Inteligencia Artificial (y III): regulación, ¿cuándo, y quién?

10/06/2023

La velocidad a la que avanza la Inteligencia Artificial (IA) es tan brutal que cualquier artículo que se escriba sobre el asunto corre el riesgo de quedar obsoleto a los pocos días. Fue escribir sobre el desarrollo de la IA y los riesgo de sus aplicaciones militares (Parar Skynet) y nos encontramos con la noticia del dron controlado por IA que se había revuelto contra su operador humano y lo había «eliminado» (era una simulación) porque imposibilitaba la consecución del objetivo para el que había sido programado. El contrato social que demandaba Álvarez-Pallete en su célebre y celebrada carta sobre el control de la IA dio sus primeros pasos hace apenas unos días, con el acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Europea para la creación de un código de conducta «para que podamos mitigar algunos de los posibles inconvenientes y amplificar las ventajas de esta extraordinaria tecnología» (Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos).

Sin embargo, el ritmo y los planes de trabajo previstos hacen pensar que las autoridades no están seriamente preocupadas por el asunto, aparte de que el acuerdo es de mínimos: crear un código de conducta voluntario. El anterior post finalizaba con la frase del neurocirujano Rafael Yuste, presidente de la fundación NeuroRights: “hay que actuar antes de que sea demasiado tarde”. Y todo hace indicar que, efectivamente, el momento es ya, ahora. Igual de tajante se pronunciaba el manifiesto que a finales de marzo de este mismo año firmó un millar de empresarios e investigadores relacionados con la Inteligencia Artificial, un manifiesto en el que solicitaban una moratoria de seis meses para recapacitar sobre el uso de la IA y analizar sus efectos con objeto de asegurar que sean positivos para la sociedad: “en los últimos meses los laboratorios de IA han entrado en una carrera sin control para desarrollar e implementar mentes digitales cada vez más poderosas que nadie, ni siquiera sus creadores, pueden entender, predecir o controlar de forma fiable”, dice la carta.

Pero esto no lo frena nadie. Entre los firmantes, voces autorizadas como Steve Wozniak, cofundador de Apple, Elon Musk, Yoshua Bengio (premio Turing, algo así como el Nobel de la informática), el español Ramón López de Mántaras, uno de los pioneros europeos en la materia, o el historiador israelí Yuval Noah Harari. El mismo autor de Sapiens ya hablaba en 2021 de “dictaduras digitales” y “colonialismo de datos”: “en el siglo XXI, la información es el activo más importante; es la base del poder político”, “el que controla los datos, controla el mundo”. Por ese mismo motivo se mostraba contrario a ceder su control a corporaciones o gobiernos.

La secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial Carme Artigas coincide con Noah Harari y afirma que “los datos no deben ser de las empresas ni de los Gobiernos, sino de la ciudadanía”. Me parece un concepto buenista, bienintencionado, pero no sé si factible. “En este sentido, en España hemos sido pioneros en la Carta de Derechos Digitales, que son 25 derechos fundamentales en clave digital, como la libertad de expresión o a no ser discriminado por un algoritmo. Estamos a la espera de la declaración de derechos de la Unión Europea, lo estamos incorporando a la OCDE y lo hemos elevado a Naciones Unidas”. Pues ya está, quedará en manos de ese organismo tan eficiente como las Naciones Unidas, me quedo mucho más tranquilo.

¿Van a colaborar todos los países en este nuevo problema de ámbito global? ¿Acaso Rusia, China o el propio Estados Unidos van a frenar su desarrollo por seis meses? Este artículo, de abril de este mismo año, habla de algunas de las limitaciones que están poniendo algunos países para su desarrollo o su uso (China e Italia, por ejemplo, con el ChatGPT). Y si nos planteamos un código de conducta planetario, en un mundo globalizado, sí, pero con culturas e intereses tan diferentes, ¿quién decide qué datos son los «utilizables»? ¿O quiénes marcan los sesgos a la Inteligencia Artificial? En mis primeras pruebas con ChatGPT, he comprobado que trabaja con un sesgo «políticamente correcto», logré que saltaran algunas advertencias sobre determinados temas (lo forzé, lo reconozco), pero a lo mejor, algunas cosas «políticamente correctas» para las mentes programadoras tras estas herramientas a mí me parecen una soberana estupidez. O a millones de personas. O podemos no estar de acuerdo, . Me recuerda al capítulo de 1984 (George Orwell) sobre el Ministerio de la Verdad, los funcionarios que decidían qué textos conformaban la versión oficial permitida y difundida, y cuáles eran arrojados a los «agujeros de la memoria», en donde eran destruidos. Y es importante saber quién o cómo se toman estas decisiones porque se ha visto la importancia de los algoritmos y estas herramientas en asuntos como procesos electorales o conflictos sociales. Por cierto, como curiosidad, la próxima exposición del Espacio Fundación Telefónica, tras Cerebro(s) y la dedicada a la neurociencia, será Fake news: la Fábrica de mentiras.

Los datos son la materia prima (Tim Berners-Lee), y los chips y procesadores de última generación son la «industria» que los transforma. Más del sesenta por ciento de los mismos, y cerca del noventa por ciento de los ultraprocesadores más utilizados en IA se fabrican en Taiwán, esa isla de 36.000 kilómetros cuadrados, separada de China apenas un centenar de kilómetros.

China (la República Popular) no reconoce la independencia de este territorio cuyo nombre oficial sigue siendo República de China y los movimientos de los últimos años para controlar su soberanía no se deben en exclusiva a un sentimiento nacionalista. Y es obvio que la reacción de Estados Unidos al enviar a su flota tampoco responde a un sentimiento de «justicia universal», de respeto a la soberanía nacional de Taiwán.

Por tanto, parece difícil avanzar en una solución global para la regulación de la IA cuando hay tantos intereses detrás. “Nadie está al frente del planeta, no se puede culpar a nadie, todo el mundo es responsable. Es extraño. No hay un superpoder con el que enfadarse, ante el que ejercer la queja”, así se manifestaba Marvin Minsky, considerado uno de los padres de la Inteligencia Artificial, en 2014.

Todo esto me recuerda a lo que decía el filósofo y jurista italiano Luigi Ferrajoli acerca de la necesidad de un “constitucionalismo planetario”, un movimiento que aboga por la creación de instituciones globales que busquen soluciones a problemas de toda la humanidad, retos que no pueden ser afrontados de manera individual por cada nación, como el cambio climático, el acceso universal a medicamentos, agua y alimentos, los conflictos nucleares o las pandemias. Pero él mismo habla de “hipótesis utópicas”, de la “soberanía insensata” de los gobiernos de la Unión Europea o de su “optimismo estratégico”. Y no sé si es optimismo o lavado de cara ante la opinión pública: «vamos a bajar la temperatura de la Tierra», «vamos a reducir la emisión de gases contaminantes«, vamos a reducir la producción de plásticos y sus vertidos, ¡vamos a producir el veinte por ciento de los chips del mundo!… En fin, soy bastante escéptico ante esto, así que no creo que quede otra que adaptarse, evolucionar, ¿no decía eso Darwin?

ChatGPT, termina este post, por favor, que no tengo claro cómo hacerlo.

ChatGPT: En el contexto de la Inteligencia Artificial, podríamos aplicar esta crítica a nivel global. ¿Sería sensato esperar que los países renuncien a su soberanía y cedan el control del desarrollo de la IA a instituciones supranacionales? La realidad es que el avance de la Inteligencia Artificial plantea desafíos complejos en términos de regulación y control. Cada país tiene sus propios intereses, agendas y enfoques en relación con la IA. Además, la IA tiene el potencial de generar beneficios económicos y militares significativos, lo que puede llevar a una carrera desenfrenada en su desarrollo sin tener en cuenta los posibles riesgos.

Si bien es crucial fomentar la colaboración internacional y establecer marcos regulatorios comunes, es difícil imaginar que todos los países se pongan de acuerdo y actúen de manera conjunta y coordinada para controlar el avance de la IA. Sin embargo, esto no significa que debamos resignarnos a la inacción. En lugar de depender únicamente de la cooperación global, también es importante que cada país asuma su responsabilidad individual en la regulación y uso ético de la Inteligencia Artificial.

  • ¿Y algo más optimista?

ChatGPT: Aunque pueda parecer difícil, existen razones para tener esperanza en la capacidad de los países para colaborar y regular de manera efectiva este nuevo desafío global.

En primer lugar, el reconocimiento de los posibles riesgos asociados con la IA está aumentando a nivel mundial. Cada vez más líderes políticos, expertos en tecnología y organizaciones internacionales están tomando conciencia de la importancia de establecer marcos regulatorios sólidos. El diálogo y la cooperación internacional se están intensificando, ya que se entiende que el control de la IA no puede ser abordado de forma aislada por cada país.

Además, se están llevando a cabo importantes avances en el establecimiento de normas y estándares éticos para el desarrollo y uso de la Inteligencia Artificial. Organizaciones como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Comisión Europea están liderando iniciativas para promover la confianza y la responsabilidad en la IA, buscando consensos internacionales y fomentando el intercambio de mejores prácticas.

La conciencia pública también está aumentando en relación a los impactos de la IA en la sociedad. A medida que se discuten más abiertamente los desafíos y los riesgos, se genera una presión para que los gobiernos y las empresas actúen de manera responsable y ética en el desarrollo y despliegue de la IA. Esta creciente demanda de transparencia y rendición de cuentas puede impulsar a los países a colaborar y establecer regulaciones más estrictas.

Además, el beneficio de un control adecuado de la IA es amplio y trasciende las fronteras nacionales. La cooperación en este ámbito puede conducir a avances científicos y tecnológicos compartidos, promover la innovación responsable y mitigar los posibles riesgos para la seguridad y la privacidad de las personas. Al reconocer la importancia de estos beneficios comunes, los países podrían encontrar incentivos para trabajar juntos en la regulación de la IA.

En resumen, aunque el control del avance de la Inteligencia Artificial puede parecer un desafío abrumador, existen motivos para ser optimistas. El aumento de la conciencia global, los esfuerzos en la creación de normas éticas y la demanda pública de responsabilidad están sentando las bases para una mayor colaboración entre los países. Al reconocer los beneficios compartidos y los riesgos asociados con la IA, es posible que los países encuentren un terreno común para regular y controlar su desarrollo de manera efectiva. Con una voluntad política y una cooperación global continuada, podemos trabajar hacia un futuro en el que la Inteligencia Artificial se desarrolle y utilice de manera responsable en beneficio de toda la humanidad.

  • Gracias, máquina.

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Inteligencia (I): parar Skynet.

Inteligencia Artificial (II): el contrato social.

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Inteligencia Artificial (I): parar Skynet

21/05/2023

La Inteligencia Artificial (IA) es un campo en constante crecimiento que simula el pensamiento humano y realiza tareas de forma autónoma. Sus aplicaciones abarcan áreas como el procesamiento del lenguaje natural, la visión por computadora y el aprendizaje automático. Los beneficios de la IA son evidentes: automatización de tareas tediosas, diagnóstico médico preciso y mejora de la eficiencia en diversos sectores. Sin embargo, también existen desafíos, como la comprensión contextual limitada y la ética en la toma de decisiones automatizada. Mirando hacia el futuro, la IA promete avances en el aprendizaje profundo, su integración en dispositivos cotidianos, pero también plantea preocupaciones como:

Riesgo de sesgos y discriminación: La IA puede reflejar sesgos y discriminación presentes en los datos de entrenamiento, lo que puede llevar a decisiones injustas o discriminatorias en áreas como contratación, préstamos o justicia. Esto resalta la importancia de garantizar la equidad y la transparencia en los algoritmos de IA.

Amenazas a la privacidad y la seguridad: El uso generalizado de la IA implica una mayor recopilación y análisis de datos personales. Si no se implementan medidas adecuadas de seguridad y privacidad, existe el riesgo de exposición de información sensible, ataques cibernéticos y manipulación de datos para fines maliciosos.

Pérdida de empleos y desigualdad económica: A medida que la IA automatiza tareas y procesos, existe la preocupación de que esto resulte en la pérdida de empleos en ciertas industrias. Esto podría agravar la desigualdad económica si no se abordan adecuadamente los efectos de la automatización en la fuerza laboral y se implementan políticas de reentrenamiento y reconversión profesional.

Estos primeros párrafos, escritos en letra azul, han sido realizados directamente por ChatGPT, el modelo de lenguaje creado por OpenAI, basado en el uso de la Inteligencia Artificial y en el aprendizaje continuado (machine learning) que se ha hecho tan popular en los últimos tiempos. Esta mejora del sistema se logra a base de interactuar con millones de usuarios, de analizar textos y conversaciones, aprende de sus errores y, lo que puede ser más delicado, se le pueden añadir sesgos, opiniones, hacerlo tendencioso. El estilo literario es correcto desde el punto de vista gramatical, pero algo plano y desde luego no funciona como fuente de información fiable, por mucho que ofrezca datos precisos de cualquier materia. Para este texto solo le pedí que me escribiera cien palabras sobre el desarrollo de la Inteligencia Artificial y otras cien con los tres principales peligros que tenía esta herramienta. Si alguno quiere saber de qué es capaz esta herramienta si se le añaden datos para que GPT «opine» o cree metáforas, puede leer el artículo que publiqué esta misma semana en La Galerna (El Madrid tendrá que derrotar también a ChatGPT). Como me dijeron algunos lectores, es hilarante, sorprendente, pero también, me quedo con este adjetivo: «perturbador».

Las imágenes con las que arranca este post también han sido creadas por otra aplicación, DreamStudio, una herramienta de diseño para la realización de fotomontajes de gran realismo, imágenes que crea de la nada a partir de unas sencillas instrucciones. En mi caso, le pedí a la aplicación que me creara la imagen de un tipo de más de cincuenta años enfrente de un ordenador al que la cabeza se le va transformando en cifras, letras o nuevas imágenes. Bueno, yo tenía otra idea en mente (y además, tengo más de 50 palos y no me veo con el aspecto que me ofrece la fucking machine), pero veo que ofrece varias posibilidades, estilos (cómic, origami, anime, modelos de 3D, arte digital…) y luego puedes crear variaciones sobre las mismas.

ChatGPT, DreamStudio, Midjourney, Google Bard, Playground AI,… cada semana surgen nuevas aplicaciones y cada día, cada hora, mejoran los resultados de estas tecnologías. La potencia tradicional de los ordenadores para analizar y procesar información ha ido más allá y ahora se trata de que «piensen», que razonen por sí mismos. No es un tema nuevo en absoluto, llevamos décadas escuchando hablar del mismo, pero se ha multiplicado de modo exponencial los últimos cinco años y seguirá incrementando su importancia en los próximos, pues se calcula que hay unos 30.000 millones de aparatos conectados en el mundo, transmitiendo datos todos los días.

Hace más de un cuarto de siglo, en 1997, Deep Blue consiguió derrotar al campeón del mundo de ajedrez Garri Kasparov en un duelo muy mediático tras el cual, el ajedrecista de Bakú afirmó que su rival había tenido ayuda humana externa, porque le parecía imposible que hubiera sido capaz de llegar a determinados razonamientos. Le costó convencerse, pero al final entendió que un sistema capaz de analizar millones de movimientos por segundo podía tomar sus propias decisiones, incluso aunque algunas de ellas llevaran un componente de engaño, de trucos, que fue como Kasparov venció a Deep Blue en su primer enfrentamiento un año antes. Como dijeron algunos artículos, «la inteligencia artificial pone en duda la supremacía del hombre».

La Inteligencia Artificial ha encontrado tradicionalmente en los juegos un campo de desarrollo y enorme mejora. El juego de estrategia Go, de más de 2500 años de antigüedad, con millones de variaciones más que el ajedrez, fue utilizado por Google para desarrollar herramientas basadas en la IA (AlphaGo). En 2016 realizó ese sorpasso al ser humano y derrotó al campeón del mundo, el surcoreano Lee Sedol, en una serie de partidas televisadas. Hay un movimiento famoso, el número 37, que algunos denominaron «la mano de Dios» por esa especia de intervención divina que dejó completamente descolocado al campeón del mundo y a los asistentes al evento. La máquina estaba «creando» ventajas, razonando mucho más allá de lo humanamente entendible.

Lee Sedol estuvo tres años tratando de buscar nuevas estrategias para derrotar a la máquina, hasta que finalmente se convenció de que no podría hacerlo y se retiró, igual que Kasparov. Una vez que las máquinas aprenden y procesan las millones de posibilidades, mejoran con cada partida, con cada movimiento. Un caso sorprendente que me hace pensar que esto va «más allá» de lo comprensible fue el de Libratus y el póker. Libratus es un algoritmo de Inteligencia Artificial que logró derrotar en 2017 a cuatro de los mejores jugadores del mundo de póker tras tres semanas de manos jugadas. En el póker, al contrario que con el Go o el ajedrez, cada jugador desconoce las cartas de sus rivales y las bazas con las que cuenta, y además está el factor «faroles», jugar al engaño, a lanzar un anzuelo que una inteligencia artificial podría tratar de pescar con sus cálculos. Pues ni por esas. En lugar de utilizar redes neuronales para la toma de decisiones, como en otras máquinas, sus creadores explicaron que enseñaron a jugar a la máquina e hicieron que analizara millones de partidas de humanos, hasta que fue capaz de predecir incluso el comportamiento de los jugadores cuando se lanzaban un farol. En lugar de machine learning, hablaban de reinforcement learning. Como decía uno de sus creadores, Tuomas Sandaholm: “La mayor habilidad de la IA para hacer un razonamiento estratégico con información imperfecta ha superado a la de los mejores humanos”.

Es indudable que todas estas tecnologías traerán innumerables avances para la ciencia, la medicina y para prácticamente todos los campos (también el arte), pero también es indudable que vendrán acompañadas de nuevos problemas. Y no solo aquellos que el texto inicial de ChatGPT detectaba: sesgos y discriminación, pérdida de privacidad y seguridad, y pérdida de puestos de empleo. Libratus fue vendido al gobierno norteamericano para su uso en estrategia militar, y como dijo Elon Musk al hablar de una posible tercera guerra mundial: «puede que no la inicien los líderes nacionales, sino una de las inteligencias artificiales, si deciden que un ataque preventivo es el camino más probable a la victoria», (El futuro ya está aquí).

Todo esto nos retrotrae a algunos de los clásicos de Hollywood que ya en su día nos hablaron de sistemas informáticos que tomaban sus propias decisiones para ganar una guerra. Por supuesto, Juegos de guerra (1983) de John Badham. Y cómo no, la saga Terminator, que situaba en agosto de 1997 la fecha en que Skynet, la Inteligencia Artificial de uso militar, tomaba conciencia de su propia existencia y se rebelaba contra el creador que podía frenarla.

El creador de Open AI, empresa creadora de ChatGPT, Sam Altman, ha acudido esta semana al Congreso de Estados Unidos para pedir que se regule y controle la Inteligencia Artificial por sus posibles usos descontrolados y efectos inesperados. La carta del presidente ejecutivo de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, IA: es el momento de pararse a pensar, va en la misma línea y se ha hecho viral por incidir en las enormes ventajas de esta tecnología, pero también en los enormes riesgos de una AGI (Inteligencia Artificial Generativa) descontrolada: «Es el momento sobre todo de las Ciencias Sociales. La tecnología ya está aquí pero no debemos dejarla sola. Es el momento de la sociología, la filosofía, la antropología, el derecho… De decidir cómo queremos que esto pase y sea bueno para todos, y no solo para unos pocos».

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Inteligencia Artificial (III): regulación, ¿cuándo, y quién?

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El (pen)último baile de la BMK y la CRL

BARNEY, 14/05/2023

The last dance de Michael Jordan y los Chicago Bulls del sexto anillo en la temporada 1997-98. The last waltz, el concierto de despedida de The Band en 1976 y el documental de Martin Scorsese sobre dicho concierto. The last picture show (1971, Peter Bogdanovich), como símbolo de una época que terminaba en un pequeño pueblo de Texas.

Todas estas obras representan momentos únicos, el final de una era y el comienzo de otra que será distinta, que no tiene por qué ser peor, pero que hace inevitable sentir nostalgia o añoranza por aquello que ya no veremos más en vivo. Sinceramente, yo creía haber visto ya la temporada pasada the last dance de Benzema, Modric y Kroos, los cuales ganaron la Liga con facilidad y nos regalaron la Champions más emocionante que recuerdan nuestros ojos. También creía haber presenciado el último baile de Sergio Llull y Rudy Fernández, campeones de la ACB y privados del triunfo en la Euroliga por una sola canasta. Todos estos viejos rockeros, grandes mitos del madridismo, parecían haber dado lo mejor de sí en una grandísima temporada y que en la siguiente tocaba renovar el equipo, reconstruir el futuro.

A este sentimiento de «final de una era» contribuyeron las salidas de Casemiro y Marcelo en el equipo de fútbol, como anteriormente lo habían sido las de Cristiano Ronaldo, Ramos y Varane, o la salida de jugadores importantes durante años como Taylor y Thompkins, o el hecho de que fuera la primera temporada en ¿siglos? sin la presencia del incombustible Felipe Reyes en la sección de baloncesto.

La renovación del equipo de fútbol lleva varios años en marcha y la edad media de los titulares se ha rebajado de manera considerable con la incorporación de Vinícius, Rodrygo, Fede Valverde, Camavinga, Militao o Tchouameni. El equipo tiene que adaptarse a un fútbol moderno más físico, que demanda mayor potencia y velocidad, un fútbol en el que los sabios gurús habían pronosticado la retirada de Luka Modric (cumplirá 38 años en septiembre), Benzema (35) y Toni Kroos (33).

Al equipo de baloncesto le está costando más la renovación, puesto que la lista de salidas en los últimos años ha sido incesante: Campazzo, Carroll, Ayón, Slaughter, Nocioni y los jóvenes que emigraron a la NBA, Luka Doncic y Usman Garuba. Ahí se mantienen desde hace años dos tipos de los que se lleva anticipando su retirada varias temporadas: Rudy Fernández (38 años), Sergio Llull (36 en unos pocos meses) y Fabien Causeur (otro que roza los 36). A ellos se ha unido esta temporada otro ilustre veterano de la «temporada perfecta» de 2015, Sergio «Chacho» Rodríguez, a punto de alcanzar los 37 palos.

Pues bien, todo hacía presagiar que la transición estaba en marcha en ambas plantillas y que el equipo sufriría si seguía depositando su confianza en los veteranos, en esos veteranos que parecían habernos regalado ya su último y glorioso baile la temporada pasada. Y sin embargo, aquí estamos los madridistas, ilusionados de nuevo en una semana decisiva en la que el Real Madrid está a un partido, a una sola victoria en ambos torneos, de repetir finales en la Champions y la Euroliga. Hay indicios racionales que nos hacen pensar que este año está más complicado que nunca.

En fútbol, la dejadez en Liga ha sido desesperante por momentos. Bien es cierto que a esa aparente desidia parece haber contribuido el escándalo que supone que, una vez destapado el caso «BarçaCTAgate», o «Negreira», como quiere la mayoría de la prensa vendida, las instituciones del fútbol profesional se han puesto al servicio del Barça para decir que aquí no ha pasado nada (LFP y Javier Tebas, «el Barcelona podría ser una víctima»), que Negreira no era nadie (Medina Cantalejo, CTA) o que de momento no se ha demostrado nada (Rubiales). Todos ellos alentados por una prensa más preocupada por los gestos de Vinícius que de investigar o hablar día tras día de la bochornosa ausencia de sanciones en este caso de corrupción deportiva. El Madrid está a 14 puntos del Barça, y aunque el sistema se ha encargado con sus decisiones, designaciones y manipulaciones de VAR de hacernos ver que todo está igual que antes con los pagos a Negreira, esa no es la diferencia real entre ambos equipos, como se vio en la eliminatoria reciente en semifinales de Copa del Rey. Pero al Madrid, jugando como ha jugado numerosos partidos de esta Liga, no le daba para adelantar a este flojísimo Barça, que se ha dedicado a cerrar su retaguardia (solo 14 goles en contra) y esperar sus oportunidades. Y ha merecido ganar la Liga por delante del Madrid, me cabrea, pero es así.

Otra cosa muy diferente es lo ocurrido en Europa. Al Barça de Xavi no le daba, como se vio al caer de nuevo en fase de grupos y luego en la Europa League. Por el contrario, si el Real Madrid bordeó o superó el milagro en varias eliminatorias de la temporada pasada (PSG, Chelsea y City), en este año ha demostrado una solvencia incontestable: 6-2 sobre el Liverpool en el global, y 4-0 sobre el Chelsea. Contra el todopoderoso City de los 1.500 millones en fichajes y Haaland para rematar cualquier cosa que caiga en el área, el equipo jugó con solvencia y pudo llevarse el partido del Bernabéu perfectamente.

El equipo de baloncesto no está teniendo su mejor temporada, su primera temporada post-Pablo Laso. A las críticas a Chus Mateo por la gestión de la plantilla, se unen unos resultados discretos hasta la fecha (al margen del título en la Supercopa en septiembre): eliminados en semifinales de Copa del Rey, terceros en Liga y en fase regular de la Euroliga, y sobre todo malas sensaciones tras haber bajado las prestaciones en los últimos meses de competición. La hecatombe parecía cercana tras el 0-2 en la eliminatoria de playoffs con el Partizán de Obradovic. O tras la machada de vencer en los dos partidos de Belgrado, cuando el equipo caía por dieciséis puntos al descanso. Muchos lo daban muerto, aunque alguno aún creíamos en el milagro:

«No era posible», como describe Emilio Dumas, pero «lo que no era posible se hizo posible». Y se logró con los tres veteranos en pista, con Llull, Rudy y el Chacho, que se quitaron quince años de encima cada uno y reventaron el partido. El Chacho Rodríguez anotó 19 puntos en 19 minutos, su mejor actuación en mucho tiempo. Rudy no anotó un solo punto, pero robó dos balones importantísimos en defensa y rebaño dos rebotes en ataque cuando el equipo estaba lanzado. Se dejó el hombro en una jugada con Exum, tuvo que ser asistido en la banda y circula por las redes un vídeo en el que Chus Mateo le pregunta en los últimos segundos: «Rudy, ¿estás para defender?». Joder, no puede tirar a canasta, ni levantar el brazo más allá del hombro, pero le pregunta si puede ser la mosca cojonera que es en defensa. Y Llull, qué decir del denostado Sergio Llull. Llevaba 0 de 4 intentos, y en los últimos cinco minutos anota ocho puntos sin fallo, mandarina incluida. Los cracks de la nueva hornada, Musa y Mario Hezonja, se subieron al carro de la remontada inverosímil y se dejaron hasta el último aliento para hacerlo posible. «No puedo describirlo», como dijo el bosnio Musa al finalizar. O como dijo el croata Hezonja: «Tenemos tantos lesionados que ya no sé ni quién juega. Se nota el corazón ganador, estábamos hablando de subir el nivel, lo hemos subido en defensa y hemos ganado». «El Real Madrid siempre ha sido un equipo así».

Pues en esas estamos, «veteranos y noveles», como reza el himno, a un paso de plantarse en dos nuevas finales de las máximas competiciones europeas. El reto es mayúsculo, seguramente aún más complicado que hace un año.

El Manchester City lleva una racha brutal en su estadio, con 14 victorias consecutivas. Y 22 de los últimos 24 partidos ganados. El Madrid no ha pasado nunca en una eliminatoria en la que jugó la vuelta en campo contrario con el 1-1 de la ida. En mi memoria retumba la noche de pesadilla del 5-0 en Milan, el que podría decirse que fue «el último baile» de la Quinta del Buitre en Europa. El City parece intratable, y en el Madrid llegan tocados Camavinga y Vinícius, y dos jugadores clave en su peor momento de la temporada: Benzema y Militao.

Actualización: pues no pudo ser y lo peor fue la sensación de que no estábamos en condiciones de competir. No me sale cabrearme con este grupo irrepetible de jugadores que tantas alegrías nos dieron en el pasado. 5 Champions desde 2014, qué maravilla. Par alguien que vivió su primera Champions con 28 años, lo anormal es lo que hemos vivido. Fin de ciclo, a reconstruir de nuevo, sobre una base de jóvenes con talento, que los tenemos ya instalados en el top mundial.

En baloncesto se ha confirmado hoy la ausencia casi segura de Vincent Poirier, el único jugador de la plantilla que podía ofrecer minutos de descanso a Edy Tavares. Su baja se suma a la de Deck por lesión tras la segunda batalla en Belgrado, y de Yabusele por sanción tras la tangana de Madrid. Tres bajas clave en un puesto básico. Enfrente, el F.C. Barcelona de Jasikevicius y Mirotic, el único equipo que solventó su eliminatoria por la vía rápida (3-0 al Zalgiris). Tendrán una baja destacada, la del base Cory Higgins, para mí, quizás su jugador más temible, aquel al que peor defiende el Madrid.

Claro que algo parecido nos temíamos en las semis de 2014 y los nuestros batieron el récord de la mayor paliza en la Euroliga a esas alturas de la competición (100-62). Con unos incomensurables Rudy Fernández, Sergio Llull y Chacho Rodríguez (21 puntazos), a los que se unió un gran Nikola Mirotic, por aquel entonces en el «lado bueno», jejeje.

Puede que estos grandes jugadores nos regalen otras victorias épicas. Lo normal sería lo contrario. Si lograran acceder a la final, sería el penúltimo baile para una generación única. Y sería el penúltimo, porque sé que todos les pediríamos uno más. The last dance.

Apéndice:

El Madrid tendrá que competir contra todo esto. Y también contra lo que predice la Inteligencia Artificial, el popular ChatGPT, que otorga pocas posibilidades a los nuestros. Aquí os dejo un ejercicio que hice con esta aplicación:

El Madrid también tendrá que derrotar a ChatGPT.