Especial USA (y IV): el New York real de Travis


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Hace casi tres décadas me compré un póster de Nueva York en el mirador del World Trade Center, que creo que estaba en la planta 107. Lo mantuve expuesto en mi habitación mientras viví en casa de mis padres y me sabía de memoria todos sus detalles. Representaba no tanto lo que me gustaba como lo que hacía especial esta ciudad. El follón, el trasiego continuo de gente, muchos de ellos comiendo por la calle, el caos de taxis, bicis, ciclistas, coches de bomberos,… Y cómo no, Woody Allen.

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Este póster muestra el New York real con asombrosa precisión, con un hiperrealismo quizás exagerado, muy diferente al New York imaginado de los cientos de películas del que hablaba recientemente, una Nueva York abarrotada de carteles publicitarios y repleta de pequeñas historias, razas, lujo y pobreza apenas separados por unos pocos metros. En la parte superior del póster, un título, un lema, una especie de resumen de nuestro sentimiento frente al caos, un «a pesar de todo»: «…And I love New York».

He buscado en Internet y he sabido ahora que el dibujo es de 1982 y fue realizado por un tal Michel Kichka, un israelí de origen belga que trabaja habitualmente en Francia, país en el que recibió la Orden de Caballero de las Artes y las Letras. Esa multiculturalidad del autor es también parte esencial de la ciudad de Nueva York.

Pero he hecho una cosa mejor, que ha sido buscar en el baúl de los recuerdos y rescatar el póster, con el que he preparado este vídeo corto para que podáis apreciar algunos detalles (con música de película de Woody Allen, por supuesto, Stardust memories o Recuerdos, que para algunos era complicado traducir stardust):

Me encanta, pero como decía hace poco, mi Nueva York, my New York, solo existe en las películas. Por no existir, ya no existe ni siquiera ese World Trade Center en el que adquirí el póster. La realidad supera a la ficción y ni siquiera en la cabeza de los guionistas más retorcidos de Hollywood podía imaginarse algo similar a lo que allí ocurrió el 11-S. El atentado y posterior colapso de las torres dio lugar a varias películas, algunas bastante tostón, como las 11 historias colectivas de 11’09»01, o aquella de Oliver Stone que se centra en un equipo de bomberos capitaneado por Nicolas Cage, World Trade Center. Otras resultaron muy entretenidas, como United 93, centrada en el vuelo que, tras un motín de los pasajeros, terminó estrellándose en un campo en Pennsylvannia.

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O derribado por un misil del ejército, porque los sucesos del 11-S dan lugar a todo tipo de teorías de la conspiración. Y a un apasionante (y acongojante) documental de Michael Moore, Fahrenheit 9/11, sobre algunos sucesos incomprensibles ocurridos los días previos y posteriores al 11-S, el 9/11 americano.

Hoy no toca hablar de esas teorías de la conspiración, pero no puedo dejar de pasar por alto algunas escenas ¿casuales? de Hollywood anteriores al 9/11 con esa referencia, como Terminator 2 (1991), Gremlins 2 (1990), Matrix (1999) o Godzilla (1998), incluidas en el vídeo del post del amiguete Lester.

ny-real8Como decía, la ciudad ha cambiado mucho. La Nueva York de principios de los ochenta se caracterizaba entre otras cosas por la inseguridad, algo que define el póster en varias escenas. La situación ha mejorado mucho y ahora mismo se puede recorrer la mayoría de sus zonas sin mayores problemas que la aglomeración. No es la Nueva York de las películas, no es ya afortunadamente el Distrito apache: el Bronx (1981) que traía a Paul Newman por la calle de la amargura.

No existe el World Trade Center, pero es que apenas existe tampoco Little Italy, engullida por el creciente Chinatown, con su espantosa estética de tiendas y restaurantes de chop suey. La invasión silenciosa de China en pleno corazón de Manhattan es una metáfora de lo que ha ocurrido en el mundo en las últimas dos décadas. Sin apenas hacer ruido, sin llamar demasiado la atención, van comprando locales, devorando poco a poco las ciudades y extendiendo una manera de hacer las cosas que chirría con nuestro modo occidental.

new-york-20Nueva York es hoy una ciudad volcada al turismo. Es imposible andar por la calle sin tropezar con los vendedores de tours en autobuses de dos pisos, ofertas de alguna tienda o restaurante, personajes que no salen en las películas afortunadamente. Y si salieran, para mí se merecerían una escena como la inicial de Aterriza como puedas, la del piloto que se va liando a guantazos con todo aquel que se acerca ofreciéndole flores o folletos de todo tipo.

Los taxistas no son italoamericanos como los de Scorsese, sino paquistaníes o indios. Hoy en día nadie se creería un Travis Bickle con la cara de Robert de Niro. Los porteros uniformados ya no parecen de Harlem, sino de Nigeria o de Ecuador. El Hotel Plaza ya no es de Donald Trump, y el Rockefeller Center no es visto como las oficinas de un holding millonario, sino como un lugar turístico que no te puedes perder, con el mejor mirador de la ciudad, la pista de hielo, la figura dorada y el Radio City Music Hall. Tampoco puedes tocar con los pies el piano de Tom Hanks en Big porque la tienda FAO’s Schwartz ha cerrado, seguramente porque no podía competir con los precios de los juguetes importados de China a precio de saldo.

new-york-22¿Y los restaurantes? Es muy difícil tener una conversación tranquila en uno a la manera de los guiones de Woody Allen, porque están todos a reventar de gente. Lo normal es que no encuentres mesa o que el ruido te impida hablar de la última exposición del MoMa. Pero puedes encontrar al propio Woody Allen y verle tocar el clarinete los lunes en el café Carlyle. Si tienes ganas de soltar 165 dólares por barba, claro. Otros folletos turísticos te animan a sentarte en la mesa de Sally en la que finge el orgasmo con Harry (Cuando Harry encontró a Sally), o a tomar un café en la cafetería de Tienes un e-mail (¿alguien recuerda de modo especial esa peli o esa escena?).

La Isla de Ellis ya no es el centro de acogida o clasificación de inmigrantes, sino un curioso Museo de la Inmigración que huele a cuero rancio de maleta. La Estatua de la Libertad ya no es el símbolo de la nueva esperanza que encontraban esos irlandeses e italianos que llegaban a Estados Unidos con lo puesto, sino el punto inevitable de visita de turistas japoneses, chinos o españoles. Los barcos turísticos y los taxi boats surcan el Hudson y el East River, transformando el paisaje tanto como los megacruceros que arriban casi a diario al puerto. El espacio aéreo junto a Battery Park concentra media decena de helicópteros con turistas que pagan 250 dólares por 15 minutos (igual que Josean recomendó una escena de El dictador, yo recomiendo el humor negro negrísimo de la escena del paseo en helicóptero).

El Intrepid ya no parece ese portaviones que pasó por Vietnam y la Segunda Guerra Mundial del que se bajan los marineros de Un día en Nueva York (Gene, Frank, ¿y el tercero?), sino que es el Museo del Aire y el Espacio, con un Concorde y un transbordador espacial que no pegan nada en sus pistas.

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Y más que va a cambiar la ciudad. Uno de los símbolos de la ciudad, el Empire State, será engullido en los próximos años por la construcción de 37 rascacielos, 6 de ellos de mayor altura que el mítico asidero de King Kong. Este skyline tan famoso, tantas veces visto en el cine, va a desaparecer en poco más de un lustro.

ny-real12Sí, el mítico New York pertenece al mundo del cine,…

Y menos mal, porque no he visto una ciudad con cuya destrucción disfruten más los cineastas. Al pobre John McClane le tienen danzando por la ciudad buscando bombas en Die Hard 3 (otra gran traducción, con La jungla de cristal 3, al menos clavaron el número). Tiene varias escenas míticas e inverosímiles, como la de los adelantamientos en coche en plena hora punta, la de las garrafas en Central Park o la del destrozo en la estación de metro. Aunque para destrozo que casi me hace llorar, la destrucción del puente de Brooklyn en Yo soy leyenda.

ny-real13Por supuesto, Nueva York es una de las ciudades elegidas para la llegada de los extraterrestres de Independence Day, o por los terroristas de Estado de sitio. Los ladrones de Daylight no tienen otra idea que hundir el túnel Holland bajo el Hudson. Y como no podía ser menos (habría que ver qué dicen los cálculos de probabilidades), los meteoritos de Deep Impact y Armageddon revientan varias zonas de la ciudad y provocan el caos, tanto como los sucesivos King Kong o Godzilla que han paseado por sus avenidas. La mejor escena de Deep Impact es la de la ola gigante que arrasa la ciudad. También vimos la ciudad inundada en El día de mañana, en la que los neoyorquinos que pueden huir tienen que refugiarse del frío en la Biblioteca pública de la Quinta Avenida.

Pero si hay lago que simboliza la destrucción de Nueva York es la Estatua de la Libertad. La hemos visto helada, decapitada, con Jackie Chan saliendo por sus narices, con los X-Men peleando en su corona, volando por los aires con Superman o en El planeta de los simios, como símbolo de la destrucción de nuestro modo de vida.

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Esa es la ciudad de Nueva York, my New York de las películas, una ciudad que renace de sus propias cenizas. Para mal o para bien, muy diferente a la real. Hasta Woody Allen ha sucumbido a los encantos de la china.

Cara Travis

 

Un comentario en “Especial USA (y IV): el New York real de Travis

  1. La mejor forma de viajar es con referentes culturales previos (libros, películas, etc) que multiplican el valor de cada uno de los sitios que visitas. Por otra parte, la mejor forma de conocer una ciudad es la caminata salvaje, donde pones todo el cuerpo y la mente en acción. EN NY la caminata puede ser mortal, pero las calles rectas acentúan el fanatismo del caminante para no detenerse y seguir adelante. Los olores penetran en tu nariz, los músculos de las piernas moviéndose a ritmo constante, el ruido de los coches y las conversaciones, la visión de los rascacielos y de los innumerables lugares míticos de la ciudad. Yo creo que el impulso de la caminata está en nuestro ADN desde la época en que dejamos de ser simios para ponernos en pie.

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