Todo el proceso, por Lester

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A veces lo improvisado es lo que mejor resulta, como el gag de la empanadilla de Móstoles, por ejemplo, o el famoso «Lo sé» de Harrison Ford antes de ser crionizado en carbonita. Lo elaborado y archiensayado carece en ocasiones de esa frescura, de esa veracidad. Los niños improvisan todo el tiempo y son divertidos, ocurrentes y hasta geniales con frecuencia. Pero pierden esa genialidad cuando se les encorseta en un guion rígido o en un ensayo mil veces repetido. Sin embargo, esto no es lo normal, esas cosas solo ocurren en contadas ocasiones. Lo normal es que sin un trabajo detrás, y un trabajo de horas y días, no haya un resultado satisfactorio delante, ya sea un relato, una novela, un guion de cine o una interpretación teatral o musical. 2016-07-26-10-18-40-305364428

Estos días estoy leyendo el libro de Haruki Murakami Sauce ciego, mujer dormida, una recopilación de relatos escritos a lo largo de dos décadas. Cuando leí su prólogo, pensé que muchas frases las podía haber escrito yo mismo. Si fuera capaz de expresarlas tan certeramente, claro.

Por decirlo de la forma más sencilla posible, para mí escribir novelas es un reto, escribir cuentos es un placer.

Uno de los placeres de escribir cuentos es que no se tarda tanto tiempo en terminarlos. (…) No es como la total entrega física y mental que se requiere durante todo el año o los dos que tardas en redactar una novela. Entras en una habitación, terminas tu trabajo y sales. Eso es todo.

Cuento esto porque escribir el relato con el que he obtenido un premio reciente me llevó menos de una hora ante la pantalla. No quiero parecer presuntuoso, ni mucho menos, ni hablar de un talento inmenso que, hasta donde sé, no tengo, simplemente quería hablar del proceso de escritura. De lo arduo que puede ser a veces, y de lo simple que resulta otras. Lo que uno no sabe es dar con la tecla adecuada. Continúa Murakami:

Otra cosa agradable de escribir cuentos es que puedes crear un argumento a partir de los detalles más nimios…, una idea que brota en tu mente, una palabra, una imagen, cualquier cosa.

Turbulencias surgió de un movimiento brusco mientras estaba medio adormilado en un avión. Equilibrio precario nació de la imagen del rostro triste de un mimo callejero. Apurado apurado se me ocurrió tras un tajo mientras me afeitaba. El relato Todo partió de una palabra y de un reto.

En los últimos años solo me he presentado a un concurso literario, concretamente a las tres últimas ediciones del que ahora me acaban de premiar, y ya no sé si el galardón se debe a la calidad del relato o a la persistencia del autor. «Vamos a darle algo a este chico, qué pesado», estoy convencido de que fue una frase en las deliberaciones del jurado.

Los anteriores relatos fueron Turbulencias y Lejano Oriente. Este año se me acababa el plazo de presentación y no tenía nada escrito. No quería enfrentarme al folio en blanco por las bravas, porque no hay nada más desesperante que hacerlo sin una idea en mente, así que me planteé el siguiente reto:

«Elige un título de cualquier entrada del blog al azar y escribe del tirón lo primero que se te ocurra con la primera palabra del título».

images-1Tenía su riesgo, porque podía haberme salido «Retroactividad» o «Incompetencia», por ejemplo, y a ver quién es el listo que escribe un relato con esos mimbres, pero me salió «Todo», del texto de Travis Todo sobre mi madre. «No está mal», pensé. Los dos días siguientes los empleé en esa otra afición que comparto con Murakami (de la que ya he hablado alguna otra vez), y que creo que está mucho más relacionada con la escritura de lo que nos podemos pensar: correr largas distancias. Por placer, sin mirar el cronómetro, pensando en mis cosas. Bueno, en una cosa concreta: la palabra «todo».

El primer día fue un desastre. Solo se me ocurrían escenas de películas de mafiosos en las que unos matones pegaban una paliza a un tipo para que les contara ¡todo! lo que sabía. Así no iba a ningún lado. Tenía que crear un conflicto, pero la violencia de los Tattaglia o los Corleone no era la partitura adecuada.

El segundo día se me ocurrió la confesión de la infidelidad que hay en Todo. «Así que quiere saberlo todo«, comienza, y con esa frase estaba todo hecho. Lo sorprendente de escribir es que una vez que tienes la idea, todo sale rodado, del tirón. Cuando me senté frente al ordenador tardé menos de una hora en plasmar lo que había pensado. Dice Murakami:

En la mayoría de los casos es como la improvisación en el jazz,

y el argumento me lleva a donde a éste le plazca.

Este modo de improvisar es válido para los relatos, pero nunca lo sería para una novela, que requiere de meses y mucha organización para salir adelante. Me resultan inverosímiles esos escritores que afirman que crean unos personajes y les dejan que fluyan libremente por las páginas, que se desenvuelvan como les apetezca, sin una estructura definida previamente, como el guion de una película. Murakami:

Y otra cosa buena es que en el caso de los cuentos no tienes que preocuparte por el fracaso. Si la idea no sale como esperabas, te encoges de hombros y te dices que no todas pueden salir bien.

«No tienes que preocuparte por el fracaso», dice el escritor japonés. Y estoy completamente de acuerdo. Tengo relatos en algún cajón que no creo que me atreva a publicar ni siquiera en este blog en el que los relatos no tienen el seguimiento del fútbol o del cine. Hay uno concreto que escribí hace mil años para un concurso de género fantástico cuyo solo título me provoca hoy la carcajada: Es peligroso deambular por calles desiertas. No lo publicaré en ningún lado, seguro, es muy malo. Tenía que haberme presentado con el seudónimo Ed Wood.

Son cosas que pasan, escribimos lo que nos apetece, lo que nos interesa en un momento determinado de nuestras vidas, aquello que sentimos la necesidad de contar. A veces nos retan algunos amigos a escribir algo divertido o intrascendente, que nos haga reír, y la verdad es que cuesta mucho más que ponerse trágico. De ese reto salió El clan de los MacArrash, el relato que tuvo mayor aceptación en el blog, pero se quedó Una noche inolvidable en el camino. Según Murakami:

Mis cuentos son como sombras delicadas que he puesto en el mundo, huellas borrosas que han dejado mis pies. Recuerdo con exactitud dónde puse cada uno de ellos y cómo me sentí en aquel momento.

Totalmente cierto. Soy capaz de recordar los detalles de cada relato, dónde los escribí y otra cosa muy importante: qué libros o qué autores estaba leyendo en esos momentos. Aunque el estilo no se parezca en nada, porque el estilo pertenece a cada uno, sí estoy seguro de que las lecturas de cada momento influyen en el ánimo del autor al escribir, y por tanto, en el ritmo o en el tono. Acababa de terminar un libro de Javier Marías cuando escribí Siempre es tarde, y los Nueve cuentos de J.D. Salinger cuando me lancé con Ese incesante zumbido.

La última parte del arte del relato es recortar, quitar las partes que posiblemente no sobren, pero que conviene suprimir para dejar a la imaginación del lector. Es sin duda lo que más me cuesta a mí. Te has currado párrafos o diálogos, y en muchas ocasiones te gustan, pero tienes que suprimirlos. Cuesta bastante, pero es decisivo en el resultado final.

Estoy seguro de que detrás de cada gran película hay un excelente montador. Un profesional que recorta lo menos sustancial sin perder información básica, ordena adecuadamente las secuencias y dota al conjunto de la continuidad y en ocasiones hasta del ritmo necesario.

Dejé dormir mi relato unas horas (estaba ya en el último día del plazo) y después de comer le metí varios tijeretazos. Tenía que ajustarme a un folio, así que no me quedó más remedio que suprimir varias frases. No voy a hacer una versión extendida con los recortes, como se hace con las películas en las ediciones en DVD. Así ha quedado el texto final, y según parece, ha gustado a un jurado. Yo tengo otros entre mis favoritos, pero las opiniones son muy personales. Ahí os lo he dejado, amiguetes. Murakami se pone más trascendente y dice que:

Los cuentos son como postes que indican el camino para llegar a mi corazón, y me siento feliz, como escritor, de poder compartir estos sentimientos íntimos con mis lectores.

Cara Lester

 

 

8 comentarios en “Todo el proceso, por Lester

  1. Enhorabuena Lester! Un cuento muy bueno y un premio merecido. Te has planteado publicarlos todos? Como decia Borges me precio de los libros q he leido y entre mis narradores de cuentos favoritos te recomiendo, además de al propio Borges, a Hemingway, a Raymond Carver (éste te va a encantar porque teneis el mismo estilo), Chejov y, en España, Eloy Tizón. Un abrazo!

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    • Gracias, Salvaje, por la felicitación y por las recomendaciones. He leído a Borges y, por supuesto, las Vidas cruzadas de Raymond Carver. ¿Dices que tenemos el mismo estilo? Qué va, ya me gustaría tener esa mala baba, o esa negrura, no tanta como la de Salinger, pero a un nivel muy muy alto, siempre hay algo más detrás. ¿Publicarlos todos? Lo pensé en su día, pero después de varios concursos sin resultados positivos, y por el pudor que siento en ocasiones, no lo hice. Que conste que he estado mirando para autoeditarlos, no lo descarto.
      Un abrazo.

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  2. Ya veo (leo) que de un tiempo a esta parte este blog ha adquirido un nivel casi inalcanzable para los que solo (casi) hemos leído (y obligados) «El camino» en 8º de EGB.

    !Enhorabuena amiguete Lester! Si en vez de ese relato presentas «Equilibrio precario» sales del concurso como Usain Bolt.

    Sobre tus coincidencias con Murakami opino que los que tenéis cerebro y delicadeza, no podréis hacer nunca marcas «ligeramente aceptables» en carreras de fondo. En el «fondismo» hay que desconectar el cerebro y eso vosotros no podéis. Pensar consume mucha energía y lo que es peor, dejar de hacerlo a los que estáis siempre haciéndolo imagino que os dará miedo.

    «…Y es que razones para seguir corriendo no hay mas que unas pocas, pero, si es para dejarlo, hay para llenar un tráiler.» (Haruki Murakami)

    Animo también con la preparación!!!!

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    • Va a ser por eso, va a ser que le doy muchas vueltas al coco en lugar de salir a correr sin pensar en nada más, igual que salís algunos y sorprendentemente tenéis fuerzas hasta el final. A mí me pesa el cabolo, las ideas, pero no sé hacerlo de otro modo. La preparación va lenta, poco a poco, verano no es buen momento para perder peso. Respecto al nivel del blog, ¡anda ya!, no nos des más importancia de la que tenemos, lo que no es este blog precisamente es pretencioso. Saludos.

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