Cervezas que me he pimplado por ahí, por Lester

«El verano pasado comentaba con mi mujer lo barato que es estar a gusto, en un estado muy parecido a la felicidad. Fueron exactamente 2,50 euros. El precio de dos cañas en un chiringuito al borde del mar».

Cervezas1Así terminaba la entrada En busca de la tranquilidad y me refería al estado de Sigue leyendo

Atípico Día de la Madre (2ª parte)

Marco

TRAVIS Cara Travis

En aquella entrada dedicada hace un año a mi madre titulada Todo sobre mi madre, hablé de esas películas clásicas que le gustaban, algunas de las cuales podía ver mil veces como Siete novias para siete hermanos o Sonrisas y lágrimas, curiosamente dos películas en las que los numerosos hermanos, los salvajes Pontipee y los repelentes von Trapp, parecen anhelar y buscar una madre que supla ese hueco en sus vidas. Sigue leyendo

Cosas que hacen que la vida valga la pena, por Lester

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En contraposición a esa reciente lista de «Cosas que odio», me veo en la obligación de escribir sobre todas aquellas otras que hacen que la vida merezca la pena (el comentario del Economista Salvaje me empuja a ello), por simples que estas puedan parecer.

Para cosas simples, aquella que mencionaba Ramón Gómez de la Serna en una de sus célebres Greguerías:

No hay que suicidarse porque merece la pena vivir

aunque no sea más que para ver revolotear las moscas contra el cristal de las ventanas.

Bueno, cada uno tiene sus motivos. Por mi parte tenía en mente esta idea Sigue leyendo

Cosas que odio, por Lester

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Debe ser por la edad (madura, que no avanzada), pero el caso es que cada día hay más cosas que odio, situaciones que me cabrean, personas que me dan cien patadas. Como al Holden Caulfield de El guardián entre el centeno, libro que releeré en breve por tercera vez.

Odio a la gente cuyo tono de voz es el grito permanente, Sigue leyendo

Una insólita (y moralista) teoría de la «fellatio», por Lester

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Uno no es capaz de imaginarse al Presidente o al Director General de su compañía (¿o sí?) hablando con el Director de Estrategia de Sudamérica mientras una becaria le realiza un trabajito oral-genital bajo la mesa, y sin embargo esta situación, que da mucho juego en las banales conversaciones de cafés mañaneros, sabemos que ocurrió ni más ni menos que con uno de los tipos más importantes del planeta, el Presidente Bill Clinton, en el Despacho Oval de la Casa Blanca (rebautizado durante unos años como Despacho Oral). Al otro lado del teléfono creo que estaba el general al mando de la OTAN en la guerra de los Balcanes, y bajo la mesa, ¿hace falta decirlo?, la joven becaria de apellido polaco que logró que durante años fuera imposible tener una becaria en una oficina sin que a los tíos de la misma se les escapara una sonrisita.

Sé que no es para hacer bromas, pero ¿alguien sabe si en aquel o aquellos días los americanos soltaron más bombas sobre las zonas serbias o bosnias en conflicto? ¿La euforia del Presidente Clinton provocó alguna invasión en algún lugar del mundo? Lo mismo vale para Dominique Strauss-Kahn y sus decisiones en el FMI respecto a rescates financieros o aprobación de condiciones leoninas para países empobrecidos. ¿De qué modo influían en sus decisiones las orgías que se montaba con prostitutas?

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El humillante (y televisado) proceso abierto a Bill Clinton se centró en el vestido de la Lewinsky, si reconocía o no los hechos y si había mentido o no, pero a mí me surgieron dudas del calibre de las que he dejado caer en el párrafo anterior:  ¿qué decisiones tomó el Presidente antes, durante o justo después de la fellatio? ¿Qué coño pasaba por su cabeza?

A lo largo de esta entrada y pese al tema tratado, intentaré no ser soez ni caer en el mal gusto, pero reconozco que en algún punto me va a costar. Por eso utilizo el latín fellatio, en lugar de felación, francés, comida de pxxxx, afilar el sable, o la vulgar «mamada». Suena mucho más culto, fino y elegante coitus interruptus que marcha atrás, o cunnilingus que como coño se diga (obsérvese el fino guiño quevediano en el remarcado). Dedicado a los que dijeron que el latín era una lengua muerta.

Algo debe tener esta variedad de sexo que hace que algunos hombres manden todo al carajo por probarlo en sus carnes, y nunca mejor dicho. Desde luego ese «algo» está relacionado con lo prohibido o lo inédito, y me viene a la mente el incidente de Hugh Grant con la prostituta Divine Brown (un marrón divino) en una callejuela de Los Ángeles.

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Para el que no recuerde los detalles, se los refresco. Hugh Grant estaba en lo mejor de su carrera profesional: 34 años, varias películas exitosas, y felizmente casado con la espectacular Liz Hurley, la típica modelo escultural, guapa y fría como un anuncio de crema hidratante. Pues un buen día nos despertamos con la noticia de que había sido detenido por la brigada antivicio (¿existe en España?) acusado de un delito de conducta impúdica. La escena debía ser sórdida a más no poder: en el coche, en un callejón apartado, con una prostituta no de alto standing, sino todo lo contrario (unos 50 dólares por esos labios succionadores), y en plena faena les pilla la Policía. Las fotos de Hugh Grant y de Divine dieron la vuelta al mundo, y la mayoría nos preguntamos, teniendo a una mujer tan espectacular como Liz Hurley a su lado, ¿qué necesidad tenía? ¿Qué coño pasaba por la cabeza de Hugh Grant?

Quizás la clave la encuentre en el chiste que contó un compañero en una reciente comida de trabajo. Era un restaurante finolis, caro hasta la náusea, y alguno de los comensales hizo la típica broma sobre pedir lo más caro, «como paga la empresa».

  • Langosta Thermidor. ¿Sabéis en qué se parecen una langosta Thermidor y una buena mamada?

Aturdidos aún por la inopinada pregunta en un ambiente tan selecto, el compañero contestó:

  • Que no hay manera de que te la hagan en casa, jo jo jo…

Suele ocurrir que en estos sitios tan caros uno encuentra los comportamientos menos exquisitos, y eso intenta simbolizar la risotada posterior, pero a lo que voy, lo que me parece relevante, es el concepto. Tu mujer, la madre de tus hijos, no practica la fellatio, ¡ni falta que te hace!, pero algunos tíos sienten esa necesidad de experimentar ese «algo» prohibido, tradicionalmente asociado a un cierto grado de perversión.fellatio9

El amiguete Josean me remitió al libro Super Freakonomics, de Stephen J. Dubner y Steven Levitt, que contaba una curiosa historia económica sobre el tema en cuestión. Todos los bienes y servicios que imaginemos son hoy en día mucho más caros que hace cien años. Por inflación, por desarrollo económico, por lo que sea. Excepto una cosa: el sexo oral. A principios del siglo XX, el sexo oral tenía un componente perverso, pues la sociedad seguía teniendo el concepto del sexo con fines reproductivos, y esta variedad convertía el mismo en una mera actividad de ocio y diversión. Había un solo prostíbulo en la ciudad de Chicago que ofrecía este servicio, una variedad llamada «francés», por el origen de las prostitutas que lo ejercían. De ahí surge uno de los nombres con los que ha pasado a la posteridad. Era un servicio especial, de lujo, porque no lo hacía cualquiera, y al precio de la época podía equivaler a un salario medio mensual. Cien años después, quién iba a sospechar que este servicio estaría en lo más bajo de la escala del negocio del sexo.

Respecto a esta variedad de sexo teóricamente desligada de la reproducción, no puedo dejar de mencionar que una fellatio le supuso al tenista Boris Becker tener una niña y verse obligado a soltar 5 millones de dólares para no llegar a juicio. La modelo rusa con la que se lió una noche loca en Londres, guardó el semen del alemán, lo congeló y logró que se lo inseminaran. La niña, que ya da sus primeros pinitos en la pasarela, es todo un ejemplo del mundo globalizado en el que vivimos, pues es producto del francés que una rusa le hizo a un alemán en una noche loca en Inglaterra».

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Buena parte de los tíos sigue teniendo la curiosidad de experimentarlo y las expresiones «me la chupa» o «me la va a mamar» se han incorporado a nuestro lenguaje cotidiano con una triste cotidianeidad. Creo que el cine porno y la publicidad han hecho mucho por crear esa aureola en torno al francés. La ciudad de Madrid se encuentra estos días poblada de carteles como el de Coca-cola que figura al inicio de este post, asociando labios sensuales y objetos de forma fálica, clichés reiterativos en el mundo de la publicidad. El blog Micromachismos de eldiario.es publicaba un artículo hace un par de semanas titulado ¿Hacerle una mamada a un bocadillo?, en el que incluían un vídeo que forma parte de la campaña de protesta #WomenNotObjects, «somos mujeres, no objetos». Yo, particularmente, llevo años siguiendo las campañas de Magnum, porque no dejan de sorprenderme por su contenido sexual explícito, y por los orgasmos femeninos al comerse un helado, hasta el punto de que propongo abiertamente a Frigo que cambie el nombre de los helados por Mangum o Miembrum.

fellatio7 Sobre el cine del género, el amiguete Travis me facilitó un montón de referencias, pero la que mide de verdad la importancia del sexo oral para algunos tíos (recordad El gen imbécil) es saber que Garganta profunda (Deep Throat, Gerard Damiano, 1972) es considerada la película más rentable de la historia, pues tuvo un coste de unos 45.000 dólares y una recaudación mundial estimada en 60 millones. Yo no he tenido la suerte o la desgracia de verla, ni el interés, pero sí he escuchado el interesantísimo podcast de La linterna mágica, de Radio Nacional de España. Aquí lo dejo para el que quiera escucharlo.

La gracia de la película está en que la protagonista no disfruta con las relaciones sexuales, hasta que un médico le descubre que tiene el clítoris en la garganta o en la campanilla, con lo cual, podéis imaginar, cambia de modo radical su concepción y disfrute del sexo. Los pocos diálogos que he oído son hilarantes, por malos, y la peli debe ser un tostón, pero sin embargo, por alguna extraña razón, se convirtió en un film de culto.

Algunos de los que convierten bazofias literarias o cinematográficas en obras de culto se autojustifican diciendo en plan erudito: «es que yo soy un reconocido erotómano«. Vamos a ver, ¡eres un salido con cultura! Llámalo como quieras, pero te gustan más dos tetas y un buen culo que cualquier obra maestra del cine o la literatura. Vicente Aranda, Bigas Luna, Gonzalo Suárez, Berlanga,… hay una notable tradición de «erotómanos» en nuestro país. Me hace gracia cuando ves a esas actrices explicar sus papeles con estos directores en plan trascendental, «me he tenido que desnudar emocionalmente para el papel». ¡Ni emocional ni nada, chica, en pelota picada tres cuartas partes de la película!

Para mí, no entra en esa categoría Pedro Almodóvar, un director por el que una sociedad tan puritana como la norteamericana siente verdadera pasión, un tipo que en sus comienzos alcanzó cierta popularidad con una de las peores canciones de la historia, a dúo con Fabio McNamara, titulada Suck it to me!, ¡chúpamela! Que arte, qué elegancia, qué fijación la de algunos por la fellatio.

Y lo sorprendente es el enorme mercado que hay a su alrededor. Te pones a buscar una película en streaming y te aparecen cientos de páginas con imágenes totalmente explícitas de sexo oral. ¿Qué le hace suponer a los gestores de estas páginas que en lugar de una comedia o una película infantil quiero ver una de Nacho Vidal o El retorno de Garganta profunda? Si todavía el título fuera confuso, tipo Más adentro o Mujeres al borde de un ataque de miembros podría entenderlo. Llegados a este punto, no puedo dejar de contar la gracia que me hizo cuando mi hija tenía 3 ó 4 años, y con su lengua de trapo me dijo: «Quiero ver Alicia en el país de las mamadillas«. Le dije a mi mujer que a lo mejor esa vez no nos dormíamos con la peli de la niña.

Y ahora viene la absurda teoría: ¿a qué se puede deber esta fijación de buena parte del género masculino? ¿Qué es lo que hace que tipos como Clinton, Strauss-Kahn, Boris Becker o Hugh Grant pongan en juego su posición por un placer efímero? ¿Cuándo arranca este deseo? Pues desde Adán y Eva, sin duda. El Fruto Prohibido no era la manzana, sino el plátano de Adán. Lo que ocurre es que los manuscritos en los que apareció el Antiguo Testamento estaban en pésimas condiciones, y en hebreo se borra un palito y la palabra cambia por completo.

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Según nos cuenta el Génesis, Dios creó a Eva a partir de una costilla de Adán, y le debió sobrar un trozo de barro que le dejó a modo de colgajo entre las piernas, como si fuera un USB para enchufarse con su hembra, para transmitirse entre ambos toda la información genética y perpetuar la especie. Pues nada, ahí está Adán en el Paraíso terrenal, y le casca a Eva:

  • Eva, guapa, mira esta serpiente que tengo entre mis manos, ¿qué te parece si me haces un trabajito?

Recordemos que en inglés uno de los apelativos para el aparato masculino es one-eyed snake. Sumamente ilustrativo. Y Eva ahí, mirando alucinada a la serpiente, indecisa, y pensando que podía profundizar en el conocimiento humano. Y finalmente, cedió a la tentación.

Lo peor es que ya se sabe cómo las gastaba Dios en el Antiguo Testamento: a Moisés le tuvo cuarenta años danzando por el desierto, para luego dejarle fuera de la Tierra Prometida, «¡pero tus colegas pueden pasar!» A los egipcios que tenían esclavizados a los judíos les mandó una plaga de langostas, convirtió el agua del río en sangre, se llevó por delante a todos los primogénitos, ¡les dejó sin wi-fi! A Job le dejó sin mujer e hijos, le llenó de sarna y en la ruina, solo para probar su resistencia, como por deporte. Lo mismo que a Isaac, al que le pidió que le ofreciera en sacrificio a su hijo, pero iba de coña, porque este Yahvé era un cachondo, «ja, ja, ja, era broma, ¡Ya Vés!». El Diluvio Universal, la destrucción de Sodoma y Gomorra, y así durante cientos de páginas, que a veces uno se pregunta cómo millones de fieles querían seguir a ese Dios vengativo y nada piadoso.

Así que Dios, cuando se enteró de lo que había hecho Adán (le bastó con ver una sonrisa especial en su cara) le castigó duramente y para el resto de los días de todos los descendientes de su especie: desde entonces, al hombre no le llega el riego sanguíneo al cerebro mientras le están haciendo una mamada.

 

 

 

 

Don’t worry & Keep calm, by Lester

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Por una vez, y sin que sirva de precedente, me voy a permitir usar términos en inglés, a ver si así tengo más alcance, como todo el que se inventa un término, le añade la terminación ing y consigue ponerlo de moda, como los artistas del crowdfunding, jogging, puenting, outsourcing o cyberbullying. Mi «palabro» anglófono sería Dontworryandkeepcalming, que combina el archifamoso Don’t worry, be happy, de Bobby McFerrin (canción simplona y pegadiza donde las haya) con el repetidísimo Keep calm & carry on, tan de moda en los últimos años (siendo un lema surgido en la II Guerra Mundial que encierra una curiosa historia). Hoy en día es un eslogan utilizado con variaciones de todo tipo para vender cualquier producto en tiendas de souvenirs.

Dont1Anyway, ¿qué quiere expresar el Dontworryandkeepcalming? Que no te preocupes tanto por las cosas, que el mundo no se acaba porque te hayan cambiado una fecha de entrega en el trabajo o te hayas quedado sin batería en el móvil, que sepas mantener la calma, que no hay por qué vivir en ese estado de sobreexcitación histérica en el que nos movemos desde hace tiempo. Algunos tertulianos de la radio, desde que nacieron. Que te tranquilices, mujer, que no grites, hombre, que no pegues bocinazos, imbécil, que busques la solución cuando te hayas calmado.

Si un problema tiene solución, ¿para qué preocuparse?

Y si no la tiene, ¿para qué preocuparse? (Dalai Lama)

Esta es la primera entrada que cuelgo este año, y al igual que ocurrió el pasado, quería hablar de los objetivos para el 2016 y de las frases que me dejó la agenda que acabo de concluir, y compruebo de nuevo que la mayoría de las que he marcado hacen referencia a la tranquilidad o al aprovechamiento de la vida. Pero veo también que muchas de ellas hacen referencia a las quejas, como esa de Robert Lemke que dice que «nadie está tan ocupado como para no encontrar tiempo para contarle a todo el mundo lo ocupado que está«. ¡Es verdad! Nos pasamos el día quejándonos o escuchando las quejas de los demás, y diciendo que no tenemos tiempo para nada, agobiados de un lado para otro, cuando pienso que somos unos privilegiados. «Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo«, dijo Ludwig van Beethoven.

Resulta paradójico que las entradas más leídas de este blog han sido las que trataban temas más conflictivos. Se ve que nos mola ese estado de conflicto perpetuo, como las de Barney con el fútbol (más lectores cuanto más polémico era el texto, como el del Bernabéu y la final de Copa) o Josean y la política (Podemos, Anti-Podemos, PP, Anti-PP, Cataluña o Catalunya), pero sin embargo, la number one es con mucha diferencia la referida a la tranquilidad: En busca de la tranquilidad.

No sé si interpretarlo del modo en que lo hace un político con los resultados de las elecciones, es decir, como me salga de las pelotas, pero si así lo hiciera, diría que este ranking expresa que la polémica y la confrontación son necesarios, pero que en el fondo todos (excepto Jiménez Losantos y Pablo Iglesias) todos ansiamos esa calma.

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«¡Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruido y sigue la escondida senda por donde han ido, los pocos sabios que en el mundo han sido!», Fray Luis de León.

Veo desde hace tiempo que a algunos les encanta discutir, pero además en muchos casos de un modo exacerbado. Maleducado, autoritario, nada abierto a otras ideas. Se hable de lo que se hable, resulta difícil eludir la confrontación. «Si no estás conmigo, estás contra mí». Lo de discutir sobre fútbol es un deporte nacional, pero en la mayoría de los casos es puro cachondeo y no va más allá, aunque a veces veo los rebotes que se pilla Barney con las derrotas del Madrid y me asusta, «¡joder con el enano defraudador hormonado!»

Dont4Jarra en mano nos contaba Travis hace poco las discusiones que ha tenido en un par de foros sobre El despertar de la Fuerza. Coño, que es un entretenimiento, nada más, que algunos se toman las pelis de Star Wars por lo personal. Se le ocurrió defender la peli y recibió varios ataques de trolls, que si el bostezar de la Fuerza, que si es un refrito, que no tienes ni idea,… Con insultos y descalificaciones, de un nivel intelectual «helebado». «La tontería se coloca en primera fila para ser vista; la inteligencia detrás para ver«, Isabel de Rumanía.

Yo siempre le digo esa frase que no sé bien de quién es (alguna web habla de Kant ¿?, pero yo se la he oído al Becario del Mail de los Viernes):

«Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel, y allí te ganará por experiencia«.

Y es que «no hay nada repartido de modo más equitativo que la razón: todo el mundo está convencido de tener suficiente«, como nos enseñó René Descartes.

Pero estos últimos meses tengo claro que la palma se la lleva la política. Llevo/llevamos semanas recibiendo «guasaps», memes o enlaces de todo tipo atacando a Podemos, que si el Coletas, que si el de las rastas, que si Venezuela,… Y pese a que siempre empiezo mis frases diciendo: «no soy votante de Podemos, ni me gustan sus ideas ni sus formas, pero peores son…», me caen palos de todo tipo. A uno que me mandó la foto de Alberto Rodríguez, alias Jack Sparrow, número 1 de Podemos por Tenerife, «fíjate a quién ponen por Canarias», se me ocurrió contestarle que seguramente era preferible el número 1 del PP, el ministro Soria, el del impuesto al sol y al autoconsumo, el que pasa vacaciones en Punta Cana en la suite presidencial a 70 euros la noche (Turismo entra entre sus competencias). Tuve que aguantar de todo, no siendo votante de uno ni de otro. Dont2

No quiero hablar de política, eso se lo dejo al amiguete Josean, sino del estado de alteración en el que parece que vivimos. «La mayoría de las personas gasta más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos«, Henry Ford.

Yo evito las discusiones, pero es que reconozco que a veces me persiguen. Intento alcanzar esa tranquilidad que divisé el verano pasado en una islita finlandesa, pero no me dejan, no me puedo callar ante determinadas cosas. «Es la libertad o la tranquilidad. Tienes que elegir. Serás libre o estarás tranquilo. No puedes tener ambas cosas«, dijo Tucídides. Pues vaya putada, Tucídides, eso viene a decir que para estar tranquilo tengo que perder la capacidad de indignarme. Será por eso que me he propuesto para este año practicar el Dontworryandkeepcalming, dejar la navaja de la indignación en casa. «En nuestros locos intentos, renunciamos a lo que somos por lo que esperamos ser«, William Shakespeare.

El 2016 va a ser un gran año, claro que sí. Si no me lo digo yo… Me gustan los años bisiestos, igual que los días de 25 horas (con el cambio horario bueno, no el cabroncete que te roba sueño), porque así tienes más tiempo para hacer todo lo que tengo que hacer. «No es riqueza ni esplendor, sino tranquilidad y ocupación lo que da la felicidad«, Thomas Jefferson. Y entre las mil cosas que tengo que hacer este 2016 no está perder el tiempo en baldías discusiones. «Pregúntate si lo que estás haciendo hoy te acerca al lugar en el que quieres estar mañana«, Walt Disney.

Algún año tendré que correr el maratón de Nueva York, visitar Japón, Argentina o Nueva Zelanda, leer El Quijote (lo confieso), trabajar en una película,… o sacar adelante ese proyecto al que le dediqué año y medio de trabajo antes de meterme con los amiguetes en el blog. Un proyecto en el que hay ilusión, mucha ilusión. Intentaré que salga adelante este año. dont12

Esa fuente de la sabiduría que es el maestro Yoda, dijo: «Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes«. Bueno, pues lo haré.

Porque Michael Jordan, el mejor jugador de basket que he visto nunca, dijo que «algunas personas quieren que algo ocurra, otras sueñan con que pasará, otras hacen que algo suceda«. Y por eso sé lo que me toca este año:  Dontworryandkeepcalming para no perder el tiempo en tonterías, focusing en el objetivo, mucho working, algo de crowdfunding, nada de outsourcing. Tengo un exciting feeling, y no busco más éxito que el personal, la satisfacción del trabajo bien hecho, porque como nos dijo Michel de Montaigne, «la fama y la tranquilidad nunca pueden ser compañeras de cama«.

Cara Lester

El gen imbécil, por Lester

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El gen imbécil lo tenemos los tíos. Casi en exclusiva. Sé que lo que voy a contar no es en absoluto científico, pero nace de sesudos estudios empíricos, de rigurosas observaciones que he venido realizando a lo largo de los últimos años.

No estoy diciendo que los tíos, o casi todos los tíos, seamos imbéciles, no. No va de eso. Sigue leyendo

Yo también fui Pilarista

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Aunque solo estudié un año en el Colegio del Pilar de Castelló, lo cierto es que desde el primer día me sentí integrado y «Pilarista». Aunque no llevara diez o doce años como varios de mis compañeros. Sabía que iba a un colegio que había sido importante en el pasado, por el que habían pasado varios ministros del gobierno de Suárez, o gente cercana al poder, Sigue leyendo

Regreso al futuro que ya está aquí

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21 de octubre de 2015, 4 horas, 29 minutos de la tarde en Hill Valley, California. Una y media de la madrugada del día 22 en España, el día ha llegado. Por alguna extraña razón esta fecha de Regreso al futuro se ha convertido en mítica para cientos de miles de personas. Debe ser porque los cuarentones de ahora, los adolescentes de los ochenta que manejamos buena parte del cotarro en la actualidad, llevamos años reivindicando esa década de mil formas, como si no hubiera habido otra mejor.

El éxito de los libros y la web Yo fui a EGB, Sigue leyendo

El maratón número 13, por Lester

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Ya está aquí, ya llegó, la hora del maratón está próxima. Para el que siga habitualmente este blog, quizás recuerde que en el dedicado a los objetivos del año (En busca de la tranquilidad, número uno en las listas, como si fuéramos los 40 Principales), hablé de que uno de los míos era bajar de las tres horas y media en el maratón de Ámsterdam el 18 de octubre.

Luego la realidad me ha llevado por otros derroteros, pero como también decía en esa entrada, «la felicidad es un camino, no una meta». Sigue leyendo