TRAVIS, 07/10/2020
Enlace a: (I) ELOGIO: puro entretenimiento
(II) CRÍTICA FURIBUNDA: fuegos de artificio
Con spoilers, estáis advertidos. Habrá quien le extrañe que después de haber alabado la película en la primera parte, me descuelgue ahora con una crítica desaforada. Creo que no es incompatible, pero aun así voy a ver si soy capaz de explicarme: claro que disfruté la película, estuve dos horas y media muy entretenido y sin pestañear, pero me gusta analizar estas películas, “racionalizarlas”, si se me permite el término, tratar de entenderlas y de encontrar la coherencia. Sí, ya sé que soy un fan de Star Wars, Watchmen, Armageddon y cosas por el estilo, pero incluso esas películas tienen sus reglas. Si un Jedi tiene determinados poderes, podrá utilizarlos siempre y será lícito, lo que no me vale es que en el Episodio IX la Fuerza sirva para curar heridas cuando en ninguna de las anteriores hemos visto ese poder, ni siquiera para que Luke salve a su padre. Si el Batman de Michael Keaton se pasa el metraje saltando de edificio en edificio con sus gadgets, no puede ser que al final suba a la torre por las escaleras. Ese es el concepto.
Y en segundo lugar, también me molesta que no haya una explicación lógica al finalizar el metraje. Diez años después de Origen había numerosos foros en Internet o en medios especializados debatiendo (o discutiendo acaloradamente, como siempre en estos foros) sobre el significado de la última escena de la película de Nolan. Si la peonza sigue rodando, ¿está Di Caprio en un sueño? Entonces nos volaría la cabeza a los que creíamos haber entendido lo ocurrido. En esas llegó el propio Christopher Nolan a dar su interpretación: no vemos si la peonza se para o no, lo que vemos es que Di Caprio no espera a ver qué ocurre. Eso significa que ha decidido vivir esa realidad, que sea un sueño o no, no es relevante. «A él no le importaba nada más, y es supone una declaración: Tal vez, todos los niveles de la realidad son válidos». ¡Vamos a ver, eso es una trampa tan enorme como el camión de la escena de Tallin! Es su manera de quedar bien con los que han defendido diferentes teorías.
Hago ese inciso para recalcar que tengo una sensación parecida con Tenet, que en cualquier momento va a llegar el director para “explicarnos” a su manera que puedes montarte la película que quieras. A mí me parece absurdo pensar que el final de Sator es la primera escena en el tiempo concebido de manera lineal, o que la paradoja del Abuelo es irrelevante o no es tal paradoja porque podemos hacer lo que queramos con el tiempo, hasta el punto de que coincidan temporalmente personajes en distintas “entropías”. O que el protagonista sea contratado por él mismo en el futuro para llevar a cabo la misión en el pasado, o que la Debicki se ventile a Branagh por las perrerías que todavía no le ha hecho. En resumidas cuentas, el mayor reparo que le pongo a la película es que al final, con tanta ida y venida en el tiempo, resulta que Nolan parece creer en el determinismo, en que da igual que viajes hacia atrás en el tiempo, que lo modifiques o no, porque no vas a alterar el presente y mucho menos el futuro.
Traigo aquí una genial escena de The Big Bang Theory en la que Sheldon y compañía discuten sobre cómo esa alteración del pasado forzosamente tiene que modificar el tiempo que sucederá después. Al menos en nuestra concepción en la que no existen (o no concebimos) mundos paralelos ni realidades alternativas. Es imposible que permanezca inalterado, salvo que exista una especie de Ministerio del Tiempo dedicado justamente a eso (y no creo que Nolan estuviera pensando en esta institución).
Como dije en la primera parte, he tratado de ordenar cronológicamente los grandes sucesos de Tenet y me sale un churro sin mucho sentido, pero, sobre todo, sin coherencia. Claro que hay paradojas temporales en Regreso al futuro, Déjà vu, Terminator, incluso en Jacuzzi al pasado, pero estas películas son más respetuosas con sus propias reglas que Tenet, salvo, quizás, la segunda y tercera de Regreso al futuro, en las que todo vale. Con la de Nolan, además, tengo dudas sobre si en todo momento los personajes que van hacia atrás en el tiempo llevan la mascarilla (cuento con que cuando se desplazan en el barco o la ambulancia van en compartimentos convenientemente equipados). Que ese es otro recurso que no entiendo muy bien, dentro de lo desafiante que puede ser todo para las leyes de la física: la gravedad funciona en sentido contrario, la inercia, el tiempo, los personajes hablan al revés (o no), pero lo del oxígeno… WTF?, ¿qué respiran entonces? ¿Los personajes absorben dióxido de carbono y expulsan oxígeno, o cómo funciona esto? Está claro que Nolan ha parido un invento absurdo de guion para distinguir a los personajes que van en un sentido de los que funcionan en otra “entropía”. Menos mal que me sumerjo en las tramas de las películas, porque si me paro a pensar en la máquina de cambiar entropías de los objetos y en la pinza temporal urdida para la batalla final,… ¡madre mía!
Otro problema que se le suele reprochar al director es que sus personajes abusan de las explicaciones sobre lo que está ocurriendo. Un personaje le cuenta a otro lo que ocurre para que nos enteremos nosotros, los espectadores, lo cual es necesario en ocasiones como esta o como Origen para poder seguir la acción, pero eso mismo desvela hasta qué punto resulta inverosímil. Con todo, a mí eso no me molesta tanto como la poca profundidad de sus personajes, tan poca que el propio personaje de John David Washington no tiene pasado, ni presente y ni siquiera nombre. En los títulos de crédito aparece como “el Protagonista”, sin más. La misma carencia podría achacarse al matrimonio Branagh-Debicki, mientras que en el caso de Robert Pattinson resulta válido puesto que el suyo es un personaje sin pasado, o con un pasado en el futuro.
Tras la absorbente escena inicial de la Ópera de Kiev (magnífica, como ya destaqué en la primera parte), la película comienza a moverse de un lado a otro sin orden ni control aparente: Londres, Mumbai, Oslo, Tallin, la costa de Nápoles, Vietnam. Todo ello con escenas muy sugerentes, rodadas sin limitaciones presupuestarias, pero al final lo que subyace es una falsificación de un cuadro de Goya. Un MacGuffin o una chorrada como un piano para mantener la tensión alrededor de la figura de la mujer de Sator. Que los protagonistas se tomen las molestias que se toman (estrellando incluso un Jumbo) para no robar la falsificación es una más de las piedras que Nolan se va dejando en el camino, un guijarro incómodo para proseguir con su historia. La película no utiliza CGI ni efectos digitales, técnicas que Nolan rechaza siempre que puede, así que para la escena del Jumbo utilizaron uno real adquirido en un desguace de California. Sin embargo, al final quedó mucho más soso de lo que parecía que iba a ser (que no se me ofenda nadie si digo que prefiero la escena del avión atravesando la cristalera en Aterriza como puedas).
Aprovecho la historia de la falsificación realizada por un tal Tomás Arepo para hacer una mención al cuadrado Sator, una estructura de cinco palabras de cinco letras que puede leerse en varias direcciones y de arriba abajo. Nolan utiliza todas ellas en momentos puntuales de la película, quizás para incidir en la idea de las distintas ópticas desde las que ver o interpretar su argumento.
El cuadrado Sator es una figura encontrada en varios hallazgos arqueológicos en ruinas romanas y aunque no hay unanimidad sobre su significado, me quedo con la que dice que podría ser la frase del latín “Sat Orare Poten Et Opera Rotas”. “Suficiente poder para orar y trabajar a diario”. ¿Qué aporta a Tenet? Pues no gran cosa, supongo, pero no deja de ser un juego más que Nolan pone a disposición del espectador porque aporta esa visión bidireccional o “pluridireccional” del tiempo y de los actos de los personajes.
Las escenas de acción son cojonudas, de acuerdo, nada que objetar, salvo que intentas disfrutarlas y no entender en que entropía actúa cada coche o personaje que aparece. El asalto al furgón de Tallin tiene una tensión muy medida y controlada, si bien, hay que ser un memo integral para conducir ese furgón y no mosquearte no ya con el primer camión que se te cruza, sino con el segundo y hasta con el tercero que te rodea. ¡Y nada, los tíos tan felices! Solo reaccionan cuando les golpean por detrás, en fin… un poco torpes como todos los malos en cualquier película de casi cualquier género.
Con todo lo dicho, cabría preguntarse de nuevo: ¿me ha gustado la película? Sí, claro que sí, aunque hubo un momento dado en el que seguí el consejo de la científica que nos explica el funcionamiento de la bala: «no trates de entenderlo». Así lo hice sobre todo en la escena final, el asalto simultáneo a la mina de Stalk-12, en la que confluyen comandos que operan en varios tiempos y entropías diferentes, un puto caos totalmente disfrutable, como esos edificios que se reconstruyen tras un disparo de bazoka o los muertos que se recuperan y resultan claves por las acciones que realizan antes de lo que acabamos de ver aunque cronológicamente ocurra después. ¿Verdad que esto no hay quien lo entienda si no ha visto la película? Bienvenido a Tenet. O bien: Tenet a odinevneiB.