“Por sus obras los conoceréis”. Hasta ahora era muy fácil hablar, ir a todas las tertulias, criticar a la clase política, presumir de honestidad y sacar pecho, pero ahora toca gobernar. Toca gestionar los escasos recursos públicos para intentar llegar a las necesidades de los ciudadanos, que con esta interminable crisis, son cada día mayores. Y el discurso no puede limitarse a la crítica de lo anterior, hay que ofrecer soluciones, puesto que en las tertulias, con tanto hablar parece todo muy sencillo.
En las pasadas elecciones municipales, en aquella entrada que titulé Habrá que ir a votar, ¿no?, dejé bien claro a quién no iba a votar, y algunos colegas me dijeron: “no has dicho que no vayas a votar a Podemos”. “Es que Podemos no se presenta”, contesté. Y si se presentara, no le votaría, pero lo cierto es que así era. Es evidente la afinidad de varios de los nuevos partidos con la formación de Pablo Iglesias, pero en el origen de todos ellos, por encima de ideologías, están el hartazgo y la indignación.
Pablo Iglesias, al que ya nos hemos referido en otras ocasiones, dijo antes de las elecciones que no se presentaba a las municipales porque no podía presentar candidaturas en la mayoría de municipios. Era impensable formar listas de garantías en tantos sitios, sin topos o advenedizos que se les colaran, como sí le ocurrió por ejemplo a Ciudadanos. Sin embargo, a raíz de los resultados electorales, los Iglesias, Errejón y compañía acudieron enseguida a hacerse la foto con Ahora Madrid, Cádiz sí se puede, Zaragoza en común, Barcelona en Comú, Compromís,…
Estos llamados “alcaldes del cambio” se reunieron la semana pasada en Barcelona y una de las primeras conclusiones del encuentro fue que querían evitar que Podemos capitalizara su éxito y lo utilizara como carta de presentación de cara a las elecciones generales.
“Por sus obras los conoceréis”, como decía al inicio. Y así debe ser, no debemos juzgarles como han hecho algunos desde el principio utilizando la estrategia del miedo, “¡así empezó todo en Venezuela!”, “¡van a expropiar empresas, sectores enteros!”, “manipular la prensa” (¿más?), “¡el caos!”,…
Bueno, es cierto que la corrupción sistemática de los partidos venezolanos en el poder fue la que aupó a un líder populista que ofrecía algo diferente, lo que muchos querían oír, pero creo que las similitudes, al menos de estos “alcaldes del cambio”, terminan ahí. Las «hazañas» del PP y del PSOE y su líder regional Tomás Gómez, se lo pusieron en bandeja a esas candidaturas del hartazgo y la indignación. Y se han hecho con Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Cádiz,… el fenómeno es más serio de lo que algunos creían.
Hoy voy a hablar de Ahora Madrid, la formación de Manuela Carmena que con el apoyo del partido socialista dirige la alcaldía de Madrid. De la capital, ni más ni menos. “¡Dimisión!”, clamaron algunos a las veinticuatro horas de la toma de posesión de un tipejo que había dejado unos tuits estúpidos cuatro años atrás. Curiosamente esas mismas voces que exigían indignadas la dimisión por los tuits no abrieron la boca durante los años que estuvieron rodeados de tipos que robaban a manos llenas.
Han pasado más de cien días desde las elecciones y de momento el caos no ha llegado a las calles, aunque para Telemadrid estemos al borde del apocalipsis o de una epidemia de peste. Carmena y sus concejales podrán gustarnos más o menos, estaremos más de acuerdo o menos con sus políticas, pero como muchos creíamos, la cosa no ha cambiado mucho. Todavía.
Al frente de la concejalía de Hacienda se ha colocado el economista Carlos Sánchez Mato, antiguo miembro de Izquierda Unida, especialista en Economía Monetaria y Sector Público por la Complutense de Madrid, director financiero de la Escuela Ideo, antiguo director general del quebrado grupo Herlobe, y coordinador de Attac Madrid.
El presupuesto que le toca gestionar ahora a este señor se acerca a los 4.500 millones de euros anuales, pero no voy a entrar en su idoneidad o no para el puesto, o en validar su experiencia al frente de una empresa que no llegaba a los 30 millones de euros de facturación, porque no me compete hacerlo y sobre todo, porque en este país hemos conocido concejales, alcaldes, ministros y hasta presidentes del gobierno que tendrían serios problemas para encontrar trabajo en la empresa privada, y ahí siguen (y han estado décadas).
El señor Sánchez Mato se ha ganado ya algunos titulares en prensa, como promotor de la auditoría ciudadana de las cuentas del ayuntamiento de Madrid, o como cuando dijo que el 80% de la deuda de Madrid podía ser considerada “ilegítima”, y como tal, se planteaba su anulación o suspensión. Veremos en qué queda todo esto, de momento Manuela Carmena ha desmentido que se plantee el impago de la deuda.
A este concejal hay que agradecerle al menos que nos haya plasmado por escrito su pensamiento en la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, en un artículo titulado “Endeudamiento urbano. La insostenibilidad social de la deuda municipal de Madrid”.
Son doce páginas en las que, junto a algunas verdades como el brutal crecimiento de la deuda de Madrid motivado por las faraónicas (e innecesarias en algunos casos) obras iniciadas por Alberto Ruiz-Gallardón, deja caer algunas frases que preocupan, por no decir que dan algo de miedo. En algunos puntos no cuenta toda la información, por desconocimiento, o lo que sería más preocupante, porque no interesa cuando la realidad molesta a la visión que quiere transmitir.
Comienza hablando del sobreendeudamiento de los países de la periferia europea en un apartado titulado “La deuda como herramienta financiera de dominación de los pueblos”, y lo liga sin entrar en explicaciones a la modificación del artículo 135 de la Constitución. Comparto su opinión de que «las actuaciones que, socializando quebrantos y pérdidas privadas, han dado lugar a un incremento brutal de la deuda del Estado«. Cosas que nunca entenderemos como el Sareb, las pérdidas acumuladas del Frob para sanear cajas que luego se han quedado bancos privados a precio de risa, o esa anunciada concesionaria pública de autopistas privadas deficitarias.
Pero la situación del Estado (una deuda impagable, que no se nos olvide) no es comparable a la del ayuntamiento de Madrid (con recursos suficientes, por fortuna) y ahí es donde más patina el informe.
Define la deuda de las corporaciones locales y comunidades autónomas como “expolio a las arcas públicas”. Hombre, creo que no todo ha sido «expolio», que se asocia a robo o saqueo, sino que ha habido mucho inepto gestionando millones de euros y construyendo obras innecesarias e ineficientes. El Plan E no fue un expolio, por ejemplo, fue directamente una estupidez. El crecimiento de la deuda viene de esa época en que algunos alcaldes y presidentes de comunidades se creyeron ricos, pensaron que iban a poder mantener su nivel de ingresos eternamente, y en consecuencia adecuaron sus gastos a los mismos. Y el expolio, claro que lo hubo en muchos casos, pues esos elevados ingresos fueron terreno abonado para los golfos.
El señor Sánchez Mato se ganó el titular de prensa hablando de la ilegitimidad de la deuda, que en el informe viene referida a cuatro grandes obras de la época de Gallardón:
- La M-30.
- La remodelación del Palacio de Correos en Cibeles.
- La Caja Mágica, o Trágica.
- El centro de natación para los Juegos que nunca llegaron.
Los sobrecostes de estas cuatro infraestructuras, ¡5.420 millones!, son los que le llevan a decir al concejal que «más del 80% de la deuda del Ayuntamiento de la capital del Estado tiene suficientes elementos para ser declarada ilegítima«. Y en el apartado de conclusiones indica que tiene «la intención de proveer de argumentos y herramientas al gobierno municipal para la suspensión o anulación de la deuda identificada como ilegal o ilegítima«. Uff, sudores fríos.
Hay que tener cuidado con las palabras, porque «ilegítimo» significa no ajustado o no conforme a las leyes. Posiblemente estas obras han sido un desastre en lo que a eficiencia se refieren, por lo menos las tres últimas, porque creo que la M-30 y el Madrid Río han mejorado notablemente el aspecto de la ciudad. Haciendo una comparación, no creo que nadie en Barcelona considere ilegítimas las deudas que generaron las cuantiosas inversiones para los Juegos del 92.
Posiblemente hubo varias mordidas en el proceso, «el expolio» referido, pero sus adjudicaciones se ajustaron a la Ley de Contratos, se obtuvieron los informes medioambientales preceptivos, sus ampliaciones o modificaciones presupuestarias fueron aprobadas en pleno, ratificadas con informes de los técnicos del propio ayuntamiento y financiadas conforme a la Ley de financiación de las corporaciones locales. A mí también me parecen inconcebibles esos desfases presupuestarios, y algún presidente de Comunidad enchironado como Jaume Matas sabe de esto. Pero que sea inconcebible no significa que no sea legítimo.
Esas cuatro infraestructuras fueron financiadas por diversos bancos a muy largo plazo. Y estas entidades financieras no son culpables del desfase presupuestario. ¿Está planteando el señor Sánchez Mato una quita de la deuda cuando el ayuntamiento lleva años devolviendo los préstamos?
(Continúa en Ahora Madrid, ahora, 2 de 2)
Estimado Josean,
Yo sí que las considero ilegitimas, porque nada de esto hubiera sucedido sin el consentimiento e interés de empresas involucradas como bancos y constructoras de turno. Que en muchos casos han sido los promotores de estos desfases. Así que ahora que se jodan por listos y que no se les pague y se queden ellos si quieren la caja trágica que yo no la quiero. Y dirás… Que culpa tienen los trabajadores de esas empresas constructoras o bancos? Ninguna, pero los mansos de la manada no podemos consentir que los tiburones nos sigan explotando para sus intereses. Y donde ponemos el límite y escarnio a estos para que no se vuelva a repetir? Es eso lo que realmente habría que debatir.
No te preocupes que nadie dejará de pagar ninguna deuda, el sistema está demasiado ….integrado y lo más que permite a los ciudadanos es alguna pataleta de vez en cuando en forma de voto «antisistema». Nos faltan huevos para iniciar un cambio total y radical de este sistema, porque las revoluciones se sabe como empiezan pero no como acaban y eso es demasiada incertidumbre para los trabajadores, hipotecados y con crías que proteger. Los que no tenemos nada de eso, nos da igual lo que pase, y los que tienen menos todavía, no tienen miedo a una revolución porque es su única opción de cambiar su estatus de parias.
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Estimado Dagos:
He esperado a colgar la segunda parte para contestarte y para que leas lo que intento contar. Y lo que intento contar es que hay que tener cuidado con los que vienen de salvapatrias (ojo, que alabo algunas de sus actitudes y las intenciones de uns cuantos, no de todos ellos) contándonos su verdad, manipulada o convenientemente falseada para inducirnos a esa rebelión de los desfavorecidos. El informe del concejal es tendencioso, incompleto y erróneo en varias de sus afirmaciones. Es muy fácil manipular, todos los partidos lo hacen, y es muy peligroso.
El sistema apesta, estoy de acuerdo contigo, pero es un sistema garantista y yo prefiero que sea así. Es tan garantista que los golfos y los corruptos se escapan en numerosísimas ocasiones por los resquicios del sistema. Pero creo que prefiero este sistema a uno en el que se condene por indicios o por pareceres. Si leíste mi entrada sobre el caso Ciempozuelos () verás lo que te digo. Todos los indicios apuntaban al escándalo, pero las acusaciones no lograron que las pruebas fueran concluyentes, el propio juez justificaba de qué otro modo podían haber obtenido los acusados sus ingresos. Hay que cambiar el sistema, reforzar los mecanismos de control, garantizar la independencia de la justicia (Gurtel y los EREs van a quedar en nada, lamentable, ojalá me equivoque), penas severas al que es pillado, justicia más rápida, inhabilitación de los que aunque no se hayan lucrado han permitido estos desmanes,… Mejor eso que alentar a las masas a que coja las antorchas y las horcas, como en Frankenstein para acabar con el que le han dicho que es un monstruo.
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A añadir….. Su estatus de parias en un mundo de abundancia.
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Un sistema garantista? No sé para quién, para los que tienen dinero sí, pero para los desheredados del mundo no, desde luego.
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