Hace un par de años estaba conduciendo por carreteras austriacas, en dirección a Viena, cuando vi un desvío que llevaba al pueblo de Amstetten. ¿Amstetten? ¿De qué me suena ese nombre? Pensé que podía ser el del inventor de Red Bull, o algún lugar histórico que había leído en alguna guía, pero al cabo de un rato caí en la cuenta: «El monstruo de Amstetten». Recordé la historia de aquel austriaco que mantuvo encerrados durante 24 años a su hija y a los siete hijos que concibió con ella durante el cautiverio. 24 años violando sistemáticamente a su hija y manteniéndola prisionera en un sótano junto a sus siete hijos-nietos. Una barbaridad que te hace plantearte tus convicciones acerca de los límites de la crueldad humana. Y de la ignorancia o la estupidez directamente, porque según las investigaciones, la mujer del monstruo no se enteró de nada durante esos 24 años.
Pero hoy no venía a hablar de ese caso, sino de cómo determinados nombres de pueblos o ciudades quedan asociados para siempre a una desgracia. Si pronuncio Biescas, automáticamente nos viene a la cabeza la desgracia del camping en la que murieron casi 100 personas. El pueblo y su entorno son una maravilla. Yo tuve la suerte de conocer el camping un año antes de la tragedia, pero cada vez que oigo su nombre, en lugar de recordar las montañas o los buenos momentos vividos, recuerdo las imágenes de la riada. Si en cambio nos mencionan el nombre de Puerto Hurraco, recordamos la España profunda y la solución de los problemas a tiro limpio. Si algún día pasamos por Alcàsser o Alcácer, nos acordaremos de aquellos terribles días de 1992 en los que conocimos casi en directo la historia de tres pobres niñas raptadas, violadas y asesinadas. Miriam, Toñi y Desireé, hasta recordamos los nombres.
La semana pasada leí dos noticias sobre dos pueblos o ciudades que me hicieron rememorar lo que pensé sobre Amstetten. Mejor dicho, sobre lo único que conocía de ese pueblo, su habitante más famoso en todo el mundo.
El primero de los pueblos era Olot, y la noticia tenía titular de telefilme de sobremesa: «El placer de asesinar» (http://politica.elpais.com/politica/2014/08/29/actualidad/1409312752_743744.html). Hacía referencia al celador de Olot que había asesinado a 11 ancianos de la residencia en la que trabajaba, utilizando un cóctel de barbitúricos, insulina y productos cáusticos. Su historia era la un tipo acomplejado, con graves problemas de orientación sexual, y que, no se entiende muy bien cómo, encontraba satisfacción en el asesinato de ancianos.
Mira que hay gente rara en el mundo, pensé, y me acordé de otro habitante ilustre del pueblo, el llamado «sheriff de Olot». Así llamado por la prensa, que necesita una etiqueta que colgar enseguida a los sujetos que pueblan sus páginas. Este vecino del municipio es ese sujeto que en diciembre de 2010 se cargó a tiros a los propietarios de la empresa de la que acababa de ser despedido (padre e hijo, por cierto), y a continuación, se dirigió a la sucursal de la CAM, entidad con la que tenía deudas, y liquidó a dos empleados con el mismo rifle. Le llamaban el «sheriff» porque solía salir por el pueblo con un sombrero, un revólver de juguete y una estrella en el pecho.
Y si tenemos al famoso «celador de Olot», y al «sheriff de Olot», no podíamos olvidarnos de la «farmacéutica de Olot». María Angels Feliu estuvo retenida 492 días en lo que a día de hoy es el secuestro más largo de nuestro país sin móvil terrorista. No supimos bien quiénes fueron los secuestradores, ni el móvil, o al menos los periodistas perdieron el interés en la noticia y había que bucear para saberlo, nada que ver con lo que durante año y medio estuvimos oyendo continuamente en radios y televisiones con titulares que comenzaban por: «la farmacéutica de Olot, María Angels Feliu». Este municipio no queda asociado tan claramente a una desgracia o a un crimen como Alcàsser, Fago o Angrois, pero desde luego sí puede «presumir» entre comillas de habitantes extraños. Por cierto, entre los secuestradores de la farmacéutica estaban dos agentes de la policía local.
El segundo de los pueblos sobre el que leí una noticia la semana pasada es Orihuela, que se está haciendo tristemente famoso en la prensa por numerosos casos, principalmente de corrupción. Un asesor del alcalde (plaga que en un porcentaje muy elevado debería ser exterminada) llamó en su cuenta de Twitter a los madrileños «putos españoles tarados con niños maleducados».
http://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/2014/08/25/53fb5801268e3e057b8b458c.html
Hay gente metida en la política que sigue metiendo la gamba en las redes sociales todas las semanas. Los problemas de este Ayuntamiento y su Alcalde vienen de lejos. En las elecciones de 2011 la formación más votada fue el PP, que obtuvo 12 concejales. El PSOE logró 6, el partido local CLR-CLARO 4 y Los Verdes, 3. Podéis imaginar lo que ocurrió: pactaron los 3 partidos que no habían obtenido la mayoría y nombraron de Alcalde a un tal Monserrate Guillén, de Los Verdes. La formación menos votada. Este alcalde es el que mantiene asesores de la calaña del tipo del Tuit. Lo comenté con los amiguetes mientras nos ventilábamos unas jarras y Lester me dijo que había leído hace tiempo un artículo titulado: «Orihuela, la Sicilia valenciana». Tranquilos, he buscado el enlace:
http://politica.elpais.com/politica/2013/05/17/actualidad/1368795070_675055.html
Este artículo cuenta cosas como que cuatro de los siete alcaldes que ha tenido el municipio en democracia han estado imputados, o como que los casos de corrupción de la ciudad alcanzan la bonita cifra de 43, un tercio de los que tramitan los juzgados valencianos. Y mira que hay casos de corrupción en los juzgados valencianos. El caso Brugal tiene buena parte de sus ramificaciones en esta ciudad alicantina, un caso de corrupción que mezcla el ladrillo y la basura. Por cierto, unos periodistas explicaron hace unos meses que el nombre de «Brugal» para la investigación venía del acrónimo «Basuras Rurales de Gestión Alicante». Un poco absurdo, ¿no? ¿Basuras rurales? ¿De gestión? La explicación es mucho más sencilla. Más primaria, como los tipos de la trama. Uno de los imputados, que estaba siendo seguido, espiado y grabado por la policía, comenzaba todas sus conversaciones en el bar con «Un Brugal, por favor».
Barney quiso hacernos su aportación del mundo del deporte y nos dijo que también había oído hablar del club de esta ciudad, de cómo habían tenido que expulsar a varios jugadores del equipo por llegar borrachos a los entrenamientos:
Travis, tan aficionado al cine policiaco y a aquel en el que los policías no siempre son los buenos, nos aportó el punto surrealista al contarnos cómo había leído que el jefe de la policía local se había quedado con el coche de un particular tras declararlo «chatarra». El coche en cuestión era un Range Rover Sport TDV8, valorado en 100.000 euros, según el verdadero propietario.
http://www.laverdad.es/alicante/v/20130521/orihuela/particular-reclama-coche-policia-20130521.html
En fin, seguro que Orihuela tiene gente maravillosa, pero desgraciadamente en los periódicos el nombre de este pueblo aparece asociado siempre a algún tema «chungo». Tendrá gente estupenda, aunque no me refiera al oriolano más famoso hoy en día, el empresario Ángel Fenoll, inmerso hasta el tuétano en el «caso Brugal» y noticia de los periódicos en el pasado mes de julio por haber sido condenado a «sólo» 35 años de cárcel por varios delitos fiscales. La que habrá liado el individuo para que en un país como el nuestro, en el que resulta tan barato delinquir, y más aún cometer delitos fiscales, le hayan condenado a 35 años de cárcel.
Existió un oriolano ilustre, el poeta Miguel Hernández, cuya obra destacó por su «hondo sentido trágico de la vida». A ninguno de los cuatro «amiguetes» nos extrañó que el famoso poeta de Orihuela muriera fusilado.
Oriolanos, os deseo lo mejor, pero comenzad vosotros por echar del poder a toda esa gente que no os representa.
Los secuestradores de M.Angels Feliu no solo sí sabemos quien son si no que han pasado mas de una década en la cárcel.
Es muy importante ser riguroso en algunos temas. O callar.
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Por supuesto que se sabe. Escribí aquello cuando estaba en el extranjero y a lo que me refería es al sensacionalismo de la prensa al principio y al silencio posterior años después, cuando «ya no era noticia». Alguna información suelta de vez en cuando, mucha desinformación y poco más. Los culpables fueros juzgados y condenados, pero ya «no eran noticia» para los medios. El post hablaba del amarillismo de la prensa en general. Saludos.
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