El conflicto del secundario, por Travis

 

Billy Wilder

«¿Qué sentirá el tipo que se mete en la cama cuando se van los amantes?»

Según cuenta el propio Billy Wilder en el libro de Cameron Crowe Conversaciones con Billy Wilder, así se gestó una de las películas que siempre figura entre las mejores de la historia: El apartamento. Tras preguntarle Cameron Crowe sobre diversos rumores que circulaban por Hollywood acerca de la génesis de esta historia de un oficinista gris y tristón que cede el apartamento a sus superiores para lograr ascensos en la empresa, el director confiesa:

El origen de El apartamento se remonta a cuando vi la magnífica película de David Lean Breve encuentro (1945). Era la historia de un hombre que tiene una aventura con una mujer casada y va en tren a Londres. Van al apartamento de un amigo de él. Vi la película y dije: «¿Y qué ocurre con el tipo que tiene que meterse después en esa cama tibia?» Es un personaje interesante.

Reconozco que se me escapó una sonrisa cuando leí este párrafo. Solo a este genial director de origen austríaco se le ocurre pensar durante una película romántica como Breve encuentro en «el tipo de la cama tibia». Y de un personaje secundario como ese tipo surge la idea, pero necesita algo más. Un problema, una dificultad añadida, un dilema. «Una persona que despierta compasión», dice Wilder. «Para que saliera bien, hacía falta que fuera un poco tímido. Era un detalle importante, el problema que debíamos resolver; teníamos que encontrar la forma perfecta de transmitir ese mensaje. Lo hace todo cargado de ingenuidad». Y una vez logrado, la historia se escribe sola, la obra maestra fluye de modo natural.

El apartamento Billy Wilder

En cierto modo, de eso va el post de hoy, de secundarios con tanto interés o más que el papel principal, o de cómo rodear al personaje de reparto con un conflicto, un pasado convulso o un dilema moral para que su figura crezca en pantalla. De personajes secundarios bien construidos cuyo desarrollo puede protagonizar una película entera. Como todo está inventado, y todo tiene su nombre anglosajón, es lo que se conoce como spin-off. Dar total protagonismo a un rol nacido para ser secundario.

Así surgió por ejemplo U.S. Marshals, con el comisario Gerard extraído directamente de lo mejor de El fugitivo, un tipo implacable interpretado por Tommy Lee Jones que le comía todo el protagonismo a Harrison Ford en cada escena. O El gato con botas, que se ganó la simpatía del público en las secuelas de Shrek, hasta el punto de ganarse un largometraje completo con todas las estrellas: Antonio Banderas, Salma Hayek, Chris Miller en la dirección y Guillermo del Toro en la producción.

Son secundarios que molan, que atraen la atención del respetable, o pueden ser papeles no secundarios en una historia coral, pero que destacan de tal modo que se merecen su propia película. Como Lobezno y sus cuchillas entre los numerosos X-Men, hasta el punto de haber generado su propia saga. O como Frasier, el psiquiatra eternamente acodado en la barra del bar de Cheers que llegó a protagonizar once temporadas de éxito en la NBC. En España tuvimos a nuestra Carmen Machi protagonizando Aída, y demostrando cómo se podía hacer una espantosa serie a partir de un glorioso personaje de la celebrada Siete vidas.

Cuando se anunció la venta de la saga Star Wars a Disney para producir nuevas películas, se buscaron nuevas historias en planetas ya creados en este universo galáctico (en su día ya se produjo la infumable La batalla en el planeta de los Ewoks), o se plantearon nuevas tramas a distintos personajes. Se buceó en sus pasados, los guionistas desarrollaron sus inicios o su futuro, y así fue como se anunció para 2020 la película de Boba Fett, el cazarrecompensas de la primera trilogía que cuenta con miles de seguidores en las redes. A mí este tipo nunca me gustó demasiado, así que tampoco lamenté cuando anunciaron la cancelación de la producción. Yo creo que no daba para tanto y ya sabemos suficiente de sus orígenes gracias a El ataque de los clones. Como spin-off se han sugerido diversas historias de entre las cuales finalmente se realizaron Rogue One y Solo, sobre cómo el contrabandista Han Solo se volvió tan cínico y desencantado como le conocimos hace décadas.

Pero se trata de algo distinto, a mí lo que de verdad me gustaría es que en ocasiones cogieran a un personaje, con el mismo actor, le crearan un trauma o un conflicto, que le dieran cien vueltas de guion y nos lo soltaran en pelotas en medio de una trama compleja. Con algunos personajes que me han encantado lo veo difícilmente posible, pues parece que su desarrollo ha llegado ya a su fin.

Por ejemplo, Sarah Connor, la madre guerrera de la saga Terminator. Ya hemos visto su evolución de camarera tímida en la primera a guerrillera asesina e implacable de la segunda. Creo que los años que median entre ambas pelis podrían haber dado para una peli interesante (no Las crónicas de Sarah Connor), para una especie de Narcos con una Sarah devorando a todos aquellos hombres despiadados de los que pudiera aprender algo salvaje que le sirviera el día de mañana con su hijo John. Pero tenía que haber sido con Linda Hamilton, no veo a otra actriz, y me temo que ya no será posible.

El teniente Dan, o teniente Daaaan de Forrest Gump, también era un personaje secundario que bien podría haber merecido su spin-off. Pero creo que su evolución ya pasó durante el metraje, cuando deja de ser ese veterano tullido malhablado, pendenciero y alcoholizado que «tenía que haber muerto en el campo de batalla» y aparece con piernas y casado con una vietnamita. Su conflicto se resolvió durante la tormenta subido al mástil del barco de gambas, cuando, como dice Forrest, «creo que hizo las paces con Dios».

Uno de los mejores secundarios que he visto en años es el coronel de las SS Hans Landa de Malditos bastardos, el peliculón de Quentin Tarantino ambientado en la Segunda Guerra Mundial. Es un redomado hijo de puta de lo más simpático y siniestro a la vez, uno de esos tipos que da más miedo cuando sonríe que cuando está serio, y sabe ser hijo de puta en francés, alemán, inglés o italiano. Una pena que Aldo Raine/Brad Pitt le grabe una esvástica en plena frente, porque habría tenido gracia ver a este psicópata incorporado a la vida normal en plena posguerra. Me lo imagino en el típico barrio residencial de Los Ángeles interrogando al lechero o al repartidor de periódicos.

Así que, puesto que no veo que se vaya a sacar más partido de Sarah Connor, del teniente Dan o del coronel Hans Landa, me voy a atrever a dejar tres ideas absurdas siguiendo la frase de Billy Wilder «¿y qué ocurre con…?», ideas que en su día me rondaron la cabeza tras ver por enésima vez las obras originales en las que aparecen estos grandiosos secundarios.

Héctor Elizondo Pretty WomanEl gerente del hotel de Pretty woman

El mejor papel de esta peli que no han puesto NUNCA en la tele es para mí sin duda el interpretado por Héctor Elizondo, el gerente del hotel en el que se alojan Richard Gere y su amiguita de 2.000 dólares Julia Roberts. Profesional impecable, elegante, siempre comedido y con la frase exacta, el gerente se merecía su propia película. Los productores lo sabían y cuando trataron de repetir el éxito con Novia a la fuga, no solo contrataron a Gere y a la Roberts, sino también a Elizondo, aunque fuera para un papel chorra. Un tipo que dice con aire de lord inglés «cuesta desprenderse de algo tan bello» mientras devuelve un collar de diamantes, pero devora con la mirada a Julia Roberts, ¡joder, productores, olvidaos del vainas del Richard Gere, el tipo interesante es este!!!

Podían haberle desarrollado un guion en el que, después de una vida entera dedicada al hotel y a tapar los trapos sucios de la gente de bien, le anuncian su prejubilación. De modo perro y miserable, racaneándole la pasta. Eso coincide con la llegada de otro tipejo como el Gere de la primera, un tiburón de los que compran por igual empresas y prostitutas, que luego desprecian del mismo modo que a los trabajadores de esas empresas recién adquiridas.

En mi película, el bueno de Barney, que así se llama en Pretty woman, decide vengarse y pasar a la acción. Por si hubiera pocos ingredientes, el millonetis ha traído a una fulana al hotel y le ha dejado un pastón por pagar. Barney, que lleva años tragando la falta de ética de los hombres de negocios, casi tantos como los que lleva sin tocar a una mujer, decide que ya ha desperdiciado demasiado su vida. Va a pasar al ataque. Los poderosos hombres de negocios pueden echarse a temblar. Creo que sería mucho más interesante que una hipotética y almibarada Pretty Woman 2 que espero que nunca se ruede.

Señor Lobo Harvey KeitelEl señor Lobo de Pulp Fiction

Otro profesional intachable, míster «soluciono problemas». Creemos que el Lobo es un tipo acostumbrado a lidiar con gente de la peor calaña, mafiosos, asesinos, extorsionadores, políticos corruptos,… Es un individuo aparentemente sin escrúpulos, sin sentimientos, que lo mismo te limpia un coche de sesos de yonqui que te organiza una fiesta privada para mafiosos y congresistas. El profesional adecuado al que acudir cuando «los negocios» se tuercen. Me habría encantado una película suya enterrando los cadáveres de otros y cobrando una buena pasta por ello.

¿Y qué haría con su inmensa fortuna? Ese sería el núcleo del filme, el motor de todas sus acciones. En realidad mi señor Lobo sería un tipo atormentado por los asesinatos que cometió en Vietnam drogado hasta las trancas, y desde que volvió a Estados Unidos ha estado manteniendo a una familia de ocho niños a los que dejó huérfanos hace décadas. Detesta a la gente para la que trabaja, pero los generosos emolumentos que recibe son los que le permiten pagar la educación y la subsistencia de una familia entera de campesinos, uno de los cuales se ha hecho mayor y viaja a Los Ángeles para trabajar como ayudante del señor Lobo. Ese Harvey Keitel daba para todo lo que Tarantino le hubiera planteado.

El profesor Rupert de La soga

¿Qué ocurre después de la trepidante hora y media de La soga de Hitchcock? ¿Qué pasa por la cabeza de James Stewart, Rupert Cadell o Profesor Sarcasmo, esa fuente de inspiración para el asesinato que cometen sus alumnos más aventajados.

James Stewart La soga

«El homicidio resolvería tantas cosas.

Desempleo, pobreza, las colas para comprar entradas en el teatro,…»

«Un pollo es tan buena razón para matar como una rubia, un colchón lleno de billetes o cualquiera de las prosaicas razones corrientes».

Tantas bromas sobre los seres superiores y cómo los inferiores merecen la muerte que al final quienes le escucharon y creyeron lo llevaron a la práctica. Ese inolvidable profesor Rupert no puede desaparecer cuando se cierra el telón. O va al trullo como inductor del asesinato o decide hacer como sus alumnos y llevar a término sus estrafalarias teorías, contradiciendo sus propias frases:

«Algo profundo, en lo más íntimo de ti te llevó a hacer esto. Pero hay algo dentro de mí que no me habría dejado hacerlo y no me dejaría jamás participar en ello. Me has avergonzado esta noche de toda idea mía de seres «superiores» o «inferiores». Pero te agradezco esa vergüenza».

A lo mejor en ese momento salía del armario como los dos jóvenes asesinos, dos homosexuales cuya relación afectiva ocultó la censura. «Estos tíos han hecho lo que yo nunca me atreví». Estoy por borrar esta frase, guardo tan buenos recuerdos de James Stewart que no me lo imagino en plan gay psicópata.

Es lo que tiene forzar algunas situaciones, que la línea que separa lo interesante del ridículo es muy fina, y de ello podía darse cuenta Ridley Scott, que ha anunciado un Gladiator 2. ¡Por favor, que alguien lo pare! Sin Máximo Décimo Meridio, sin Cómodo ni ninguno de los actores que nos maravillaron hace 20 años, alguien tiene que pararlo. Solo leer el argumento que tenía pensado da más pena que los que yo he planteado:

«Puedo traerle de vuelta. Sé cómo hacerlo. Usando el cuerpo de un guerrero moribundo como un portal que puede traer a alguien de vuelta».

No, por favor, que la nueva censura lo frene. ¡Larga vida al secundario, muerte a Gladiator 2!

2 comentarios en “El conflicto del secundario, por Travis

  1. Estoy OK con todo. Pero yo destacaría al Hans Land que interpreta Cristoph Waltz, un actorazo que fue premiado con el Oscar. Y luego le dieron otro por su actuación en la peli de Djanjo. Casualmente (¿?), las dos de Tarantino.

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    • Por supuesto que no es una casualidad. Quentin Tarantino destaca por muchas cosas, por esa visión tan particular del cine, por el uso de la música, por el empleo de una violencia irreal y exagerada, pero también por ser un magnífico escritor de historias y un director que realiza un gran trabajo con la mayoría de los actores de sus películas. Ha recuperado actores que parecían perdidos, como John Travolta, Bruce Dern, Franco Nero, Don Johnson, David Carradine o Kurt Russell, y ha descubierto al gran público a otros como Christoph Waltz o Mélanie Laurent. La actuación como coronel de las SS Hans Landa, el matajudíos, es bestial, en cualquiera de los idiomas que maneja con soltura. Y el diálogo del inicio de Malditos bastardos está sin duda entre lo mejor de estos últimos años de cine.

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