Star Wars, Ep. VIII: Los últimos Jedi (Travis)

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Amigo lector, tranquilo si no has podido verla todavía porque avisaré cuando vaya a soltar spoilers a saco, uno detrás de otro, porque no concibo hablar de una peli de Star Wars sin mencionar su argumento, el uso de la Fuerza o las batallas espaciales.

Fuimos un montón de gente a verla, entre ellos Barney (que venía de sufrir en el Clásico) o mi sobrino Dani, mi pequeño Padawan, el friki mayor de una galaxia muy, muy cercana. Tanto como Moratalaz:

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Un chaval peculiar y muy gracioso cuyo Belén de Navidad lo hubiera firmado George Lucas, o yo mismo en mis mejores tiempos:

Y hasta aquí todo lo que tengo que decir sin spoilers y sin destripar el argumento del episodio VIII de arriba a abajo. Ve corriendo al cine y vuelves a este texto dentro de unos días, ¡NO DIGAS QUE NO TE LO ADVERTÍ!

Test Rebelde a la salida del cine

¿Me ha gustado el Episodio VIII? Sí, soy presa fácil. En cuanto veo las letras del inicio y suena el atronador arranque de John Williams se me erizan los pelos y se me pone la carne de gallina.

¿Es coherente con la saga? Sí, en lo básico, pero tiene muchas licencias y algunos fallos de consideración.

¿Tiene un buen guion? Uf, lo firma el propio director, Rian Johnson, y tiene como dos partes, dos tramas bien diferenciadas. Una tan simple como la mente de Poe Dameron (Oscar Isaac) o Finn (John Boyega), que sería toda la parte de las batallas interestelares y una persecución que dura todo el metraje: te ataco, pues huyo donde no me puedas atrapar, te alcanzo porque tengo un rastreador cósmico, pues me voy pero no tengo combustible suficiente, te persigo a distancia, pues ahora huyo a una vieja mina, ataco la mina, pues huyo por detrás, y FIN.

Y una segunda trama sería oscura como el estómago de Sarlacc, o tan compleja como encontrar los vocablos en el gruñido de un wookie, que sería la parte dedicada a la Fuerza, el entrenamiento de Rey (Daisy Ridley), la relación con Luke (Mark Hamill) y Kylo Ren (Adam Driver), y todo lo relacionado con el mundo de los Jedi.

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¿Es entretenida, aburrida, demasiado atropellada, tiene el ritmo adecuado? Entretenida en la línea de El despertar de la fuerza, nada aburrida como sí lo fueron la trilogía de precuelas, busca en ocasiones la nostalgia de la trilogía original, ofrece buenas escenas de acción como Rogue One,… tiene un poco de todo.

¿No se te ha hecho larga? En absoluto, y eso que es la más larga de la saga, con 152 minutos de duración, que prometen alargarse en la edición en Blu-Ray. A lo mejor así nos explican algunos momentos que nos escamotean en el montaje final, si bien puestos a recortar yo hubiera quitado la parte insulsa e inútil del planeta Canto Bight.

A botepronto y antes de un nuevo visionado, ¿en qué lugar de tu lista imaginaria la sitúas?

Si contamos también con Rogue One, esta de Los últimos Jedi estaría posiblemente entre mis preferencias en la posición sexta:

1ª, 2ª y 3ª: la trilogía original, sin un orden claro. Posiblemente El imperio contraataca, El retorno del Jedi y La guerra de las galaxias (o Una nueva esperanza, como supimos años después que se titulaba originalmente).

4ª El despertar de la Fuerza. Sé que tenía cientos de elementos en común con el Episodio IV, pero supo llevarnos al terreno de la nostalgia y a nuestra infancia, y ahí nos ganó a los cuarentones que detestamos la trilogía de precuelas.

5ª Rogue One. Una historia que parecía de transición, meramente comercial, y que sacó buenos personajes, nuevos paisajes, el «nacimiento» de la princesa Leia y una acción vibrante que además entroncaba en sus últimos segundos con el Episodio IV.

6ª Los últimos Jedi. Por las razones que ahora expondré.

7ª La venganza de los Sith. La mejor de las tres precuelas, al menos logró que mi interés por la saga no desapareciera de modo definitivo.

8ª La amenaza fantasma. Tenía un guion más trabajado que las originales y mucho más que este Episodio VIII, pero resultaba un tostón en su mayor parte. Supongo que a estas alturas, los responsables de Star Wars (antes y después de George Lucas) ya saben que no queremos oír hablar de aranceles, ni de federaciones de comercio, ni de cargueros espaciales, sino de pilotos temerarios en sus X-Wings, acción con sentido (no como la carrera de vainas) o princesas guerreras huyendo de los malos.

9ª El ataque de los clones. Me he dormido las dos veces que he intentado verla, y no he vuelto a intentarlo. No me interesa nada, ni consigue engancharme lo más mínimo cuando la están poniendo por televisión.

Los aciertos de Los últimos Jedi

Aunque su personaje parezca que lleva treinta años cogiéndose unas cogorzas inmensas que le impiden dormir bien, me encantó recuperar a Luke Skywalker tres décadas después. Es cierto que al principio parece un anciano insoportable, nada venerable, un viejo cascarrabias que bebe leche verde y pesca del modo menos práctico que he visto nunca, pero según avanza la película su personaje crece, se rehabilita hasta concluir de modo fantástico. Exagerado, con un uso de la Fuerza que no habíamos visto en ninguno de los siete episodios anteriores, pero con una potencia visual tremenda.

Rey sigue siendo esa chica que nos enamoró en la anterior, pero aquí además su personaje crece, tiene nuevos matices, llora, se cabrea, pelea como una bestia parda (o cual cincuentona en época de rebajas) y tiene unos primeros planos que… que nos da igual lo que esté contando, porque somos sus fieles seguidores haga lo que haga.

El personaje de Kylo Ren ha mejorado notablemente desde la anterior. Es cierto que el director Rian Johnson lo utiliza para dar un par de palos a J.J. Abrams nada más empezar:

  • Le suelta que cómo se pudo dejar derrotar por una chica que empuñaba un sable láser por primera vez. Sinceramente creo que Rian Johnson plasmó en esa escena toda la incredulidad de los fans en la anterior, tras la pelea junto a la base Starkiller.
  • Le dice que deje de llevar ese estúpido casco, hasta el punto de que Kylo lo destroza por completo, como pidieron tantos haters tras El despertar. No fue mi caso.

Dejando a un lado estos palos, el personaje de Kylo Ren mejora de modo notable, es cabrón, pero está repleto de matices, tiene dudas constantemente, como cuando no quiere disparar a la nave en la que sabe que está su madre, la princesa/generala Leia, o cuando ayuda a Rey frente a Snoke. Eso sí, soy de los que no quiere verle sin camiseta, porque me recordó inmediatamente aquella frase de Groucho Marx tras ser preguntado por Sansón y Dalila (Víctor Mature y Hedi Lamarr, respectivamente):

“Fui a ver Sansón y Dalila y no me gustó. Es la primera película que he visto en la que el protagonista tiene más pechos que la protagonista».

Por otro lado, los fans de toda la vida, de cuarentaymuchos, celebramos ver a los personajes tradicionales: Luke, Leia, Chewbacca, R2D2, no tanto C3PO, que siempre me cargó un poco, ¡el gran maestro Yoda! Celebré reencontrarme con estos «viejos amigos», lo mismo que me encantaron las distintas versiones del flashback de Luke y Kylo en la Academia de formación de caballeros Jedi. Los buenos no son tan buenos, ni los malos son unidimensionales. Ese trasfondo aporta mucho a la trama.

La película muestra nuevos mundos y escenarios, como Ahch-to, la isla en la que se ha recluido Luke, que aunque pueda parecer el fin de la galaxia está como quien dice, aquí al lado, en Irlanda, frente una zona tan transitada como el anillo de Kerry. Estuve hace años en la impresionante fábrica de chocolates que hay frente a la isla, que en verdad se llama Skellig Michael, una isla de cumbres escarpadas que en realidad está repleta de frailecillos, aquí reconvertidos en unos pollos llamados porgs, criaturas creadas para vender peluches en Reyes. Yo no hubiera tenido remilgos en zampármelos, al contrario que Chewie.

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La parte que se rodó en Dubrovnik es la que menos me gusta de toda la película, esa especie de Las Vegas insulso que es Canto Bight. Y el gran acierto de esta última versión, en lo que se refiere a nuevos escenarios, está en incorporar el impresionante salar de Uyuni, en Bolivia, del que Lester me enseñó un millón de fotos recientemente. Aquí toma la forma del planeta Crait. Esta última parte resulta visualmente espectacular, con unos cazas arcaicos que dibujan un rastro rojo en la superficie salada del planeta en una batalla que recuerda en su desarrollo a las viejas películas de aviones de la Segunda Guerra Mundial.

No es la única referencia a estas pelis, porque las torretas de los bombarderos al principio son clavadas a las de los B-29, o el propio aspecto de los aviadores rebeldes en sus cazas con la cabina medio descubierta, o esa escena en la que dejan caer las bombas sobre el destructor de la Primera Orden. Por cierto, ¿las bombas caen en el espacio hacia abajo, por la fuerza de la gravedad? Se lo disculparemos, puesto que lo hemos hecho con las explosiones y el sonido en el espacio, o con el mantenimiento de la horizontalidad en todo momento (naves, personajes, situación de todos los elementos en la escena).

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Y por destacar algo más entre los grandes aciertos de este Episodio VIII, hay otros dos momentazos enormes:

  • El combate (primero dialéctico y de Fuerza, y posteriormente a espadazos) de Kylo y Rey con la guardia de Snoke. Brutal, muy bueno, sobre ese fondo rojo minimalista y con unas armas nunca vistas antes en la saga. Muy grande.
  • La almirante Holdo inmolándose con el uso del hiperespacio (otra que va a la lista de ilustres suicidas) para atravesar literalmente al destructor de la Primera Orden. Acongojante, con el recurso estilístico del silencio en medio de un mar de explosiones.

Los fallos, lo que no me ha gustado

El general Hux, insoportable como en la anterior. Ridículo, exterminable, con una voz penosa y ademanes de niño de papá al que zurraban en el colegio y ahora se ha hecho mayor.

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Me sobra toda la parte de esa especie de Las Vegas que es Canto Bight. Además, creo que no aporta nada a la trama, sino como excusa para que «el afroamericano» Finn y «la charlie» Rose tengan sus momentos de gloria. Como dice Antonio Runa, del podcast La Órbita de Endor, «es la cuota étnica que pone Rian Johnson mientras los blancos hacen las cosas importantes, porque no me cabe duda de que el director en el fondo es un nazi con una esvástica tatuada en el brazo».

Aparte de lo insulsa e inútil de esta trama, tiene momentos que yo hubiera dejado en el suelo de la sala de montaje, como algunos alienígenas y sus bromas fáciles ante las tragaperras, o ese Descifrador absurdo que más bien parecía, a ver si soy capaz de explicarlo, una imitación de José Mota parodiando al Paul Newman de El golpe. Totalmente estúpido, innecesario, menos mal que desaparece tras unos pocos segundos.

Quizás lo único interesante de esos momentos puede ser la entrada en la saga de Benicio del Toro, como DJ, un malo-bueno-malo, que creo que al final va a ser una especie de Lando Calrissian. Como los más antiguos del universo recordamos, el personaje de Lando entrega a Han Solo a Jabba el Hutt en El imperio contraataca, lo cual, siendo negro, provocó en su día airadas reacciones del público que tachaban este hecho de racista. Fue tal la crítica que en la siguiente película, El retorno del Jedi, Lucas redimió al personaje de Lando como sospecho que van a hacer ahora con el «latino» Benicio del Toro.

No me interesa lo más mínimo la relación entre Finn y Rose, ni ese beso final, o la preocupación de Finn por la chica oriental. Ambos personajes tienen menos química entre ellos que la que había entre Kim Basinger y Michael Keaton en el Batman de Tim Burton. ¡Que ya es decir! No sé si esta nueva relación metida con calzador viene motivada por el runrún que corrió por Internet tras El despertar, con objeto de acallar la relación gay supuestamente insinuada entre Finn y Poe Dameron. Veremos qué juego dan en la siguiente entrega, a mí particularmente en esta me importan tan poco como la capitana Phasma, a la que se le sigue sin dar cancha en su segunda (y última) aparición en pantalla.

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Pero sin duda alguna, aparte del guion y estos personajes insulsos, para mí lo más rechazable de la película entera es el momento Superman de la princesa Leia en el espacio, volando con el brazo en alto, a lo Mary Poppins, como también he escuchado en algún foro. ¡No, hombre, no!, ¡que ni siquiera mi sobrino se lo creía! Y ya que había que cargarse a Carrie Fisher, el momento era perfecto, quizás un poco pronto en el metraje, pero para lo que aporta a continuación, yo la hubiera eliminado ahí y hubiera dejado su cadáver en el espacio galáctico.

Novedades que molan

BB-8, Bebocho en Latinoamérica, es mucho más que una unidad R2, aquí se pasa varios pueblos, pero no me incomoda, es de los momentos de humor que funcionan. Toma decisiones propias, repara circuitos, pero también pilota naves, o, lo que ya es exagerado, cabalga un caballo espacial o Fathier, que es como parece que se llaman.

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La película ofrece nuevos usos de la Fuerza, pero es que después de tantos años y episodios, hemos visto que la Fuerza vale para todo. En la trilogía clásica, Luke comienza a entrenar en el mundo Jedi con unos 20 años de edad, mientras que en La amenaza fantasma escuchamos a Qui-Gon Jinn que Anakin es demasiado mayor para aprender las artes Jedi, ¡y solo tenía 9 años! Luego están los detestables midiclorianos, que alteran para siempre nuestra concepción de la Fuerza. ¿Es algo genético o transmisible, y por eso la Fuerza está en Leia, Luke y Kylo Ren, pero no en Han, o depende de los entrenamientos físicos y mentales, y la armonía con las distintas fuerzas del Universo? ¿Entonces Rey, de quién es hija? Durante muchos minutos nos hacen creer que conocer quiénes fueron sus padres es relevante, y luego Kylo lo despacha en dos patadas, «eran unos chatarreros que están enterrados en una fosa común». Pues yo no me lo termino de creer, estoy seguro de que le van a dar otra vuelta en el Episodio IX, que dirigirá de nuevo, para quien no lo sepa, J.J. Abrams.

En Los últimos Jedi vemos nuevas aplicaciones de la Fuerza, nunca vistas antes, como la representación en modo de holograma, o la transmutación a kilómetros de distancia. La parte final de Luke puede resultar excesiva, pero visualmente es muy potente, y en el cine le di un codazo a mi sobrino: «mooola».

En resumen

Me gusta, me divierte, me entretiene, aunque quizás no tanto como algunas otras de la saga que hemos visto con anterioridad. Sí está varios cuerpos de wookie por delante de la trilogía de precuelas. ¿Que puede traicionar algunas verdades absolutas de las anteriores? Vale. ¿Que ya nos han eliminado a Han Solo, Luke y Leia? Sobreviviremos con los nuevos personajes. Fusilo lo que ha escrito Arturo González-Campos sobre esta película y las reacciones de algunos que se hacen llamar aficionados:

Depende de ti asumir lo que hay de nuevo y seguir disfrutando de Star Wars o bajarte del tren y no seguir viendo estas películas. Nada va a cambiar con tu actitud, las películas seguirán saliendo, llegando a nuevas generaciones que no tienen tus prejuicios, que aceptarán lo nuevo con naturalidad.

Protestaste porque en el VII no te contaban nada nuevo, protestas ahora porque todo ha cambiado. A lo mejor es que esa es tu forma de disfrutar de la saga, protestar porque no han hecho la película como tú querías.

Star Wars ya no es lo que fue y eso no implica que vaya a ser peor. (…) Puedes quedarte con tu razón, yo seguiré disfrutando esta historia.

Termino con dos frases de la película que parecen escritas por Rian Johnson para justificar las licencias que se ha tomado en su incursión en el universo Star Wars, para hablar de lo clásico y lo novedoso que aporta.

Kylo Ren: «Es hora de dejar morir todo lo viejo.»

Y Rose: «Así es como vamos a ganar. No peleando contra lo que odiamos, sino salvando lo que amamos.»

¡Que la Fuerza os acompañe, amigos!

 

 

 

 

2 comentarios en “Star Wars, Ep. VIII: Los últimos Jedi (Travis)

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