Esta semana he tenido la suerte de charlar cerca de una hora con Mario Mola, campeón del mundo de triatlón, con Carolina Routier, triatleta olímpica, y con altos cargos de este deporte, como José Hidalgo, presidente de la Federación Española y Marisol Casado, presidente (o «presidenta») de la Internacional. Ha sido una conversación muy amena para un amante del deporte, como el que esto escribe, y una vez más, clarificadora de las diferencias que hay entre casi cualquier deporte y el fútbol. Por la tarde estuve entrenando con ambos atletas durante tres cuartos de hora, tiempo durante el que más que correr o trotar les estuvimos inflando a preguntas que nos contestaron con exquisita amabilidad. Con corrección, diría, en lugar de habernos soltado:
– ¡Pero queréis correr un poco, que vamos a más de 6 el kilómetro! ¡Que para vosotros estará bien, pero para mí es ir a cámara lenta!
El triatlón es el deporte que más ha crecido en popularidad en España en los últimos años, por encima ya del pádel, cuyo boom tuvo lugar hace más de una década. Como supongo que la mayoría conoce, consiste en tres pruebas: una de natación, una de ciclismo, para acabar con una carrera a pie. Todo seguido, del tirón. Hay diferentes distancias y modalidades, pero las más habituales son:
- Sprint: no hay una distancia fija, pero viene a ser entre 750 y 1500 metros de natación, de 20 a 40 km. de bici y de 5 a 10 km. de carrera a pie.
- Olímpico: 1500 metros de natación, 40 km. bici y 10 km. carrera.
- Ironman: 3800 metros de natación, 180 km. bici y ¡un maratón (42 km.) para acabar!
- Medio Ironman: 1900 metros de natación, 90 km. bici y medio maratón (21 km.).
Marisol Casado nos comentó que ella tuvo la suerte de participar en el primer triatlón oficial que se celebró en España, que fue en 1984, así como en la primera edición del maratón de Madrid, en 1978. Yo creo que en esos años nadie había oído hablar de estos locos que salían del agua, se subían a una bici a toda pastilla y terminaban corriendo una carrera a pie sin descanso alguno entre las pruebas. Sobre los inventores del triatlón, parece que fueron unos marines de Hawaii en 1974, aunque hay diversas teorías sobre su origen. Yo me limitaré aquí a contar el chiste políticamente incorrecto que dice que fueron los gitanos, «porque van corriendo a la piscina y vuelven en bici». Menos mal que el chiste lo contó un gitano, ese tipo con gracia de Valladolid llamado Vaquero.
Como no podía ser menos, yo estuve presumiendo de mi reciente participación en el maratón de Nueva York, aunque el tiempo realizado no fuera precisamente para presumir. José Hidalgo, el presidente de la Federación Española, me estuvo animando a probar suerte en el triatlón, «te va a encantar, muchos de los que corrían maratones han terminado pasándose al triatlón, porque es más variado, más entretenido y el cuerpo lo agradece». Se refería lógicamente al hecho de entrenar varios grupos de músculos, en lugar de machacar tanto las articulaciones como hacemos los corredores. Perdón, los runners.
Si algo me echa para atrás del triatlón es la parte de la natación, por dos razones, una, la que dijo uno de mis compañeros, «yo nado para no ahogarme», y dos, por la pereza que me da entrenar horas y horas en una piscina. Tú solo, mirando hacia el fondo, respirando a intervalos, sin música cañera en tus oídos,… y a las siete de la mañana, que suele ser mi hora. Toda la fuerza de voluntad que tengo para calzarme unas zapatillas se convierte en excusas para no tirarme a la piscina. Mira, un punto en común con Mario Mola, cuyo punto débil está en la prueba de natación.
Mario es el mejor del mundo en la prueba de carrera a pie, en la que batió este 2016 la marca (no oficial) de la prueba. ¡28 minutos, 59 segundos en los 10.000 metros! ¡Después de la natación y la bici!, estos tíos son la rep… y la reh… A eso le ayuda que no es un triatleta especialmente musculado en el tren superior, y por tanto pesa menos que sus rivales, pero esa menor fuerza le resta en la prueba del agua.
Recuerdo la carrera de los Juegos Olímpicos de Río, que tuve la suerte de ver entera, y en la que teníamos grandes expectativas de medalla. Sus rivales le dejaron atrás en la parte de natación y consiguieron que Mario no enganchara al grupo de cabeza durante los 40 kilómetros de bici, por lo que se quedó sin posibilidades cuando llegó la carrera a pie. En esta parte subió algunos puestos, pero terminó finalmente octavo, diploma olímpico.
Peor fue lo de Carolina. Ella tuvo que abandonar por problemas mecánicos con la bici. Le pregunté qué había pasado y me dijo que tuvo un pinchazo en la primera vuelta y que tardó un rato en poder cambiar la rueda, con lo que se quedó sin opciones. «Además, si te doblan tienes que retirarte», me dijo. Y ella se quedó en el grupo de rezagados, y para colmo se le estropeó el cambio. Para cuando quiso recibir asistencia, el grupo de cabeza la adelantó. Qué rabia, tantos años de preparación y no puedes terminar por un problema externo, no por una lesión o por baja forma, sino por algo ajeno a tus piernas y pulmones.
Ese es el otro argumento que me frena a la hora de prepararme un triatlón, depender del estado de una bici. Haruki Murakami cuenta algo parecido en De qué hablo cuando hablo de correr, y a veces me sorprendo de que este autor japonés (como expliqué en Todo el proceso) describa mejor que yo mismo mis sentimientos:
«Una de las razones por las que la bicicleta me agobia tanto es que se trata de un instrumento. Necesita, por añadidura, un montón de accesorios: que si casco, que si calzado especial, etcétera, etcétera. Y los ajustes en el equipo y en las piezas son indispensables, y yo, en esto del mantenimiento de aparatos, soy un desastre desde que nací. (…) Todo esto me desalienta.»
Pero reconozco que aunque no me apetezca entrenar la natación, y aunque sea un desastre manteniendo la bici, me atrae enormemente la prueba del triatlón. Caeré en sus redes en un futuro no muy lejano.
En mi conversación con Mario Mola intenté que atacara un poco a los futbolistas y le pregunté:
Lester.- ¿Qué sientes cuando oyes a los futbolistas decir que están cansados porque han jugado miércoles y domingo, o que sesenta partidos al año son muchos, o cuando ves cómo entrenan o cuando vuelven de vacaciones de Navidad con dos o tres kilos más, como Marcelo?
Mario.- Cada deporte tiene lo suyo, los futbolistas entrenan más la explosividad, nosotros la resistencia y la fuerza. Cada uno tiene sus ventajas, yo puedo ir a los sitios y no me agobian como a ellos, apenas somos conocidos.
Encima son majos estos tíos, le encuentran ventajas.
- Pero, ¿tú has visto cómo entrenan los futbolistas, a qué ritmo?
- Bueno, ellos tienen que potenciar otras cosas, como la técnica, o aumentar musculatura para tener más explosividad y luego tienen recuperación en el gimnasio.
- ¿Cuánto tiempo entrenáis vosotros?
- Unas cinco horas diarias, al final de la semana, con los descansos, unas treinta o treina y cinco, depende de la época del año.
Y encima lo que ganan, debe tener varios ceros a la derecha menos que cualquier futbolista de medio pelo. Seguí tratando de buscar el lado polémico, porque se ve que me pierde el gen futbolero:
- ¿Y los hermanos Brownlee? ¿Son tan capullos como parecen?
- No, qué va, yo me llevo bien con ellos, no tengo problemas. Date cuenta que en el circuito somos 50 ó 55 triatletas que estamos compitiendo todo el año juntos, en un montón de países y coincidimos continuamente. Es verdad que son muy competitivos, pero lo normal. Hay una prueba en Francia que se corre por equipos y España e Inglaterra iban juntos, en el mismo equipo, así que bien, sin ningún problema.
Vaya, si fuéramos periodistas no sacaríamos un titular polémico. Así que otro de mis compañeros les preguntó de modo elegante lo que realmente no era elegante:
- ¿Y en el amor? ¿Es cierto que influye, que cuesta llevar una vida normal?
- No, no, ningún problema, sobre todo si tu pareja lleva el mismo tipo de vida que tú. Si te organizas hay tiempo para todo.
Esto es cotilleo, pero Mario y Carolina son pareja oficial. Los futbolistas, como entrenan mucho menos, no tienen ese problema. Por eso a casi todos les acompañan mujeres impresionantes con cuatro másters en Harvard y Yale.
Tuvimos la oportunidad de entrenar unos kilómetros con ellos por la tarde, y lo que más te sorprende es su delgadez. «Pues ahora mismo estoy en mi mejor momento del año, con el mayor peso de toda la temporada, porque solo llevamos tres días de entrenamiento». Eso debe ser unos cien gramos de grasa, que en un par de días seguro que pierde. «Luego me quedo chupado de cara».
Bueno, os dejo una foto para que comparéis cinturas. Se nos ve gordos y ninguno lo estamos en especial. Como este blog intenta ser anónimo, he ocultado mi cara y la de mi amigo Vito, y en su lugar he puesto dos fotos similares a nuestro aspecto real:
Tenemos el doble de anchura. Qué le vamos a hacer. Durante el entrenamiento le pregunté por el colapso de Jonathan Brownlee, que al final fue clave para que pudiera lograr el campeonato del mundo. El vídeo es impresionante:
- En esos momentos, ¿te avisan de lo que está pasando? Porque vosotros no lleváis pinganillo, como los ciclistas.
- No, algo sabía, pero yo también iba muy tocado. Era en Cozumel, con 28 grados, una humedad altísima, y yo en la penúltima vuelta ya iba medio mareado, así que tampoco estaba para hacer mucho más.
- ¿Qué significa para ti ir «tocado»? ¿32 minutos en los 10 kilómetros, algo más?
- No, qué va, bastante menos.
Joer, de verdad que me deprimen estos tíos. En un día horrible hacen marcas que nunca rozaré ni en mis mejores condiciones, ni aunque entrenara durante años para ello.
- Hubo bastante polémica con la ayuda de su hermano Alistair, que si no era legal, que si tenían que haberle descalificado.
- Bueno, nosotros no íbamos a reclamar, pero fue una burrada. Llegó a meta, como podía haberlo matado, porque iba muy muy mal.
Poco después acabó nuestra experiencia con los triatletas. Algún día lo probaré, y a lo mejor termino aficionándome, como me dicen tantos amigos. Algunos cuentan sus hazañas en sus respectivos blogs, como Dani o Sete, otros se han convertido en Ironman, como Luis y Chicho.
El triatlón goza de buena salud. Este año el Premio Princesa de Asturias de los Deportes ha recaído en el gallego Javier Gómez Noya, cinco veces campeón de las series mundiales, medallista de plata en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012 y ausente en los de Río por una inoportuna caída en bici que le supuso una fractura en el brazo, apenas quince días antes de los Juegos. Uno de los momentos más emocionantes de la historia reciente de los Juegos es el sprint que culminó con su segundo puesto en los Juegos de Londres. Deporte en estado puro:
Nuestro país tiene cuatro triatletas entre los quince mejores del mundo, en un camino triunfal que comenzó Iván Raña hace unos años. Este gallego fue campeón del mundo en 2002 y subcampeón en 2003 y 2004. Una vez retirado del deporte de élite, ha competido en algunos Ironman, como en el famoso de Kona (Hawaii), en el que fue sexto en 2013.
Ironman es una marca registrada y es tal su potencial que se vendió en 2015 por 650 millones de dólares. Su comprador fue (cómo no) el grupo chino Wanda, que aspira a tener un importante crecimiento en los próximos años. Miles de personas entrenando para hacer no ya un triatlón de dos o tres horas, sino un Ironman, diez, doce o más horas de competición, la madre que me trajo.
No se me ocurre mayor ejercicio de superación, mayores retos que ponerte. Seguro que hay a quien se le ocurren cosas más salvajes, como los ultramaratones de montaña, y ya de paso, descalzo o portando piedras de cuarenta kilos y con una jauría de orcos persiguiéndote, pero para mí es lo máximo, y no me veo intentándolo. No me da la vida.
La película 100 metros, con Dani Rovira y Karra Elejalde, recientemente estrenada, utiliza el Ironman como reto de superación que se plantea un enfermo de esclerosis múltiple. Pero si queréis ver un vídeo de superación (y amor) de lo más emotivo, aquí os dejo este tan famoso del equipo Hoyt, que seguro que habéis visto:
Nos veremos en la línea de salida de algún triatlón. Seguro, quizás en 2017. Pero será en distancia olímpica, no me da la vida para más.