Que aprendan también del rugby, por Barney

cr7messi

Ya he comentado en anteriores posts, como en I love this game!, lo que me repatean las memeces de los periodistas deportivos sobre el cansancio de los futbolistas. Entiendo que tienen que seguir vendiendo periódicos y ocupando minutos de radio y televisión, pero llega un momento en que resulta un insulto oír las quejas de unos profesionales millonarios por la «tortura» que supone tener que jugar dos partidos de fútbol a la semana. Hay miles de aficionados que sólo por placer juegan dos, tres, cinco y hasta todos los días de la semana. Los que les permita el cuerpo.

Daniel Passarella, en su primera etapa como entrenador en Argentina, se llevó a la plantilla a visitar una mina a las cinco de la mañana, para que vieran el trabajo de los sufridos mineros, y al cabo de un rato se dirigió a sus jugadores y les dijo: «ahora, quiero que recuerden esto cada vez que se quejen de su trabajo». Me cansa igualmente ver todo el día las comparaciones entre Messi y Cristiano Ronaldo, que si los 71 goles de Champions, que si el Pichichi de la Liga, el Balón de Oro, los premios de la FIFA,… Creo que el programa de Deportes Cuatro del mediodía le dedica todas las tardes un cuarto de hora a esta comparación. Como si esto fuera un deporte individual, no un juego de equipo.

Y detesto cada día más los intentos de engaño al árbitro, las marrullerías, el juego sucio y los halagos a esa dureza exenta de nobleza, de la que ya hablé en Retiro todo lo dicho sobre el Atleti.

Por estas y por otras muchas razones, me encantó la carta que un jugador de rugby envió recientemente a Cristiano Ronaldo. Resulta que CR7, al acabar el partido contra el Ludogorets búlgaro, se quejó por las patadas recibidas y no se le ocurrió otra cosa que decir: «parecía un partido de rugby». Inmediatamente, a las pocas horas, Cristiano recibió este magnífica carta que recomiendo leer atentamente, porque recopila buena parte de los defectos que achaco al mundo del fútbol (carta de un rugbier a Cristiano Ronaldo).

Para empezar, habla de unos «códigos de conducta honorable que todos los jugadores respetan». Existe una frase clásica, mil veces repetida, que dice que el fútbol es un deporte de caballeros jugado por rufianes, mientras que el rugby es un deporte de rufianes jugado por caballeros. Y estoy completamente de acuerdo, pese a que siempre he sido mucho más aficionado al fútbol. Veo mucha más nobleza en el rugby, pese a que parezca un deporte mucho más salvaje, más brutote.

Otra cosa que no soporto del fútbol: ya está bien de protestar al árbitro y del gestito de «sácale una tarjeta». Joder, hay jugadores que se pasan los partidos enteros pidiendo al árbitro que eche a un rival del campo. Incluso en ligas de aficionados, qué pesados. Para ganar en superioridad, ¿no? Es una falta de respeto absoluta al rival, a su esfuerzo, a su trabajo en los entrenamientos, «que lo echen, que me estorba, así tengo más posibilidades de ganar». Como el Barça en la final de París, las eliminatorias contra el Inter en 2010, el Arsenal en 2011, o el Chelsea en 2012, o las semis contra el Madrid en 2011 (estos datos no venían a cuento, pero los suelto). Propongo una nueva norma: tarjeta al jugador que pida una tarjeta para el rival.

«Nunca verás a un jugador de rugby simular una falta o una agresión», dice el rugbier. Pues en el fútbol parece todo lo contrario. Este vídeo es un compendio de ridículas simulaciones que dejan en muy mal lugar a sus autores. Como futbolistas, como compañeros y como actores:

 

Otra norma: expulsión directa al jugador que simule una agresión. y si consigue engañar al árbitro se le sanciona después, vídeo en mano, durante varias jornadas. Hay que erradicar estas actitudes, que además es fácil. En el anterior vídeo aparece Cesc Fábregas, quien tuvo un comportamiento lamentable en todas estas simulaciones, pero en Inglaterra sin embargo jamás lo ha hecho. Porque allí se castiga con el desprecio del público, de los rivales y de tus propios compañeros. Hay un vídeo hilarante de un jugador de rugby fingiendo una agresión. Lo hace igual de mal que la mayoría de futbolistas:

 

Las risas que se escuchan son las del público. El árbitro, sus compañeros y sus rivales le dicen que se levante, que deje de hacer el ridículo, o el «Fábregas» como se debe decir en maorí. El Fábregas culé, porque el Fábregas inglés se pegaba con todo el mundo y no se le doblaban nunca las piernas:

 

Otra gran frase del rugbier: «Nuestras camisetas llevan dorsales, que indican la posición en el campo, pero no el nombre, porque no es importante quién vista esa camiseta». Lo importante es el equipo. Pero en el mundo del fútbol parece que sólo cuentan los ídolos de masas, los cracks. Yo sinceramente estoy hasta los cojones del Balón de Oro. Me importa muy poco quién se lo lleve. Cristiano Ronaldo no jugó la final de Copa que ganó el Madrid y su participación en la final de Champions fue pobre, culminada con la exhibición de musculitos. Igual de floja fue la aportación de Messi en la final del Mundial. Pero ahí están, llenando los telediarios día sí, día también, hablando del puñetero Balón de Oro que creo que se decide ¡en enero!

Por último, hay costumbres maravillosas en el mundo del rugby que difícilmente vamos a ver en el fútbol, como la del tercer tiempo. Si todavía hay alguien que no sabe lo que es, consiste en tomarse unas cervezas con el rival al acabar el partido. Yo lo he practicado en el fútbol y debería ser una obligación, al menos para los más jóvenes. Que aprendan valores como el reconocimiento del esfuerzo noble del rival en busca de la victoria. La costumbre del pasillo de los ganadores a los perdedores parece que comienza a implantarse poco a poco en el fútbol, ya lo hemos podido ver en algunas finales. Es otro gesto más de nobleza y generosidad con el rival con el que te has estado zurrando hasta unos minutos antes.

Una última nota sobre el rugby y las comparaciones con el fútbol: la violencia. El rugby no la tolera. Recientemente ha habido una agresión salvaje, dos puñetazos en la cara de un tal Flower sobre un rival en la final de la Superliga inglesa:

 

Se habla de sancionar a perpetuidad a este energúmeno, lo cual no me parece una barbaridad. Es lo mismo que tenían que haber hecho con Pepe después de su «ida de pinza» con Casquero, o con Goiko y sus lesiones a Maradona y Schuster, o Luis Suárez después de sus mordiscos, pisotones o dedos en el ojo. El fútbol sería otra cosa.

Cara Barney

 

2 comentarios en “Que aprendan también del rugby, por Barney

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