Érase una vez… un cinéfago llamado Quentin

Once upon a time 5

TRAVIS, 23/10/19

Desde el mismo título elegido por Quentin Tarantino para su última película, Once upon a time in… Hollywood, con puntos suspensivos incluidos, sabemos que la cosa va de homenajes. El título escogido por este director y guionista tan particular resuena a Sergio Leone, al spaghetti wéstern (Once upon a time in the West), a sus iconos sesenteros, a los Estados Unidos de América (Once upon a time in America) y por supuesto al Hollywood de esa época que tanto admira el de Knoxville.

El cine de Quentin Tarantino tiene muchas virtudes y una de ellas es que consigue que gente de todo el mundo y con referentes culturales muy distintos acudamos raudos y veloces al cine solo porque “echan la última de Tarantino”. No hay muchos directores que hayan conseguido esa afición a sus obras por parte de los espectadores, esa celebración de sus películas como uno de los acontecimientos del año: la última de Spielberg (ya no tanto), la última de Woody Allen (para mí siempre), la última de Nolan o la última de Almodóvar (para sus seguidores al menos).

Once upon a time 3

Este director con careto de zumbao peligroso (como el de varios de los personajes que ha interpretado a lo largo de su carrera) es un devorador compulsivo de cine desde su época de dependiente del videoclub, o incluso la anterior como taquillero en un cine porno, un empedernido cinéfago que ha conseguido que nos metamos en su mundo, en sus frikadas y en la concepción tan especial que tiene de entender las películas. Un cine sin reglas aparentes, sin tiempos, sin un patrón clásico al que agarrarse, porque todo vale si se hace con pasión por el cine, con cariño y admiración hacia los personajes, con un respeto reverencial a los iconos homenajeados en sus obras.

Uno se sienta en la butaca del cine, lee en los primeros fotogramas el “Written and directed by Quentin Tarantino” escrito con caracteres setenteros y se acomoda sabiendo que va a ver algo distinto: “vamos allá, a ver con qué nos sorprende en esta ocasión”. Y este Once upon a time in… Hollywood me ha dejado un tanto frío, pese al subidón de temperatura del poderoso final.

La película dura 161 minutos, quizás demasiado larga (a mi gusto) para lo que cuenta. El problema no es la duración per se, porque me encantan las pelis de tres horas de duración que se pasan en un suspiro, sino que mis pegas van dirigidas a lo insustancial e irrelevante para la trama de buena parte de esos minutos. Da la impresión de que Tarantino quiere meter todo su mundo en el metraje: los wéstern (Django, Los odiosos ocho), Steve McQueen y los nazis (Malditos bastardos), la serie B (Abierto hasta el amanecer), el Hollywood de los sesenta (Pulp Fiction), los especialistas y los coches (Death Proof), las drogas blandas y las adicciones (Pulp Fiction, Jackie Brown), las artes marciales (Kill Bill), la gente pasada de vueltas, su fetichismo hacia los pies (en todas ellas), la violencia extrema que no se puede tomar en serio (Reservoir dogs, Amor a quemarropa), sus característicos diálogos, los cigarrillos Red Apple,… Lo mete todo aunque sea con calzador.

Al terminar la peli, me quedé: “¿y bien, te ha gustado?”. Pues sí, claro que sí, pero… con varios peros. No tiene tantas escenas memorables, de esas que quedan en el recuerdo como sus anteriores obras. Basta que diga la oreja, la jeringuilla, el ametrallamiento, la esvástica o la katana para que sepamos en qué película estoy pensando. Apenas tiene dos personajes inolvidables, Rick Dalton (Leonardo di Caprio) y Cliff Booth (Brad Pitt), pero no sé si perdurarán en el recuerdo como Jackie Brown, la Novia Beatrix Kiddo, Bill, el coronel Hans Landa, el señor Lobo, Marsellus Wallace, Vincent Vega, Jules, Butch, Django, Shoshanna o cualquiera de los matones de la banda de Reservoir dogs.

Once Personajes de Tarantino 2

Algunos diálogos están estirados en exceso, como ya le ocurría en Death Proof y en Los odiosos ocho, y aunque habrá quien piense que es un sacrilegio lo que voy a decir, creo que le falta trabajo de montaje. De recorte. Cuando comenzó su carrera y reventó la taquilla con Pulp Fiction, se vio que era un tipo repleto de ideas en la cabeza, posiblemente mejor guionista que director. Sus diálogos eran ingeniosos, tenían una chispa especial y no sobraban en la trama. Podían no aportar a la historia principal, pero servían para hacernos una idea de los personajes. En Érase una vez el trabajo del Tarantino director está varios cuerpos por encima de la labor de Tarantino guionista. Tiene planos de gran belleza, una cámara que se mueve con suavidad por Los Ángeles, de los chaletazos de Cielo Drive a los decorados de Hollywood, y se muestra sobrio y contenido en todo momento. Bueno, durante casi todo el metraje, porque se suelta en esos minutos finales que nos hacen recordar el Tarantino desaforado, el que no se corta un pelo, el que se suelta la melena y desata una apoteosis que nos levanta una sonrisa psicópata similar a la suya.

La valoración global de Érase una vez en… Hollywood es positiva, como casi siempre con este director, pero añoro al Tarantino ocurrente más que al friki de la serie B, al que inventa personajes inolvidables y los suelta en escenarios imprevisibles más que al chalado que ha visto millones de minutos de pelis infames y los rescata, dignifica y nos planta ante nuestras narices. Quentin Tarantino es un alma libre y supongo que en ese mundo ingobernable de Hollywood será de los pocos directores que logra que nadie le toque un minuto de sus obras. Ha alcanzado ese estatus por méritos propios, pero creo que alguna de sus pelis, como esta última, mejorarían con los consejos de un productor experimentado, o de un colega de profesión que le dijera “hasta aquí está perfecto, Quentin, no le des otra vuelta más a la historia de un personaje italiano de wéstern barato» o «no metas a otro chalado de las artes marciales”.

Todo esto no son más que opiniones de un modesto aficionado, pero creo que esta película mejoraría mucho con media hora menos de metraje. El rodaje del wéstern, la previa a la actuación con la niña, Margot Robbie/Sharon Tate en el cine, la escena de Bruce Dern… hay varios sitios en los que se podría recortar sin que el conjunto se resintiera. Incluso la escena de La gran evasión, por mucho que me divirtió ver a Di Caprio en uno de mis clásicos favoritos de todos los tiempos.

Martin Scorsese es un grandísimo director y urdidor de historias, pero nunca ha negado la importancia en el resultado final de sus trabajos de su montadora desde hace cuarenta años, Thelma Schoonmaker. Aunque el trabajo de recorte que menciono es más de la fase previa de elaboración del guion que del montaje final, Quentin podría estrenar obras maestras de dos horas o poco más, y dejar todo ese material friki adicional para las versiones extendidas de los DVD o BluRay.

Once personajes de Tarantino

Esta es la novena película de Quentin Tarantino, considerando que los dos volúmenes de Kill Bill “cuentan como una sola” en palabras del propio director, y como este ha expresado en repetidas ocasiones que solo va a hacer diez películas a lo largo de su carrera, nos queda disfrutar su última y definitiva gran obra. Tengo dudas de que lo cumpla, porque se le ve con ganas de contar muchas cosas, de vomitar todo el cine que tiene dentro de la mollera, y todo eso no le va a caber en menos de ¿tres, cuatro, catorce horas de grabación?

El cine de Tarantino no deja indiferente a nadie, todos tenemos nuestras preferencias, nuestras filias y seguro que algunas fobias. Resulta difícil ponernos de acuerdo en qué nos gusta o disgusta más. A raíz del estreno de Érase una vez en… Hollywood, leí un artículo que ordenaba sus películas de peor a mejor, y no puedo estar más en desacuerdo con la lista, me pareció una coña, así que he hecho lo mismo y he pedido a varios amigos que realicen su propia lista. Este es el resultado de mi miniencuesta, con la propuesta de Espinof, las de iMDb y Filmaffinity, la opinión siempre acertada de mis colegas, la de este bloguero (en otro color) y la media de todas nuestras votaciones:

Pelis Tarantino Ordenadas

Me congratula ver a Pulp Fiction en cabeza y a Death Proof en el último lugar. No debí ser el único que se aburrió como una ostra. Lo mejor de Tarantino para los aficionados estuvo en sus primeros años y esta última obra, de momento y a falta de reposo, no la hemos elegido entre sus trabajos más afortunados. Sabiendo que no leerá jamás este post, le animamos a que siga más allá de la decena, por mucho tiempo. Con una potente banda sonora de fondo.

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