TRAVIS, 16/11/2025
Uffff, Coppola, qué duro se me hace escribir este post. Don Francis Ford Coppola, un autor total, de la vieja escuela. Una carrera con varias obras maestras, una filmografía repleta de interés, incluso en algunos proyectos de encargo o, a priori, «alimenticios», sin su sello de autor, y ahora, en lo que parece que será su testamento cinematográfico, se despacha con esta Megalópolis, su obra quizás más buscada, más ansiada en sus últimos cuarenta años. Pues me pareció un megatruño de 140 minutos. O de más, porque se me hizo muy larga y pesada.
Pese a todo, la vi desde el primer minuto al último del tirón, resistiendo a la tentación de repartir ese pesado minutaje entre dos y tres días. En mi fuero interno, pensaba que Coppola ofrecería algunas muestras de su genialidad, algunas imágenes hermosas, perdurables, de las que se te quedan en la retina al acabar la película, como esas obras de las que dices «es un bodrio de historia, pero tenía algunos planos preciosistas espectaculares». Reconozco que paré la imagen varias veces, bien para ir al baño (me acordé de lo que decía el crítico Roger Ebert: «cuando me molesta el trasero, es que la película es aburrida»), o bien, para tratar de encontrar detalles del artista Coppola en algunos planos, como el de la habitación desordenada de Adam Driver al principio, con multitud de ropas y objetos por el suelo, o en los diseños de la ciudad futurista, pero nada captó mi atención de manera especial.
«Coño, pero es Coppola, tiene que haber algo de interés en la historia», me repetí a mí mismo durante meses, pese a saber del paso de la obra por el Festival de Cannes en 2024, las malas críticas y las dificultades para encontrar distribución. Y si no, aunque solo sea por respecto al director, guionista y productor, que en esta obra lo hace todo, merecía el esfuerzo. El empeño de Coppola en hacer esta obra le llevó a vender parte de sus viñedos en California e invertir 120 millones de dólares en producir una historia que le rondaba la cabeza desde principios de los ochenta. Por diversas circunstancias, entre ellas las deudas que acumuló a lo largo de toda su carrera, el proyecto tuvo que ser pospuesto varias veces, tras haber sido rechazado por las grandes productoras en varias ocasiones más.
De verdad que traté de verla y analizarla con el fervor de alguien que tiene El Padrino, El Padrino II y Apocalypse Now entre sus películas favoritas de siempre, con el ánimo de quien ha disfrutado Patton, La conversación, Rebeldes, Tucker o hasta El Padrino III, aunque esté varios peldaños por debajo de sus predecesoras, pero nada, no hubo manera de entrar en la película. Te aplatana, como el personaje de Adam Driver. Te deja indiferente, como el de Giancarlo Esposito. Te cabrea ver los papeles insulsos de Laurence Fishburne y Dustin Hoffmann. Te desespera, como los roles de Jon Voight y Shia LaBeouf. «Muy bonitos todos los planos del ático del edificio de la Chrysler», comencé. «Bien por la comparación de la decadencia de la antigua Roma con esa Nueva York del futuro». Las civilizaciones no caen en un día, como recuerda el narrador. El proceso de degradación, de decadencia de la sociedad, es paulatino y puede ser invisible. La corrupción, la falta de moral, la ambición de unos pocos individuos, la estupidez y atontamiento de las masas, todo ello aparece en la primera media hora, mezclado con frases extraídas de La Conjura de Catilina. Nada que sea ajeno a la Europa actual.
El caso es que todo eso me interesaba, pero el problema es que el guion plantea muchas subtramas aparte de la política, como el plano romántico (lo más salvable puede que sea Nathalie Emmanuel), o el del «mago» diseñador y su nuevo material, el Megalon, pero las desarrolla de manera pobre y apenas resuelve nada de modo satisfactorio. Con escenas molonas, como la demolición del edificio, pero aburre, Coppola, aburre. Y muchas citas extraídas de Marco Aurelio o de Cicerón están insertadas (o injertadas) de manera poco congruente, con calzador. En el fondo, creo que vi la película con interés porque quería que me gustara y porque, además, es un compendio de la carrera del director, un creador con ideas ambiciosas que resuelve en numerosas ocasiones de manera fallida, como si no fuera capaz de plasmar en pantalla lo que tiene en su cabeza. Algo que, por el contrario, sí consiguió en sus primeras obras, redondas de principio a fin. Puede que Apocalypse Now fuera la primera obra en la que se empieza a apreciar que sus proyectos se le van de las manos, pero es tan potente, tiene momentos tan memorables que el conjunto no se resiente de esa megalomanía. «Esta no es una película sobre Vietnam», respondió a un periodista sobre su epopeya bélica, «esta película es Vietnam».
En las obras propiamente de autor desde entonces siempre arriesgó, se estrelló y arruinó varias veces, pero me gustaba porque siempre intentó propuestas innovadoras (Corazonada, Tucker, Cotton Club), aunque falló en muchas de ellas (Drácula me parece soporífera, no conseguí acabar Tetro, no puedo con esta Megalópolis) y, sorprendentemente, realizó de manera solvente obras de encargo, de las que aceptaba para saldar deudas, aunque se veía que las rodaba de manera correcta, aunque desapasionada. Peggy Sue se casó está bastante bien, pero lejos de Regreso al futuro, con la que comparte bastantes aspectos. Jack no está mal, aunque la peli y Robin Williams están a años luz de Big y Tom Hanks. Legítima defensa es una notable adaptación de la novela de John Grisham, de aquellos años en los que siempre había una nueva basada en las novelas del célebre autor sobre juicios y abogados. Hace décadas que da la impresión de que Coppola no rueda lo que le apetece, sino lo que necesita, y por eso la decepción con Megalópolis es tan grande.
Era la producción de su vida, había elegido los actores, no dependía de ningún gran estudio, tenía al músico, al director de fotografía que quería, el guion que había parido y supuestamente perfeccionado durante años, lo tenía todo bajo su control y, como el César Catilina (Adam Driver) de la trama, parecía autoboicotearse en cada escena. Una pena. Pero tengo el máximo respeto a Francis Ford Coppola, y más sabiendo lo que arriesgaba y el resultado de su apuesta: invirtió 120 millones de dólares de su bolsillo y la recaudación no ha llegado ni a 15. Un fracaso absoluto. Algo que parece que a sus 85 años no le preocupa demasiado. Ha hecho su película, ha soltado sus ideas y ahora se retirará a disfrutar del vino, la comida y el placer de leer o ignorar a los críticos.
El siempre negativo Carlos Boyero dijo que «me parece un delirio sin un mínimo de gracia, con un argumento que me resulta imposible seguir, mezclando géneros (incluso hay numeritos musicales) de forma tan confusa y sin el menor interés». «No consigue hipnotizarme. Lo único que tengo molestamente claro es un interrogante: ¿pero esto qué es, qué ha pretendido Coppola, por qué lo cuenta de esta forma? Ni puñetera idea».
Por el contrario, el siempre animoso Oti Rodríguez Marchante destacó que «Es excesiva, brillante, larga, pretenciosa, disparatada, genial, sorprendente, desequilibrada, obsesiva, colosal, inquietante, visionaria, embrollada, grande, única… En fin, nada que no tuviera previsto uno de los cineastas capitales de la historia y el que con más puntería ha sabido acertar y fallar el tiro». «Lo que queda tras la palabra ‘Fin’ es una enorme masa de cine, una aleación de ideas, imágenes, recursos cinematográficos heredados y nuevos, una especie de fábula sobre el cine, el arte, el tiempo y la vida que parece tener como moraleja la propia alucinación y capricho del artista, que no es aquí tanto César Catilina como Francis Ford Coppola, una especie de ‘yo alucino porque debo y porque tal vez me lo deben'». No estoy de acuerdo, aunque siempre preferiré a alguien que disfruta el cine, como Oti o Garci, que al cascarrabias que siempre parece aburrirse en una sala.
En fin, larga vida a Francis Ford Coppola, un aplauso enorme a su carrera y su afán creador… pero no queremos más Tetros ni Megalópolis que nos alejen de los grandes recuerdos de hace medio siglo.






















































