El Clásico desde el palco, por Barney

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Y 8, desde el palco, hasta arriba de cervezas y con jamón del bueno. Quedamos tres cuartos de hora antes del partido. Nos recibe un tipo bien trajeado, otros dos nos saludan, otro más nos lleva en ascensor a nuestra planta, y por supuesto, como no podía ser de otro modo en este mundo machista del fútbol, un bellezón de azafata se encarga de nuestros abrigos y nos lleva a nuestras localidades. No dejaría de estar pendiente de nosotros en toda la tarde.

Estas jóvenes azafatas, cortadas todas por el mismo patrón, bien arregladas, enormemente amables y educadas, supongo que notarán como yo los comentarios de los grupos de tres o cuatro tíos que las miran sin disimulo de arriba a abajo con su caña en la mano y hablando de lo que les harían. Mucho palco VIP y mucha pasta, pero algunos tienen el estilo de la Manada.

A lo nuestro. Una cerveza, y las primeras críticas a Benzema de uno de mis compañeros de palco (éramos cuatro), al que acabo de conocer. Otra cerveza, un poco de jamón, queso curado, y todos sacamos ese entrenador que llevamos dentro para hablar de lo que pretende Zizou dejando a Isco fuera y sacando a Kovacic. Por supuesto que  no hay mejor entrenador para el Madrid, o mejor seleccionador de fútbol, que un españolito con su cerveza en la mano.

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Siguen ofreciéndonos comida, nosotros picoteando y casi sin darnos cuenta esto está a punto de empezar. Es lo que tiene departir de estrategia con la cerveza en la mano, que te distancias del ambiente. Enorme el tifo del fondo Sur, maravilloso, espectacular. «Blanca Navidad» en un 2017 que ha sido magnífico, el mejor de la larga historia del club más laureado de todos los tiempos.

Palcos VIP

El negocio que tiene montado el Real Madrid con los palcos es impresionante. Los hay de diversos precios, de 60.000 euros anuales, pero también de «solo» 15.000, o los más caros, que superan los 300.000 euros por temporada. Con la política de precios llevada al extremo por Florentino Pérez, tanto en palcos como en entradas de público (algunas locuras solo para turistas), el Madrid se ha situado entre los clubes que más ingresan por localidad y partido, junto al Arsenal y el Chelsea.

Palcos VIP2

Sí, mucha pasta, pero yo creo que aleja al aficionado madridista de toda la vida. Las últimas veces que he ido al Bernabéu tenía cerca de mí a muchos chinos, algunos rusos, brasileños y árabes, gente dispuesta a gastarse el enorme pastón que supone comprar una entrada para el fútbol en el Bernabéu. Es perfectamente lícito, y muy rentable para el club, pero esa gente está haciendo turismo y no anima ni se exalta como el buen madridista (siempre y cuando no sea un comepipas amargado, que en el Bernabéu los hay a patadas).

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Por hacer una comparación, el martes estuve en el Barclayleches, o el WiZink-inSex Center, o como se llame ahora el Palacio de los Deportes de toda la vida, y una entrada bastante decente, con muy buena visibilidad, nos costó 22 euros. Y todos los espectadores nos desgañitamos como energúmenos cuando expulsaron a Luka Doncic hasta el punto de convertir el Palacio en una caldera que hizo que los nuestros defendieran como posesos para sacar adelante un partido que se había puesto muy complicado.

No siento ese ambiente en el Bernabéu. Y mucho menos desde el palco. A los dos minutos anularon un gol (bien anulado) a Cristiano Ronaldo. Como en ese momento estaba con una cerveza en la mano y me estaban pasando un plato de jamón, lo cierto es que ni me sobresalté. Miramos cómodamente la repetición, comprobamos el acierto del árbitro y ni siquiera le salió a nadie el típico insulto hacia el árbitro o la mención al Villarato.

El Madrid estaba bien plantado en el campo y «¿quieren unos bocaditos de salmón?», claro, maja, ¡hasta el final, vamos Real!, y «¿le apetece otra cerveza, prefiere un vino?», por supuesto, gracias, Cristiano patada al aire, más jamón, una croqueta, joder, casi nos marca Paulinho, otro trago de cerveza para empujar el queso, Benzema al palo, oigo los primeros gritos de «puto moro» (jamás entenderé atacar de ese modo a los nuestros), una copa de vino blanco, y… así es imposible centrarse en un partido. Y si alguien cree, como dijo Piqué y tantos le secundaron, que este es el sitio para cerrar negocios, lo lleva claro.

En el descanso seguimos zampando en una mesa que teníamos reservada. Si digo que estaba estresado algunos no me creeréis, y a lo mejor no era estrés, pero sí una sensación extraña de querer hacer muchas cosas a la vez: ver el fútbol, departir con mis anfitriones, degustar un buen vino, acompañado ahora de una lasaña y unos huevos Benedictine, pero también mi alma reprimida de hooligan me pedía bajar a la grada, soltar adrenalina, animar, gritar e insultar ¿por qué no? a Luis Suárez. Tanto «entretenimiento» alrededor me había alejado de la esencia del fútbol, así que, para qué hablar de lo que ocurrió en la lamentable segunda parte.

Igual que tengo que reconocer que lo que Zidane debió de decir a los jugadores en el descanso de la final de Glasgow ante la Juve hace unos meses fue el discurso más motivador de la Historia, por el cambio de actitud que hubo, ayer, sin embargo, creo que les metió un chute de tila en vena, o les habló de la expansión de las medusas en el Mediterráneo, porque no se puede salir peor. Y menos cuando te estás jugando la Liga.

Yo creo que nos castigó el karma. El tipo al que más odiamos, Suárez, nos hizo el primero, y el segundo, Messi, también anotó. Lo peor fue que tanto descojonarnos en verano con los fichajes del Barça y ayer casi marcan Semedo, Paulinho y André Gomes. Y el que lo hizo fue Aleix Vidal, lo que nos faltaba por ver. El palco lo enfría todo, «gracias por los pastelitos, guapa». Y esta vez ni siquiera podemos quejarnos del árbitro, porque la expulsión (esta vez sí) fue justa. A lo mejor el penalti no, porque el balón había entrado, «no me apetece cava, gracias», y creo que el Reglamento indica que se debía haber dado por válido. Pero como el Reglamento lo cambian cada semana los Andújar, Iturralde y compañía en los distintos periódicos en los que escriben, ya no lo sé. 20171223_222957

Los que salíamos de la zona VIP hablábamos de la Navidad y las fiestas, pero mucha gente del resto del estadio pedía la cabeza de Zidane. Yo no. Critico muchas de las cosas que hace, su fijación con Benzema, no entiendo su política de cambios o por qué ha cambiado respecto al año pasado las rotaciones que tanto éxito le dieron, pero ahí están los resultados: 8 títulos de 10 posibles. Lo mismo ocurre con Pablo Laso, indescifrable en ocasiones, y sin embargo estamos viviendo unos años espectaculares también en la sección de baloncesto. Hay que dejarles seguir, se han ganado la confianza del aficionado.

No me fui con el cabreo de antaño, la sensación era otra. Estaba abatido como aficionado, desolado, pero había pasado un rato muy agradable con unos colegas. Sin hablar de negocios, por supuesto, pero más bien como si hubiéramos ido al teatro o al cine. Esto no era propiamente un Madrid-Barça, era otra cosa. Tan es así que ni siquiera he mencionado el resultado. Y lo he hecho de modo intencionado, porque todo el rollo que he contado es para olvidar cuanto antes esa segunda parte de m…, esa segunda parte espantosa. Me desquitaría por la tarde yendo al cine con Travis y la sobrinada a ver la nueva de Star Wars y pasar el mal trago de ver cómo la Liga se nos escapa irremisiblemente.

Feliz Navidad a todos, amigos lectores, madridistas y no madridistas (aunque a estos un poco menos, jeje). Espero que tengáis un gran 2018 en lo personal, pero para los culés, siento decirlo, os deseo que en lo deportivo os vaya en fútbol igual, igual de bien que en la sección de baloncesto.

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