Pues ya está, ya lo ha conseguido. Casi un año después Mariano Rajoy será investido presidente, y lo mejor de todo (para él) es que no ha tenido que mover un solo dedo. Me parece una metáfora interesante que la sesión de investidura que le ha votado como presidente se haya celebrado el mismo día que se cambia la hora. Hacia atrás.
Volvemos hacia atrás, como el reloj, «a las tres volverán a ser las dos». A finales de 2016 volveremos a estar como a finales de 2015, con el mismo presidente y un equipo de gobierno continuista. Al menos Mariano y los suyos, los grandes vencedores de la guerra de la paciencia. Estoy seguro de que Rajoy se ha pasado más de una tarde dormitando en los jardines de Moncloa junto a sus más cercanos explicando su filosofía con las manos entrelazadas sobre la panza: «yo podría coger ahora mismo esa manzana, pero sé que terminará cayendo madura».
En todo este tiempo, los socialistas han desenterrado su hacha cainita de guerra, ese que tanto les ha gustado usar desde siempre (ver portada de 1976), Rivera y los suyos se han movido a derecha e izquierda en busca de acuerdos que solo les han perjudicado y restado votos, y Podemos, Izquierda Unida y sus confluencias han seguido dirimiendo sin éxito cuál era la fórmula que mejor podía frenar su caída de votos. Mariano y su PP no han necesitado hacer nada, no han tenido que mover un solo dedo. O como explicó Rajoy hace un par de semanas en una frase que define el marianismo en estado puro: «lo mejor que puedo hacer es estar callado».
Si analizamos todo lo ocurrido en este último año, que ha sido mucho en ocasiones y una nada desesperante durante meses, me quedo con lo siguiente:
1. El inmovilismo ha triunfado.
El Partido Popular no se ha movido de su posición durante meses, se limitó a decir a los demás que tenían que apoyarle y no planteó ningún cambio: ni de actitud, ni de políticas, ni de caras. Y las había muy duras. Durante el mes de agosto, escuchando el debate frustrado de investidura de Mariano Rajoy, me sorprendía al escucharle reprochar al Partido Socialista y a su líder que no saliera de su NO, que se negara a la abstención y a darle el gobierno que ahora sí le van a poner en bandeja los suyos. Lo decía el mismo Rajoy que le dijo al Rey en enero que NO pensaba intentar la investidura, para a continuación decirnos a todos que NO pensaba dejar que otros lo lograran. ¿Que había que repetir elecciones? Ningún problema. ¿Que había medidas urgentes que adoptar? Ningún problema, podían esperar. Eso sí, mandando antes una carta a Juncker pidiéndole por favor que no hiciera ruido antes de las elecciones del 26-J.
Desgraciadamente los únicos movimientos visibles del candidato Rajoy han sido para proteger a los suyos, proponiendo al ministro Soria para el Banco Mundial, enviando a la cegata Ana Mato a Bruselas y a Wert con su novia a París, blindando a Rita Barberá en el Senado y mirando hacia otro lado en los distintos casos de corrupción que se juzgan actualmente, limitándose a decir «¡que no eran del PP!»
Los que se han movido, los que han intentado plantear algo diferente, han salido perdiendo. Pedro Sánchez planteó un primer gobierno claramente insuficiente, y hace menos de un mes, propuso uno que a mí particularmente me asustaba bastante, sobre todo por la peligrosa mezcla y por la incorporación de ese nacionalismo catalán actualmente desbocado.
Ciudadanos se presentó a las elecciones del 20-D como esa alternativa o ese partido bisagra que podía ocupar un hueco necesario en el centro, el hueco por el que los dos grandes no dejaron crecer a otras formaciones como UPyD. Buena parte de votantes desencantados del PP le dieron su apoyo (Rajoy perdió más de 3 millones de votos, por mucho que repitiera que era el candidato más votado) y Rivera utilizó el mismo para pactar con el PSOE. No se lo perdonaron. En las segundas elecciones estoy seguro de que esos votantes desencantados volvieron en buena parte al PP, y lo mismo ocurrió con la gente rebotada de izquierdas que le dio su apoyo en junio para luego ver con estupor que este se lo daba a Mariano y al PP. Creo que van a seguir perdiendo votos hasta caer en la irrelevancia parlamentaria.
Podemos ya ha fagocitado a Izquierda Unida y según la versión de Jiménez Losantos (que empiezo a creer), tiene muy claro que su objetivo no es gobernar sino cargarse al Partido Socialista y quedar como única alternativa posible. Ni siquiera el millón de votos perdido de diciembre a junio parece frenarles en ese objetivo y solo así se explican algunas gracietas y bromas particulares que parecen cruzarse Pablo Iglesias y Mariano Rajoy.
2. Nos da miedo someter una decisión a la opinión de la mayoría.
Y no solo eso, sino que a algunos no les importa contradecir la opinión de la mayoría. Lo vimos con el Brexit, cuando a la mañana siguiente algunos parlamentarios ya estaban planteándose cómo incumplir lo que los ciudadanos habían votado. O en Colombia, con el rechazo al acuerdo de paz, pese a lo cual Juan Manuel Santos ha dicho que seguirá en la misma línea. O los señores de Convergència hablando de elecciones plebiscitarias, pero ignorando que se quedaron por debajo del cincuenta por ciento de votos en favor de la independencia.
El PSOE ha ido más allá. Se ha cargado a su secretario general, elegido y reforzado democráticamente por los suyos, como hizo en el pasado con otros ganadores de primarias, como Borrell o el desastroso Tomás Gómez, y ha desdeñado la opinión de las bases cuando Pedro Sánchez les planteó la postura a adoptar tras las segundas elecciones. Había que acabar con él y lo han hecho a conciencia, y más tras anunciar que quería alcanzar un acuerdo para gobernar y pensaba someterlo de nuevo a la aprobación de las bases. ¿Pedir opinión a los votantes? ¿Dónde se ha visto semejante cosa? Se lo cargaron antes y además, Javier Fernández y su comisión gestora (o como se llame el órgano interno de gobierno, que me pierdo con tanta ejecutiva, comisión de garantías o comité federal) han tratado de imponer, de dictar, la abstención obligatoria a todos sus diputados. Incluso a los que, como Miquel Iceta, acababan de ganar las primarias del PSC con una postura muy clara y contraria al apoyo al PP.
Creo que la mayoría de votantes del partido no comparten esta postura. En absoluto. 300 días diciendo «No es No» a Rajoy y en un par de semanas le aúpan al poder. Les pasará factura, seguro.
¿Había alternativa?
Si no me gustaba una opción, ni la otra, ni terceras alternativas imposibles, habrá quien diga: «¿pues qué querías entonces?» La cabeza de Rajoy. Así de sencillo. Hasta unos tipos que me gustan tan poco como los de la CUP fueron más coherentes en un asunto similar. Dijeron que NO a Artur Mas y lo mantuvieron hasta el final, hasta aupar a un impresentable que terminará haciendo bueno a su predecesor. Perdieron esa coherencia cuando, tras haber dicho durante las semanas previas a las elecciones catalanas que no se podía iniciar el proceso de independencia sin la mayoría de votos, exigen ahora a sus socios de gobierno que lo culminen en menos de 18 meses. Pura coherencia, tanta como la de someter la votación a las bases, darse cuenta del riesgo de tal decisión e inventar ese inverosímil empate que nadie se creyó.
Rajoy se tenía que haber ido después del 20-D, y el PP tenía que haber gobernado porque así lo dijeron los resultados. Pero para mí estaba claro que se tenía que haber ido. En agosto el Congreso tuvo mayoría absoluta en dos ocasiones diciéndole que NO. Se tenía que haber largado, que a veces me da la impresión de que es lo que quiere.
Motivos para su marcha hay cientos. Por los apoyos que perdió, por la renovación necesaria, por los SMS a Bárcenas, por haber tenido el gobierno de Soria, Ana Mato, el manipulador Fernández Díaz, el desastroso Montoro (no se ha hablado lo suficiente de su «impuestazo» a las empresas en octubre), por liderar un partido imputado, por Gómez de la Serna y Rita, por… Parece que se va a premiar a Cospedal con un ministerio, manda huevos. Se la premia por habernos tratado como si fuéramos imbéciles.
Por la regeneración. Rajoy se tenía que haber ido y hubiera habido gobierno hace un año. No hubiéramos perdido todo este tiempo escuchando gilipolleces sobre una recuperación que no es tal y contemplando con asombro cómo se podía presumir de pereza y de no querer hacer nada: «es que un debate hay que prepararlo», «oiga, si no tomo ninguna decisión, ya estoy tomando una decisión». Con un par.
Este blog tiene poco más de dos años de vida y no ha conocido otro presidente de gobierno. Reviso lo escrito y veo que entre mis temas habituales han estado la corrupción, la inseguridad jurídica, la opacidad y nula transparencia, la falta de independencia de los jueces, el endeudamiento galopante, la manipulación mediática, el deterioro de los medios de comunicación, las puertas giratorias,… menudo listado. Los grandes éxitos del marianismo.
Tengo muchos amigos de derechas o centro-derecha, votantes del PP, y más de la mitad, muchos más, como el ochenta por ciento, dicen no aguantar a Rajoy. Apuestan por el partido, pero no por la continuidad de su líder. Era el momento de que se fuera y nos va a tocar aguantarle un tiempo más. ¿Cuatro años? No creo, anoche ya oí a algunos tertulianos diciendo que antes de junio de 2017 estamos votando de nuevo, que esto va a ser ingobernable.
Qué pereza. Mariano, me has contagiado tu espíritu.
Pues sí, afortunadamente se desvaneció el fantasma de aquel «gobierno de cambio»
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Es la única esperanza que me queda: que sean cuatro meses en lugar de cuatro años.
El artículo, bien, me gusta.
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Afortunadamente se ha impuesto la cordura y tendremos un gobierno tranquilo (eso espero)
Creo en Mariano Rajoy
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A mí mas que lo de un gobierno del cambio, me aterraba cada vez que desde las… izquierdas se hablaba de un «gobierno de progreso». Progreso. Estoy contigo Teresa, creo y confío en Mariano Rajoy.
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A mi me parece que le das demasiado valor a eso de que el PSOE se cargó a su líder democráticamente elegido (ojo, sólo por la militancia). Fue también la militancia la que en su días eligió a José Luis Calamidad Zapatero y mira lo que nos trajo. Que los partidos tienen que arreglar lo de la democracia interna y representatividad es un hecho, pero que el procedimiento que el PSOE tiene para hacerlo sea el mejor está visto (y demostrado en los casos ZO y Scnhz) que hay que hacérselo mirar. Salud, dinero y amor
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Zapatero no sólo nos dejó la economía hundida.Lo peor es que volvió con las dos Españas y eso ha sido lo más grave.Yo que soy mayor,no he conocido la guerra y pertenezco a esa generación del consenso en la que todos los españoles se perdonaron para avanzárY eso fue muy grande para que todos éstos chavales vengan a dar lecciones de qué.
Cantan unas canciones que ya cantábamos en la transición .!!Serán Antiguos!!!!!
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