Qué bello es vivir, por Travis


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Será que me estoy haciendo mayor, pero el caso es que me emociono cada vez más con el final de Qué bello es vivir. La habré visto fácilmente una veintena de veces, pero no me canso de repetir, y ayer cuando la vi, tenía la lágrima a punto. Definitivamente me estoy haciendo mayor. Posiblemente el hecho de tener niños me ha ablandado sin remedio. Llevaba varias navidades sin ver esta película, probablemente cinco o seis, y he descubierto cosas nuevas en este último visionado.

Antes de seguir, advierto: esta entrada está llena de spoilers porque doy por hecho que todo bicho viviente ha visto la peli. Si alguno de los lectores no la ha visto todavía (afortunado él por la suerte de verla por primera vez), que deje de perder el tiempo con la lectura de este blog, y que la busque por Internet o por tiendas, que es fácil de encontrar (5-6 euros por una obra maestra, merece la pena). It’s a wonderful life, de 1946, ¡buscadla! ¡Dejad de leer!QBEV-4

El inicio de la película es tremendamente arriesgado: un pueblo entero rezando para que Dios eche un cable al bueno de George Bailey, San José hablando con Dios y luego con el ángel Clarence para enviarle esa ayuda, el ángel Clarence pensando en ganarse sus alas salvando a George,…

– ¿Está enfermo? -pregunta Clarence.

– No, desesperado -responde Dios.

Si entramos en ese juego, la película es maravillosa, una lección de bondad y de fe en el ser humano. Aquí dejo el enlace a los primeros dos minutos y medio de la película.

Si en la época actual entramos en el juego de todas esas películas que nos hablan de Santa Claus y sus elfos que se presentan en medio de Manhattan (Milagro en la calle 34, Elf, Vaya Santa Claus, y cientos más que emiten cada año después de comer), o de superhéroes en mallas que se enfrentan a malvados mutantes radiactivos, no veo por qué no íbamos a hacerlo en esta que habla sobre todo de personas y de la bondad del ser humano. «George es bueno», «jamás ha pensado en sí mismo», dicen sus amigos y familiares en sus plegarias.

Para entender las virtudes de esta película, hay que explicar primero quién era su director, Frank Capra. Un hombre de orígenes humildes, nacido en Sicilia, de padres analfabetos, que llegó a Estados Unidos en 1903, a la edad de 6 años. Me recuerda a la entrada de Vito Andolini, de Corleone, en la isla de Ellis al inicio de El Padrino II. El joven Frank fue el primero de la familia Capra en estudiar, y yo creo que esos orígenes humildes están presentes en la mayoría de sus películas, al igual que las bondades del hombre sencillo, austero, y sobre todo, honesto. Tiene otras películas en las que desarrolla temas similares, con puntos en común con Qué bello es vivir, como Vive como quieras (1938), Caballero sin espada (de 1939, en la que un diputado joven e idealista, nuevamente James Stewart, se enfrenta en solitario a un grupo de empresarios y políticos desalmados), Juan Nadie (de 1941, con ese John Doe en la piel de Gary Cooper, difícil de ver como un desharrapado) y la última de su carrera, Un gángster para un milagro (de 1961, con la entrañable Annie Manzanas interpretada por Bette Davis y Glenn Ford como el gángster de buen corazón).

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Este director mostró durante casi toda su carrera esos principios morales, pero sus películas no eran ni mucho menos unos sermones “zapateriles” sobre las bondades del ser humano. Mostraba villanos, gente malvada y egoísta, que casi siempre triunfaba, enfrentados a la humildad del pueblo llano representado casi siempre en un actor. En Qué bello es vivir, en la figura de George Bailey, interpretado por el actor que mejor podía encarnar la rectitud moral, James Stewart. Hasta cuando hacía westerns era un referente moral. El hombre que mató a Liberty Valance… o que no lo mató, aunque la leyenda dijera otra cosa.

A partir de ese inicio, la película nos cuenta la vida de George Bailey en la ciudad de Bedford Falls desde su infancia hasta la nochebuena en la que se plantea suicidarse, porque como le dice el malvado Potter, «vales más muerto que vivo».

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La historia de George es la historia de una renuncia. De su renuncia, de olvidarse de sí mismo y de sus sueños para ayudar a los habitantes de Bedford Falls. George tiene sueños, como todo joven de su edad, y los suyos pasan por salir de su ciudad, dejar la pequeña empresa de su padre, viajar y recorrer mundo. «¿Cuáles son los tres sonidos más hermosos del mundo?»

El negocio del padre de George es una pequeña casa de préstamos o empréstitos, y aquí en esta parte es donde he descubierto algo nuevo de la película. Como hacía fácilmente cinco o seis años que no la veía, hasta ahora no la había analizado desde una perspectiva digamos microeconómica.  Hace 6 años nadie había oído hablar de las hipotecas basura, pero por momentos parece que hablamos de esto. Los Bailey conceden préstamos a amigos o conocidos basándose únicamente en la amistad o la confianza. qbev-8

Han pasado casi 70 años desde su estreno, pero sigue hablando de temas muy modernos: el modo de decidir sobre la concesión o no del préstamo, con la discusión con el malvado señor Potter (para mí una actualización de Mister Scrooge), el discurso del promotor sobre el valor de las casas por encima del importe de las hipotecas (gracias a la pequeña casa de empréstitos), el conservadurismo de la gente cuando saltan las alarmas, la figura del empresario medio arruinado que se deja su vida por salvar unos puestos de trabajo, la avaricia del que más tiene, la podredumbre moral del ladrón Potter que ve la oportunidad de su vida de arruinar a la competencia, la debilidad humana,… George está a punto de ceder a la tentación de ser comprado por Potter, pero se da cuenta en el último momento y no cae en la trampa. A veces pienso: «cuánto cargo público debería revisar esta escena».

Pero Qué bello es vivir es sobre todo una película de personajes. Como la encantadora Mary Hatch (Donna Reed), mujer de George Bailey, igual de abnegada que él, siempre con una sonrisa y un brillo especial en los ojos, excepto en esa vida alternativa en la que aparece como una bibliotecaria solterona.

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Pese a ser una película tirando a puritana, la escena del teléfono es una de las más sensuales de la historia del cine (me estoy haciendo mayor, lo decía al principio, hace poco me hubiera quedado con Natasha Henstridge en Species, o Halle Berry en Operación Swordfish).

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Los padres de George, el tío Billy, la rubia de vida licenciosa Violet (Gloria Grahame), el taxista (creo que Charlie), el barman Nick, el farmacéutico, el entrañable ángel Clarence,… los personajes son memorables. Incluso el inspector de Hacienda nos parece al final un tío amable.

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Cada vez que veo al tío Billy (Thomas Mitchell) con el sobre con los 8.000 dólares y agitando el periódico, me pongo nervioso. «Joder», me digo y le digo, «mira lo que tienes en las manos, que lo vas a perder». Me pone histérico esta escena, me cabreo en mi sofá. Sé lo que va a ocurrir, pero me sigue removiendo de mi sitio.

Y además de todo lo dicho, Qué bello es vivir es una película que habla del efecto que tienen las personas sobre el resto de los pobladores de su pequeño mundo, y en especial, el efecto mariposa que crean las buenas personas. Parece que no, parece que su efecto en la población es menor que el que provocan los ricos triunfadores, pero la película pretende querer convencernos de todo lo contrario. Ojalá sea cierto.

«Quiero vivir, quiero vivir», así termina llorando y suplicando George Bailey en el puente cuando se convence de que su vida ha valido la pena, de que la alternativa hubiera sido peor. «La vida de cada hombre afecta a muchas vidas», dice Clarence.

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Acabo con otras dos frases, una de Harry, el hermano de George, que brinda por su salud, por «el hombre más rico de la ciudad».

Y la otra está en la dedicatoria de Las aventuras de Tom Sawyer que Clarence regala a George al final de la película, en mitad del villancico:

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«Querido George:

Recuerda que no fracasa un hombre que tenga amigos. ¡Gracias por las alas!»

Cara Travis B-N

5 comentarios en “Qué bello es vivir, por Travis

  1. Fantastico post Travis! Solo nos faltaría pedir una versión actual de «Que bello es vivir» para hacer que el bonito mensaje conecte mejor con las nuevas generaciones, pues como bien dices, esta peli engancha más y más a medida que nos hacemos mayores.

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    • Muchas gracias, Ramira, aunque me cuesta ver un Qué bello es vivir actual. ¿Qué director tendría hoy el valor de filmar algo así? ¿Spielberg? Desde su perspectiva judía, suavizaría la figura del señor Potter. ¿Christopher Nolan? Crearía un trauma infantil oculto en el subconsciente de George Bailey. Y sobre todo, ¿quién podría representar la honestidad como James Stewart? Además, que sea joven, no me vale Michael Caine. Ni Sean Connery, que con sus problemas con Hacienda queda descartado. ¿Denzel Washington? ¿Un actor negro, perdón, afroamericano? Llegaría el policía al puente, y si fuera de Nueva York, a lo mejor lo arrojaba él con sus propias manos (chiste cruel…). Saludos. Fdo. Travis.

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  2. Es u a película maravillosa .Yo tambien la veo casi todos los años ysiempre me emociono en la escena final, cuando el pueblo entero se mueve para ayudar al amigo,y el inspector de hacienda rompe los papeles para unirse a la alegria de todos.
    tambien descubro cada vez algo nuevo.Hoy al ver el comienzo de la película me doy cuenta que la musica que está sonando es la Obertura de Loengrid de Wagner .

    Gracias por descubrirnos una vez más la película.Tambien recuerdas tú «Vive como quieras

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