
Hace un par de años estaba conduciendo por carreteras austriacas, en dirección a Viena, cuando vi un desvío que llevaba al pueblo de Amstetten. ¿Amstetten? ¿De qué me suena ese nombre? Pensé que podía ser el del inventor de Red Bull, o algún lugar histórico que había leído en alguna guía, pero al cabo de un rato caí en la cuenta: «El monstruo de Amstetten». Recordé la historia de aquel austriaco que mantuvo encerrados durante 24 años a su hija y a los siete hijos que concibió con ella durante el cautiverio. 24 años violando sistemáticamente a su hija y manteniéndola prisionera en un sótano junto a sus siete hijos-nietos. Una barbaridad que te hace plantearte tus convicciones acerca de los límites de la crueldad humana. Y de la ignorancia o la estupidez directamente, porque según las investigaciones, la mujer del monstruo no se enteró de nada durante esos 24 años.
Pero hoy no venía a hablar de ese caso, sino de cómo determinados nombres de pueblos o ciudades quedan asociados para siempre a una desgracia. Sigue leyendo →
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