Atípico Día de la Madre (1ª parte)

«Atípico» porque no va a ser algo tan personal como lo que cada uno de los cuatro amiguetes regaló a sus respectivas madres hace aproximadamente un año. Atípico porque en lugar de centrarnos en lo que nos han dado nuestras madres, que ha sido mucho todo, vamos a hacer algo mucho más general, vamos a tratar algo menos personal y hablar de todo eso que te da tu madre y de todo lo que se supone que no es.

Cara BarneyBARNEY

Dijo el Cholo Simeone: «En esta vida lo único que no puedes cambiar es de madre y de equipo».

Y es cierto, podemos cambiar de trabajo, de partido político, de empresa, de ciudad, de todo, incluso puede que muchas mujeres pasen por nuestra vida (no hablo de mí, mi físico nunca me concedió tal habilidad), pero algunos seguiremos siendo siempre del Madrid (aunque Florentino nos eche a veces con sus decisiones), y por muchos gambazos que metamos, por muchas decisiones erróneas que tomemos, por muchas «nueras» que le presentemos, nuestra madre, la madre que me parió, siempre estará allí para darnos un abrazo, un beso y su apoyo. «Ven aquí, mi niño».

Cumpliré 60 años y seguiré siendo «su niño» y no me pondré celoso porque diga lo mismo a cada uno de mis numerosos hermanos. Dijo también el Cholo:

«Estos chicos nacieron con unos huevos muy grandes, felicito a sus mamás».

Hombre, no sé hasta qué punto mi madre fue responsable de los atributos masculinos que me acompañaron en mi breve carrera deportiva, pero la felicitaré por ello, como el Cholo. Yo más bien creo que esos «huevos muy grandes» se deben a una cuestión de supervivencia en una familia numerosa, y en el ámbito del deporte, al pique (sano, insano, sucio, marrullero) con mis hermanos, esa panda de cabroncetes.

Y eso que mi madre, en esto del deporte, no fue la típica madre de hoy que acude a todos los partidos de sus niños y anima, se desgañita, grita al árbitro. Menos mal, no sé cómo lo habría llevado. Por no venir, no sé si alguna vez me vio sobre un terreno de juego, seguro que lo hubiera pasado igual de mal que mi mujer, que cada vez que nuestro hijo recibe un golpe, sufre, se lamenta, le llega a decir cosas como: «pues déjale pasar, que es muy grande, no te pongas en medio», o «si ves que te van a dar una patada, suelta el balón». En fin, nunca lo entenderán.

Tampoco fue como estas madres del vídeo que le regalo:

Y no lo fue, porque yo nunca fui un deportista de élite, no por ella, porque sí se parece a las del vídeo en que fue nuestro refugio, nuestra tranquilidad, la persona que estuvo siempre detrás para tranquilizarnos ante los golpes (varias brechas, torceduras, esguinces, moratones, nada grave), «eso no es nada». Yo creo que tras los cuidados intensivos nos daba una colleja y decía «anda, tira, mañana al cole, que no te libras». Plancha

Una última frase del Cholo: «Si veo barro, me tiro de cabeza». Nosotros jugábamos al fútbol en campos de tierra, y sí, nos tirábamos de cabeza al barro y nos revolcábamos como cerdos. Mi pobre madre sufridora nunca se quejó. Nos lo hizo todo, nos alimentó mejor que a los campeones del mundo de cualquier especialidad, y hasta nos enseñó a planchar a la manera de este chiste.

¡Feliz día de la madre, un beso!

Cara JoseanJOSEAN

A mí me suelen dejar los amiguetes que me meta en el fango de la política, y en un día como el de la Madre, más allá de proponer el Ministerio de Economía para mi madre, como en Mater et Magistra, no se me ocurre otro modo que hacerlo con una parábola sobre la penosa situación actual:

Si mi madre fuera nuestra nación, y sus hijos representáramos a los diferentes partidos, nos hubiera cogido de las orejas, y nos hubiera reprendido con esa severidad no exenta de cariño:

«A ver, chicos, poneos de acuerdo de una vez para gestionar la hacienda familiar. O para malvenderla y repartiros los restos, si es lo que queréis. A ti, el mayor, que te dejamos que la gestionaras durante los últimos años, qué quieres que te diga, no me gusta ver cómo te lo has gastado todo con tus amigotes, todo el día de fiesta, yo creo que se han aprovechado de ti. Todos. Y algunas malas mujeres más, como esa María Dolores, que sabes que nunca me gustó, siempre me pareció muy falsa. Creo que ya te hemos dejado un tiempo y no nos ha convencido, ya está bien, que como te vengo diciendo desde que eres pequeño con los juguetes (siempre tuviste más que los demás), hay que repartir y compartir.

Debate

A ti, el segundo, no me vengas con historias de lo bueno que siempre has sido y lo bien que lo hiciste cuando te dejamos a ti, porque tampoco. Aquello fue un desastre. Y no me pongas carita de bueno, que no cuela, que eres muy guapo y te aprovechas, pero aquí hablamos de otra cosa. A tus fiestas posiblemente fueran más amigos que a las de tu hermano mayor, no lo niegues. Muchas mujeres, eso sí, a lo mejor porque tu padre decía que, a diferencia de las fiestas de tu hermano, siempre vio que te codeabas con gays con naturalidad. Y no me parece mal, ¿eh?, aunque me cueste acostumbrarme. Muchas mujeres, repito, aunque a algunas de tus amigas, como a esa Susana, no termino de verle la gracia.

A ese hermano vuestro que hoy no ha venido a verme y que se pasa la vida diciendo que se quiere independizar, pero que pretende seguir trayéndome la ropa sucia a casa para que se la planche, le digo ya que se olvide. Y que mucho menos vamos a romper la hucha de la familia para pagarle ese piso del que se ha encaprichado. El otro día va y me dice que ha madurado, que me iba a hacer una nueva oferta, y me suelta que si le pago el alquiler y le ayudo con los gastos que no me pide nada más. ¡Que ha encontrado un nuevo compañero de piso, un tío que antes era okupa! Él, con lo pijo que siempre ha sido y los gustos tan caros que tiene, a ver lo que dura. A ver de qué manera consigo que vuelva a venir a las comidas familiares, a ver si puedo darle más libertad de algún modo sin que deje de matarme a disgustos.  Porros

A ti, el tercero. A ver si te cortas esa coleta, y esos pelos, hijo mío, que parece mentira que tú y tus amigos seáis universitarios. Ya sé que no te gusta cómo han gestionado tus hermanos mayores la hacienda familiar. A mí tampoco, qué quieres que te diga. Pero eso no significa que haya que echar al Consejo de Administración entero, con Felipe a la cabeza, y constituir una cooperativa en la que tú y tus amigos (o solo alguno de ellos, porque todo el que te lleva la contraria deja de ser tu amigo) digáis lo que toca hacer. Que yo te he visto ir de demócrata y decir que te gusta consultar todo a tus amigos, pero luego se hace solo lo que a ti te da la santa gana. Y luego tienes unas cosas… un día vienes mal vestido a verme, otro te das un beso en los labios con un amigo tuyo delante de mí, no sé qué pretendías, y el otro día te traes a tu amiga Carolina con su bebé al Consejo. A veces no te entiendo, sé que eres listo y eso, pero no capto el mensaje. Mira, el negocio de la familia ha funcionado bien así durante muchos años y en cambio, las cooperativas de tus amigos han sido una ruina. Mira cómo están tus amigos Raúl y Fidel, o Nicolás, o ese árabe que no sé ni cómo se llama.

Me quedas tú, el pequeñín. No sé si tienes la madurez suficiente para poner en esto un poco del sentido común que siempre he creído que tenías. Te sigo viendo como ese iluso que siempre quiso ser… lo que era la persona que tenías al lado. Cuando te llevamos al circo, quisiste ser domador, cuando fuiste al Calderón, futbolista, otro día saliste del teatro diciendo que querías ser actor y finalmente descubriste tu vocación: la de tu amigo Mariano. Aunque hace poco me dijiste que te molaba más lo que hacía Pedro. Me tienes confundido, pero creo que es hora de que te equivoques tú solito, así que te voy a pedir que uses ese sentido común y consigas que se pongan de acuerdo tus hermanos para que esto funcione, porque como no os pongáis a trabajar en serio y todos juntos, lo vamos a pasar muy mal».

Sentido común, eso es lo que tienen nuestras madres, lo que falta a nuestros dirigentes.

feliz

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