


BARNEY, 19/02/2023
Era demasiado evidente que algo ocurría en el estamento arbitral, demasiadas anomalías estadísticas como para considerarlas normales, parte del juego, pero lo que está saliendo es algo mucho más chapucero de lo que esperábamos. Cutre, mal montado, poco inteligente. Lo más gracioso, si es que este asunto puede tener algo de gracioso, es comprobar la cortedad de mente de los que están tratando de justificar lo injustificable, así como la coordinación que muestran en sus acciones. Por ejemplo, en solo dos días han conseguido que no se hable del «Barçagate», sino del «caso Negreira», que así pronunciado, suena más a una operación contra un cártel de la droga que a un escandalazo de proporciones mucho mayores al Moggigate, el caso que llevó a la Juventus y al Milan a la segunda división italiana .
Se están retratando numerosos periodistas (otros me han sorprendido gratamente), directivos del fútbol, ex árbitros y la cúpula del barcelonismo, tanto su presidente Laporta, como el entrenador actual, Xavi Hernández. No se dan cuenta de que con el Barçagate va a ocurrir como con la corrupción política: que cuanto más lo intentes encubrir o desmarcarte, mayor va a ser el chapapote corrupto que te va a impregnar. Entre las líneas de defensa que se manejan hay dos, a cuál más absurda:
- Todo es un intento organizado desde Madrid para desestabilizar al club, ahora que marcha destacado en LaLiga. El argumento cae por su propio peso en el momento en que compruebas que todo se origina por una investigación de Hacienda que arrancó en enero de 2021 y prorrogada en octubre del año pasado, así que no cuela. El Madrid no es responsable de que el Barça haya pagado al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros durante veinte años.
- Enríquez Negreira no era nadie en el CTA, no pintaba nada, era poco más que un bedel, luego en el fondo no es más que un estafador que se ha lucrado a costa del Barça. Pobrecillos, si ya sabía yo que al final el Barça acababa como víctima de todo este bochorno.
El presidente de LaLiga, Javier Tebas, abogado de profesión, no lo olvidemos, tardó unas horas en salir a la palestra para afirmar con rotundidad el daño que causaba este caso a la credibilidad del fútbol español, pero a la vez indicó claramente que no se iba a desposeer al Barça de ninguno de sus títulos porque los presuntos delitos estaban prescritos. Llega tarde, con varios años de retraso, puesto que éramos muchos los que creíamos que la credibilidad de la competición llevaba varios años en entredicho. Llama la atención que se uniera a esa corriente según la cual, todo un vicepresidente durante 24 largos años, no era nadie.

El actual presidente del CTA, el sevillano Medina Cantalejo (en este blog convenientemente rebautizado en su momento como «Cantadelejos»), afirmó el jueves que Enríquez Negreira tenía un papel testimonial en el organismo, que apenas le veía un par de veces al año y que no tenía poder ejecutivo alguno. Vamos, que se estuvo embolsando entre 150 y 500 mil euros anuales del Fútbol Club Barcelona por unos asesoramientos por los que el resto de clubes de Primera pagan unas diez veces menos. Pero es que además, a ningún otro club (que sepamos) se le ocurre contratar directamente a un directivo del Comité de Árbitros.
Es la misma versión que han defendido ex colegiados como Iturralde González (el opinador arbitral antimadridista de As), y Jesús López Nieto, quien estuvo durante 15 años en el opaco Comité de Designación de Árbitros.
«Mandaba menos que el conserje de Valladolid o de Málaga», soltó de manera contundente. Otro ex árbitro antimadridista, Andújar Oliver, quien durante años opinó con su doble vara de medir en el Marca, comentó esta semana que el hijo de Enríquez Negreira asesoraba a los árbitros en sus partidos del Camp Nou, los recogía en el hotel, los llevaba al estadio y ejercía de coach y psicólogo de los mismos. Mister Rabillo Andújar nunca fue el más listo de la clase, pero si con estas declaraciones pretendía echar un cable al estamento o asegurar que los Negreira cobraban por un servicio real, lo cierto es que ha sembrado más dudas. «Iba a todas las reuniones del Comité Técnico con todos los árbitros. Iba a dar instrucciones a todos los colegiados. Hasta el 2018 ha sido ‘coach’ de ellos, es decir, los árbitros le han dado a este señor toda su información y pensamientos mientras él les tenía en sus manos».

Uno de los periodistas palmeros del sistema, Juanfe Sanz, lanzaba el otro día esta pregunta en Twitter:
Se supone que son periodistas, pero su pereza es infinita, no han investigado nada en años y no iban a hacerlo ahora. En Italia, durante la investigación del Moggigate, o el Calciopoli, quedó demostrado que numerosos periodistas formaban parte de la corrupción del sistema. Hay una línea de investigación muy clara que espero que alguien esté siguiendo: el sistema de ascensos y descensos de los árbitros. Cómo se hacía, quién decidía, de qué factores dependía, y sobre todo, si Enríquez Negreira pintaba algo en ello. La figura clave en el Comité Técnico de Árbitros ha sido Victoriano Sánchez Arminio, presidente durante más dos décadas, aquel que en una charla ante el resto de árbitros de primera y segunda división se despachó diciendo:
Sánchez Arminio dirigía el Comité con puño de hierro y con los años logró rodearse de un grupo de fieles acólitos que siguieran sus directrices casi al pie de la letra. Cuando escribí que el VAR no funcionaría en España (en 2017, un año antes de su implantación), colgué la carta de apoyo a Sánchez Arminio que todos los árbitros firmaron. Resultaba obscena y vomitiva entonces, y hoy es muy indicativa de lo que ha sido el CTA durante estos años:
«No queremos hacer un escrito de agradecimiento sino de reconocimiento y apoyo a tu trabajo […] creando un grupo unido y sin fisuras con una cabeza visible que eres tú».
«Presidente, estamos contigo. Estamos orgullosos de tu trabajo, de cómo diriges el colectivo arbitral y de cómo nos tratas a todos y cada uno de nosotros. Has llevado el arbitraje hasta un nivel al que cuando tomaste tú el mando ni se sospechaba que pudiera ser alcanzado. El listón está muy alto y sigue creciendo gracias a ti».
«Sabemos que estamos en un momento difícil para todos y, como ya dijimos en el mes de julio, las dificultades se superan trabajando y estando juntos. Créenos, nosotros lo estamos, contigo siempre a la cabeza. Victoriano, TE QUEREMOS».
¿Se puede influir en los árbitros? Pues no tengo ninguna duda. Alfonso Pino Zamorano dejó el arbitraje asqueado del sistema y dejó esta entrevista en 2017 en la que se despachaba a gusto contra Sánchez Arminio y Ángel María Villar. En ella habla de la «fidelidad» requerida de los mandamases, y del índice corrector, que no es otra cosa que la puntuación que se da a los colegiados tras cada partido y que decide al final de cada temporada quién desciende, quién promociona o quién es ascendido a internacional. Entre los árbitros, este índice nada transparente ni objetivo, que no se quiere hacer público, era conocido como «el dedo índice corrector» de Sánchez Arminio. Pino Zamorano denuncia que los árbitros que se negaban a firmar escritos de apoyo o repulsa contra quien les indicaba el sistema veían automáticamente rebajada su posición en el ránking: «Cuando acabó la temporada, Pérez Lasa, que iba a ser árbitro internacional, dejó de serlo y metieron a Velasco Carballo. Y Arturo Daudén Ibáñez, que era top class y podía pitar una final de Champions, lo bajaron a Segunda. Eso lo he vivido yo, que no me lo ha contado nadie. O estás conmigo o estás contra mí».
Recuerdo las desafortunadas declaraciones de Sánchez Arminio sobre el árbitro Muñiz Fernández tras el error de este al señalar un penalti en Elche a favor del Real Madrid, aquel sobre Pepe en el último minuto del partido: «No sé si Muñiz Fernández ha tenido algún problema familiar, alguna cosa que le provocara, a lo mejor, no estar en el momento propicio». Jamás le escuché ninguna declaración similar cuando el error se dio a favor del Fútbol Club Barcelona, y ha habido numerosos «errores» groseros durante muchas temporadas.


Paradas Romero presentó su renuncia al arbitraje tras las críticas del CTA por no expulsar a Mourinho en un partido frente al Rayo. Precisamente él, que fue el único árbitro que expulsó al portugués en su paso por la Liga española. Juan Manuel Brito Arceo fue en su día el árbitro más joven de Primera (24 años), pero su meteórica carrera se vio marcada, como la de Guruceta, el día que pitó un penalti fuera del área en contra del Barça en el Camp Nou. Llonch Andreu dejó el arbitraje en 2001, harto de las presiones del colectivo arbitral y despotricó de sus dirigentes. Entre sus «delitos», como señalaba el As, que el Madrid no había perdido en siete partidos con él al silbato.


Por el contrario, el sistema premiaba sistemáticamente a los que cometían errores a favor del Barça o en contra del Real Madrid. Ya he escrito mucho sobre HH y BB, Hernández Hernández y De Burgos Bengoetxea, pero para mí es digno de destacar el día que HH acudió a un plató de Movistar al final de la temporada para lamentar un error que había cometido. Solo comentó uno de los que tuvo en toda la temporada. Era junio y se acordó de manera lastimera de aquel gol que no concedió en el Betis-Barcelona jugado en febrero. Fue un error grave que le costó dos puntos al Barça, sin duda. Pero apenas una semana antes, el mismo HH había pitado el Penalba, uno de los muchos penaltis vergonzosos que se han visto en estas ultimas temporadas. Y no dijo nada. Ni se lamentó de todos los errores que cometió en ese partido en contra del Éibar. Ni se ha lamentado nunca después de todos aquellos que han perjudicado al Real Madrid, entre ellos, la mano de Felipe en el Atleti-Real Madrid de la temporada 2020-21. Por cierto, la única vez de 18 que no atendió lo que le indicaron desde el VAR:



Buscaba el perdón del establishment. Sabía cómo funcionaban las cosas en el CTA de Sánchez Arminio. Clos Gómez, hoy director de este VAR que es otra vergüenza más de esta Liga, con el que nunca había perdido el Barça en sus 22 partidos pitados, fue premiado con la final de Copa frente al Alavés de 2017. Y Hernández Hernández como cuarto árbitro, como quien tiene un refuerzo en el banquillo. Hay designaciones que no parecen casuales, como los dos árbitros de campo que acompañarían a Mateu Lahoz en la final de Champions de 2021. «Casualmente», e insisto en la casualidad, fueron los dos árbitros cuyas controvertidas decisiones posibilitaron que el Real Madrid no se hiciera con la Liga de esa misma temporada: Hernández Hernández (la mano de Felipe, flagrante) y Martínez Munuera (la mano de Militao, el gol anulado a Benzema, el penalti a Casemiro no concedido). Como dije en su momento:
Y esto no es de ahora. Si nos remontamos un poco más, podemos ver «errores» de designación como el ocurrido tras el Tamudazo de 2007. O mejor dicho, tras el gol con la mano de Leo Messi en la penúltima jornada de la Liga 2006-07 frente al Espanyol. Aquel partido acabó 2-2, pero que nadie olvide que en aquella Liga, Real Madrid y Barça acabaron empatados a puntos, y que de no haber sido por el gol de Tamudo, el Barça habría salido campeón del torneo. El árbitro que cometió el error fue Rodríguez Santiago. Pues bien, a los diez días, fue premiado para pitar la final de Copa.
Los árbitros son influenciables, por supuesto que sí. Ocurrió en Italia, en Portugal y en Alemania, y aquí ha salido el colectivo a defender su honorabilidad con argumentos que se caen por su propia inconsistencia. Un árbitro de Primera cobra 12.500 euros mensuales fijos, más 4.200 euros por partido, y 2.000 por estar en la sala VAR. Si además llegan a internacionales, cada partido les supone 7.000 euros. Entre unas cosas y otras, oscilan entre los 200.000 euros y los 300.000 euros anuales de los internacionales. Sin embargo, un árbitro de Segunda cobra la mitad, unos 100.000 euros. La diferencia entre tener satisfechos a los jefes o no tenerlos, entre ser bien puntuado por el índice corrector que no se publica o no serlo, es grande. Y los árbitros de categoría «élite» europea, Mateu Lahoz y Gil Manzano, no descienden, luego son menos manipulables. Quizás por eso llamara tanto la atención los pocos Real Madrid-Barça que han pitado en comparación con otros colegiados de la categoría. Y que conste que son dos árbitros que me gustan entre poco y nada, sobre todo por su afán de protagonismo.
Pretender que Enríquez Negreira era un estafador sin cargo real en el CTA parece una broma, un insulto. Investiguen por ahí, señores periodistas. Ya han empezado a salir algunas conversaciones.
Al parecer, el señor Negreira comunicaba los ascensos y descensos de categoría a los colegiados. Así lo ha asegurado Rafa Guerrero, ex árbitro y ahora colaborador en televisión, y así lo informaron en Radioestadio Noche, de Onda Cero:
Vaya, vaya, vaya, esto se anima. Según la emisora, el mismo Enríquez Negreira era el controler de Sánchez Arminio, el mismo cuyo hijo «asesoraba» a los árbitros antes de los encuentros, el mismo propietario de de una empresa en la que el 95 por ciento de los ingresos provenían del Barça, el mismo que «estafó» sucesivamente a Gaspart, Laporta, Rosell y Bartomeu. El dueño de una empresa con grandes salidas de efectivo, según la Agencia Tributaria, el mismo que amenazó al Barça por burofax con destapar las irregularidades (¿qué irregularidades, si no hubo nada?), el receptor de unos pagos que no figuraban en los presupuestos ni en las auditorías del Barça, según Carles Tusquets, anterior presidente de la comisión económica del club.
Van a tratar de cargarle toda la culpa, pero ahí falta mucho por seguir investigando. Si todo esto se hizo a espaldas de Sánchez Arminio y Ángel María Villar, y de Joan Gaspart, vicepresidente de la Federación, me quito el sombrero, menudo crack.
Supongo que mientras se hable de eso, no se hablará de las cagadas legislativas del «sí es sí», de la «ley trans» y de la «nueva» ley del aborto, la famosa Ley Aído, «constitucionalizada» gracias al masón Conde-Pumpido y su banda. Y lo que sale ahora ya lo previó el tristemente fallecido Josep Mª Gay de Liébana en su libro «La burbuja del fútbol». Otra de gambas…
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Pues sí, «casualmente» el caso estalló el mismo día que se aprobaban la ley trans y la del aborto. Coincidencias oportunas. Recuerdo el olvidado caso «Enredadera» en su día. Ocuparon telediarios, tertulias de radio y varias portadas de periódicos, «casualmente» el mismo día que se trasladaban los presos catalanes del procès a Barcelona.
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