Los avisos que da el cuerpo, por Lester

SSC3

Pues aquí estoy de nuevo, a menos de 12 horas del inicio de un nuevo maratón (¡el decimosexto ya!), y como siempre repleto de dudas. Supongo que ahora me acostaré, intentaré dormir, empezaré a darle vueltas al coco y me vendrán las mil preguntas habituales de siempre:

  • ¿Irá todo bien?
  • ¿Conseguiré acabar sin lesiones?
  • ¿Cogeré o no una pájara? (Me doy cuenta de que esta frase para un argentino puede tener un sentido completamente distinto).
  • ¿Acabaré? Hasta ahora lo he hecho siempre, incluso cuando peor he estado, pero la duda me abruma como las quince veces anteriores.

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Los 300

300 Wallpaper

Estamos de celebración, aniversario o como queráis llamarlo. Los cuatro amiguetes del blog celebraremos en una semana los 4 años de esta página que nació con intención perecedera, y sin descanso ni vacaciones nos lanzaremos a por la quinta temporada. Pero sobre todo celebramos el post número 300, ni más, ni menos. Y celebramos además que ese post 300 no se publica en esta web, sino en La Galerna, la página de «Madridismo y sintaxis» a la que ya hemos hecho referencia en otras ocasiones, una apuesta personal de Jesús Bengoechea que está encontrando un gran respaldo popular:

Un final made in Concha Espina

El texto mencionado representa como pocos de entre esos 300 lo que significa el blog «Cuatro amiguetes y unas jarras». Se trata de una supuesta conversación entre Jaume Roures, el magnate de Mediapro, y el director neoyorquino Woody Allen, en la que divagan sobre la producción de una película acerca del mundo del fútbol. Con algo de ironía y cachondeo sano, que no falte nunca.

El texto ha sido escrito por Barney (y su madridismo) con la colaboración de Travis para aportar ideas sobre Woody Allen, basándose en un celebrado post de Josean sobre las conversaciones imaginarias entre Artur Mas y Jordi Pujol al inicio del principio del comienzo de la génesis del procès. Por supuesto, con el respeto a las normas lingüísticas y la corrección sintáctica requerida por Lester, el administrador del blog. Espero que os guste, dadle una oportunidad.

Mantener un blog tanto tiempo es un ejercicio de disciplina y constancia, y no está de más reconocer que a veces cuesta. Pero los comentarios que uno lee en esta misma página, o los que te hacen la familia y los amigos, o especialmente los de gente que no te conoce de nada, como los lectores de La Galerna, ayudan a seguir en el empeño:

Comentarios

Como cada vez son más numerosas las publicaciones que han surgido a partir del blog, tantas que hemos abierto una nueva categoría con ese nombre: «Publicaciones». En ella recogemos los enlaces a los artículos de Barney en diversas webs, el libro de relatos de Lester surgido a partir de un proyecto muy personal, alguna colaboración en revistas y esperamos publicar la historia que Travis se trae entre manos o las dos charlas/conferencias que Josean tiene programadas en otoño. La primera surgió de la serie por capítulos «Grandes errores de las escuelas de negocios», y la segunda, de su particular visión de la política.

300. Trescientos, como los espartanos de Leónidas, esos tipos inasequibles al desaliento.

300 kilómetros por hora, la velocidad a la que se calcula que se mueven los impulsos nerviosos, los que nos llevan a escribir y opinar desaforadamente sobre algo.

300 segundos, que son 5 minutos, que es lo que la mayoría de las veces lleva leer un post.

300 minutos son 5 horas, que es lo que en ocasiones (y más) cuesta rematar un texto.

Y 300 centilitros es lo que suele tener un botellín de cerveza, pero aquí somos más de jarras de 500, así que ¡a por ese número!

Como sé que a muchos les van los ránking y las clasificaciones, dejo a continuación lo más leído de cada uno de los cuatro personajes del blog.

¡Espero seguir contando mucho tiempo con vosotros, los lectores, gracias!

4amiguetes

Josean

Los lobos de las finanzas

Chomsky, Timsit y la manipulación mediática

La falacia del ebitda

La incompetencia de Competencia (I)

Travis

Everest

Esas comedias francesas

Lester Burnham no es el mejor ejemplo a seguir

Frases de cine para usar en el trabajo (I)

Barney

Nuevo Reglamento de la Federación Culé de Fútbol

Historias de la Historia que los culés no quieren oír (Cap. 3)

Ni valors, ni valores

Historias de la Historia que los culés no quieren oír (Cap. 2)

Lester

En busca de la tranquilidad

Vacaciones solidarias en la India (Rachel)

El maratón de Nueva York (II): …y el glorioso después

El Hogar Teresa de los Andes

 

¿Melómano y taurino? (2ª parte), por Manolester

Diapositiva2Continuación de ¿Melómano y taurino? (1ª parte)

  1. Lo antitaurino por el mundo

Tecleando “antitaurino” en Google nos encontramos con 160.000 entradas. Cuando el río suena es que agua lleva. Para todos los gustos. He aquí algunos.

Lo primero que hizo la Iglesia Católica con los toros (¡cielo santo, con la Iglesia hemos topado!) sucedió al final del siglo XVI. Lo que hizo fue prohibirlos y excomulgar a quienes en ellos participaran de alguna forma, bien activamente o bien simplemente consintiéndolos, faltaría más tratándose de algo lúdico que hacía feliz al personal. Tanto jolgorio debía ser pecado. Sigue leyendo

¿Melómano y taurino? (1ª parte), por Manolester

Portada Melómano y taurino

Ahora que comienza la Feria de San Isidro, la más importante del mundo, según creo, me he dado cuenta de que en estos casi cuatro años de vida del blog ninguno de los cuatro amiguetes hemos hecho una sola referencia a la mal llamada «Fiesta Nacional». Desde luego que no considero el sufrimiento animal elevado a la categoría de espectáculo como «fiesta» y mucho menos «nacional», pero no pretendo hoy montar un debate sobre taurinos o antitaurinos, sino sobre una contradicción que puede ser más interesante. Sigue leyendo

Los campeones de Javier Fesser

Travis, 27 de abril

Con su película Campeones, Javier Fesser ha vuelto a lograr algo tan complicado como poner de acuerdo a crítica y público con esta historia sobre un entrenador de baloncesto de élite que se ve obligado a prestar servicios sociales entrenando a un grupo de discapacitados intelectuales en un centro de Vallecas.

Tres semanas seguidas como número uno en taquilla, desbancando al mismísimo Spielberg y su Ready Player One, y una buena acogida por la mayor parte de críticos de este país, Carlos Boyero incluido. Reconozco que tenía ciertos reparos a la hora de ver esta peli porque al tratar un tema como la discapacidad intelectual podía caer en la sensiblería o en lo peor de las historias bienintencionadas, cuya trama se suele diluir en situaciones forzadamente tiernas.

Sin embargo, pasé dos horas estupendas, riéndome cuando las situaciones lo buscaban (y lo lograban), y valorando la parte más íntima y personal de los protagonistas. El actor que sostiene la película, Javier Gutiérrez, está enorme en todas las facetas (pese a su estatura), algo que ya no sorprende a nadie a estas alturas (pese a su estatura) de su carrera. Sabe ser cabrón, cruel, cobarde, simpático, tierno, inteligente o agresivo según sea el momento, y en todas las facetas se crece (pese a…) y lo clava cual triple de los protagonistas. Protagonistas, por cierto, que no eran actores, sino auténticas personas con discapacidades intelectuales de algún tipo que hicieron un trabajo sorprendente y espléndido.

Solo es posible encontrar algunos diálogos como el de la primera sesión de entrenamiento en el universo particular de su director, Javier Fesser, hermano del periodista Guillermo, la mitad de Gomaespuma, otro de los pocos «lechones» existentes en este mundo capaces de entender este universo tan particular de diálogos surrealistas, tortazos de cómic, dientes sucios y gafas de culo de vaso. He visto prácticamente todo lo que ha hecho Javier Fesser (me falta Camino) y desde luego tiene en mí a uno de sus fieles seguidores, alguien que se ha visto incluso la recopilación de los cortos de Javi y Lucy y los anuncios de las Películas Pendelton, por supuesto Aquel ritmillo y El sedcleto de la tlompeta, sus versiones de Mortadelo y Filemón y una de las obras maestras del cine español: El milagro de P. Tinto, que consiguió el milagro de que viera a P. Tinto dos veces en menos de 24 horas en aquellos tiempos lejanos del videoclub. Para mí es una obra redonda, aunque será una castaña absurda para todo el que no entre, como decía, en ese universo tan particular.

Recomiendo Campeones, de la que no quiero contar mucho para no destriparla. Pasaréis un buen rato con una historia repleta de cariño hacia sus personajes. Y divertida, cercana, humana y que sabe mostrar las debilidades de todos los personajes, discapacitados y de los que antes de imbuirse en la historia se consideran a sí mismos «normales».

Para aficionados al baloncesto y al cine, Campeones entra directa en el top-10 de películas del subgénero, que ni siquiera sé si llega a 10, pues se salvan muy pocas: Hoosiers, Entrenador Carter, Ganar de cualquier manera, One on One, Space Jam (sí, Space Jam, con Michael Jordan y Bugs Bunny, ¿quién quiere más?),… y en la que no entran Una tribu en la cancha, Los blancos no saben meterla, Teen Wolf o esa cosa llamada Air Bud y secuelas.

Barney, 30 de abril

No he visto la película, porque normalmente los deportes, salvo los no habituales para nuestros ojos, como el béisbol o el boxeo, no suelen quedar bien en pantalla. La chilena de Pelé en Evasión o victoria es lo más verosímil de una película en la que nos chirría tanto ver a Stallone de portero parando un penalti como a Michael Caine avanzando majestuoso con su tripita por el campo.

Según me cuenta Travis, en un momento de la película se recuerda de pasada uno de los momentos más bochornosos de la historia de nuestro deporte: la descalificación del equipo de baloncesto de discapacitados intelectuales en los Juegos Paralímpicos de Sidney 2000. Los medios pasaron de refilón por el asunto, pero se trata de una de esas manchas que nos deberían avergonzar durante años y años. Nosotros, que hemos disfrutado tanto con algunas victorias de los nuestros y entonamos orgullosos el «¡¡yo soy español, español, español!!», deberíamos de sentir ganas de no aparecer en estos eventos si no es para lamentar en público los comportamientos antideportivos alentados por algunos de nuestros dirigentes. 

Para el que no sepa la historia, lo que ocurrió fue que España presentó una selección en la que solo dos de los doce jugadores del equipo tenían una discapacidad intelectual. Y ganaron el oro, cómo no. De verdad que como amante del deporte no puedo entender qué coño pasaba por la cabeza de estos tipos que se prestaron al engaño.

Supongo que la pasta que ingresaba la Federación por la medalla de oro tuvo mucho que ver en el asunto (140.000 euros), pero es que algunos de nuestros dirigentes resultan repugnantes por su apego al puesto, equiparable a su desapego al deporte, y por los tejemanejes económicos (por ejemplo, José Luis Sáez en el baloncesto, Escañuela en el tenis, y cómo no, el instaurador del Villarato en el fútbol).

Recuerdo lo lamentable que me pareció en su día el que tuvo la idea de «españolizar» al esquiador alemán Johann Muehlegg, porque en ningún otro país se atrevían a contar con su médico y sus métodos. «Juanito» le llamaban cuando ganó las tres medallas de oro en Salt Lake City en 2002, y volvió a ser el alemán Johann en cuanto se destapó el pastel.

Un episodio tan penoso como el de los que trataron de ocultar y destruir pruebas de la Operación Puerto, que en un principio intentaron que fuera archivada y cuyas primeras sanciones tuvieron que llegar del extranjero (Valverde, Ullrich, Iván Basso). También se trató de ayudar a los implicados en la Operación Galgo, con nuestra (ex) mejor atleta de la historia Marta Domínguez, a la cabeza porque, supongo que pensarían, ¿cómo nos íbamos a quedar sin nuestra mejor atleta y sin la pasta que arrastraba?

Celebro que Campeones esté teniendo un éxito sin duda merecido, porque nos devuelve a la esencia del deporte: el afán de superación y de mejorar día a día a base de esfuerzo y trabajo.

Lester, 22 de abril

Fui a ver Campeones en cuanto pude, pocos días después del estreno y además con mujer, hijos, sobrinos, cuñaos, a los que «forcé» a que me acompañaran porque supe que nos iba a tocar de un modo muy personal. Como los lectores habituales de este blog sabrán, el verano pasado la familia al completo tuvimos una experiencia muy intensa en el voluntariado que realizamos en el Hogar Teresa de los Andes de Bolivia, en un centro de acogida para chicos con habilidades especiales.

Trabajamos echando un cable con todas las necesidades del centro, que eran infinitas, promovimos y logramos la reforma del Pabellón Azul y sobre todo disfrutamos entrenando a los chicos para las Olimpiadas especiales que se celebraron en los últimos días de agosto.

Al ver la película de Javier Fesser, recordamos a algunos de estos chicos que dejamos en la otra punta del mundo y revivimos momentos inolvidables, situaciones únicas que me gustaría compartir:

Pasamos por muchas fases similares a las de Javier Gutiérrez en la película: el miedo y rechazo inicial, más motivado por el desconocimiento que otra cosa, la satisfacción de los primeros logros, la entrega absoluta de todos nosotros y el enorme orgullo al contemplar el resultado final. Todos eran vencedores, todos resultaron ser unos campeones incomparables.

Josean, 30 de abril

Reconozco que no he ido a ver la película de Javier Fesser porque el cine que me gusta está poblado de villanos, especialmente en el mundo de las finanzas: lobos de Wall Street, defraudadores como los de La gran apuesta o Gold, especuladores tipo Margin Call o Inside job, y tipejos sin escrúpulos como los de Enron o Entre pillos anda el juego. Campeones huele a buenos sentimientos, a solidaridad, compañerismo y entrega desinteresada, y, francamente, huyo de ese tipo de argumentos porque suelen caer en lo autocomplaciente, en lo que nos haga sentir bien. Y yo estoy rodeado en muchas ocasiones de villanos, así que a la hora de ir al cine prefiero integrarme en su mundo y conocerlos.

Para mí lo interesante de Campeones está en que su producción fue financiada por Triodos Bank, la llamada banca ética especializada en financiar proyectos sostenibles o con unos marcados objetivos sociales o medioambientales. Ya que en este blog he criticado tantas veces el papel de la banca durante la crisis, vamos a hablar bien del gremio por una vez (y casi seguro, sin que sirva de precedente).

La idea de este banco nació en los Países Bajos en 1980 y lleva funcionando en España unos quince años. No cotizan en Bolsa, tienen objetivos sociales, medioambientales o culturales claramente definidos y no invierten en proyectos que no se adecúen a los mismos. Pese a sus limitaciones en la captación de fondos y en el tipo de proyectos que financian, son competitivos en precios, aunque no puedan acometer proyectos de gran volumen y riesgos de nivel medio-alto. La oleada de indignación ciudadana que siguió a la crisis financiera ayudó a que sus clientes se multiplicaran por seis en el período 2010-2015.

Aunque solo he trabajado con ellos una vez la verdad es que me pareció una experiencia interesante. Al análisis financiero del proyecto se unía una auditoría medioambiental, pues en nuestro caso se trataba de financiar unos vehículos eléctricos y tuvimos que justificar los resultados del proyecto.

«Triodos Bank desempeña un papel fundamental en la producción cinematográfica en España. Es una de las entidades que ha financiado más producciones pequeñas y medianas incluso en los momentos más duros, cuando nadie daba un préstamo», declara Ignasi Estapé, uno de los socios de la productora Arcadia Motion Pictures. «El cine es uno de los mejores medios para transmitir mensajes sociales, ya que permite vivir la realidad que se quiere mostrar». Gracias al apoyo de Triodos, la productora pudo sacar adelante en 2014 el documental El hombre que empezó a correr, cuyo objetivo era concienciar y procurar la financiación de unos pozos de agua potable para 125 familias en Muketori (Etiopía).

La Federación Madrileña de Deportistas con Discapacidad Intelectual (FEMADDI) celebra el éxito de la película de Javier Fesser por lo que supone de sensibilización hacia el colectivo, formado por unas 60.000 personas, que sufren cierta desatención por parte de las instituciones. Para FEMADDI, Campeones servirá de «carta de presentación cuando tengamos que acercarnos a las instituciones y a las empresas en busca de apoyos para organizar una competición larga, un torneo de fin de semana o para patrocinar a un equipo. Necesitamos empresas colaboradoras. Además, hay incentivos fiscales que les benefician de manera sustancial».

Por muchas razones, amigos lectores, y sea cual sea la vuestra, id a ver Campeones.

 

El Mapoma, mi Mapoma, por Lester

El Maratón Popular de Madrid, el célebre Mapoma, celebra su 41ª edición este domingo, 22 de abril de 2018. El Mapoma es para mí como una antigua novia a la que le dediqué mucho tiempo e ingentes esfuerzos, a la que le tengo un enorme cariño pese a lo mucho que me hizo sufrir, y a la que vuelvo cada cierto tiempo porque los buenos recuerdos, como en el amor o las relaciones de pareja, superan con creces el dolor.

Este año ha cambiado su recorrido y Sigue leyendo

La junta de vecinos o la democracia no funciona, por Lester

Aquí no hay quien viva

Hay una señora de cierta edad que siempre llega tarde a las juntas de vecinos, con una barra de pan bajo el sobaco (no quisiera yo probarlo), barra que se mantiene indemne durante buena parte de la junta, pero cuyo extremo superior, el que sobresale de la axila, empieza a ser pellizcado a partir de la primera hora, momento, por cierto, que aprovecha la interfecta para intervenir en voz alta soltando felipones mientras unas migas de pan en su barbilla impiden que nuestra atención se centre en su pregunta: Sigue leyendo

Horrifying palabros, por Lester

Tenía prevista esta entrada desde hace meses, pergeñada en mi libreta bloguera en la que iba apuntando espantosos “palabros” que escuchaba o leía por ahí y esperando el momento adecuado para subirla a las redes, el cual estaba previsto para cuando la recopilación de estupideces varias ocupara una página suficientemente amplia. Quizás haya llegado ya ese momento. Sigue leyendo

Llanto por el poliéster caído en desgracia, por Lester

Ignoro si la nostalgia es el sentimiento que me invade pasada cada Navidad tras la repetición de una conversación con «mi santa esposa» que se produce con la misma periodicidad que el concierto de Año Nuevo:

– Con todo lo que te han traído los Reyes este año, tendrás que tirar algo, ¿no?

– ¿Eh, tirar?

– Bueno, donar, llevar a un punto limpio,… tendrás que deshacerte de un montón de ropa antigua, empezando por esas camisetas de deporte, o por todas esas zapatillas que pusiste junto al árbol de Navidad, a ver si Papá Noel o los Reyes te traían más cosas, ¡graciosete!

Cómo hacer ver a mi amantísima mujer que un sentimiento rayano en la tristeza, o una angustia aparejada a esa especie de síndrome de Diógenes del deportista, me invade cuando me veo en la obligación, asaz indeseada, de deshacerme de esas prendas a las que tanto cariño profeso. Cariño emanado, sin duda alguna, por estar asociadas en su larga trayectoria a batallas deportivas, carreras épicas o partidos a cara de perro (o a cara de hermano, que en aquestas cosas del deporte nadie peor para entrar en feroz lid que aquel que lleva media vida viviendo bajo el mismo techo).

– ¡Si no tengo tantas!

La facilona respuesta, una negación de la evidencia con tal tradición y raigambre como los saltos de esquí de Garmisch, se ve rápidamente superada por la realidad de hallar sobre tu cama las mencionadas camisetas de poliéster.

«Pues va a ser que sí tienes unas cuantas», pronuncia cariacontecida la bella damisela al contemplar todas ellas ordenadas en número hasta 48, cifra que podría incrementar en vano con las ingentes camisetas de algodón, compra frecuente de quien, como este escribiente, osa viajar por destinos remotos y traer una al menos para recordar durante los años venideros que un día disfrutó por aquellos parajes.

Decía al inicio que desconozco si es apropiado denominar nostalgia o cariño al sentimiento que invade al afligido individuo que se halla sometido a tamaña tesitura de descartar entre tanto recuerdo, ya que, sabido es que al margen de su utilidad estas camisetas ocupan ante todo un espacio en la memoria infinita del aficionado deportista. Memoria capaz de transportar a su poseedor a una cancha de fútbol en Mijas, a un establo reconvertido en pista de baloncesto en Becerril de la Sierra o a las calles del barrio madrileño de Vallekas durante la celebración de una carrera popular.

Mas la pertinaz mirada de mi fiel compañera me obliga a hacerlo, pese a que intente evadir tal tarea con ardides evocadores de alguna hazaña «en un pabellón de Las Matas de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que competimos en buena lid contra las huestes malvadas que… ya lo hago, cariño». Pero en el intento de comenzar la penosa tarea del descarte, los dorsales en la espalda me retrotraen a aquella época lejana en que mis piernas eran veloces cual galgo y jugaba en la banda derecha con el número 8, a la par que Michel dejando un surco en el Bernabéu con sus correrías arriba y abajo.

De aquellos días nace el relato Remontada, el único episodio verdaderamente autobiográfico del libro del que muchos me habéis preguntado cuánto de real y cuánto de ficticio hay en él, cuánto fue hallado en huecos recónditos de mi memoria y cuánto pergeñado por una mente febril. Mas no quisiera desviar el relato de los acontecimientos acaecidos, y decía que los dorsales me ubicaban en el tiempo y la edad, y el 10 me lleva a rememorar que una vez perdida la velocidad para la banda, gané en experiencia para situarme en el centro del campo y ocupar mayores espacios dosificando los esfuerzos con la astucia de un zorro veterano. «Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!»

Esa afición al a veces innoble arte del balompié me llevó a elegir para siempre el que había de ser mi número en el retorno tardío al deporte de la canasta: el 14, homenaje al buen hacer de Xabi Alonso, no al del gran Johan Cruyff. «Muchos años después, frente a la línea de tiros libres, el escolta Lester había de recordar aquella tarde remota en que su equipo lo llevó a conocer el hielo…» necesario para mantener la frialdad cuando una contienda se decide en dos lanzamientos desde menos de cinco metros.

Con tanta evocación de un pasado que solo fue glorioso para quien escribe estas líneas, los minutos transcurrían y la selección de los descartes no llegaba, así que pensé que sería más sencillo hacerlo con las camisetas de cortesía que acompañan a cada carrera popular, si bien tal faena se vuelve nuevamente ardua cuando quien tiene la obligación de acometerla es un sujeto cuya memoria tiene por condena. ¡Cómo desprenderme de alguna de esas camisetas cuyo poliéster impregné de sudor en el fragor de una carrera de 10, 21 ó 42 kilómetros! ¿Cómo abandonar en un impersonal punto limpio alguna de aquellas casacas que me acompañaron cual armadura protectora en algunas ocasiones durante más de cuatro horas?

Allí estaban las seis camisetas ganadas a pulso en los sufridos seis maratones de Madrid que mis piernas poco raudas han disputado hasta la extenuación.

En aquella colección topéme con las camisetas conmemorativas de los maratones de Berlín (aquel día que gané a Gebreselassie), jubón que por cierto usaría años después en Eindhoven (el maratón número 13), o la de Praga, que me acompañó serigrafiada con las letras de este blog en el penoso y glorioso maratón de Nueva York, o las de Copenhague y Budapest, prendas todas ellas que sirven ahora al veterano hidalgo en su adiestramiento matutino en pos de una mejora de la marca personal.

«No puedo desprenderme de ellas», intenté compadecer a mi simpar Dulcinea, aun a sabiendas de que la sapiencia femenina supera con creces la estulticia masculina, sobre todo cuando esta es acompañada de una edad avanzada largamente más allá de los nueve lustros y un frikismo inusitado de coleccionista de reliquias deportivas y antiguallas otrora empapadas en sudor.

– ¿Y estas dos? -inquirióme la hermosa dama.

¡Oh, supremo sacrilegio! ¡Ay, mísero de mí, ay, infelice! Apurar, cielos, pretendo, ya que las tratáis así, ¿qué delito cometieron contra vosotros naciendo? ¡El Real Madrid y la selección española!

La elástica negra me acompañó además durante cerca de cuatro horas en un maratón de Madrid celebrado al día siguiente de la heroica victoria por 1-2 del Madrid de Mou frente al Barça de Guardiola (en igualdad numérica por una vez, amigo Barney), y así quedó inmortalizada en varias fotos del paso por la Puerta del Sol y la meta en el histórico Paseo de Coches del Retiro. La segunda, la de Sergio Ramos, fue una réplica comprada a toda prisa en quizás las únicas tierras en las que el fútbol se vive con más pasión que en nuestro país, Italia, lugar en el que nos hallábamos a pocas horas del inicio de la final de la Eurocopa 2008, el épico día en que cambió nuestra historia tras derrotar a las tropas germanas. 

La persistente evocación de recuerdos hizo que finalmente me deshiciera de solo tres camisetas, centrándome en las de peor calidad, esas cuyo cuello y axilas de poliéster estaban grabadas por el sudor reconcentrado del esfuerzo. Aproveché la ocasión para desprenderme de un pantalón de fútbol cuyas rayas emulaban las azulgrana de los infieles de tierras norteñas, y un par de medias que conservaban el agujero en el tobillo que una entrada criminal me provocó años ha.

Una vez terminada la penosa labor, a buen seguro inferior a las expectativas de mi querida compañera, reflexioné sobre los años transcurridos en campos de fútbol y canchas de baloncesto, los kilómetros recorridos sobre asfalto y tierra, «puedo escribir los versos más tristes esta noche», concluí que hace ya mucho que disputé mis mejores contiendas, y que otros alicientes debían acompañarme en estas últimas temporadas de práctica deportiva.

El olor de la retirada me persigue de un tiempo a esta parte, mas aún no me da caza. Fui afortunado con las lesiones, que siempre me respetaron a pesar de la dureza de algunas batallas, y tanta suerte tuve, tanto aguante tuvo mi carrocería, que ahora me permiten gozar del deleite que supone jugar junto a mi propio hijo y admirar la lozanía y fogosidad de una juventud que mucho me recuerda a mi propio ímpetu tres décadas atrás:

 

 

Ahora más que nunca

Primer post del año. Sobrevivimos a la Navidad, a las comilonas familiares, las cenas de empresa, amigos o equipos de fútbol de colegas, a las cabalgatas, los paseos por el centro y los codazos en los centros comerciales,… y solo hemos engordado unos 22 kilos de media, bien. En las tradicionales jarras que dan título a los «Cuatro amiguetes y unas jarras» tocaba hacer balance del año 2017 y pensar en los planes de Año Nuevo.

Este blog nació, como ya explicamos alguna vez, para durar 12 meses y cumplirá 4 años en este 2018. Para que tenga continuidad a veces no basta con mantener el buen rollo y las ganas de contar cosas. Un cuarteto de amiguetes de Liverpool terminó disolviéndose por los planes individuales y los egos de algunos de sus miembros. Curiosamente, su canción de despedida, el célebre y celebrado Let it be, alcanzó el número 1 en las listas la misma semana que nacía uno de los cuatro amiguetes blogueros. Hago un paréntesis aquí para recomendar un curioso ejercicio, probadlo:

¿Qué canción era la número 1 en las listas el día que naciste?

No creo que vaya a haber un problema de egos en este caso, pero sí toca replantearse algunas cosas. El año se cierra con las mejores cifras de la corta historia del blog, con más de 30.000 lectores a lo largo del año pasado, lo cual es un éxito en este mundo digital de las lecturas rápidas y tan breves como un tuit. Los lectores se han estabilizado entre los 2.000 y los 3.000 mensuales, con puntas de más de 5.000 gracias a la web Meritocracia Blanca, y esto ya no se puede parar. Sin embargo, resulta curioso el reparto, el top ten de lecturas del año 2017:

  1. Nuevo Reglamento de la Federación Culé de Fútbol (Barney).
  2. Los «lobos» de las finanzas (Josean). Un texto que se escribió en 2015, y sorprendentemente se sigue leyendo con bastante asiduidad.
  3. «¿Por qué? ¿Por qué?», o cuando Mou se transmutó en Barney.
  4. El Atleti es ese vecino del tercero (Barney).
  5. El Pabellón Azul (Lester).
  6. A ver cómo le explico el 6-1 al chino (Barney).
  7. El Hogar Teresa de los Andes (Lester).
  8. Ya va siendo hora de subir el sueldo a estos chicos (Josean).
  9. El VAR no funcionará (Barney).
  10. En un mundo perfecto (Josean).

Mucho fútbol, algo de economía y política, y dos textos sobre el proyecto de Lester en Bolivia. El texto más leído de la historia del blog sigue siendo En busca de la tranquilidad, la declaración de objetivos al inicio de 2015.

El Amiguete Barney corre el riesgo de volar por libre, pues ha recibido una propuesta para colaborar en otra web y quizás el John Lennon que lleva dentro (me parto con esta comparación) le anime a hacerlo.

– Pero no os abandonaré -ha prometido.

Travis y sus frikadas cinéfilas no aparecen entre los diez destacados este año. Y sin embargo mantiene un público fiel que lee sus artículos con cierta asiduidad, con constancia, que se cree sus textos hasta cuando cuenta una milonga. También Travis ha recibido una oferta para colaborar en una web de cine, una página especializada en el asunto y con muchos más seguidores que esta. Se lo está pensando, aunque jarra en mano prometiera:

– Prefiero entrar en un podcast de esos de dos o tres horas con treintañeros barbudos para destripar una peli de vez en cuando. Y a la hora de escribir, y ya que es sin cobrar, prefiero seguir con vosotros.

Josean advierte ya que va a tener un año complicado de viajes y trabajo, pero que intentará mantener su nivel.

– Tu nivel de cantidad, porque de calidad sabemos que no das más de sí.

Exacto. El blog nació para entretener y tratar de aportar una información diferente, con algo de mala leche y mucho rigor, incluso por parte del Amiguete Barney y sus proclamas futboleras. Hubiera muchos lectores o pocos. Y en ocasiones las obligaciones han sido muchas y costaba sacar tiempo para mantenerlo vivo, pero ahora más que nunca, y de ahí el título de esta entrada, llegamos a la conclusión de que el blog debe continuar, the show must go on. Frase esta, por cierto, de otro cuarteto británico, la banda Queen, que sobrevivió incluso al fallecimiento de su estrella, Freddie Mercury.

Y the show must go on, el blog debe continuar, entre otras cosas porque por primera vez en su corta historia, ha conseguido ese palabro tan detestable que es «monetizar» sus contenidos, obtener un rendimiento económico del mismo a través de la publicación del libro de relatos de Lester por una causa solidaria. La solidaridad cala entre los lectores cuando apelas a ella, y los resultados de la movilización en favor del Hogar Teresa de los Andes (Cotoca, Dpto. de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia) han merecido la pena. Puede que no sea el último libro que surja de esta web.

Solo por eso (y por los numerosos comentarios de amigos y familiares) merece la pena continuar un año más. Va a ser complicado, queda dicho. Mucho trabajo, obligaciones familiares, aficiones personales, viajes, entrenar algún maratón, y sobre todo, muchas lecturas pendientes. Estos son los tres primeros libros que cada amiguete va a leer este año:

Travis: «ya he comenzado el libro de Star Wars y la filosofía, y me sorprendo al entender por primera vez en mi vida a Kierkegaard o Nietzsche. Bastaba con que en el colegio me lo hubieran explicado con caballeros Jedis o Sith».

Barney: este año toca Mundial de fútbol, y como no podía ser de otra manera, hay que volver al clásico Mortadelo y Filemón, del siempre genial Ibáñez. Grande entre los grandes.

Josean: «confío en seguir indignándome ante lo que veo, y por supuesto, trataré de entender quién mueve los hilos, quién dirige nuestros pasos de modo tan absurdo».

Lester: «a mí me toca leer libros de amigos, todos los años lo hago con un par de ellos, y un año más, me propongo intentarlo de nuevo con El Quijote».

Aprovecho para dejar aquí la lista de «100 libros que deberías leer antes de morir» que la amiga Beilegs me envió recientemente. De la lista llevo 22, alguno infumable como la Trilogía de Nueva York, de Paul Auster, y dos más que sé que nunca acabaré: La Regenta y el Ulises de Joyce. La vida es corta, como dice el último cartel que mi hija ha colocado en casa.

En lo que coinciden los cuatro amiguetes de este blog es en que hay que leer más, mucho más de lo que lo hacemos, y para eso, para sacar tiempo, debemos desengancharnos de las pantallas de los móviles de los coj… Ese será el gran objetivo del año. Esas mismas pantallas que hacen que las generaciones jóvenes cada vez lean menos, pero algo más sorprendente, ¡que tengan menos interés por el sexo! Si cuando yo digo que los móviles nos están volviendo gilipollas…

Feliz año a todos, amigos lectores, espero que sigáis ahí un año más, al otro lado, leyendo, compartiendo, comentando,… y que si alguno de los Lennon o McCartneys de este blog se independiza, que le sigáis igualmente. ¡Un abrazo!