Pocas veces he visto un eslogan tan acertado, una frase que defina mejor lo indefinible, que explique lo inexplicable que resulta que un chaval, adolescente o adulto se haga del Atleti y, sobre todo, que mantenga esa fidelidad a lo largo de toda su vida. El sentimiento atlético es especial, eso no lo discute nadie, pero «especial» no significa mejor, ni superior, ni tan siquiera deseable. Simplemente es eso, especial, diferente.
El Atleti es como ese vecino del tercero al que no le va mal Sigue leyendo