El tipo duro y el asfódelo, por Travis

 

Hace años encontré en el relato Berenice, de Edgar Allan Poe, el siguiente párrafo:

«Mi razón se asemejaba mucho a esa roca oceánica de la que habla Ptolomeo Hefestión, la cual, resistiendo firmemente los ataques de la violencia humana y la furia más feroz de las aguas y los vientos, temblaba sólo al roce de la flor llamada asfódelo.»

Enseguida mi cerebro cinéfago, entrenado para digerir todo tipo de películas, desde musicales sensibloides a blockbusters de tipos duros y rocosos, encontró el paralelismo cinematográfico del asfódelo. Esa delicada flor, sin nada especial en apariencia, frágil de aspecto, pero cuyo roce era lo único que podía perturbar a la roca más granítica, representa en el cine de testosterona el punto débil del tipo duro. Su lado humano, aquello por lo que se le quiebra la voz, por lo que está dispuesto a luchar y poner en riesgo su propia vida.

Jean Reno interpreta a un asesino implacable en León, el Profesional, un matón despiadado, imperturbable, acostumbrado a cargarse gente sin cambiar su expresión. El asesino perfecto, como titularon el film en Hispanoamérica. Y sin embargo ese tipo tan duro como la roca de Ptolomeo se conmueve ante la fragilidad de una Natalie Portman de doce años. Las escenas entre ambos resultan incómodas, aunque no tanto como la que fue censurada tras uno de esos pases previos en los que se exhibió la película para testar la reacción de los espectadores. Por aquello de la doble moral americana, o porque estamos preparados para ver un cerebro reventando en pantalla, pero no una escena de alto contenido sexual prohibido, la escena fue cortada en el montaje final:

León se conmueve ante la insólita petición de su asfódelo con cuerpo de niña y pierde toda su dureza anterior. Los tipos duros son como Jessica Rabbit, que no son realmente malos, sino que los guionistas los han «dibujado» así. Pero casi siempre hay un trasfondo.

El mítico personaje de Humphrey Rick Bogart en Casablanca se pasa la mayor parte del metraje mostrando su aspecto cínico, desencantado de un mundo en guerra que no es el suyo, en una ciudad calurosa e incómoda, en medio de un conflicto con nazis y gendarmes franceses corruptos.  

– Es usted la única persona en Casablanca con menos escrúpulos que yo -le espeta el capitán Renault.

El mismo capitán que está convencido (y acierta de pleno) de que «en el fondo es usted un sentimental«. Pero ese tipo duro no resultaría entrañable si no manifestara la debilidad que muestra cuando aparece Ingrid Ilsa Bergman en escena. El bloque de mármol se tambalea cuando aparece la sueca, y su aparente dureza salta por los aires con las notas del As Time goes By:

El capitán Renault, quizás el tipo más mezquino de toda la trama, pero también el que mejor conoce a Rick, advierte el efecto que tiene la mujer en el americano cuando este rompe con varias de sus normas no escritas en el café Rick’s, como las de no invitar o no beber. Hectolitros de whisky a partir de ese momento.

– El mundo se desmorona y nosotros nos enamoramos.

El personaje de Rick cambia por completo de registro, recuerda el pasado que le llevó a ser como es, y realiza un último acto heroico. E incomprensible para quien esto escribe. La verdad es que nunca he tenido claro el significado (El celuloide oculto en el armario), pero hoy no toca hablar de eso, sino de tipos duros con un punto de sensibilidad en su interior.

Como otro tipo duro mítico, el Butch que interpreta Bruce Willis en Pulp Fiction. Le hemos visto encararse con el macarra Travolta sin pestañear, acaba de cargarse a puñetazos a otro boxeador en el ring, engaña al mismísimo Marsellus Wallace y huye como alma que lleva el diablo (en el taxi de una morbosa Esmarelda Villalobos), pero cuando llega con la frágil María de Medeiros se desmorona porque esta ha olvidado recoger su reloj de oro del apartamento. Su asfódelo no es la portuguesa, sino ese valiosísimo reloj de oro:

– ¡¡De todas las jodidas cosas que podría olvidarse, olvida el reloj de mi padre, coño!! -repite insistentemente mientras pierde el control y golpea el volante del coche.

Claro que, como todos recordamos, el reloj tenía el enorme valor «sentimierdal» de haberlo llevado su padre cinco años metido en el culo en Vietnam:

Es una de mis escenas favoritas, lo reconozco. Simpatizo y empatizo con los tipos duros cuando muestran ese lado humano. «No soy duro por capricho, hay un motivo». Hasta Darth Vader tenía un punto de bondad, aunque haga falta que casi se carguen a su hijo para mostrarlo. El mismo momento de bondad/debilidad que muestra Kylo Ren en el último episodio de la saga. Claro que con Rei… se entiende.

Por esa misma razón, me repatean todos esos tipos duros de los últimos años, los Jason Statham, Dwayne Johnson, Vin Diesel o Steven Seagal, repartidores de mamporros sin ninguna historia detrás. Sin asfódelos que los ablanden o den sentido a sus vidas. Hasta Schwarzenegger haciendo de Terminator resulta más humano que todos estos individuos juntos. Hay tipos duros y hay repartidores de hostialidades que no hacen nada más, y para mí hay un mundo de diferencia entre ambos.

Sylvester Stallone es de los primeros (cuando no hace de Cobra, el brazo fuerte y más fascista de la Ley o del Juez Dredd). Me gustan sus pelis de Rocky aunque no tengan nada que ver con el boxeo real, «Adrian, te quiero», con la cara desfigurada en el ring. Y aquí, ahora, para que me critiquen, reconozco que hasta me gusta por momentos el personaje de John Rambo, un veterano desencantado con su país. Recuerdo haber visto la segunda parte con unos amigos, e íbamos contando cadáveres: «veintisiete, veintiocho,…». La cifra se dispara después de que los charlies se carguen a su amante vietnamita: «ochenta y cinco, ochenta y seis», ja, ja, ja, qué disparate de película, como todas las que precedieron a la primera, que sí fue bastante notable.

Toda esta recopilación de tipos duros que he realizado hoy tenía un sentido detrás, que no era otro que rendir homenaje al más duro de todos, a un tipo que hoy cumple 78 años: el mítico Chuck Norris. ¡El tipo que no hace flexiones, sino que empuja el mundo hacia abajo! En los últimos años ha quedado como carne de parodia, de broma sobre estos tipos graníticos y fascistoides, pero hay que entenderlos como a su personaje Walker, de Texas Ranger: solo es un tipo amante de la justicia, la ley y los buenos valores (aquí risas). Y si alguien no los sigue, lo arregla a guantazos.

Chuck Norris desarrolló un tipo específico de arte marcial, el Chun Kuk Do, cuyo código de honor tiene frases que, si alguno pusiera en boca de Paulo Coelho, circularían como algo profundo y espiritual zen o memeces por el estilo. Pero pasarían por ser del brasileño y jamás de Chuck Norris:

«Si no tengo nada bueno que decir sobre una persona, no diré nada».

«Dedicaré tanto tiempo a mejorarme a mí mismo que no tendré tiempo para criticar a nadie».

«Desarrollaré mi máximo potencial en todos los aspectos de mi vida».

Y su debilidad particular en el fondo es la justicia, aunque sea su sentido particular de la justicia:

«La violencia siempre es mi última opción, aunque sea la respuesta a todo» (aquí carcajadas).

Lo reconozco, vi muchas pelis de Chuck Norris en mi adolescencia, y creo que soy un tipo normal, sin afición por la violencia. Luego hablo con compañeros de oficina, menores de treinta tacos, que me hablan de First Dates o de Maestros de la costura, y pienso sinceramente que les hacen falta unas largas sesiones del «bueno» de Chuck.

 

2 comentarios en “El tipo duro y el asfódelo, por Travis

  1. ¡Me ha encantado la entrada!¡ Y me he reído mucho! La verdad que algunos de esos tipos duros que mencionas no me parecen muy buenos actores pero ahí están y algunas de esas películas son entretenidas, y en ocasiones ver pelis en las que sólo aparecen mamporros tiene su gracia.
    Se te pasó por alto mencionar a Terence Hill y Bud Spencer, pareja «mamporrera» por excelencia, supongo que el asdófelo de Hill era Spencer y viceversa, ¿qué te parece?

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