Los cómplices necesarios

El pasado viernes 12 de diciembre, el presidente del Barça Joan Laporta acudió a declarar al juzgado de Barcelona que instruye el denominado caso Negreira. El máximo dirigente azulgrana estuvo cerca de una hora con un tono evasivo, poco preparado, incluso maleducado, por no dirigirse en castellano nada más que a su abogado, no así al fiscal ni al representante del Real Madrid. Se puede ver su declaración completa en el canal de Ramón Álvarez de Mon (enlace). Estuvo bastante impreciso en sus respuestas, por no decir que mintió abiertamente, como algunos blogueros, youtubers y gente del mundo Twitter (con formación jurídica) han demostrado tras comparar sus respuestas con la documentación conocida o existente en el propio caso.

A la prensa española, por mucho que durante dos años haya tratado de no mojarse demasiado en este lodazal, no le quedó otra que pronunciarse al día siguiente. El diario deportivo con el mayor número de lectores de este país, Marca, escondió la noticia de la declaración en su web durante horas, a veces como la 42ª de mayor importancia y durante apenas un rato, entre la cuarta y la quinta del día. Un viernes, que no había competiciones relevantes a esa hora. Lo peor vino al día siguiente, con su burda manera de enmascarar la noticia en la portada de la edición en papel:

He tenido que ampliar mucho y recortar la imagen para que el lector pudiera ver dónde iba la noticia, ahí, en chiquitito, con una letra de un tamaño tres veces inferior a la destinada para las declaraciones de Juan del Val, fuente relevante de información deportiva. El propio tono de la noticia era desinteresado. «Declaró ayer», sin más, no entraron a hacer lo que corresponde a un periodista: informar. Analizar las contradicciones, estudiar lo que dijo, contrastarlo con la amplia información disponible. Nada de eso, el autoproclamado «Mejor periodismo deportivo del mundo» volvió a escaquearse de un asunto tan grave como este. El diario As sí llevó la noticia a su portada y destacaba varias de las «sorpresas» de la declaración del presidente, como que no conoció a Negreira, pese a que le cuadruplicó el sueldo, que el vicepresidente del CTA era habitual del palco del Camp Nou y que existen vídeos en los que se les ve juntos. Como buenos culés.

Todo el que siga habitualmente este blog, sabrá que le he dedicado mucho tiempo a este escándalo desde que estalló (me hizo unir todas las piezas del puzzle de corrupción que sospechaba desde hacía tiempo, dio sentido a varios artículos previos) y me dio hasta para un libro entero sobre el asunto, de ahí que me cabree el nulo seguimiento de la prensa. Los que no se han dedicado a ignorarlo han sido peores: han desinformado quién sabe con qué intereses. Si de manera altruista (o antimadridista), o bienpor pertenecer a los medios generosamente subvencionados por Javier Tebas. LaLiga de Javier Tebas invierte mucho en medios de comunicación, entre 30 y 36 millones de euros anuales, ya roza los 40, algo que no voy a criticar pues entiendo que esa inversión es totalmente necesaria para comercializar y difundir su producto, aunque el modo de hacerlo sea manifiestamente mejorable. Pero, como ocurre con otros líderes caciquiles, y hay numerosos ejemplos en la política actual, el que pone la pasta trata de controlar lo que publican los medios que financia.

El propio Tebas lo ha reconocido en más de una entrevista, que le gusta que se informe de «su» competición de una manera determinada, mostrando lo que entiende que se debe mostrar. El Español, a través de Jorge Calabrés, criticó en varios artículos su modo de hacer las cosas y de controlar lo que se muestra en los medios, y Javier Tebas demandó al periódico, como forma parte de su práctica habitual, pero ha perdido en los juzgados.

El caso es que esos mismos medios que reciben publicidad suelen coincidir con el presidente de LaLiga en no hablar de aquello que incomoda, que «no gusta», como el caso Negreira. Uno de los programas de mayor audiencia de la radio, el Carrusel Deportivo, informó de la declaración de Joan Laporta de este modo tan particular.

Vaya. Con la versión del presidente, con la negación del club y sus anteriores entrenadores acerca de los favores. ¿De verdad? ¿Ni un comentario sobre las incongruencias declaradas o sobre el hecho de que Laporta basara su defensa en unos informes inexistentes, millonarios, que no llegaron a sus destinatarios porque directamente no existían? ¿O que los únicos mostrados por el club eran del hijo, cuyos emolumentos no eran aquellos por los que se le preguntaba, y que tratara de engañar a la jueza diciendo que eran por los que pagaban a Dasnil? ¿De verdad este es el trabajo de un periodista?

Busqué la noticia en medios generalistas, como El País, alojamiento durante décadas de culés de cuna, y su titular no solo era falso, sino que se contradecía con el texto del propio artículo:

No, no dijeron que no los usaban. Leed la noticia: Valverde declaró que “en su época en el Barcelona no supo de su existencia” y Luis Enrique “también negó conocer los informes sobre árbitros para los que supuestamente se contrató a Negreira y su hijo”. Es obvio que no se pagaba por unos informes para una dirección deportiva que no los había solicitado ni los necesitaba, del mismo modo que resulta obvio que no aumentaron los pagos a las empresas de Negreira porque los técnicos requirieran de mayor número de ellos. Hasta por cuatro multiplicó Laporta la retribución a Negreira. Una empresa con un trabajador y una secretaria que factura más de medio millón de euros al año por honorarios profesionales. Pretender que esto cuele es un insulto para todo el que sepa un mínimo de lo que es el trabajo de consultoría (recordad las Finanzas ridiculés).

Tengo mi anécdota particular al respecto. En noviembre presenté mi Anatomía de un Negreirato en Barcelona, en la peña madridista de Belvitge, conjuntamente con la de Hospitalet, en un evento presentado por Javi «Kollins» y el gran Tomás Guasch, periodista de larga trayectoria y uno de los pocos que quedan que llama a las cosas por su nombre. Cuando llegó a la radio ese mismo día, a Tiempo de juego de la Cope, apenas un par de horas después de la presentación del libro, informó en directo del acto, del título del libro y de ese «juicio que no veremos» que lleva por subtítulo. Primero se lo tomaron a cachondeo y apenas unos segundos después se hizo un breve silencio y pasaron a otro tema. Les faltó decir «Tomás, que no vamos a hablar de Negreira, que no nos dejan». He recogido el corte de la radio y lo he unido a las imágenes en este breve vídeo:

La Cope es otro de esos medios que lleva desinformando desde el inicio del caso, dando voz a supuestos especialistas que casualmente siempre dan la visión de que «hay que mirar hacia delante que aquí no ha habido corrupción deportiva». Y además, le da un micro a un tipo maleducado, macarra y fullero como Isaac Fouto, portavoz oficioso del CTA y de LaLiga, un tipo resentido, antimadridista, que insulta a todo el que hable del caso Negreira como lo que es: un puñetero escándalo, una vergüenza.

Una nueva coartada es que el Barça fue engañado, estafado. Te tienes que reír. También le prestan el micro a un tipo inmoral y sin principios como Toni Freixa, un tipejo que perteneció a las directivas de Laporta, Rosell y Bartomeu y, por tanto, vivió de primera mano cómo el club aumentó con generosidad los salarios de Negreira. A este tipo lo invitan a la radio y se permite hablar de ética, valors, criticar al Real Madrid ¡y el resto le ríen sus gracietas! Solo lo escucho a través de los cortes de El Radio, de Richard Dees (impagable trabajo), y me revuelve el estómago.

No puedo más. Entre el espectáculo podrido que vemos cada semana y la manera de comportarse de casi todo el mundo del fútbol, cada día me cuesta más ver un partido. Se me hace bola. Florentino Pérez ha tardado en entrar en esta guerra, pero lo hizo a saco en la copa de Navidad con la prensa de esta misma semana. Tarde, pero era necesario. La lentitud de la justicia va a jugar del lado del Barça y de todos los que quieren que nos callemos con este asunto, pero no lo van a lograr. Sé que vende mucho más hablar mal del Madrid, crear conflictos inexistentes y continuar con sus campañas de desestabilización del equipo, y todo eso hasta puedo entenderlo, pero jamás perdonaré a estos «cómplices necesarios» que no hayan hecho su trabajo. En Italia se investigó y condenó a varios periodistas por cooperadores con la bazofia del Moggigate. Aquí me entra la risa solo de pensarlo.

Todo este desencanto por el corrompido mundo del fútbol me llevó a escribir un artículo para La Galerna titulado Ilusión de indulto, ilusión de castigo. Es una referencia a una frase del psiquiatra Viktor Frankl, superviviente de Auschwitz, de su libro El hombre en busca de sentido.

“Hay en psiquiatría un estado de ánimo que se conoce como la “ilusión del indulto”, según el cual el condenado a muerte, en el instante antes de su ejecución, concibe la ilusión de que le indultarán en el último segundo. También nosotros nos agarrábamos a los jirones de esperanza y hasta el último momento creímos que no todo sería tan malo”. (Viktor Frankl)

Hay en el madridismo un estado de ánimo en todo lo relacionado con las trampas del Barça que se conoce como la “ilusión del castigo”. Según este estado, los madridistas, en el instante antes de conocer una sanción al club que lo ha corrompido todo, concebimos la ilusión de que los sancionarán en el último segundo. También nosotros nos agarramos a los jirones de esperanza y hasta el último momento creímos que no todo sería tan malo.

Yo perdí la “ilusión del castigo” hace muchos años. Conozco el país en el que vivimos, he visto demasiadas tropelías por parte de los dirigentes del fútbol español y mantuve la ilusión poco más allá de la inexperiencia de la juventud, pero la perdí hace más de un cuarto de siglo, más o menos. Supe que nunca les cerrarían el Camp Nou tras lo de Figo, pese a que estuvieron dos años jugando mientras ignoraban la clausura por dos partidos. Siempre supe que les perdonarían no haberse presentado a un partido de Copa, o que jamás tendrían una descalificación por alineación indebida, ni les darían un partido por perdido aunque no hubieran llegado a la hora convenida. Los que hemos jugado toda la vida al fútbol aficionado sabemos que existen diez minutos de rigor en cualquier liga de medio pelo, pero no en LaLiga de Tebas, que presume de ser de las mejores del mundo.

Sin embargo, tengo amigos veteranos que todavía hoy, o ayer, creían que se iba a hacer justicia con alguna tropelía del Barça. Son tantas que ya no sé si la última fue con los palcos VIP y los inversores fantasma, o con el reconocimiento de la incobrabilidad de las palancas falsas que les permitieron inscribir a media docena de jugadores, o con la inscripción de Joan García, pero sí recuerdo cuando gané una de tantas apuestas por las tropelías “indultadas”. Recordad que a principios de enero parecía que “esta vez sí”, que se les iba a frenar por una vez y que iban a quedarse sin inscribir a Dani Olmo. La cagada del Barça era enorme, un ridículo descomunal. Habían pagado 60 millones de euros por un jugador y más de cuatro meses después quedaba libre. En esta ocasión, al contrario que otras veces, ni LaLiga ni la Federación se saltaron su normativa y denegaron cualquier posibilidad de inscripción fake. Mi colega decía que era imposible revertir la situación, que esta vez sí se habían caído con todo el equipo, albergaba esa “ilusión del castigo” que yo perdí hace mucho, así que le dije tajante:

—Jugará la Supercopa, no tengo ninguna duda. Con otra cautelar, como Gavi, con permiso del Papa, o con algún nuevo resquicio que busquen, pero jugará y al día siguiente todos mirarán al dedo que señala y no al señalado.

—No voy a ser yo el que niegue la posibilidad de que el gobierno cometa una ilegalidad para beneficiarles, pero también es cierto que eso no impediría a los clubes acudir a los tribunales —me contestó.

Los clubes… comenzando por el Real Madrid, que presionó al Consejo Superior de Deportes para facilitar la inscripción. Y ya no hay “caso Olmo” ni cautelarísima que valga. Apenas un mes después, el resto de clubes se alinearon con el Barça para redactar un obsceno comunicado contra el Real Madrid por señalar lo que la Guardia Civil había denominado “corrupción sistémica” de la competición.

Aún recuerdo que aquellos días del “caso Olmo” (así denominado, como cuando hay un escándalo de corrupción), Televisión Española hacía otro de esos ejercicios de condicionamiento e informaba acerca de la situación de “los jugadores damnificados”. Según la RAE, damnificado significa que ha sufrido un grave daño de carácter colectivo. Coño, es puro Orwell, neolengua manipuladora. La maquinaria culé a pleno rendimiento.

El viernes pasado, Joan Laporta declaró en los juzgados por el caso Negreira. Dejó las justificaciones falaces de siempre y muchas preguntas sin contestar. LaLiga, personada en la causa como perjudicada, solo hizo una pregunta, bastante irrelevante, por cierto, acerca de los acompañamientos del hijo de Negreira a los árbitros. Recordemos que el presidente de LaLiga dijo nada más conocer el escándalo de los pagos que “era gravísimo”, pero que todo estaba prescrito. Que siguiéramos con nuestras vidas y olvidáramos la ilusión del castigo porque “su” indulto ya estaba dado. El abogado de la Federación Española de Fútbol, organismo del que dependen los árbitros, no sé si conviene recordarlo, no hizo una sola pregunta a Joan Laporta. Ni una. Qué XXXX vergüenza. Para ellos ya ha pasado todo, nos han vendido que se ha regenerado el Comité Técnico de Árbitros y que conviene mirar hacia delante. El nuevo presidente del CTA, Fran Soto, intervino recientemente en la COPE para animarnos directamente a todos a “olvidar el caso Negreira”.

¿Alguien espera algo del llamado “cuarto poder”, la prensa? ¿De verdad alguien creía que los medios subvencionados iban a presionar para que este escándalo se investigara o, al menos, para criticar como merecen a los organismos que debían velar por la limpieza de la competición y hacen una mísera e irrelevante pregunta al tipo que cuadruplicó los pagos al vicepresidente de los árbitros? El diario deportivo más leído, el poco gallardo Marca, se retrató el sábado pasado, como se puede ver en la portada que dejo al inicio de este post. En letra casi ilegible. Con la mitad de tamaño que la opinión de Juan del Val sobre Xabi Alonso. Esa es la importancia que le dan.

¿Qué nos queda, la UEFA? El presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, dijo nada más salir a la luz el escándalo de los pagos del Barça a Negreira que era “lo más grave que había visto nunca en el mundo del fútbol, para la UEFA no ha prescrito”, y a buen seguro que este tipo ha visto muchas cosas en este mundo del fútbol, tan dirigido por golfos y gente de la peor calaña. Pues bien, meses después, tras la visita de Joan Laporta a Eslovenia a ver al máximo dirigente de la UEFA, no sabemos qué pasó o qué “favores” se prometieron (muy a la manera de Vito Corleone, cierto), pero todo cambió. Podemos intuir que la renuncia pública a la Superliga era la moneda de cambio para que a Ceferin se le olvidara “lo más grave que había visto nunca en el mundo del fútbol” y desde entonces se le ha visto muy ufano en el palco del Barça. En un giro nada sorprendente de los acontecimientos, ha permitido que el club cliente de Negreira se saltara la propia norma de la UEFA para el retorno al Camp Nou. Ya tiene el OK “ceferino”.

Solo queda la FIFA. Según parece, la relación de Florentino Pérez con Gianni Infantino es excelente. El Real Madrid ha enviado una serie de informes al máximo organismo del fútbol mundial, ha pedido que la FIFA supervisara nuestra podrida competición (estas últimas jornadas son un muestrario excelente para los informadores) e implora su intervención pues parecen ser los únicos que podrían llegar a sancionar deportivamente, incluso, sin esperar a una resolución en nuestros juzgados, famosos por su proverbial lentitud. Ya lo hicieron con la Juventus de Turín y ese Moggigate o Calciopoli, ridículo en duración y comparación con el caso Barça-Negreira.

Por eso, entiendo que sean muchos los madridistas que aún albergan “la ilusión del castigo”, desilusión en mi caso. Joan Laporta, por su lado, juega como toda su vida lo ha hecho, no con “la ilusión del indulto”, sino con su certeza. A mí me han echado del fútbol, de un deporte que me encantaba y que ahora detesto ver.

¿Crisis? ¿Qué crisis?

Míralo. Ahí, tumbado cómodamente en una hamaca, relajado, sin prisas ni para tomar el refresco con su rodajita de limón, ni con ganas de hojear el periódico que vaya usted a saber qué cuenta. Alrededor, el entorno hostil, desagradable, no deja de soltar humo y polución en un entorno gris y nublado. Miserable. El tipo del bañador contrasta con su luz y color, como esa sombrilla naranja que utiliza de parapeto ante la contaminación externa.

Iba a comenzar diciendo que el hombre tranquilo de la mítica portada de Supertramp es Xabi Alonso, pero no, no lo es, y luego contaré por qué. Soy yo, soy ese aficionado madridista que se relaja de espaldas a la contaminación, ese tipo ajeno que trata de disfrutar y relajarse, sin ganas de leer el periódico, seguramente poblado de patrañas. Y hasta me atrevo a afirmar que la radio bajo la hamaca está apagada. O conectada a Radio Clásica o Radio María, pero desde luego que no a Radioestadio, Carrusel Deportivo o Tiempo de Juego.

El Real Madrid está en crisis. O eso nos han contado en las últimas semanas. El equipo no juega a nada, los jugadores están haciendo la cama al entrenador, ya no creen, no quieren correr, se han rebelado contra sus sistemas, la presión adelantada, las extenuantes sesiones de vídeo de varias horas… Vinícius Jr. ha dicho a Florentino Pérez que, si sigue Alonso, él no renueva la próxima temporada. No soporta no ser el gallito del corral, o ganar bastante menos que Kylian Mbappé. Bellingham está cabreado, Valverde también, Rodrygo está deprimido y la defensa es un coladero.

O no. O nada de esto es cierto. O lo que hay son las rencillas normales en la plantilla de un equipo puntero que, además, se encuentra en pleno proceso de construcción de un nuevo sistema. Pero, para la prensa, los tres tropiezos consecutivos del equipo (Liverpool, Rayo y Elche) han sido una mina. Encima, con el parón de selecciones por medio, para que pudieran rajar más y llenar más programas.

Yo no niego que pueda haber problemas, o que los últimos partidos han dejado mucho que desear, pero prefiero comportarme como el tipo de la portada y relajarme, lo cual incluye no encender la radio ni leer esa prensa sensacionalista ávida de clicks. El autoproclamado “mejor periodismo deportivo del mundo”, vaya colección.

Me gustó el fichaje de Xabi Alonso en su momento y, al contrario que a tantos que dudan, me sigue gustando hoy en día. Su idea de fútbol colectivo, la que mostró en el Bayer Leverkussen, la que intuimos que se podía llegar a formar durante el Mundial de Clubes, es la que parece que se impone en el panorama actual: Paris Saint Germain, Chelsea, Bayern de Múnich, Inter de Milán, Arsenal. También equipos a los que me cuesta reconocer sus méritos, y los tienen, como el Manchester City, Liverpool (no este año, desde luego) o el Barça de Flick, equipos para los que la superioridad física ha sido determinante en su dominio. Cuando sus prestaciones han bajado un punto (o cinco, en el caso del City), ha resultado que el sistema de presión asfixiante no era tan maravilloso.

La gran duda que se plantea en estos debates radica en saber si el Real Madrid es capaz de jugar como esos equipos, como ese colectivo compacto y no como una suma de individualidades. O como un equipo de gladiadores que se fajan en defensa y en el medio para que las superestrellas de arriba decidan los partidos. “Al Madrid no le ha ido nada mal sin jugar a nada y con las individualidades de arriba, 6 Champions en 11 años”, esa es la falacia archirrepetida por esos periodistas simplistas.

Como si un equipo con Kroos, Modric y Casemiro no jugase a nada, con Carvajal, Ramos, Varane y Marcelo atrás como si fueran unos vulgares peloteros, como si Cristiano, Benzema y Bale no diesen un palo al agua hasta que les llegaba el balón, como si Vini hubiera sido determinante en dos finales de Champions por sí solo y sin el apoyo de Valverde, Carvajal, Militao, Rüdiger o Rodrygo (sí, también, ha sido fundamental en un pasado reciente). El Real Madrid ha jugado muy bien al fútbol en los últimos años, por mucho que la prensa lo haya negado en este tiempo. Decir que se han logrado todos estos títulos por destellos puntuales de calidad en punta y por las manoplas de Courtois (y Lunin) es una estupidez más de esas que se escuchan o leen en los medios.

Mi respuesta es que sí, que Xabi Alonso logrará que este equipo juegue bien al fútbol y que los dos de arriba demuestren que son los mejores del mundo (o dos de los cinco mejores del mundo, que nunca me han gustado los calificativos). Que pueden ser complementarios, que pueden combinar entre ellos y desmantelar cualquier defensa, o que con metros por delante son imparables.

Miro a las clasificaciones antes de esta jornada y veo que el equipo en fase de acoplamiento de Xabi marcha líder en LaLiga y quinto en la Champions, incrustado en ese top-8 que parece tan complicado. Esta misma semana, el equipo ha ganado en Atenas, donde no lo había logrado nunca en ninguna de sus nueve visitas, y lo hizo ante un rival que llevaba año y medio sin perder en su estadio. Sí, se jugó bien a ratos y desastrosamente al final, y la defensa fue un coladero, pero habría que ver qué equipo funcionaba bien atrás cuando te faltan cinco defensas (todos los titulares menos Carreras, y los primeros suplentes) y el portero. Prefiero ver la botella medio llena.

Por el contrario, veo al máximo rival, ese Barcelona que “juega como los ángeles” y que tiene al “más mejó” jugador del mundo, y lo veo segundo y 18º en Europa, donde se ha llevado un 3-0 del Chelsea. El Madrid no pudo con el Rayo, es cierto, pero si se hubieran señalado los dos penaltis clarísimos que realizó la defensa vallekana, seguramente hablaríamos de otra cosa. El Barça no pudo tampoco con el Rayo. Es más, necesitó uno de esos penaltis que solo se pitan al equipo cliente de Negreira para poder empatar el encuentro.

Es que hay muchas maneras de contar la historia. En el enfrentamiento cara a cara de hace un mes en el Bernabéu, el Real Madrid fue muy superior al Barça, mucho más de lo que señaló el marcador final de 2-1. Los milímetros de la sala VAR salieron nuevamente cara para los culés y cruz para los blancos, qué casualidad. Con un sistema sobre el que el propio presidente del CTA ha afirmado que son ellos los que deciden el frame correcto en el que se marca el golpeo del balón y, por tanto, la posición de fuera de juego o no del delantero. ¡Ay, las rayas del VAR, aquí denunciadas ya desde hace mucho tiempo!

Podemos fijarnos en el otro gran rival de esta temporada, el Atlético de Madrid, ese equipo que fichó a ocho jugadores en verano y que tiene una temporada más al entrenador mejor pagado del mundo. El más querido por la prensa, sin duda. El Atleti le pegó un repaso al Madrid de Xabi Alonso, sin paliativos. Pero, como sigo mirando la botella medio llena y me mantengo en mi hamaca ajeno a los nubarrones de mi espalda, busco en la clasificación y encuentro a los de Simeone… a ver… terceros en Liga y 12º en Champions, con tres victorias y dos derrotas. Vaya, parece que “ese bloque compacto que sabe a lo que juega” está varios pasos por detrás del “equipo que tiene a media plantilla haciendo la cama al entrenador”.

Por supuesto que sé que hay problemas en el Real Madrid y que no puedo conformarme con lo que hemos visto hasta hoy, pero hay que dejar trabajar a Xabi Alonso. Está tenso, no tiene la alegría de junio, ni el brillo en la mirada de las primeras semanas, por eso decía al inicio que no es el tipo de la tumbona. El cargo de entrenador del Real Madrid debe ser de lo más estresante que existe. Pero hay que apoyarlo y dejarlo tranquilo, que trabaje. Me gustaron algunas cosas que vi el miércoles en Atenas, no ya por los cuatro goles de Mbappé, sino por la frescura de Vinícius, que se escapó una veintena de veces de los defensas, como no hace tanto, la solidez de Tchouaméni, o, espero, la recuperación de Valverde y Mendy, entre otros.

En cuanto a la prensa, que siga a lo suyo, a alabar al presidente de LaLiga, Javier Tebas, que para algo los riega de millones de euros. Esta semana hemos sabido que LaLiga ha perdido la demanda que se presentó al periódico El Español por decir que Tebas regaba de millones a los medios de comunicación: 139 millones de euros en 5 años. Algo que se sabía y que sirve al dictadorzuelo presidente para controlar los medios a su antojo para que, como ha reconocido en alguna emisora, se muestre lo que le interesa y no se hable de lo que no le apetece.

En breve me ocuparé del último “gran éxito” de Tebas, la renovación de los derechos de televisión del fútbol. A la baja, por mucho que lo haya vendido como un grandísimo éxito. ¿Crisis, qué crisis? La de todo lo que maneja Tebas.

Contra todo y contra todos

Joan Laporta es un populista de manual, de esos que saben que habla para gente que cree a pies juntillas todo lo que larga por su bocaza, por estúpida que sea la afirmación. La temporada pasada se atrevió a afirmar que habían ganado la Liga «contra todo y contra todos». Y se quedó tan ancho. Contra La Liga y Javier Tebas sabemos que no fue, pues el presidente de la entidad hizo la vista gorda por tercera temporada consecutiva con las cuentas del club. Todavía tienen que deteriorar más de 200 millones de euros de la participación de Barça Studios, o como se llame ahora, dos palancas que, sin ser nosotros los más listos del lugar y pese a no contar con toda la información, nunca nos creímos. Tampoco tuvo que luchar el presidente del Barça contra la Federación o el CTA, que desde el 15 de febrero de 2023 han mirado el caso Negreira como algo incómodo que les molestaba y que hay que quitar de en medio. «Se hizo y bien hecho está», como han dicho alguna vez, o «poco le pagamos a Negreira», como han dicho otros exdirectivos bocachanclas como Freixa, Perrin o Rosell.

El presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, dijo en un primer momento que los pagos a Negreira eran lo más grave que se había encontrado nunca, pero ha permitido al club catalán que siga compitiendo en Europa y ahora, con el canje de la renuncia a la Superliga, es previsible que su vuelta al redil sea premiada. Por si todo esto no fuera suficiente, el Consejo Superior de Deportes permitió la inscripción de Dani Olmo con una medida cautelarísima, que sucedía a las medidas cautelares que le habían permitido ya al Barça armar una buena plantilla con todo tipo de incumplimientos de las normas financieras que el resto de equipos se ven obligados a cumplir. Hacen lo que les da la gana, me atrevo a decir que siguen con el control del CTA y el VAR, y Laporta todavía se permite decir que luchan contra todo y contra todos esos estamentos que, al igual que la prensa, parece ser que el Madrid, Florentino y el Estado central totalitario controlan en su enferma cabeza.

¿Qué ha hecho el Real Madrid en estos últimos años respecto a los organismos que rigen el fútbol?:

  • Javier Tebas: la guerra abierta entre el presidente de LaLiga y su mejor activo tiene numerosos frentes abiertos: por el acuerdo de CVC, las imágenes previas a los partidos, la venta de derechos de televisión… hasta cien demandas en su día, varias de ellas, resueltas favorablemente al club, lo que hace que a Tebas lo lleven los demonios y despotrique aún más de Florentino Pérez.
  • La UEFA y Ceferin: la guerra abierta a causa de la Superliga puede acabar con una demanda multimillonaria del club y de A22, la empresa organizadora. Fue presentar el proyecto en su día, y en menos de tres días, la UEFA anunció un incremento de premios a los clubes por un importe de más de 1.000 millones de euros. Ceferin tiene en Florentino y el Real Madrid a los enemigos que le pueden cortar su chollo, y no ha tenido reparo alguno en recurrir incluso a jefes de estado contra el proyecto de la Superliga. La reacción de casi todos los clubes y medios fue acojonantemente sorprendente por unánime.
  • Caso Negreira: es el único club que se ha personado en la causa judicial, que es algo que no entenderé jamás. ¿Acaso no fueron perjudicados todos los demás clubes? El Valencia, el Sevilla, el Villarreal, el Espanyol, que se fue a Segunda pese a demostrar en un juzgado que se habían manipulado imágenes en un partido que les perjudicó de manera notable.El Real Madrid ha solicitado cambios en el Comité Técnico de Árbitros, sigue dando cera cada semana con los vídeos que denuncian lo que el juez definió como «corrupción sistémica» de la competición, ¿y qué han hecho los demás clubes?

¿Por qué se oponen los 19 clubes a la postura del Real Madrid y no al Fútbol Club Barcelona? Hay un caso aparte, que es el Atlético de Madrid. Son el Milan del Moggigate, el cómplice necesario, favorecido por el hecho de que, para su afición, el antimadridismo siempre será mucho más popular que la oposición a la corrupción culé de la competición.

De hecho, en todo este tiempo, ni sus directivos, ni su entrenador han hecho una sola declaración sobre el caso Negreira. Sin embargo, Miguel Ángel Gil Marín contó con dos portadas en exclusiva (La Central Lechera, la Caverna Madridista, y todas esas falacias) para despacharse a gusto por una amarilla no sancionada en un Real Madrid-Atleti.

A este señor no le indignaron los pagos del Barça al vicepresidente del CTA, ni el incumplimiento de la normativa financiera de LaLiga, ni las inscripciones fraudulentas vía CSD del Barça, no: le indigna una supuesta amarilla porque el favorecido (en su obsesionada cabeza) era el Real Madrid. Sus odios y sus fantasmas son otros, y más después de Lisboa y Milán. Como cuando Simeone dijo que “la liga estaba peligrosamente preparada para el Madrid”… en una Liga que ganó el Barça. La 2015-16, años negreiros, un solo punto de ventaja para el Barça frente a un Madrid incapaz de ganar en muchos campos de España, pero que sí fue capaz de llevarse la Champions esa misma temporada.

Si aceptamos la rabia atlética como su motivación para callar y transigir, o por ser el plan B del sistema, es decir, arañar las Ligas en las que el Barça está mal, ¿qué ocurre con el resto de clubes? Salvo el Athletic de Bilbao y, puntualmente, el Sevilla y el Espanyol, los demás clubes siguen a pies juntillas las directrices de Javier Tebas, no se salen del guion establecido por este abogado con más rencor que millones. Y no son pocos los millones que se embolsa. Enfrentarse a Javier Tebas trae consecuencias y no todos quieren o pueden afrontarlas. El Athletic de Bilbao osó hacerlo el pasado verano, cuando presionó a LaLiga por el estricto cumplimiento del control financiero sobre el Barça para que no le levantaran a Nico Williams (recordemos esa presión al jugador, seleccionador, Lamine Yamal, las preguntas a Tebas sobre las bondades que traería a la competición su fichaje…) y ganó esa batalla. Este Barça medio quebrado no iba a llevarse a su máxima estrella por la patilla. Ahora se está dando cuenta de cómo castiga Tebas:

Parece como si los demás clubes tuvieran miedo a señalar y denunciar las malas prácticas del Fútbol Club Barcelona, y ni siquiera sé si Tebas tiene algo que ver o no en este modo de comportarse. Por ejemplo, esta misma temporada, con el comunicado de las peñas del Mallorca ante el pésimo arbitraje de la primera jornada en su enfrentamiento con el cliente único de Negreira:

No hay una sola mención al Fútbol Club Barcelona, algo que nunca falta cuando se trata de atacar al Real Madrid. Como hicieron las peñas del Villarreal tras jugar en el Bernabéu en un partido en el que, por cierto, hubo más errores en contra del Real Madrid que a favor:

La redacción es espantosa, pero no hay problema en señalar siempre al club blanco. Mi ejemplo favorito es de la cadena proculé ESPN, cuando quiso mencionar el episodio racista sufrido por Vinicius en el Camp Nou (aquel aficionado pronunciando el “macaco” a cara desscubierta, perfectamente visible, pero que, oh, lástima, no pudo ser identificado). El comunicado no solo puso que había sucedido en el campo del Elche, sino que, cuando se les pidió rectificar, mencionaron dos veces al Madrid y ni una sola al Barça. ¡Es puro Orwell!

Tiene que haber algo más y para mí, como casi siempre, basta con seguir la pista del dinero, ahí encontraremos la solución. ¿Qué pasó en la Liga italiana tras el Moggigate? Recuerdo a los que no conozcan este caso, que la Juventus de Turín fue desposeída de dos títulos (Ligas 2004-05 y 2005-06) y las sanciones definitivas se anunciaron en octubre de 2006. Apenas meses después del inicio de las investigaciones. La celeridad de la justicia italiana contrasta con la de la española, que tiene aún pendiente el inicio del juicio del caso Soule, cuya instrucción comenzó ¡en verano de 2017!

Aquello fue un descrédito importante para la competición italiana, para un campeonato que había sido el más potente de Europa durante los ochenta y buena parte de los noventa. Estadios vacíos, pérdida de derechos de televisión y patrocinios debido a la mala fama de los clubes y directivos, huida de los mejores jugadores, rebaja de salarios… La Liga italiana tardó más de diez años en volver a números positivos, y cuando lo hizo, fue con unas cifras modestas, más propias de campeonatos de segundo nivel, que es en lo que se convirtió durante un largo período. Según el Informe de Deloitte de 2019:

Y en cuanto a los ingresos, casi veinte años después, comienza a acercarse a los de Alemania o España. El Moggigate y tanto directivo mafiosillo pasaron factura al scudetto.

No es solo la corrupción de la competición, también la desigualdad puede hacer que caiga el interés de los operadores. Los derechos de televisión en Francia han sufrido un recorte relevante, debido a la falta de competitividad por el poder exagerado del Qatar Saint Germain, perdón, París Saint Germain.

Yo creo que la posición del resto de clubes de LaLiga española está determinada por este historial de los campeonatos más cercanos. Saben que el Barça merece un castigo ejemplar, pero también son conscientes de que ese descenso de una o dos categorías, unido al desprestigio de la competición, sería un lastre a la hora de negociar los futuros derechos de televisión. Y también saben que no podrían dejar al Real Madrid como único equipo grande, pues esa falta de equilibrio en la competición sería nefasta, como en Francia. Así que prefieren agachar la cabeza y tragar las indigestas píldoras de Tebas.

En el post de hace dos temporadas sobre el declive económico de LaLiga, incluí un cuadro sobre el peso que tienen los derechos de televisión en los ingresos de los clubes de Primera, y marqué en narana y rojo aquellos en los que superaban el 50% o el 70%, respectivamente. Clubes demasiado dependientes de esta fuente de ingresos que controla el equipo de Tebas.

En el primer trimestre de 2026 comienza la negociación de los derechos de emisión para el período 2027-2032, una vez concluya el contrato actual. Hay mucho miedo a una reducción severa de las ofertas. En Tebas y en la mayoría de estos clubes, muchos de los cuales no es que tendrían que ajustar sus plantillas y presupuestos, es que se encontrarían problemas de viabilidad. El actual es un buen contrato, y Javier Tebas está convencido del daño que una sanción al Barça conllevaría para esa renegociación de derechos, de ahí que gaste todos sus esfuerzos en criticar a Florentino por atacar “el Sistema”, la corrupción, la doble vara del CTA, la manipulación del VAR, etc. en lugar de atacar a quien ha comprado el sistema durante más de dos décadas o ha inscrito jugadores con falacias contables.

Y yo creo que es un error. Por eso, como madridista, pero también como amante del deporte, prefiero estar contra todo este sistema y contra todos los que lo mantienen.

Islandia (III): el éxito del deporte en un país poco poblado

¿Éxito? Voy a hablar de un país que apenas ha logrado cuatro medallas en toda la historia de los Juegos Olímpicos, así que me pregunto si éxito es la palabra adecuada para titular este post. Y he decidido mantenerla para tratar de explicarme.

Niza, junio de 2016. Partido de octavos de final de la Eurocopa. Islandia remonta el gol inicial de Wayne Rooney y hace historia al clasificarse por primera vez en su historia a los cuartos de final del torneo continental. Dos años más tarde, hará historia de nuevo al clasificarse para la fase final del Mundial de Rusia. Algunas de las mejores imágenes que dejaron estas proezas son las que nos regalaban sus jugadores al acercarse a la grada de aficionados a celebrar la victoria con los suyos tras los partidos. No creo que una fiesta vikinga tuviera muchas diferencias con esos momentos. Tíos rubios y barbudos dando palmas y profiriendo una mezcla de cánticos de guerra y evocaciones a Odín en un idioma que provoca esguinces de lengua a quien intenta imitarlos. Lo vimos varias veces y lo gozamos con ellos, porque nadie esperaba que ganaran un solo partido en la fase de grupos, mucho menos que se clasificaran para las rondas de eliminación. La celebración se repitió en la capital, de manera igualmente impresionante. Puñetera maravilla de vídeo:

Un año antes habíamos podido ver la no menos sorprendente aparición de la selección islandesa en el Eurobasket de 2015. Dio bastante guerra a Italia, Alemania y Turquía en sus enfrentamientos directos, que perdió por diferencias menores a los 8 puntos. Recuerdo haberlos visto en el partido frente a España, más cómodo para los nuestros, liderados por un Pau Gasol que haría entonces la que puede haber sido la mayor exhibición de un jugador en el baloncesto de selecciones FIBA: sus 40 puntos en las semifinales frente a Francia. Los islandeses practicaban un juego muy dinámico, rápido, de mucho pase y transiciones rápidas, para buscar enseguida un tiro liberado de algún jugador, que siempre encontraban y que solía tener buenos porcentajes.

Tras el Eurobasket de 2015 y la Eurocopa de 2016, recuerdo haberme preguntado cómo era posible que un país que no llega a los 400.000 habitantes censados tuviera equipos nacionales, no diré potentes, pero sí dignos o notables, tanto en fútbol como en baloncesto, y un gran equipo en balonmano, el deporte nacional. ¿Cuánto se invertía en deporte para sacar tantos jugadores de un nivel más que aceptable, suficiente para competir dignamente en los campeonatos europeos?

Al contrario que los equipos de fútbol y baloncesto, la selección de balonmano islandesa nunca fue de “comparsa” en los torneos internacionales. Llegó a la final de los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008, tras eliminar a los nuestros en semifinales, aunque no pudo derrotar a los franceses y tuvo que conformarse con la plata. Islandia logró ese día el curioso récord de “país con menos población en lograr una medalla olímpica en deportes de equipo”. Fue una fiesta nacional. Se calcula que el 80 por ciento del país presenció la final por televisión y 40.000 personas acudieron a Reikiavik a recibir al equipo tras volver de China. En aquellos momentos en que la crisis financiera había castigado de lleno al país, el equipo de balonmano sirvió como motivo de orgullo para una población islandesa en estado de shock.

No quedaron ahí sus éxitos. Son habituales en las fases finales de los torneos y en 2010 se hicieron con el bronce en el Europeo. Uno de los mejores equipos de la actualidad, el Barça, cuenta con un portero de esa nacionalidad, Halgrimsson. Nunca he sabido de dónde salen, pero lo cierto es que los jugadores islandeses de balonmano brotan como salidos de una erupción volcánica.

Tener tres equipos de nivel, cuando apenas hay cantera de la que elegir, solo puede tener una explicación: el deporte es parte de la cultura de los ciudadanos islandeses y se invierte en estructuras que lo faciliten. Si pasas por cualquier pueblo islandés de más de dos mil, tres mil habitantes, te encontrarás con unas instalaciones deportivas municipales (también las escolares) que en España solo encontrarías en ciudades siete o diez veces más grandes. Todas con piscinas de aguas termales, por cierto, emanadas de los manantiales existentes en el subsuelo. En Egilsstadir, tras bañarme en la estupenda piscina a cuarenta grados, me acerqué a ver el entrenamiento del equipo de baloncesto, que estaba en ese momento jugando con gran intensidad. No era un equipillo de profesionales, pero sus cuerpos, así como la técnica, no eran tampoco los de unos aficionados como los que nos juntamos a nuestras pachangas de fin de semana. De repente miré al entrenador, un tío moreno enorme que distaba de ser rubio vikingo como los demás. Su inglés con acento fuenlabreño lo delataba: solo podía ser español. Como así era: Salvador Guardia, pívot de 2,06 metros, 17 temporadas completas en la ACB, 11 de ellas en el Fuenlabrada. Busqué a continuación el número de habitantes de ese pequeño pueblo al norte del país y me sorprendió al ver que no llegaba a tres mil. Es un ejemplo, una mera referencia menor, pero me llamó la atención ver el nivel del equipo local en un país que no cuenta con una liga profesional.

Debido al clima del país, los deportes que se practiquen bajo techo son los que tienen mayores posibilidades de prosperar. Hay buenos campos de fútbol, siempre verdes, y cada vez hay más campos de césped artificial, pero lo que llama la atención son sus polideportivos cubiertos. El deporte forma parte de la cultura de sus habitantes, es parte de sus vidas. La mejoría que vemos actualmente en los grandes eventos es el resultado de una política gubernamental que comenzó a finales de los noventa, cuando la preocupación por los niveles de consumo de alcohol y cannabis entre los jóvenes llegó a un nivel en el que no quedaba otra que actuar. Se creó el proyecto «Juventud en Islandia» y se introdujeron una serie de medidas legislativas orientadas a prohibir el consumo de alcohol en menores, a concienciarlos acerca del problema de las drogas, por muy ¿blandas? que pudieran ser, y a tratar de reconducir su ocio en un país en el que el clima no ayuda a llevar una vida social, digamos, mediterránea.

Las inversiones en instalaciones deportivas corrieron a cargo de los ayuntamientos, pero a nadie le pareció mal que se realizaran esas inversiones, así como que se dieran ayudas a las familias para el fomento del deporte. Cada familia recibe unos 300 euros anuales para que sus hijos puedan practicar algún tipo de deporte. En un país con un nivel de vida tan elevado, puede no parecer un gran importe, pero les da para una equipación completa o para las cuotas en los equipos de la localidad. Y el deporte es, a veces, el único lugar de encuentro en común con los chavales de la misma edad. Esta estadística refleja en cifras lo que ha supuesto esa inversión en deporte para los más jóvenes:

Las cifras de consumo de alcohol en adolescentes se han reducido de manera considerable, así que esos chicos y chicas, ya no son solo rubios, altos y fuertotes, sino que ahora también son sanos. Han traído a entrenadores de otros países y han invertido en formar entrenadores que a su vez puedan dar una formación a los chavales, no con la idea de crear cracks mundiales o formar un equipo potente, pero sí al menos por los beneficios que el deporte podía traer. El éxito del programa ha levantado el interés de otros países, que se plantean replicar modelos similares, si bien no es sencillo aplicarlo en países con un tamaño muy superior. El deporte sigue siendo, en su mayoría, amateur, por eso me maravilla verlos competir contra potencias muy superiores en recursos.

Su manera de competir en los grandes torneos es la de un aficionado que lo da todo, el fútbol de siempre. La de quien sabe que es inferior, pero que ha venido a dar guerra. Que todas esas horas de entrenamiento en invierno, sin luz en la calle, con un viento del demonio y a cero grados, tienen que servir para que tu rival vea que no te vas a achantar. Por eso, cuando veo a un equipo islandés en una gran competición, cuentan conmigo entre sus seguidores.

Travis – Islandia (I): un plató de rodaje único.

Josean – Islandia (II): caída y recuperación.

Barney – Islandia (III): el éxito del deporte en un país minúsculo.

Lester – Islandia (IV): la Ring Road en autocaravana.

«Anatomía de un Negreirato», ya disponible

(Enlace al vídeo en el canal de Kollins para hablar del libro)

Empezó casi como una broma, fue tomando cuerpo y al final se convirtió en un libro de 372 páginas. Del mal llamado «caso Negreira» se han contado tantas cosas y se han contado tan mal (cuando no han mentido, directamente) que se me ocurrió plantearlo como una especie de juicio de Hollywood, como un desfile de personajes en el que cada uno de los afectados fuera desfilando por el juzgado, ya fuera como testigo o como acusado, y defendiera su postura, por muy indefendible que a muchos nos pudiera parecer.

Con la Anatomía de un asesinato (Otto Preminger, 1959) en la cabeza, con ese juego de fiscal, abogado defensor, juez y jurado, la trama tomó cuerpo rápidamente en esta Anatomía de un Negreirato. Con el subtítulo El juicio que no veremos. La comedia surgió de manera involuntaria, fruto de las declaraciones reales de los Medina Cantalejo, Ángel Mª Villar, Joan Laporta, Iturralde González y muchos más, contestando que todo era normal, que el hecho de que un club pagara más de ocho millones de euros por unos informes inexistentes no influía en la competición, que las anomalías estadísticas no existían, que “aquí no ha pasado nada, circulen, circulen”, y que el Comité Técnico de Árbitros y la Federación Española de Fútbol son los únicos órganos incorruptibles e inmaculados de este país.

El puzle necesitaba completarse para adaptarlo a todo tipo de lectores, no solo a los aficionados al fútbol. Porque esta no es una historia sobre fútbol, ni mucho menos: habla de corrupción. De compras de favores, de ocultación de pruebas, de injerencias políticas en la justicia. De un “Relato” victimista y manipulado según el cual el poder central representado por el Real Madrid había sometido de manera irregular durante décadas al máximo adalid del catalanismo, al “ejército desarmado de Cataluña”, que escribió Manuel Vázquez Montalbán. Por eso se me ocurrió la figura de un juez que no supiera nada de fútbol, un tipo próximo a la jubilación que descubriera la cantidad de mugre que había en todos los estamentos del fútbol español. Y que lo fuera apuntando en su libreta hasta hacerla incomprensible:

La libreta del juez Julián Aguilar (no confundir con el juez instructor del caso, Joaquín Aguirre) fue otro de los puntos que contribuyó a la farsa. Como me dijo un amigo: “tenías que publicar la libreta del juez Aguilar, o venderla como un documento aparte”.

James Stewart se convertiría aquí en el fiscal Jaime Estuardo, George C. Scott en Jorge Carlos Scotto, abogado de la defensa, y Lee Remick en Luisa Ramírez, abogada de la parte personada en el caso, es decir, el Real Madrid. Estos personajes dieron mucho juego y la trama fluyó de manera natural, casi espontánea. Solo había que poner en la sala del juzgado ficticio las frases reales de los protagonistas y dejar que los abogados debatieran y las rebatieran.

Para mi sorpresa, este juego gustó mucho a los lectores. Dicen que el halago debilita, pero a veces nos ocurre que, como decía Richard Gere en Pretty woman, nos gusta que nos hagan la pelota:

¿Cómo animar a los lectores que conocieron la primera parte, ya publicada, a comprar el libro? Pues porque faltaba mucho en esta trama. Faltaban todos los testigos de la acusación, y faltaban personajes importantes como Xavier Estrada Fernández, autor del único libro publicado hasta la fecha sobre el asunto. Y tenía que dejar a los acusados que se defendieran, que argumentaran por qué actuaron de aquel modo durante décadas, y por qué presidentes de un club que no se llevaban bien entre ellos (y que gestionaban de manera muy diferente) estuvieron de acuerdo en mantener unos pagos irregulares a través de empresas pantalla.

Mi versión de este juicio trata de ser justa. Honesta. De permitir que los acusados expongan sus argumentos. Sé que lo que se va a dirimir en el juzgado es muy diferente. Por ejemplo, Joan Laporta no está acusado y sí lo está Óscar Grau, antiguo director ejecutivo del club. Pero el actual presidente era un personaje fundamental para la historia y no sucede lo mismo con el segundo, así que tenía que tomar licencias. Con todo y con ello, el libro pretende mantener un difícil equilibrio y ser riguroso, preciso en los datos y las declaraciones. De ahí que haya doce páginas enteras de referencias a artículos, entrevistas y vídeos con las declaraciones originales que en esta particular sala de “mi” juzgado se cuestionan.

Faltaba el jurado popular. La parte con más ficción de toda la trama y una de las más divertidas de escribir como autor. Busqué cinco hombres y cuatro mujeres de diferentes edades, profesiones, estatus… de profesión liberal, currantes del puerto, jubilados y estudiantes. Y los dejé que discutieran sobre un tema tan polémico como este en el que no hay grises para casi nadie, sino blancos y negros, verdades absolutas. Siempre me gustaron las películas de juicios y también, mucho, las deliberaciones de los jurados de Hollywood. Doce hombres sin piedad, Jurado nº 2, El jurado, Veredicto final, Civil action, Testigo de cargo, Matar a un ruiseñor… En mi cabeza estaban todas ellas. También Algunos hombres buenos o Pulp Fiction, que “colaron” alguna frase en la trama.

Repito: me he divertido mucho escribiendo este libro. El proceso ha durado un año y medio, y ahora toca a los lectores decidir si la diversión no es solo mía. En esta primera semana parece que ha gustado: en Amazon han catalogado la obra en la categoría de “Ensayo”, y ya aparece en el número 7, detrás de esa maravilla que es El infinito en un junco, de Irene Vallejo.

Se encuentra disponible ya en la Fnac, Amazon, Libros CC y, en breve, en El Corte Inglés y La Casa del Libro.

Los beneficios de esta primera edición, y quién sabe si del resto, irán a parar a ese maravilloso proyecto que es el Gratitude Bootcamp en BodhGaya, en la zona nordeste de la India. ¡Muchas gracias a todos los lectores, amics!

El valor de los clubes de fútbol

Esta semana pasada mantuve una nueva charla en el canal de Kollins con Javi, nuevamente sobre asuntos económicos del deporte (dejo el enlace en el inicio del post). En esta ocasión, con la excusa de la publicación del último informe de Football Benchmark sobre el valor teórico de los 32 clubes europeos que engloba en lo que denomina “The European Elite”, los más valiosos. Debido a algunas limitaciones de los criterios utilizados en el informe, añadí en algunos puntos los datos extraídos del último estudio de Deloitte sobre las finanzas del fútbol, Annual Review of Football, y comparé otros con diversa información de Transfermarkt sobre traspasos de jugadores y gasto neto de los clubes.

Como indica el informe en sus primeras páginas, el Real Madrid lidera la clasificación por su excepcional año dentro y fuera de la cancha. Destaca los logros deportivos en Liga y Champions (hablamos de 2024), pero también su buena situación financiera, entre otras razones, por el impacto del renovado estadio (no entra en las críticas que se han hecho al mismo, muchas de ellas merecidas).

El informe recoge el período de los últimos 10 años, de 2016 a 2025, y destaca el enorme crecimiento del mercado en este tiempo, con datos como el incremento de un 146% del valor de los clubes, hasta los 64.700 M. EUR. Los aspectos más destacables para Andrea Sartori, CEO de Football Benchmark, los highlights, son los siguientes:

  • El crecimiento de los ingresos debido a los repartos que realiza la UEFA por premios y comercialización de derechos, y al incremento de los ingresos comerciales de los clubes, la mejor gestión.
  • Pese a ello, el resultado agregado de los 32 clubes sigue siendo negativo.
  • Hace referencia a la implantación de estándares de sostenibilidad financiera, de lo cual, tras las nulas sanciones a PSG, Chelsea, Manchester City o Barça, te tienes que reír.
  • Destaca que los costes de las plantillas crecieron a un ritmo superior al de los ingresos (78% vs 72%).
  • Se está tratando de racionalizar el coste de las plantillas de los clubes, y menciona que el ratio de costes salariales sobre los ingresos se ha controlado tras la pandemia y baja ¡¡¡del 95%!!! en 2023 al 82% en 2025. Sigue siendo una cifra muy elevada e insostenible.

El informe realiza un top-10 de clubes, para lo cual analiza 5 parámetros o KPIs (Key Performance Indicators):

  • Enterprise value, valor de empresa o de compañía. Más adelante explicaré cómo llega a esas cifras.
  • Variación anual del Enterprise Value. Destaca el importante crecimiento de un club como el Arsenal y el 23% del Real Madrid, un porcentaje significativo cuando ya se partía de cifras muy altas.
  • Ingresos totales de la temporada 2023-24. Datos de las cuentas de los clubes, sin cálculos como los del EV.
  • Porcentaje de masa salarial sobre el total de ingresos del club. Solo dos clubes superan el 70% recomendado por la UEFA, el PSG (82%) y el Chelsea (72%). Por eso, y por el enorme gasto en fichajes, me parto cuando escucho hablar del mérito de la Champions del nuevo y «modesto» PSG de Luis Enrique. Tiene mucho mérito, sin duda, ha jugado muy bien esta temporada, pero cuenta con recursos ilimitados para fichar, como hizo en el mercado de invierno, sin ir más lejos.
  • Valor de plantilla a marzo de 2025. Para este cálculo no emplea los datos de Transfermarkt, sino una valoración propia realizada con un algoritmo que tiene en cuenta el valor de mercado téorico de 11.000 jugadores de 24 ligas diferentes,

Respecto a las valoraciones tan «particulares» que realiza Transfermarkt de los futbolistas, algunas muy llamativas, ampliamos la información en este otro vídeo reciente:

Volviendo a Football Benchmark, otro dato interesante que sirve para entender el peso que supone participar o no en la Champions sobre el total de los ingresos de los clubes está en el ranking de los que más han aumentado su valor en el último año: Aston Villa, Real Sociedad, Eintracht de Frankfurt, Arsenal y Milan. Por el contrario, los que más bajan han sido el Ajax, Sevilla, Chelsea y Juventus.

Y una de las comparaciones que me ha parecido de más interés está en este cuadro en el que compara la valoración de estos 32 clubes europeos con otras entidades de otros deportes, como la NBA, la MLS o la Fórmula 1:

Mientras que el valor teórico de empresa (EV) de los clubes europeos se sitúa en un múltiplo aproximado de 6 veces el importe de sus ingresos, las entidades deportivas estadounidenses tienen una valoración más cercana a un múltiplo de 9 o 10 veces, incluso más. Es decir, que los potenciales inversores ven más capacidad futura de generar ingresos o valor en el mercado USA que en el europeo. Si el lector recuerda el post sobre la Superliga, se hablaba del modelo europeo y el modelo americano, mencionados en la propia sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.

El fútbol no termina de despegar en Estados Unidos, un mercado que la FIFA considera aún por explotar, o por desarrollar en todo su potencial. No hay más que ver los datos de los clubes de la MLS en el cuadro, con un tamaño medio equivalente a lo que sería el Espanyol o el Osasuna en España. Mi gran duda es si el soccer encaja con la mentalidad estadounidense, más acostumbrada a los parones del béisbol o el fútbol americano, momentos que se aprovechan para gastar a espuertas en el estadio.

Del potencial del mercado estadounidense es consciente Florentino Pérez desde hace años, tanto en el mundo empresarial, donde ACS obtiene casi el 60% de sus ingresos de EEUU, como en el mundo del deporte. Muchos de los pasos que ha dado en los últimos años parten de ese «concepto USA» de entender el club como entidad deportiva, pero también financiera: aumento de ingresos por merchandising, incremento de recaudación en los días de partido, rendimiento del estadio durante el resto del año, aumentar el valor de la marca, mayor impacto a nivel mundial… Por eso el interés por una competición como el Mundial de Clubes a la que la mayoría de aficionados no le prestábamos mucha atención, no solo por el impacto económico de los premios (enorme para los finalistas), sino, además, por la expansión de la marca Real Madrid en Estados Unidos.

La evolución del fútbol europeo en los últimos 10 años

El informe de Football Benchmark se centra mayoritariamente en los ingresos y el valor teórico que generan, pero poco en los resultados. Resulta curioso comprobar ese timeline del informe, esa línea del tiempo, para entender qué ha pasado, cómo en 2016 y 2017 los clubes tuvieron un récord de beneficios antes de impuestos, y poco tiempo después, tras el traspaso de Neymar se entró en una espiral inflacionaria para, con la pandemia, pasar a tener serios problemas financieros.

Quizás motivado por esas pérdidas, la UEFA aprobó nuevas normas de sostenibilidad financiera y control de las finanzas de los clubes, unas normas que apenas se cumplen porque no interesa a Ceferin y los suyos. Jamás van a poner limitaciones a que entre el dinero, como se ha visto con las ridículas sanciones al Manchester City, Chelsea y PSG. Los tres clubes tienen su Champions, por cierto, y tendrían más de no haberse enfrentado a los dos casi únicos rivales «tradicionales» que les quedan: el Bayern de Múnich y el Real Madrid.

Por seguir con el timeline, en la temporada 2024-25 se lanza el Mundial de Clubes. El informe menciona el incremento de ingresos que supondrá para los participantes y la importancia a nivel de exposición global de marca, pero advierte también del peligro de sobrecargar el calendario, por la saturación de partidos y las lesiones de los jugadores. Menciona también el conflicto que puede suponer entre competiciones nacionales e internacionales, algo que ya está pasando en el baloncesto con la Euroliga. El próximo año tendrá 38 partidos de fase regular, incluyendo los viajes a Dubai, pufff… más que los 30 de la ACB. Y luego los playoffs. Habrá que aumentar las plantillas, y con ello, los que puedan, el gasto. O reducir los equipos de las ligas nacionales (en este blog ya hablamos hace tiempo de reducir la liga española de fútbol a 16 equipos).

Evolución de las ligas nacionales en este período

El gráfico refleja el valor de los clubes en el período analizado, así como el porcentaje de crecimiento experimentado. No debería extrañar el enorme avance de los petroclubes, pues tanta inversión de capital ajeno al fútbol se tenía que notar, y aunque dinero no garantice títulos, sí ayuda bastante a obtenerlos.

En cuanto a la comparación por ligas nacionales, destaca el despegue de la Premier respecto al resto de campeonatos. LaLiga ha perdido la segunda posición frente a la Bundesliga, si bien España sube de cinco a seis equipos en el análisis del top-32, mientras que Alemania se queda en tres. Francia no es representativo por el peso del PSG sobre el global, que influye notablemente en la media. Italia por su parte sigue muy lejos, pagando aún las consecuencias del Moggigate y de los nefastos inversores que pasaron por algunos clubes como el Inter o la Roma.

Me parece relevante completar esta información con la tabla del Informe de Deloitte que recoge los ingresos totales de los campeonatos, así como el tamaño medio por equipo, y la diferencia es abismal.

El informe de Deloitte recoge el sorpasso de la Bundesliga respecto a LaLiga. Si le preguntan a Javier Tebas por la mala gestión de la venta del campeonato español, lo negará diciendo que los ingresos por derechos de televisión son superiores a los del campeonato alemán (y es verdad, como se puede ver), pero para mí el deterioro se debe a lo mal que se ha vendido el producto en los últimos años como marca reputada: el caso Negreira, la guerra abierta de Tebas con su mejor activo, el Real Madrid, la sensación de manipulación del VAR, los horarios, el control financiero estricto para unos y la laxitud con otro… es la sensación constante de estar viendo un producto corrompido.

Volviendo al informe, este gráfico sorprende por el buen comportamiento del Real Madrid en un contexto de clubes estado (ver el crecimiento del PSG y el City en este período), así como de otros clubes de la Premier con un fondo de inversión detrás, normalmente norteamericano, pero también de capital árabe o iraní. Detrás de todo ello ha habido mucha gestión, operaciones complejas (el estadio, Sixth Street, sponsors, los -de momento-frustrados aparcamientos) y un éxito en el terreno de juego, sobre todo a nivel europeo e internacional, donde ha sido más fácil triunfar que en el entorno «negreiro».

El informe analiza después el enorme crecimiento de los ingresos del fútbol en esta última década y separa los repartos de ingresos de la UEFA, los derechos de televisión, taquilla en días de partido y otros ingresos por comercialización.

Aun con este fuerte crecimiento, conviene destacar que los salarios han crecido más porcentualmente. Los agentes han invadido el mercado y lo han poblado de «nuevas prácticas»: primas de fichaje, primas por renovación o fidelidad, bonus crecientes por logros colectivos, pero también por reconocimientos individuales, y todo ello ha traído una inflación de salarios y traspasos posiblemente insostenible. Los clubes como el PSG o el Manchester City pueden confundirse con los fichajes en una temporada y cambiar a otros tres o cuatro jugadores en el mercado de invierno. El City ha invertido 346 millones de euros en nueve jugadores solo este año. El PSG del que tanto se ha elogiado su éxito en la Champions tiene media docena de fichajes millonarios fallidos solo en los últimos doce meses.

En cuanto al market balance, o balance de mercado, el informe destaca los clubes que mejor han comprado o vendido. Los portugueses siempre han sabido gestionar bien sus activos (Benfica y Oporto), igual que el Ajax, mientras que el gasto descontrolado no garantiza el éxito, como se puede ver en el caso del Manchester United, pero sí ayuda (City y PSG).

He preferido completar este cuadro de los fichajes y traspasos con el cálculo realizado por Maketo Lari con los datos de Transfermarkt:

Clubes «gastones» como el Chelsea, el City o el PSG han logrado sus Champions, pero otros como el Manchester United, el Arsenal, Milan o Juventus llevan años sin acercarse a estos triunfos. Por el contrario, el Real Madrid es el 16º en esta clasificación con el neto de traspasos. Ahí también hay mucha gestión, pero mucho sacrificio, como las ventas (Casemiro, Cristiano, Varane, Di María, Morata, Achraf, Reguilón… y tantos otros) o no cubrir puestos necesarios, como ha sucedido este año con todos los lesionados en la defensa. Siempre hay que tomar estos datos con cierta distancia, porque no todo es transparente en el mundo del fútbol, sino más bien al contrario. A veces no es posible conocer todos los extras que se han pagado por un fichaje, como ocurrió con Neymar, Mbappé o el noruego Haaland.

Con toda esta locura inflacionaria que lleva casi una década, los resultados económicos de los clubes siguen siendo muy negativos: ¿es sostenible mantener esta situación?

Las cifras son tremendas, y habrá más clubes que sufran o desaparezcan en los próximos años, como hemos sabido esta semana que ocurrirá con el Brescia. La crisis del fútbol italiano no termina de cerrarse. Si sus clubes no estaban en los peores puestos entre los más «gastadores» o compradores, sí lo están en la lista de resultados, en la que destaca la buena gestión del Bayern Múnich, Real Madrid y Atalanta:

Esta misma realidad se observa en el Informe de Deloitte, en el que, además, el superávit del fútbol español no es real, pues recoge los datos del Fútbol Club Barcelona en el año de las palancas (las reales y las ficticias):

Criterios con los que se hace el Informe Football Benchmark:

Mi mayor crítica al informe viene porque el cálculo del Enterprise Value (EV, valor de los clubes) se basa más en expectativas que en resultados financieros, más en la teórica capacidad de generar ingresos que en el modo de conseguirlos (gestión sostenible, deuda, capital externo…). Sus autores utilizan una aproximación por un múltiplo de los ingresos porque dice que son menos volátiles que los resultados, más fáciles de comparar y están menos distorsionados por ajustes contables. Este múltiplo se realiza con un algoritmo propio basado en varios criterios que tratan de reflejar esa capacidad de generar ingresos: valor de marca, atractivo de la plantilla, número de seguidores… Las marcas Real Madrid y Barcelona son mundialmente conocidas, y el grupo de Abu Dábi ha hecho un enorme esfuerzo con los clubes satélites para promocionar la imagen del City por el mundo.

El informe reconoce sus limitaciones en el método escogido, como que la capacidad de generar ingresos no suponga que sus directivos sean capaces de hacerlos rentables (hay numerosos ejemplos), o que no refleja la posición de balance del club. Al obviar el peso de las deudas, pone en la misma balanza los que tienen inyecciones de capital ilimitado del petróleo o el gas de Oriente Medio con los que se endeudan por encima de sus posibilidades.

Con estos cinco pilares (rentabilidad, seguidores en redes sociales y aficionados, atractivo de la plantilla, éxitos internacionales, derechos de televisión, gestión de los ingresos del estadio…) establece un rango de máximos y mínimos:

Y finalmente un valor medio:

¿Es un cálculo certero, atinado? Mi percepción como aficionado es que el Manchester United y el Barça deberían estar varios puestos más abajo, en especial los catalanes por el impacto reputacional que debería sufrir por todas sus tropelías «laportianas», pero no parece afectarle. Así que para contestar a mi pregunto, voy a comparar con algunos precios de venta recientes:

  • Valor de venta del Chelsea en mayo de 2022: 4.970 mill. euros. Un 60% más que el informe de Football Benchmark, y aquel fue un dato real.

Mi «yo» aficionado puede pensar muchas cosas respecto a este informe, pero mi «yo» financiero tiene una idea clara: difícilmente invertiría en un club de fútbol.

Relacionados:

LaLiga (I): (in)sostenibilidad financiera y austericidio.

LaLiga (II): el declive económico y deportivo.

Malos tiempos para LaLiga.

La Premier se pone seria.

Las auditorías de Real Madrid y Barça (I).

Las auditorías de Real Madrid y Barça (II).


¿Qué pasó con…? (V)

En el reciente post sobre los planos secuencia, hablé entre muchas otras películas de Rope (La soga), la obra casi experimental de Alfred Hitchcock en la que el director se atrevió con el reto de filmar los ochenta minutos de metraje casi del tirón, en un solo plano. Un solo plano, eso sí, con los cortes necesarios para cambiar las bobinas, es decir, cada diez minutos aproximadamente. Personalmente, me pareció una obra brillante en lo argumental, en la idea del superhombre o por el sentido del humor del retorcido profesor Rupert (James Stewart). También por la dificultad del rodaje, por mucho que el propio Hitchcock la desdeñara en el libro de conversaciones con François Truffaut.

Seguro que todos recordamos perfectamente a los tres actores principales, los dos asesinos (John Dall y Farley Granger) y el mencionado Stewart, pero, ¿qué fue del «elefante en el salón»? Toda la trama versa sobre un tipo ausente, David Kentley, sobre el tipo del arcón al que nadie encuentra durante la hora y veinte minutos posteriores a su asesinato, pero, ¿el actor se tuvo que pasar metido en el puñetero baúl los diez minutos desde que lo estrangulan hasta el cambio de bobina? ¿Y cuántas tomas fueron necesarias? Es decir, ¿cuánto tiempo total necesitó pasar en ese arcón? ¿Alguien recuerda su nombre?

El tipo en cuestión se llamaba Dick Hogan. Me imagino a ese actor que, un buen día de 1948, le cuenta a su familia y amigos que va a rodar la próxima película de ese famoso director inglés que acaba de tener éxito con Recuerda, Encadenados y El caso Paradine, todas estrenadas entre 1945 y 1947. «El mismo Alfred Hitchcock», contaría orgulloso a sus allegados. Sus expectativas estarían muy altas, más aún si hubiera visto el tráiler de La soga:

Parece que va a ser fundamental en la obra y luego, el día que todas sus amistades fueran a verlo al estreno… se encuentran con que aparece menos de cinco segundos en escena. Hala, estrangulado y al arcón. Sale mucho más en el tráiler que en la propia película, porque el tráiler se desarrolla en un parque y el propio Dick Hogan tiene frases con su prometida, que es el momento que aprovecha Hitchcock para soltar el clue, el gancho, para el espectador: «fue la última vez que lo vio con vida».

Dick Hogan nació en Little Rock, Arkansas, en 1917, y participó como secundario en casi cuarenta películas desde 1937. Según la web más completa, la de IMDb, Dick Hogan actuó en decenas de películas, posiblemente series B o C, con puntuaciones bajas por lo general:

Su biografía es bastante escueta. Cantó con la orquesta de Glenn Miller, participó en la Segunda Guerra Mundial y le llegó su gran oportunidad con Alfred Hitchcock. Completo yo el hueco de la biografía: apareció cinco segundos en pantalla, acabó con claustrofobia crónica y abandonó el cine completamente asqueado de su primera experiencia en una producción importante. Echo de menos una entrevista con este tipo.

Para encontrar algo más de información sobre él, o una explicación de sus motivos, he tenido que recurrir a la versión inglesa de la Wikipedia. Dick Hogan dejó Hollywood y se volvió a Little Rock, donde trabajó hasta su jubilación como agente de seguros. Falleció en 1995 en el mismo lugar en el que nació y en el que se ganó la vida como agente. Todo de lo más anodino, pero supongo que le encantaban los espacios abiertos que allí encontró.

Recuerdo una entrevista hace años al cantante Phil Collins en la que decía que su vida, «en un momento dado, descarriló». Pero no era capaz de determinar el momento, si las adicciones, la separación, la enfermedad… Me hizo pensar en si la palabra estaba correctamente elegida. La vida de Phil Collins tomó caminos equivocados, a veces los recondujo, volvió a errar, pero un descarrilamiento es algo distinto. Es un accidente. Es una tragedia que puede durar un segundo y lleva al traste un tren, o una vida que hasta ese momento marchaba por la vía correcta.

Acaban de cumplirse 32 años del «descarrilamiento» por el que conocí, o conocimos los más aficionados al baloncesto, la historia de Slobodan Jankovic. El 28 de abril de 1993 se jugaba el cuarto partido de la semifinal de la Liga griega entre el Panathinaikos y el Panionios, equipo en el que jugaba la estrella yugoslava. El vídeo de YouTube que precede a este texto tiene las escalofriantes imágenes que tanto nos impactaron en su día. Siguen haciéndolo hoy, cada vez que las revivo: el jugador anota una canasta, pero el árbitro la anula y le pita falta en ataque. La quinta, para más señas, con lo que es eliminado. Con el cabreo del momento, el jugador suelta un cabezazo de rabia contra el soporte de la canasta y cae fulminado. Por aquel entonces, las canastas carecían de protectores acolchados, algo que comenzó a ser obligatorio tras la desgracia de Slobodan.

El jugador fue atendido de inmediato por el equipo médico y en su rostro se observa el terror. La sangre le caía a borbotones, pero lo que le asustaba era que no sentía las piernas y apenas los brazos. No dejaba de repetir sobre la propia cancha de juego: «me voy a morir, me voy a morir». Se fracturó una vértebra cervical y no volvió a caminar en su vida. Entonces tenía 29 años y era el mejor jugador del equipo griego, donde había llegado huyendo de los conflictos en la antigua Yugoslavia. En el país que dejó de existir a principios de los noventa (recordad Hermanos y enemigos) había jugado en el Estrella Roja de Belgrado hasta su fichaje por los griegos. En Grecia se volcaron con él y con los intentos de recuperación. Los directivos del club, numerosos aficionados, incluso el presidente del Panathinaikos, Pavlos Giannakopoulos, contribuyeron con fondos para costearle una posible rehabilitación en Londres. No fue posible y permanecería en silla de ruedas hasta el final de sus días.

Buscando detalles sobre cómo recompuso su vida, veo que se separó de su mujer cuatro años más tarde, y que el Panionios retiró la camiseta con su número 8 como homenaje al que fuera ídolo local durante un breve período de tiempo. Logró volver al baloncesto, aunque de un modo distinto al que, sin duda, le habría gustado: entrenó a un modesto equipo de baloncesto en silla de ruedas de Atenas. Su mayor alegría de aquellos años fue su hijo Vladimir, quien llegó a ser profesional y jugó en varios equipos como el Panionios, el AEK de Atenas, el Valencia Basket, el Andorra, y curiosamente, Panionios y el rival de aquel fatídico día, Panathinaikos.

Nunca reprochó nada a nadie por su desgracia, mucho menos al árbitro, como le preguntaron en alguna entrevista. Jankovic se consideraba un guerrero y no quería que nadie le compadeciera. Aquella desgracia era fruto de su manera de entender el deporte, como un combate, como una guerra. El vídeo en el que se muestra su reacción furibunda ha sido usado como ejemplo para prevenir conductas agresivas en los jóvenes y también en algunos manuales del ejército griego para hablar de autocontrol.

Una de las últimas veces en las que se le vio con vida fue durante el Eurobasket celebrado en Serbia y Montenegro en 2005, cuando acudió a ver algunos de los partidos. El 28 de junio de 2006 falleció de un infarto y a su funeral asistieron numerosas leyendas del baloncesto balcánico: Zarko Paspalj, Rebraca, Dragan Tarlac… También uno de sus rivales en la cancha, el gigante Panayotis Fassoulas.

Hogan, Jankovic y los momentos puntuales que cambian una existencia.

Capítulos de la serie ¿Qué pasó con…?

I. Antonio Peñalver y Claudia Wells.

II. Antonio Hernández Mancha y Pedro Maestre.

III. C. Thomas Howell y Santi Pérez.

IV. Antoni Asunción y Remedios Amaya.

Locura. Hambre. Piernas. In that order

El Real Madrid tendrá que buscar una remontada casi imposible frente al Arsenal el próximo miércoles, si no quiere quedar fuera de la Champions y fallar a su cita casi ineludible con las semifinales. Es la consecuencia del desastroso partido del martes pasado en el Emirates, de la floja temporada y del tremendo acierto de Declan Rice para anotar los dos primeros free kicks de su carrera.

El pasado viernes falleció Leo Beenhakker y Movistar rescató un programa del Informe Robinson sobre la Quinta del Buitre, un episodio en el que el entrenador holandés, lógicamente, tenía un gran protagonismo. No faltaron las grandes remontadas en el Bernabéu, aunque fueran de la etapa anterior a Beenhakker, con Amancio y Luis Molowny: Anderlecht, Moenchengladbach, Inter de Milán… Aquel Real Madrid de la Quinta del Buitre más Gordillo, Hugo Sánchez y muchos otros (Jankovic, Maceda, Gallego, Santillana, Juanito) jugaba muy bien al fútbol. Maravillosamente bien. Y claro, me he puesto a pensar ya en otra noche mágica en el Bernabéu, en otra gran remontada. En un nuevo milagro. Harán falta muchas cosas, pero yo he puesto «mis» tres.

Locura

En todas esas remontadas se alcanzó un punto de locura. Qué coño «un punto», un terremoto. Desde la llegada en autobús de los jugadores al estadio, las declaraciones en los días previos, el convencimiento del aficionado, el rostro de seguridad (como el de Cristiano Ronaldo en la remontada ante el Wolfsburgo),… desde el primer disparo a puerta, aunque no tenga ningún sentido, solo por escuchar el estallido contra la valla publicitaria y el rugido del público.

Es el mismo grado de locura que acompañó las remontadas que se produjeron en la Champions de 2022, la más inexplicable de la historia: PSG, Chelsea y City sucumbieron en apenas unos minutos tras haber dominado durante más de una hora o dos, en algunos casos. Los tres goles de Benzema en diez minutos contra el PSG, los dos en dos minutos de Rodrygo frente al City o el exterior de Luka Modric para el remate del mismo Rodrygo contra el Chelsea fueron esos momentos en los que se perdió la cordura en las gradas y en nuestras casas. Aquellos días seguía «guasapeándome» con amigos a las dos de la mañana porque éramos incapaces de rebajar la enorme segregación de adrenalina que habíamos tenido unas horas antes.

¿Puede este equipo alcanzar ese grado necesario de locura, de correr como si cada carrera fuera la última del partido, de pelear cada balón para que el rival se sienta asfixiado? Hay dudas en el aficionado: el equipo parece fatigado, no ha jugado bien en toda la temporada, da la impresión de que Carletto lleva cabreado y sobrepasado desde agosto. ¿Puede llevar este equipo a paroxismo, al grado de exaltación necesario para que tiemble el Arsenal? Pues quiero creer que sí. Y, aunque la temporada no haya sido buena (las notas al final, por favor), ha habido algún destello que me hace pensar que sí:

  1. El Real Madrid perdía 0-2 al descanso con el Borussia de Dortmund en la fase de grupos. En la jornada anterior, el equipo había perdido con el Lille, luego una derrota en casa podía traer muchos problemas para clasificarse. Justo antes del descanso, Lunin salvó el tercero de los alemanes. Pero arrancó la segunda parte y el ambiente que se respiraba era otro. En el minuto 60 cayó el primero de los blancos y se desató la locura. En el 62 llegó el empate y en los últimos minutos, tres más, con Vinícius totalmente desatado y un hat-trick en la mochila.
  2. Hace un par de semanas, el Real Madrid se puso por debajo en la eliminatoria de Copa frente a la Real Sociedad. Una eliminatoria en la que había mandado durante casi 150 minutos y en la que, de repente, por esa apatía e indolencia que a veces arrastra el equipo, se veía por debajo a menos de diez minutos del final. De nuevo, como el día del Dortmund, Vini pidió la pelota y el equipo le dio la vuelta al marcador en apenas tres minutos.

Parece que el Real Madrid, para alcanzar la locura, tiene que llegar a ese punto de no retorno, al borde del abismo. Y como destacaba Alan Moore en Watchmen:

«No luches contra monstruos, a no ser que te conviertas en monstruo,

y si miras al abismo, el abismo devuelve la mirada».

Friedrich Wilhelm Nietzsche

Hambre

Me surge la duda: ¿tienen hambre los jugadores de la actual plantilla? ¿La tienen todos? Aquella Quinta del Buitre tenía hambre. Santillana, Juanito, Hugo Sánchez y Valdano la tenían. Luchaban contra casi dos décadas de sequía europea del Real Madrid, contra la historia, contra cinco años sin ganar la Liga española. Salían a devorar al rival, por mucho que, como bien explica Valdano, «en aquellos años, los alemanes eran poco menos que unos ogros que devoraban niños». Contra ellos, contra aquel gran equipo que era el Anderlecht y contra los «cancheros» italianos del Inter, se enfrentaron estos tíos con más casta que físico y de ahí surgió el famoso «noventa minuti en el Bernabéu son molto longo» de Juanito.

Algunos jugadores de la actual plantilla tienen seis Champions, como Luka Modric y Dani Carvajal, otros tienen alguna menos, como Lucas Vázquez, y buena parte de ellos fueron partícipes en las dos últimas: Vini, Rodrygo, Camavinga, Courtois, Valverde… Jude Bellingham y Rüdiger ya tienen una. El que no estuvo el año pasado y no la ha ganado todavía es Kylian Mbappé, pero no sé si con lo que vivió en su retiro catarí de París, con la panza llena, tiene el hambre necesaria para echarse el equipo a la espalda y salir a remontar. Ha habido momentos en la temporada en que ha parecido que sí, que quería empujar donde no llegaban sus compañeros, pero entre el desacierto general y el suyo propio, genera dudas. Su expulsión de esta última jornada frente al Alavés demuestra la impotencia que siente en ocasiones, la rabia contenida. Esperemos que la expulse toda el miércoles, hará falta.

Hace falta que todo el equipo sienta esa necesidad de comerse al rival, de querer ganar esta eliminatoria, y no lo que ha parecido durante tantos partidos: que la plantilla entera está deseando el fin de la temporada, la salida de Ancelotti y el inicio de un nuevo ciclo.

Piernas

Uno de los grandes problemas de toda la temporada: el equipo está muy flojo. No solo en lo táctico, sino también en lo físico. Y se nota mucho. El Real Madrid es, de largo, el equipo que menos kilómetros realiza por partido. Este dato es solo de la ida de cuartos de final:

Pero es el mismo dato que hemos visto en todos y cada uno de los partidos, en los que el Madrid corre unos diez kilómetros menos que sus rivales. En un fútbol tan físico como el actual, el déficit de kilómetros podría compensarse con orden sobre el campo, pero no es eso lo que vemos. Hay tanta distancia entre los cuatro de arriba (Mbappé, Vinícius, Rodrygo y Bellingham) y el resto, que el centro del campo está siempre en minoría. Y al sobrepasar ese medio campo con facilidad, la defensa también parece peor, hay muchos más huecos y todo se descompensa. Faltan piernas en el equipo, a lo que no han ayudado las múltiples lesiones, las pocas rotaciones de Ancelotti, las prórrogas en Copa del Rey (Celta y Real Sociedad) y Champions (Atleti)… y las cacicadas de Javier Tebas con los horarios. El Real Madrid es el único de los ocho cuartofinalistas de la Champions que jugó en domingo. El único. La directiva pidió el cambio de horario y el cacique Tebas se dio el gustazo de denegarlo («normal», pensará, «que no me pongan tantas demandas»).

Hay varios jugadores por encima de los 4.000 minutos esta temporada (Valverde, Mbappé, Rüdiger, Vini, Jude) y estamos solo en abril, una aberración. Queda mucha temporada aún y falta frescura en las piernas. Pero en estos partidos, si se alcanza el grado de locura, las piernas acompañan. No sé cómo, pero lo hacen casi siempre.

Recuerdo dos intentos de remontada que quedaron en el «a punto del milagro»:

  1. Frente al Zaragoza en semis de la Copa del Rey de 2006. El Madrid había perdido 6-1 en la ida. Fue tal el grado de sobreexcitación con el que los jugadores saltaron al campo que a los diez minutos ganábamos 3-0. Pero las piernas no aguantaron todo el partido. Un gol más en la segunda parte y una última media hora en la que el equipo no podía más, pese a estar a solo un gol de la gesta histórica.
  2. La vuelta contra el Borussia de Dortmund tras el 4-1 de la ida. En aquella ocasión, el equipo lo tuvo en su mano, se hartó de fallar ocasiones en la primera parte (Higuaín y Ozil, sobre todo), y cuando pareció que las piernas no daban para más, llegó el primer gol (Karim) y se desató la locura. Y un par de minutos después el segundo (Ramos), y ahí las piernas que se debilitaron fueron las de los alemanes, que se dedicaron a desplomarse al suelo los últimos cinco minutos y evitar que se jugara. Una pena, porque se estuvo a punto.

Definí la Champions de 2024 como «la Champions de los héroes inesperados«. Joselu, Lunin, Brahim, Nacho… Hay un jugador que puede despertar la locura el miércoles. Que tiene hambre y piernas. Se llama Endrick y en Brasil remataba hasta las sandías que le pudieran lanzar. Ni siquiera necesita ser titular para volar por los aires un partido. No será fácil. Por eso sé que lo lograremos.

El Atleti, Cerezo y el manejo de la prensa

Que si «los hilos del palco del Bernabéu», que si «el pelotazo de Florentino con la Ciudad Deportiva», «el escándalo del Madrid con los parkings», que si «la prensa madridista, que es toda»,… Sorprende escuchar o leer todas estas cosas, pero casi tanto me sorprende comprobar cómo Enrique Cerezo, Gil Marín y el Atleti resultan tan «simpáticos» para la prensa. Ni una crítica, ni una sola duda sobre sus operaciones inmobiliarias, el manejo del club o esa afición en la que los impresentables (minoría, pero impresentables) llevan la voz cantante.

De todo ello hablamos Kollins y yo en su canal, en el vídeo con el que comienza este post. Nos centramos sobre todo en las operaciones urbanísticas del Real Madrid y el Atleti, y, especialmente, en el diferente tratamiento mediático que recibieron. Pero «es que la prensa es madridista» y tal, salvo Manolo Lama, Carreño, Castaño, los directores del As y el Marca, y todos los tertulianos de esas insoportables tertulias que solo soy capaz de seguir en los cortes de El Radio. En Lisboa 2014, la primera final de Champions perdida por el Atleti frente a su gran rival, se dio un suceso de lo más llamativo. El Cholo Simeone (cuyos antecedentes lo preceden) acababa de invadir el terreno de juego para intentar agredir a Raphael Varane, que por entonces apenas tenía veinte años de edad. Al entrar en la sala de prensa, apenas unos minutos después, toda la prensa española comenzó a aplaudirlo, ¡al del comportamiento macarra! Inconcebible, salvo por el hecho de que la inmensa mayoría de esos periodistas estaban deseando una victoria atlética casi tanto como una derrota madridista.

Pero no me quiero ir tan lejos. Hay un ejemplo muy reciente de esa «prensa madridista», como es la portada del diario Marca el último día del año 2024. Lo habitual es que la última portada la ocupe un personaje que represente lo mejor del año, que resuma los éxitos de los últimos doce meses. En un año en el que el Real Madrid ganó cinco de los seis títulos en disputa en fútbol, Champions incluida, más la Liga y la Copa del Rey de baloncesto, y fue, además, finalista de la Euroliga, uno esperaba encontrar a Bellingham, Vinicius, quizás Rudy Fernández, por el hito alcanzado en sus sextos Juegos Olímpicos. Nada de ello, la prensa «madridista» escogió:

El «simpático» Enrique Cerezo, que tiene a toda la prensa comiendo de la palma de su mano. Mis amigos del Atleti, que aún me quedan, me dicen que esto son chorradas, que el Madrid ocupa mucho más espacio, lo cual es cierto, respondo, porque vende diez veces más que el Atleti, pero el tratamiento no puede ser más diferente. Mientras para unos todo es escandaloso y criticable, para otros todo es maravilloso, hasta la «autoproclamada mejor afición del mundo», la de la lluvia de mecheros, los insultos racistas y los últimos dos asesinatos en el fútbol español. En Exmadridistas por el mundo ya di cuenta de esta penosa estrategia a la hora de titular en los medios y en El Real Madrid como cebo incluí uno de mis ejemplos predilectos del mundo clickbait:

Todo esto no son más que ejemplos relacionados de un modo u otro con la competición y con el afán de los medios por vender o lograr clicks en sus páginas. Sin embargo, lo que resulta bastante curioso es ver cómo la prensa generalista dedica horas y horas, o páginas y páginas, a operaciones urbanísticas relacionadas con el Real Madrid, y cómo pasan de puntillas por las de su rival en la capital. Si es que las comentan, que la mayoría de las veces ni salen. De esto fue de lo que hablamos en el vídeo en el canal de Javi «Kollins».

Ciudad Deportiva del Real Madrid vs Recalificación terrenos Metropolitano-Atleti

Si uno guglea «pelotazo y Ciudad Deportiva», enseguida le aparecen varios enlaces a artículos que hablan de esta operación como si hubiera sido algo ilegal, repleto de irregularidades o movido por esos oscuros poderes que llevan años ayudando al Real Madrid. Algunos artículos, como el de La Vanguardia, mienten al hablar de unos terrenos expropiados durante el franquismo. O adquiridos con ayuda pública. Nada más lejos de la realidad. Aquello era un erial al final de la Castellana comprado con el dinero obtenido tras una emisión de bonos del propio club. Este enlace a futbolgate.es/La recalificación de la Ciudad Deportiva aporta información muy suculenta sobre todo el caso, desde la adquisición inicial hasta su venta a finales de los años noventa a una serie de empresas privadas.

El Real Madrid es tan uña y carne con el poder que le denegaron la recalificación de los terrenos durante varios años y con gobiernos de toda clase: Arias Navarro en 1973, Juan Barranco a Ramón Mendoza en el 87 y Álvarez del Manzano a Lorenzo Sanz en los noventa. Finalmente se consiguió de la mano de Florentino Pérez y sus contactos, y fue una operación aprobada por el ayuntamiento de Madrid (donde solo se opuso el PSOE), la Comunidad, y tanto UGT como Comisiones Obreras, como las asociaciones de vecinos de la zona dieron su conformidad al proyecto. Todavía hay muchos que hablan del escándalo de la Ciudad Deportiva del Madrid, cuando pocas operaciones han tenido más informes y seguimiento que aquella. José María García sigue rajando de la misma cada vez que le ponen un micro delante, pero es que por su sangre solo corre el resentimiento. Aun así, la operación se elevó a la Comisión Europea por la posible ilegalidad de la misma, y el organismo dictaminó en 2004 que:

El propio comisario europeo de la Competencia, Mario Monti, avaló la decisión. Claro que, si uno tiene que elegir entre el ayuntamiento, la comunidad, los sindicatos, los vecinos y la Comisión Europea por un lado, y José María García con sus sollozos veinte años después por el otro, pues… allá cada cual. Fue una operación muy beneficiosa para todos los implicados, ayuntamiento incluido, que recibió una gran cantidad de dinero tras la venta de una de las cuatro torres. Para los vecinos, pues se liberaron doce hectáreas adicionales de suelo verde, para Madrid, al contar con este gran centro financiero en la capital, y para el Real Madrid, por supuesto. No hubo un solo euro de dinero público que se traspasara a un club privado de fútbol.

Ahora podemos analizar cómo se ha juzgado por la prensa la cesión de unos terrenos públicos y una instalación pública como era la Peineta a un club privado como el Atlético de Madrid. En primer lugar, sorprende lo poco que se ha cuestionado esta operación, cuando aquí sí hay claramente un trasvase de recursos públicos a manos privadas, a un club que, por cierto, ha pasado por capital chino, israelí y, en la actualidad, de Arabia Saudí.

El estadio Metropolitano formaba parte de la aventura olímpica de Madrid para los Juegos de 2004, 2012 y 2016, y fue una inversión pública que durante años quedó para la realización de pocos eventos. No entro en la conveniencia o no de la operación de permuta por los terrenos del Vicente Calderón, solo en lo poco que se ha hablado de la misma, pese a que había aspectos que podían despertar dudas. Por ejemplo, cómo es posible que el convenio de 2008 recogiera una edificabilidad de 101.372 metros cuadrados con un coste para el Atleti de 42 millones de euros, y que, sin embargo, en el convenio definitivo de 2017, se ampliara la edificabilidad a 151.000 metros cuadrados y el coste se quedara en apenas 60 millones, de los que el club solo tenía que desembolsar la mitad.

Una asociación de seguidores del Atleti (Señales de Humo, muy críticos con Cerezo y Gil Marín) presentó un recurso contra esta modificación del Plan Urbanístico, y, en 2018, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid les dio la razón:

La Sentencia estima seis de los siete argumentos expuestos en el recurso contencioso administrativo interpuesto por la Asociación Señales de Humo contra el referido acuerdo de aprobación definitiva siendo demandados la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Madrid y el Club Atlético de Madrid”. ¡Seis de los siete! Veamos cuáles son, alguno de lo más curioso para lo poco o nada que se habló:

  1. Falta de interés público en el cambio de uso de la instalación (pública) a privada: no quiero ni pensar lo que se habría dicho si ese traspaso de lo público a lo privado hubiera tenido al Real Madrid como destinatario.
  2. Falta de motivación de la modificación del Plan Urbanístico: pues no atiende a necesidades de la ciudad, sino a un interés particular. Digo lo mismo del punto 1.
  3. Incorrecta clasificación del suelo a “urbano no consolidado”:
  4. Inexistencia de las plazas de aparcamiento que debería haber al aumentar la edificabilidad a 151.500 m2.
  5. “…vulneración del art.67.2 de la LSCM ya que se produce un evidente fraude de Ley porque se evita cubrir las dotaciones – que desaparecen- sustituyéndolas por dinero, cuando al Club se le podría haber vendido una mayor superficie de suelo existente dentro del ámbito de actuación a fin de que cumpliera con las obligaciones compensatorias …”. Fraude de Ley, esto mejora a cada paso.
  6. Ausencia de un informe medioambiental ¡sobre ruidos!!! ¡Jojojojo, anda que no hemos hablado de ruidos en otro lado de la ciudad!
  7. Informe sobre impacto de género, que no existía.

El ayuntamiento de Madrid y el Atleti como parte afectada recurrieron la sentencia, y dos años después el Tribunal Supremo anuló la sentencia y dio la razón a todos los promotores de la modificación del Plan Urbanístico. Era septiembre de 2020 y estábamos todos a otras cosas aquel año, pero no deja de ser curioso lo poco que se escribió o habló sobre este asunto en los medios. Y, por supuesto, a nadie se le ocurrió escribir que «Cerezo maneja a los jueces y los políticos desde el palco del Metropolitano».

El caso no está cerrado del todo, porque el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha abierto un nuevo expediente por la valoración de los terrenos aledaños que fueron expropiados e incluidos en el convenio.

Todo esto, con un alcalde que no tiene pudor alguno en manifestar sus filias futboleras, ¡lo cual me parece muy bien! Solo lo comparo con las barbaridades que se han dicho cuando Rajoy o Aznar han mostrado su apoyo al Madrid. Nunca se oyó nada reprochable con la afición de Zapatero por el club que ya entonces corrompía la competición.

Aparcamientos Padre Damián vs Acuerdo terrenos del Metropolitano y Centro Acuático

Los periodistas deportivos son, por lo general, bastante malos. Y tendenciosos. Pero ya, cuando hablan de asuntos económicos, resultan penosos. Algunos han llegado a decir que los aparcamientos adjudicados al Real Madrid en la Castellana y Padre Damián fueron adjudicaciones a dedo, milmillonarias, pelotazos, etc. Lo de siempre. A ver, vamos a tratar de explicar este proyecto, que, de momento, está suspendido. Y bien paralizado, si se han incumplido algunas normativas como las de ruidos, impacto ambiental o si no se ha acreditado el interés público, algo imperdonable cuando el vecindario ya está bastante cansado de obras, ruidos y alteraciones del descanso.

El concurso se licitó en procedimiento público, abierto a quien quisiera presentarse, y notificado con la suficiente antelación. Siempre que algún atlético me habla de este «pelotazo urbanístico», le pregunto: «¿Y entonces, por qué no se presentó ninguna empresa?».

Alguno me ha contestado: «sí, pero el Madrid tenía ventaja en la adjudicación como promotor del proyecto». 5 puntos sobre 100, fácilmente recuperables con la oferta económica, «si es un pelotazo, un negociazo como decís, se habrían presentado una docena de empresas triplicando o cuadruplicando el canon a pagar al ayuntamiento y habrían superado ese déficit inicial de 5 puntos». Pero para eso hay que buscar los criterios de adjudicación y no leer cierta prensa:

Los otros 20 puntos dependían de una valoración técnica: ejecución de la obra de construcción (9), el programa de ejecución (4), plan de ahorro energético tanto en obra como en explotación (3) y la propuesta técnica de gestión de la explotación y mantenimiento de las infraestructuras (4).

Por mucho que se haya explicado varias veces, el ayuntamiento de Madrid no pone un duro, es el concesionario quien ejecuta la inversión, 94 millones de euros, y luego lo explota durante cuarenta años, tiempo durante el cual paga un canon al ayuntamiento y se encarga del mantenimiento, el coste del personal y la financiación de la obra, y corre con el riesgo y ventura del contratista. No es un proyecto sencillo, ni mucho menos un pelotazo, pero eso, a cierta prensa, le da igual:

Una particularidad de este concurso, que solo he leído en un medio, es que el Real Madrid presentó un proyecto al ayuntamiento para ejecutar solo el parking del Paseo de la Castellana, y fue el propio ente público el que quiso incluir el de Padre Damián, así como el túnel para descongestionar de tráfico la zona. El parking de Padre Damián es deficitario, pues casi todas sus plazas estaban destinadas a los residentes de la zona, algo que tampoco se ha explicado suficientemente. El concesionario también tendría que sufragar el coste del túnel y de las dársenas para autobuses y vehículos comerciales de carga.

En cualquier caso, el proyecto ha quedado suspendido tras las denuncias de los vecinos y, según la sentencia, por la ausencia de un Plan Especial de impacto ambiental y por carecer de interés público. Me suena, me parece haberlo leído en este mismo post sobre otro caso cercano.

Ahora bien, qué distinto ha sido el ruido mediático con el convenio por el que el Atlético de Madrid se quedará con el Centro Acuático (otro pufo del Madrid olímpico, con un coste de casi cien millones de euros) y con los terrenos adyacentes para ejecutar y explotar su propia Ciudad del Deporte… y de muchas más cosas, según vamos sabiendo:

Por lo que se lee sobre este proyecto, del que todavía habrá que ver su desarrollo, posibles denuncias, etc. esto es lo que se ha denominado toda la vida un auténtico pelotazo urbanístico. Una cesión de suelo e instalaciones públicas a unos particulares en toda regla por un precio a priori ridículo. Suponemos que el Marca del atlético Juancho Gallardo habrá puesto el grito en el cielo con esta operación. Pues va a ser que no:

“Ha pasado desapercibido”. “Un acuerdo municipal ha certificado no ya la no continuación de unas obras que llevaban más de una década varadas, sino incluso el cambio de calificación del suelo sobre el que se asientan: ni siquiera tiene ya la consideración de recinto deportivo. Ahora se podrán construir en sus terrenos centros comerciales, hoteles, viviendas…”. El Atleti ni aparece en la noticia, y cuando lo haga, parecerá que hace un favor a la ciudad.

“El edificio está sin acabar, con las obras detenidas desde el año 2010 cuando todavía quedaban trabajos por valor de 91,9 millones de euros. Un cadáver olímpico que ha salido muy caro a las arcas públicas. Se encuentra anexo a los terrenos que acogerán la futura Ciudad del Deporte del Atlético de Madrid, donde el que el club presidido por Enrique Cerezo prevé desarrollar nuevas dotaciones deportivas, pero también centros comerciales y de ocio, una playa artificial e incluso una hipotética universidad privada”.

Ahora viene Cerezo con sus inversores árabes y nos arregla toda esta parte de la ciudad. No lo dudo.

No me robéis las celebraciones

Pagas una entrada, organizas tu día, quedas con tus hijos, o con amigos, o te sientas en el sofá de tu casa, o te pones el partido en diferido, y muchas veces solo para ver un gol, al menos uno. A veces no pides mucho más. El gol es el momento cumbre del fútbol, el instante, porque no dura más que eso, el instante en el que todo puede cambiar, un segundo de fugacidad, apenas un relámpago de genialidad y estalla la tensión acumulada durante muchos minutos, a veces, más de una hora, incluso hora y media. El gol es una explosión de júbilo, de rabia contenida, es la expulsión de adrenalina que lleva tiempo queriendo salir, que te lleva a vociferar, estallar, abrazarte a los más cercanos y sonreír.

Pues me ocurre (y no sé si en esto estoy solo) que en este fútbol moderno cada vez celebro menos los goles. O tardo más en hacerlo, que, para el caso, viene a ser lo mismo. Siento que nos están robando las celebraciones de los goles, ese estallido de euforia al que hacía referencia en el párrafo anterior. ¿Los motivos? Así, a botepronto, se me ocurren tres, seguro que habrá quien tenga otros:

Las normas de la FIFA

Dentro del «ambicioso» plan marcado por los gerifaltes del fútbol para acabar con el mismo mientras se llenan los bolsillos, comenzaron hace años con acotar las celebraciones y tratar de regular lo que se podía y lo que no se podía hacer, lo cual encaja bastante bien con este mundo de lo políticamente correcto y los ofendiditos por todo. En lugar de modificar el Reglamento para mejorar el espectáculo, algo de lo que se debate desde hace tiempo y en lo que solo se avanza en soplapolleces, la FIFA trató de cortar hace tiempo las celebraciones de los jugadores. Exageradas en muchos casos, de acuerdo, escandalosas, venga, también, pero que esto se haya convertido en un «no te quites la camiseta», «y si te la subes hasta los hombros, que no haya mensajes en otra camiseta interior», nada de saltar la valla, dar una patada al bandería, celebrar con el público, hacer gestos que puedan ser interpretados como ofensivos, porque hay una brigada de censores con monóculo controlando cada gesto de los jugadores «y no queremos que se nos ofenda un árabe o un chino porque ponen mucha pasta en esto». Y que no salte nadie del banquillo a celebrar un gol que también los tarjeteamos… ¡idos a la mierda, infantinos!

La celebración de Cristiano Ronaldo en Lisboa fue muy macarra, estoy de acuerdo, pero la de Iniesta en Sudáfrica fue gloriosa. Ahora mismo, tras cada gol y cada celebración, la UEFA, la FIFA, los comités de disciplina y la brigada de piperos con palillo en la boca escrutan cuidadosamente cada gesto de un futbolista para interpretar si con el mismo ofende a varios colectivos o no. Gracias a ellos supimos que los jugadores suizos de origen albanokosovar Shaqiri y Xhaka habían hecho el gesto del águila en el Mundial 2018, lo cual podía enfadar a los serbios, así que mejor multarlos y quitamos las ganas a otros. Hombre, los «nostálgicos» del fútbol de los ochenta y noventa no pedimos que se toleren los saludos nazis, como los de Di Canio en su día, pero ojalá el fútbol no se convierta en un juzgado de lo contencioso-gestual-administrativo. Parece coña, pero es que ya se analiza cualquier gesto o palabra, aunque sea dicha entre dientes o a un compañero, o una respuesta al público para ver si se sanciona al jugador, que tiene coj… la cosa. No hay nada más importante en lo que ocuparse. «Fútbol es fútbol», que decía Vujadin Boskov, al carajo todas estas chorradas.

El VAR

Si el gol dura un instante, un destello, ¿por qué nos hacen esperar la celebración dos o tres minutos? ¿Por qué aniquilan la espontaneidad del momento? Me pasa de manera especial en la Liga española, donde ya no celebro los goles a la primera casi nunca, condicionado por el hecho cierto y contrastado de que el VAR está controlado por el avalista del Barça y dirigido por los herederos de Negreira. Que al Real Madrid le hayan anulado muchos más goles que a sus rivales, el doble o triple que a sus rivales, en ocasiones tirando las líneas con el pintalabios de la señorita Pepis, no hace sino aumentar esa sensación de no-celebración hasta que vea al equipo rival sacar de centro, el gol en el casillero y que hayan transcurrido varios minutos más tras la reanudación.

En los chats con amigos, mientras vemos un partido, nos ponemos en la piel de esos González-González de la vida que escrutan cada imagen de un gol del Madrid en busca de un roce con la uña del meñique, o un soplido sobre la nuca del defensa o del portero, o un mechón del flequillo en posible posición adelantada para tratar de anticipar si van a anular el gol o no. Así que el momento espontáneo de celebración se ha convertido en improvisados debates sobre la validez o no del mismo, «¡no jodas, cómo van a anularlo por eso!», hasta que vemos al De Burgos-Sotogrado-Sánchez Martínez-Bengoetxea de turno invalidando la jugada sin necesidad de acudir al monitor. Les basta con señalarse el pinganillo y a otra cosa, pringaos vikingos.

En la Champions funciona bastante mejor, por suerte, y aun así, nos privaron en directo del momento cumbre de la temporada pasada, que no fue en la final, sino el 2-1 de Joselu con la espinilla en las semis contra el Bayern. Los jugadores tuvieron que esperar más que los que lo veíamos en casa, sabiendo que a los esbirros de Ceferino no les quedaba más remedio que validar el tanto.

– ¿Qué pasa, no lo celebras? -me dice mi mujer muchas veces tras un gol del Madrid.

El VAR me ha privado de esa alegría instantánea, y celebrarlo un minuto más tarde me hace recordar el inmenso lodazal de corrupción que ha sido este campeonato durante décadas.

Los propios futbolistas

A veces pienso que los peores son los propios futbolistas, la moda esta moderna en la que parecen más actores o influencers que superatletas. No soporto a todos esos futbolistas (y ya lo son casi todos) que piden a sus compañeros que no lo abracen todavía porque no han hecho «su ritual». Que si besarse los nudillos o las muñecas, el soplido a cámara, el siiiiuuuu tras salto, señalarse el dorsal, el escudo, mostrar las orejas, el gesto de la tortuga, la mano al pecho y el dedo al cielo… «ya está, ya lo he hecho, ya podéis venir a abrazarme, llevarme en volandas o felarme de manera conveniente». A veces es tan ridículo que primero esperan la confirmación del gol en el VAR, luego hacen el ritual de las narices, y a continuación ya viene el abrazo con los compañeros. Menos mal que no soy profesional, porque pasaría, ya estaría en mi sitio presto para continuar el juego.

Los propios futbolistas son los primeros en acabar con la espontaneidad del momento con sus chorradas a cámara. Supongo que es una cuestión de pasta, de derechos de imagen, de los patrocinadores de la marca de ropa, pero creo que, más que eso aún, es un asunto del ego de las estrellas. «He creado mi sello, mi celebración propia que millones de niños van a imitar en el mundo». La última gilipollez del mundo del fútbol es la de patentar la celebración y pretender cobrar ¿¡derechos de autor!!!? Cole Palmer ha registrado su gesto del frío, Dani Olmo, el de señalar la hora, Mbappé, el gesto de la tortuga… ¿nos hemos vuelto ya gilipollas del todo?

Mira que me encanta Jude Bellingham como futbolista, pero me entero de que ha registrado sus brazos en modo «cuasiCristo del Corcovado» como marca propia, ¿de verdad? ¿De verdad alguien ha admitido una autoría a un gesto que los que hemos jugado al fútbol hemos hecho miles de veces? (Exagero, no he metido tantos goles en mi vida). Pues sí, parece que la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea ha admitido todos estos gestos. Sí, he dicho bien, propiedad «intelectual». En el fondo, todo va de lo mismo, de monetizar el juego, de tratar de sacar réditos a la pelota, de andar pendiente del gesto que va a las redes sociales en lugar del propio juego.

Por muchas de estas razones, cada día valoro más a un jugador de la vieja escuela, como es Fede Valverde. Cada vez que marca un gol (golazo en el noventa por ciento de las ocasiones), explota, corre, da puñetazos al aire, se tira de la camiseta, estalla como lo hacemos los aficionados (como haré yo mañana cuando vuelva a ponerme las botas para una pachanga navideña con los colegas de siempre). Pero incluso el futuro capitán del Real Madrid por muchos años, cayó un día en una celebración significativa y el otro día, tras marcar al Sevilla, entre el público y algunos de sus compañeros le pidieron que la hiciera. Y a tomarporcu… la espontaneidad.