próximo fin de semana en Girona, habrá dirigido otros dos encuentros del Real Madrid.

¿Hizo algo especial en su anterior partido? Sí, cómo no, se comió un penalti clarísimo a Theo Hernández, que para tirar a un toro como el francés hay que darle fuerte. Pero tampoco quiero andar haciendo una lista exhaustiva de todos los errores a favor y en contra que hemos visto ya en tan pocas jornadas.

Un sistema viciado

Me interesa la tendencia, la dirección que ha marcado el VillARminiato a sus colegiados hasta el final de la temporada. Que ahora salgan esas declaraciones del Presidente del Comité de Árbitros diciendo que «El Real Madrid no cae bien en este estamento» no sorprenden a nadie. Se unen a las grabaciones de Juan Padrón, vicepresidente de la RFEF: «Si los árbitros no hacen lo que yo digo, los quito«. O a todas las referidas a las presiones de Villar y su hijo sobre miembros de las federaciones territoriales para perpetuarse en el poder. Hasta un tipo que tanto se benefició del sistema, como el inefable Iturralde González, ahora comentarista antimadridista, escribió un artículo en el que criticaba que los árbitros votaran en las elecciones a presidente de la Federación:

«Es necesario que el arbitraje sea independiente… Luego le pedimos peras al olmo, y que no se ponga en duda nuestra honestidad y profesionalidad,… Es lo que se entiende como un sistema clientelar, un círculo de favores donde…

«Los árbitros también se equivocan a favor del Madrid, ¡acuérdate del penalti de Elche!» Siempre igual, los amigotes de otros equipos, especialmente del Atleti, te recuerdan una jugada que ocurrió hace cuatro años. Fue un error grosero a favor del Madrid en el último minuto, lo reconozco. La actuación del señor jefe de los árbitros Sánchez Arminio fue muy significativa en aquella ocasión. En lugar de salir a defender al colegiado, Muñiz Fernández, comenzó una serie de ataque personales:

«No sé cómo se encuentra, si ha tenido algún problema familiar, alguna cosa que le provocara, a lo mejor, no estar en el momento propicio». «No estuvo acertado». «Cuando uno no está bien en el campo, luego va una cosa detrás de la otra».

Y después de los ataques por su error, le dejó sin pitar varios meses. Así funcionaban las cosas en la Federación y en el Comité de Árbitros. Apenas dos semanas antes del error de Elche, Muñiz Fernández anuló un gol del Sevilla en el Camp Nou, en un partido que acabó 3-2. Apenas se recuerda. Entonces no se oyó nada por boca de Sánchez Arminio, ni mucho menos se castigó a Muñiz por su error. Y es que no es lo mismo confundirse en un sentido que en otro.

Últimamente me acuerdo mucho del caso Moggi, porque parece imposible que en el fútbol del más alto nivel ocurran algunas cosas tan dejémoslo en raras. En aquel caso, que supuso el descenso ni más ni menos que de la Juventus a la Segunda División, además de Fiorentina y Lazio, las grabaciones demostraron que los directivos de la vecchia signora amañaron la designación de árbitros favorables para determinados partidos. Un escándalo que no sé por qué pensamos que aquí no existe. Más aún tras haber escuchado algunas grabaciones del caso Soule.

En España la prensa cómplice no investiga nada, no huele la fetidez, ni siquiera se pregunta por qué para la final de Copa se designó al árbitro con el que nunca perdieron los culés: Clos Gómez. Pero es que tampoco se investiga por qué estaba todo tan atado y bien atado que si este se lesionaba, el suplente era, ¡oh, casualidades de la vida! Hernández Hernández.

¿Se arreglarían estos desaguisados con otro sistema de designación de árbitros para cada partido? Mejoraría, sin duda, es difícil hacerlo peor. ¿El VAR evitaría la influencia que han tenido los árbitros en tantos campeonatos recientes? En primer lugar, Villar no quería implantar el VAR. Y en segundo lugar, tengo muchas dudas sobre el VAR, pero eso lo explicaré otro día.

Decía al inicio que esta Liga es del Barça, no tenemos nada que hacer, y que cuanto antes lo asumamos los madridistas, mejor. El Villarato está herido de muerte, pero va a pelear hasta el final para defender a los suyos (ni siquiera he mencionado al ultra Gaspart, esa anomalía en forma de vicepresidente de la RFEF). Y si voy a seguir viendo la Liga y cabreándome jornada a jornada, es porque entre los valores del madridismo está enfrentarse a todas las adversidades y no rendirse nunca. Y si no nos rendimos jamás, no íbamos a hacerlo ahora ante tipos tan mediocres como Villar y Sánchez Arminio.

 

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