El magnífico documental de la ESPN Hermanos y enemigos (1991) nos cuenta de modo muy emotivo la amistad entre dos de los mejores jugadores europeos de baloncesto de finales de los ochenta y principios de los noventa: el croata Drazen Petrovic y el serbio Vlade Divac. El documental cuenta Sigue leyendo
F.C. Barcelona
Historias de la Historia que los culés no quieren oír (Cap. 3), por Barney
La verdad es que no tenía ninguna intención de escribir una tercera parte de estas historias de la Historia, pero una reciente conversación con un culé recalcitrante, así como algunos comentarios leídos en Internet acerca de los títulos del Madrid, especialmente los antiguos, me han empujado a hacerlo. El problema es la madriditis, la eterna comparación culé, el complejo de inferioridad que han tenido siempre, incluso en este siglo en que su número de títulos ha estado por encima de los del Madrid. Y lo que roza ya la paranoia, que es de lo que quería hablar, es el desconocimiento (interesado) del pasado. 
Por desconocer, o lo que es peor, falsear, lo desconocen todo, como se vio en el reciente homenaje a Cruyff. Sigue leyendo
Historias de la Historia que los culés no quieren oír (Cap. 2), por Barney
El Madrid no era (afortunadamente) el equipo del Régimen
Cada vez que alguno de mis amigos culés intenta desprestigiar el palmarés del Madrid me suelta lo mismo: “¡el Madrid era el equipo de Franco!”, eso cuando no me sueltan: “¡la mitad de vuestro palmarés lo conseguisteis gracias al Régimen!”
Enfrascado en esas conversaciones a voz en grito, propias de El chiringuito de jugones o programas similares, intento que mis colegas del otro bando escuchen mis argumentos, pero resulta imposible. No quieren oír algunas de esas verdades que ocurrieron en el pasado y que les pueden desmontar su patraña, así que las dejaré por escrito y se las enviaré por e-mail por si quieren conocerlas.
El Madrid era un equipo que alcanzó sus primeros éxitos a principios de la década de los 30, con la obtención de dos Ligas, la segunda de ellas en la temporada 1932-33. Sin embargo, desde el golpe del 36 hasta la primera Liga obtenida por el Madrid en la temporada 1953-54 transcurrieron ¡18 años! En esos 18 años el Madrid obtuvo dos Copas, en 1946 y 1947. Para ser el equipo del Caudillo, como dicen algunos, lo cierto es que el apoyo no se sintió demasiado. Dos títulos en 18 años.
Por el contrario, el F.C. Barcelona, equipo fundado por el suizo Kans Kamper (convenientemente catalanizado como Joan Gamper), se encontraba inmerso en numerosos problemas a principios de esa misma década de los 30: el suicidio de su fundador (acuciado por la crisis del 29), los problemas económicos por el descenso del número de socios (de 12.000 a menos de 3.000) y sobre todo el fusilamiento de su presidente en 1936, el político de Esquerra Josep Suñol. El Régimen decidió tomar directamente las riendas del club hasta tal punto que el presidente del club era elegido directamente por las autoridades franquistas (así sucedió hasta 1953). Si tomamos como referencia esos mismos 18 años que comentaba en el anterior párrafo, el apoyo del Régimen tuvo consecuencias directas: el Barça logró 5 Ligas y 4 Copas del Generalísimo. Nueve títulos en esos mismos 18 años. La década de los 50, la más cerrada del franquismo, previa a la leve apertura iniciada en 1960, vivió la consecución de 5 Ligas del Barça. Fueron los mejores años de Ladislao Kubala.
El Régimen de Franco finalizó en noviembre de 1975, y si alguno de mis colegas culés tuviera interés en hacer ese recuento de triunfos de uno y otro equipo comprobaría que el Madrid logró 14 Ligas y 6 Copas durante la dictadura, tiempo durante el cual el Barça obtuvo 8 Ligas y 9 Copas. 20 títulos nacionales de los madridistas frente a 17 de los catalanes. O los 11 del Atlético de Madrid (7 Ligas y 4 Copas) y Athletic de Bilbao (2 Ligas y 9 Copas). Parece que la dictadura de Franco fue mucho más ecuánime a la hora de repartir títulos que la actual dictadura de la pasta.
Si de verdad hubo un factor desequilibrante fue el fichaje de Alfredo Di Stéfano en 1953. En sus once años en el club blanco, el Madrid ganó 8 Ligas y 5 Copas de Europa, y dio comienzo a la etapa del que ha sido elegido por la Federación Internacional de Estadística como “el mejor club del siglo XX”.
Afortunadamente el fútbol pertenece a los jugadores y no a los dirigentes. Los grandes logros del club se deben a la “dictadura” de Di Stéfano con el balón (y de Puskas, Gento, Rial, Kopa y muchos otros) y no al infame Régimen de Franco. Otra cosa distinta fue lo que ocurrió en los años posteriores, el aprovechamiento que hizo el Régimen de los éxitos internacionales del Madrid. En un país aislado del resto de Europa, el Real Madrid se convirtió en el mejor embajador del país y en el representante más válido (palabras del Ministro franquista Alfredo Sánchez Bella) “para afirmar nuestra popularidad fuera de las fronteras”.
Trasladando al presente ese afán de desprestigio culé y llevándolo al bando del eterno rival, sería como decir que los logros del Barça se deben al Villarato y no a la “dictadura” de Leo Messi.
La minusvaloración de los logros pasados del Madrid es algo reciente, muy de esta época encendida y repleta de bocachanclas advenedizos. Yo creo que la mayoría de aficionados barcelonistas ignora que las relaciones de su club con el Caudillo fueron cordiales y fluidas prácticamente hasta el final de la dictadura. El Fútbol Club Barcelona otorgó al Generalísimo la Medalla de Oro del club no una, sino dos veces. Hace apenas una semana lo comentaba con un culé recalcitrante, el cual me dijo desconocer este hecho. Lo curioso es que estas condecoraciones se entregaron en 1971 y 1974, es decir, años y años después de esa época de supuesta represión franquista.
La primera de ellas la motivó un hecho que no hace suponer una represión al club catalán, sino todo lo contrario: la concesión de dos subvenciones a fondo perdido por parte de la Delegación Nacional de Deportes para la construcción del Palau Blaugrana (21 millones de pesetas) y el Palacio de Hielo (22 millones). La segunda, en 1974, por los 75 años del club y como conmemoración de la inauguración de ambos complejos deportivos. El diario La Vanguardia recogía el acto de entrega con estas palabras:
“En el curso de la audiencia, el presidente del Barcelona agradeció todas las ayudas que ha recibido de la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes…”
Sé que la prensa no era libre en aquellos años y que años después, en 2003, Joan Laporta intentó retirar esa condecoración alegando entre otros motivos que fue “por imposición y por obligación”, pero lo que parece incuestionable es el dinero y el apoyo financiero del Régimen al club catalán.
No fueron estas ayudas las únicas que recibió el club por parte del Régimen que según el victimismo azulgrana les oprimía y perseguía con ahínco. A mediados de los cincuenta, en la época dorada de Kubala, el Barça construyó un nuevo estadio que sustituyera al ubicado en los terrenos de Les Corts. El coste de la construcción del Camp Nou se disparó de los 67 millones inicialmente presupuestados a unos 288, y la deuda que generó puso en peligro la viabilidad del club.
El Ayuntamiento de Barcelona ya había echado un cable modificando la calificación de los terrenos del nuevo estadio, pero el club solicitó que se modificara igualmente la consideración de los terrenos de Les Corts para que se revalorizaran y poder hacer frente a la enorme deuda que tenía el club. El Ayuntamiento se negó en repetidas ocasiones, el caso se judicializó y el pleito se enquistó. La junta directiva del club recurrió a sus contactos franquistas para desatascar una situación que estaba durando ya varios años. Según parece el interlocutor fue Torcuato Fernández Miranda, entonces Director General de Promoción Social y posteriormente Secretario General del Movimiento. El BOE del 23 de septiembre de 1965 recoge la modificación pretendida por el “oprimido” Barça con la firma del propio Francisco Franco. Apenas unas semanas después, Don Torcuato Fernández Miranda era elegido socio de honor del club. Aquella plusvalía por los terrenos de Les Corts pudo salvar de la quiebra al club, de un modo similar a la (criticadísima) recalificación de los terrenos de la Ciudad Deportiva y su venta para sanear la situación financiera del Real Madrid.
Los fichajes de Di Stéfano y Kubala
El fichaje que cambió la historia del fútbol no lo decidió Franco, sino el vil metal y la FIFA. Ya se ha escrito mucho del fichaje de Di Stéfano y no voy a aportar nada nuevo.
El Barça había llegado a un acuerdo con el River Plate para su fichaje en agosto de 1953, equipo que tenía sus derechos a partir del 15 de octubre de 1954, pero el jugador estaba enrolado hasta esa fecha en las filas del Millonarios de Bogotá debido a la huelga de futbolistas en Argentina. El Madrid había llegado a un acuerdo con este club un mes antes, en julio.
Aun así, Don Alfredo llegó a Barcelona en 1953, pero la FIFA indicó al Barça que no podía contar con el jugador hasta finales del 54, puesto que legalmente sus derechos pertenecían a Millonarios hasta entonces. El club azulgrana pudo arreglar la situación, pero se negó a pagar al equipo colombiano la cantidad que le reclamaba para anticipar su fichaje.
La Federación Española (apoyada en su decisión por la FIFA) adoptó una solución salomónica: Di Stéfano jugaría dos años en el Madrid y otros dos en el Barça, alternándose cada temporada (no puedo imaginarme esto a día de hoy, con Neymar o Ronaldo, por ejemplo). Esta solución no agradó a nadie y en octubre de 1953, tras un flojo inicio de temporada del argentino, el presidente del F.C. Barcelona (y supongo que no por imposición, ni obligación), José Vidal-Ribas, comunicaba la renuncia del club a sus derechos sobre el jugador. En su primer partido entre ambos equipos el Madrid ganaba 5-0 al Barça con dos goles (sí, que tiempos) de Alfredo Di Stéfano.
Otro caso bien distinto fue la llegada de Ladislao Kubala al Barcelona, fichaje que sí contó con el apoyo del régimen franquista, que vio en este exiliado húngaro una oportunidad de realizar propaganda anticomunista. No es una opinión mía, sino del periodista Alfredo Relaño, quien lo explica en su libro Nacidos para incordiarse (2012).
Y más, mucho más
Hoy ha muerto Cruyff, un grande como jugador y como entrenador. Descanse en paz. Armó un buen equipo en sus ocho años como entrenador, pero no fue ni de lejos un dream team, como ya comenté en una entrada anterior. Solo el interés desmesurado de la prensa pro-culé elevó a una categoría inmerecida a este buen equipo que en aquella época consiguió mucho menos que el Milán a nivel internacional, y que el Madrid en los campeonatos nacionales.
Podría seguir contando historias de la Historia que con el tiempo se han ido pervirtiendo, como las sorprendentes que convirtieron a un equipo que en sus primeros años no admitía jugadores catalanes en un representante del catalanismo, un club que adopta sus colores del Basilea F.C., ciudad de origen de su fundador, o cuya política de extranjeros originó que naciera la Sociedad Española de Football (hoy Real Club Deportivo Espanyol) para dejar claro qué equipo representaba a «los de aquí», pero ya está bien por hoy, aquí lo dejo.
Para el fútbol cuenta el presente, o así debería ser, y hoy en día el Barça nos sigue mojando la oreja. Es la época de Messi, Iniesta, el Mordiscos y los “valors” de los que presumen y carecen. Solo espero que este ciclo acabe pronto, y que mientras tanto, los culés disfruten lo que tienen y dejen de tocar las narices con el pasado.
Historias de la Historia que los culés no quieren oír (Cap. 1), por Barney
Hay que reconocerlo: estos últimos años el Barça ha sido el mejor equipo en España y uno de los mejores del mundo. Es el que más títulos ha ganado de largo. Con Messi al frente no necesita 16 penaltis a favor y 1 en contra, lo que ha hecho que algunos planteen cambiar su escudo por el que encabeza esta entrada. Lo cual no quiere decir que sea ni de lejos el mejor de la historia, por mucho que al calor de los recientes triunfos haya crecido su número de seguidores y la euforia les haga autoproclamarse los mejores de todos los tiempos y chorradas por el estilo. Sigue leyendo
Annus horribilis, annus magnificus, por Barney
Annus horribilis este 2015 para el fútbol.
Annus magnificus este 2015 para el basket.
Creo que si por algo recordaré este año 2015 es porque fue el año en el que definitivamente me pasé del cada vez más innoble deporte del «balompié» al entretenidísimo basket. Sigue leyendo
Ni valors, ni valores, por Barney
Bartomeu hablaba recientemente de «los valores que hacen que seamos más que un club«. Florentino Pérez no se quedaba corto y decía que “en el palco del Bernabéu transmitimos valores”. A mí me dejan un tanto perplejo, y como estoy un poco hasta las pelotas de tanta tontería, me surge la duda: ¿hablamos de equipos de fútbol o de una ONG? Sigue leyendo
¡Enhorabuena, culés!, por Barney

Enhorabuena, culés, ya tenéis las mismas Copas de Europa que el Real Madrid en 1960.
Anoche estuve en el cine, que estaba vacío, por cierto. No entiendo muy bien por qué. Así que voy a hablar poco de un partido que no vi, pero sí mucho de por qué doy la enhorabuena a mis eternos enemigos del Barça. Ellos siempre se acuerdan de nosotros, en sus derrotas, y lo que es más triste, también en sus victorias.
Enhorabuena por tener una Copa de Europa más que sumar a esa serie iniciada en 1992, la edición más floja de toda la historia del torneo.
Voy a intentar no ser demasiado forofo, y Sigue leyendo
Fair play financiero, ¿quién se lo cree?, por Barney
Ya tenemos aquí las semifinales de Champions: Bayern de Munich-F.C. Barcelona, y Real Madrid-Juventus.
El Madrid está en semifinales por quinto año consecutivo, el Barça juega por octava vez en los últimos diez años y el Bayern de Munich se clasifica por quinta vez en los últimos seis años. La presencia de estos tres equipos en las semifinales de las últimas temporadas se ha convertido por tanto en una constante en la que se cuelan ocasionales aspirantes como el Atlético de Madrid, el Chelsea, el Borussia Dortmund y el Manchester United. El cuarto semifinalista, la Juventus, pese a ser uno de los grandes de Europa, llevaba más de una década sin pisar esta fase de la Liga de Campeones.
La UEFA tiene montado un sistema y una competición en la que parece que le interesa que sea de este modo, con menos aspirantes reales, porque aumentan las rivalidades, más “partidos del siglo” y clásicos, nuevas revanchas,… Y si no basta con la competición deportiva propiamente dicha, se la inventan individual (Cristiano vs Messi, Guardiola vs Mourinho, balones de Oro, premios Puskas y chorradas similares), o hasta de marcas (Nike vs Adidas).
Es un negocio. Un gran negocio de proporciones desconocidas. Opaco, marrullero y corrupto. Un negocio blindado al que Blatter y sus secuaces intentan proteger a toda costa. Con normas ilegales, como aquella que impide acudir a la justicia ordinaria para defenderse. O aquella otra que impedía la libre circulación de trabajadores dentro de la Unión Europea (destrozada por la “Ley Bosman”).
Por eso me hace tanta gracia cuando oigo a los dirigentes de la UEFA hablar del fair play financiero. Tienen la indecencia de vendernos la idea de que se establecen unas reglas comunes de financiación para evitar que el poderío económico prime sobre el deportivo. Claro, claro, y yo voy y me lo trago. Por eso es sólo una casualidad que Bayern, Barça y Real Madrid tengan un puesto casi permanente en las semifinales.
Afortunadamente esto es un juego y como tal, mantiene un componente real de competencia deportiva, o de suerte, y por eso a veces nos encontramos sorpresas como las del Atleti o el Borussia compitiendo dignamente contra los todopoderosos y millonarios clubes mencionados. Y por el contrario, tenemos casos de equipos millonarios que dilapidan su fortuna en fichajes erróneos como el Chelsea, el PSG o el Manchester, cuyos puestos en el “ranking financiero” no se corresponden con sus prestaciones deportivas reales. Soy consciente de que en la última década Chelsea y Manchester han logrado las mismas Champions que Madrid y Bayern, pero sus presencias en las últimas rondas han sido más ocasionales que las de los tres que considero un peldaño por encima del resto.
El problema es que esta tendencia de los grandes a acaparar posiblemente aumentará en próximas temporadas, como en las ligas nacionales, que están muertas ahora mismo. Se las han cargado. Al año siguiente de sus magníficas temporadas, los grandes de Europa en pasta desmantelan a esos equipos que intentan entrar al reducido grupo de privilegiados, como le pasó al Borussia, cuyos dos mejores jugadores, Lewandoski y Gotze, acabaron en el Bayern (y Reus seguro que se va pronto), o el Atleti, que perdió a Diego Costa, Courtois y Filipe Luis (y seguro que pierde a Arda y Koke en breve). Ya hablé hace unos meses de la poca alegría que sentí al ganar la Supercopa de Europa al Sevilla cuando solo en el banquillo teníamos varias veces el presupuesto del Sevilla en el terreno de juego. En ese mismo post elogié los méritos del Atleti del Cholo por ser capaz de ganar la liga española y bordear la Champions con tan pocos mimbres.
Como los seguidores habituales de este blog saben de mi forofismo madridista, y con el deseo de evitar críticas, he elegido precisamente las cuentas de mi equipo para explicar algunas curiosidades de este negocio del fútbol. Este inmenso negocio en el que no existe el fair play financiero que predica la UEFA. En estas cuentas se puede observar la máquina de ganar dinero que es el Real Madrid, independientemente de los títulos.
Me he permitido situar los importantes, Ligas y Champions, porque las Copas, Supercopas y Mundialitos, entran en otras categorías. En estos 15 años el Madrid ha pasado de unos ingresos de 118 millones de euros a 663, ¡ojo!, 663 millones de euros. Incluso esos años en que el Madrid no se comió un colín, los tres y pico de la anterior etapa de Florentino, el equipo seguía aumentando sus ingresos. Ganó lo económico sobre lo deportivo, los jugadores «mediáticos» sobre las necesidades del equipo (Beckham, cuando ya tenías a Figo, por ejemplo). Entre los grandes éxitos de Flo está haber echado con malas formas a Vicente del Bosque para traer a un entrenador que el Presidente definió como «moderno», porque, todo hay que decirlo, tenía mejor presencia que Don Pantuflo y hablaba un correctísimo inglés. Así estuvimos, comiéndonos los mocos durante varios años y viendo al Presi presumir de ser el equipo más rico del mundo.
Pero sigamos con algunos detalles de las Cuentas del Madrid, como el desglose de sus ingresos, o la evolución del resultado bruto de explotación:
La parte superior del cuadro recoge el desglose de ingresos, en el que se ve que se ha pasado de ingresar cero euros por partidos amistosos y compromisos internacionales a un 13% de los ingresos, unos 70 millones de euros al año. Así no es de extrañar ver al equipo jugando trofeos absurdos en países con regímenes no democráticos solo para ingresar más pasta. Da igual el equipo, el físico de los jugadores, da igual que para ellos estos viajes sean una ruina, no importa que en abril nos lamentemos de esos torneos absurdos en China o Catar.
Para mí otro detalle importante es la reducción del peso de los socios y abonados, que cada vez importan menos a la Junta Directiva. Y en cuanto al resultado de explotación, hay una explicación curiosa en las cuentas al descenso en los últimos tres ejercicios: las primas a los futbolistas por los títulos. Es decir, que ganar títulos es más gravoso para la cuenta de resultados que perderlos en las últimas rondas. Curioso. A lo mejor por eso Florentino no se pone nervioso nunca, porque pase lo que pase, él siempre gana.
Que el Real Madrid sea una mina de hacer dinero no es algo criticable, no quiero referirme en este post a eso. He analizado las cuentas del Barça y tienen una evolución similar. Son las consecuencias simplemente de la explotación de unas marcas reconocidas mundialmente y a las que se intenta sacar el mayor partido. Mi crítica viene por el lado de la competición. El Madrid y el Barça son antagónicos en todo menos en el reparto de la pasta del negocio. Y aquí coinciden en dos puntos:
– Uno, cuanto más blinden el sistema para avanzar en la competición (no olvidemos que el sistema de grupos en la Champions se inventó después de un par de años en que algunos grandes de Europa cayeron en el mes de noviembre), cuanto mayor sea el reparto económico por llegar a las últimas rondas, mayor será el desequilibrio con el resto de equipos.
– Y dos, el reparto del dinero de las televisiones. Que el Madrid y el Barça se hayan repartido más del cincuenta por ciento de los derechos televisivos en los últimos años atenta contra la competición. Los clubes acaban de firmar un manifiesto por un reparto equitativo, pero no me creo que lo consigan. Y si firman algo en esa línea, llegarán los amigos de Josean de la CNMC para invalidar el acuerdo, porque unas empresas privadas no pueden repartirse un mercado libre como es el de los derechos televisivos. Evidentemente, las cadenas no van a pagar lo mismo al Madrid o al Barça que, con todos los respetos, al Granada o al Getafe. Y continuaremos agrandando la brecha hasta convertir la Liga en el tostón que es actualmente.
Todo esto jamás ocurriría en Estados Unidos, donde de verdad saben de espectáculo y de mantener la igualdad en la competición. Miremos la NBA, por ejemplo. Una norma como el draft nos parece impensable en España. Imaginemos a ese chaval de Hospitalet de Llobregat que desea desde su nacimiento triunfar en el Barça y le dicen tras el sorteo que se tiene que ir al Almería. O a ese chico de Móstoles que nació con un escudo del Madrid en el pecho y que se tiene que ir al Athletic de Bilbao. Imposible, no ocurrirá jamás. Pero por lo menos alguien tenía que evitar ese robo de jugadores desde las propias canteras. Próximamente le dedicaré una entrada a esas fábricas de jugadores… y de promesas incumplidas.
Pero hay otros modos de controlar la igualdad en la competición y la NBA mantiene otras normas como el tope salarial de las plantillas, por ejemplo, o el veto a determinados traspasos, como ocurrió con nuestro Pau Gasol. De haber existido esta norma en Europa, tenían que haber prohibido que Lewandoski y Gotze fueran al Bayern, por ejemplo, o que el Barça se llevara medio Sevilla (Alves, Keita, Adriano, Rakitic), o que el Madrid fichara a lo mejor de la segunda fila de equipos (Ramos, Isco, Illarra, Modric, James, Bale). Hago un paréntesis para hablar de Illarra. Es tal el apego de Florentino Pérez al negocio que voy a empezar a creer en las teorías de algunos que dicen que los 40 millones de euros de su fichaje se deben al interés de adjudicarse para ACS la remodelación de Anoeta.
Claro que de aprobar ciertas normas, el negocio sería menor. Y eso no interesa a los presidentes de los grandes equipos ni a los mandamases de la UEFA.
Un último cuadro extraído de las Cuentas del Real Madrid: 
La sección de fútbol gana 73 millones de euros al año, la de baloncesto palma 18. Y sin embargo se mantiene entre los mejores de Europa. Con el dinero del fútbol, claro. Las fichas de los jugadores triplican los ingresos de la sección.
La sección de baloncesto del Barça pierde más todavía, 24 millones de euros al año. Pero ahí sigue, pagando salarios de futbolista a jugadores que no lo están generando. Puro fair play financiero. O alguien lo frena o se van a cargar el baloncesto también. Nuestro eterno rival es mes que un club, concretamente tiene algo de ONG que se permite tirar 6,7 millones en el balonmano, 2,7 millones en el hockey, o ¡5,2 millones en el fútbol sala! Luego celebran los títulos como si tuvieran méritos más allá del exterminio de la competición.
Lo cierto es que yo soy del Madrid y que mi «hooliganismo» hace que me comporte exactamente igual. Pero en el fondo, muy en el fondo, me gustaría que las cosas fueran de otra manera, aunque no sé si estaría preparado para luchar cada diez años por la permanencia o celebrar como un éxito alcanzar la Europa League.
Ahora, a tomar Turín, y luego, como Leonard Cohen, «We’ll take Berlín!»











