«En la ignorancia está la felicidad».
Toda una declaración de principios de Cypher, el personaje interpretado por Joe Pantoliano en Matrix, el traidor del grupo de rebeldes que resiste en su lucha frente a las máquinas. Cypher la pronuncia justo antes de ingerir la pastilla roja y tras saborear un bistec de aspecto exquisito. Irreal, pero sabroso. La pastilla roja será su pasaporte al mundo virtual e impostado, su medio para abandonar de modo definitivo esta realidad sucia, devastada y tétrica en la que se mueven los humanos que han logrado escapar de la inmensa colmena en la que yacen como meras pilas para abastecer de energía a las máquinas.
Han pasado veinte años del estreno de Matrix, así que poco nuevo voy a poder aportar, pocas interpretaciones que no se hayan hecho ya. La película resultó revolucionaria en su día, un «WTF?» en toda regla a medida que pasaban los minutos, «¿qué es esto, qué estoy viendo?», pensabas embobado. Salías del cine desconcertado, y a la vez encantado de haber pasado un par de horas emocionantes que con la calma o la lectura de revistas de cine intentabas desentrañar. Es más, nada más salir te planteabas volver a entrar a verla para recrearte en determinados detalles y explicaciones de los protagonistas como Morpheo o el Oráculo. Una obra maestra absoluta para mí, con la virtud de las grandes películas, que no solo no envejecen, sino que ganan con cada visionado.
«Verá, los mamíferos logran un equilibrio perfecto entre ellos y el hábitat que les rodea. Pero los humanos van a un hábitat y se multiplican hasta que ya no quedan más recursos y tienen que marcharse a otra zona. Hay un organismo que hace exactamente lo mismo que el humano. ¿Sabe cuál es? Un virus. Sí, los humanos son un virus, son el cáncer de este planeta y nosotros somos su cura.»
(Agente Smith)
Ni me imagino lo que debieron pensar los directivos de la Warner la primera vez que dos novatos como los (entonces) Andy y Larry Wachowski les presentaron el guion y la idea de Matrix en 1995. Les dijeron que sin experiencia no podían darles la responsabilidad de dirigir una obra tan arriesgada como la que planteaban, así que se lanzaron a rodar Lazos ardientes (1996), una interesante película con escenas eróticas y violentas a partes iguales, y volvieron a pedir financiación para la producción. Se habla de una cifra de unos 10 millones de dólares, muy lejana a los 85 que decían necesitar. Los Wachowski rodaron entonces los primeros diez minutos de película gastando la mayor parte del presupuesto y volvieron al estudio a pedir más dinero.
Cuando los productores vieron lo que habían rodado se quedaron (supongo) con la misma cara de asombro que mis sobrinos la primera vez que les puse la película, especialmente con la escena en la que Keanu Reeves se queda sin boca, sin poder hablar. Lograron que les ampliaran el presupuesto hasta los 63 millones y se pusieron ya manos a la obra, rodando en Sidney para abaratar costes.
Esos diez primeros minutos incluyen la espectacular patada de Carrie-Anne Moss a un agente de policía utilizando la técnica llamada bullet time, como si el tiempo se congelara, una técnica en la que se rueda con decenas de cámaras y desde todos los ángulos.
Lo cierto es que al margen de sus efectos especiales, lo que nos encantó de Matrix fue la historia en sí, un guion que mezcla diversos elementos de la filosofía (el mito de la caverna de Platón), la religión (el Elegido que salvará a la humanidad, que se entrega, muere y resucita), la literatura («sigue al Conejo Blanco», de Alicia), los videojuegos, las artes marciales o el terror de las distopías futuristas ante el avance de las máquinas. Tiene similitudes con Terminator, Ghost in the shell o con el libro 1984 de Orwell.
«La guerra es la paz.
La libertad es la esclavitud.
La ignorancia es la fuerza.»
Las tres consignas escritas en la fachada del Ministerio de la Verdad de 1984, en ese país ficticio llamado Oceanía, otro mundo en el que la realidad no es otra que la que cuenta la versión oficial. En estos veinte años hemos asumido y repetido la frase «viven en Matrix» como para hacer referencia a esa gente que vive en un mundo irreal totalmente alejado de la mugre o la podredumbre, y viven en ese mundo porque posiblemente, como decía Cypher, se es más feliz siendo ignorante que conociendo la triste realidad.
Matrix tuvo dos secuelas (Matrix Reloaded y Matrix Revolutions, ambas de 2003) que, siendo entretenidas y me gustan, las disfruto y tal, están a años luz de la primera. Eran innecesarias, pues la original resultaba redonda desde su inicio hasta la conclusión. Las secuelas demostraron que no hay mejores «efectos especiales» para el público que la imaginación o que un buen guion:
Aunque los lectores ya sabrán mil cosas acerca de esta película, voy a dejar tres o cuatro curiosidades que a mí me llamaron la atención:
- Keanu Reeves no era el Elegido inicialmente para el papel, sino que se pensó en otros como Johnny Depp, Ewan McGregor (que lo descartó por el papel de Obi-Wan Kenobi en Star Wars), ¡Nicholas Cage!, o Leonardo di Caprio. Sinceramente, Keanu Reeves podrá gustar más o menos, pero yo ya no puedo imaginar a un Neo alternativo.
- La habitación de Neo es la número 101, como la terrible habitación del Ministerio del Amor (en realidad, de la tortura) que se utiliza en 1984.
- El pasaporte de Neo caduca el ¡11 de septiembre de 2001! Esta y otras coincidencias acerca de esta fecha ya fueron tratadas por el amiguete Lester en otro post acerca de las teorías de la conspiración.
- El guion inicial era conocido en la Warner como «ese guion que no entiende nadie».
- La película ganó cuatro Óscar en los apartados técnicos: mejor montaje, mejor sonido, mejores efectos visuales y mejores efectos de sonido.
- Andy y Larry Wachowski son hoy las directoras Lilly y Lana Wachowski.
- Una tal Sophie Stewart acusó a Matrix de plagio y reclamó a la Warner la módica cifra de 1.000 millones de dólares, porque aseguraba que la trama era muy similar a un libro de la autora escrito en 1981 bajo el poco sugerente título de El tercer ojo. También demandó a James Cameron por Terminator, porque también era una copia de su tercer ojo, y supongo que también demandaría a alguna productora de porno por utilizar el tercer ojo en otros argumentos. La demanda fue desestimada al no haber evidencias suficientes y el guion, para curiosos, se puede encontrar fácilmente por internet.
- El filósofo Baudrillard fue otra de las referencias de los autores para su obra. De hecho, suya es la teoría que Morfeo explica a Neo sobre el futuro de la humanidad como pilas no recargables. Cuando los Wachowski le pidieron ayuda para el guion de las secuelas, el filósofo les mandó al carajo por haber hecho «la película que las propias máquinas hubiesen producido».
El año 1999 fue sin duda uno de los mejores de la historia del cine, al menos de la reciente. No sé si los creadores se pusieron a terminar sus obras a toda pastilla por temor al «efecto 2000», la venganza de las máquinas que nos habían anunciado como el Apocalipsis, pero el caso es que ese año se estrenaron La milla verde, Huracán Carter, Eyes wide shut, Magnolia, El gigante de hierro, Todo sobre mi madre, Cómo ser John Malkovich, Tarzán, Toy Story 2 o Sleepy Hollow. Pero sobre todo 1999 fue el año de peliculones como Matrix, El sexto sentido (El sexto sinsentido, según Barney), American Beauty y El club de la lucha. Casi nada. Como dice un buen amigo, American Beauty, El club de la lucha y Matrix son tres películas sobre la rebeldía frente al sistema establecido. Muy necesarias, imprescindibles.
El amiguete Barney ha recopilado y «futbolizado» varias de estas películas en este entretenido artículo para LaGalerna, que espero que disfrutéis:
«Libera tu mente. ¿Acaso crees que lo que respiras es aire?»
(Morfeo)