Saber perder

BARNEY, 25/06/2023

Tengo muchos amigos que no son del Madrid y que me dicen continuamente eso de «es muy fácil ser del Madrid, porque es fácil estar con los que ganan», lo mismo que hay muchos otros que me reprochan que «no sabéis perder». Dicen que a muchos solo se los ve en las celebraciones de los títulos y no en las derrotas, y humildemente os digo, amics, que estáis muy equivocados. En primer lugar, porque en el deporte es mucho más habitual perder que ganar, luego haríamos mal por ser de un equipo solo en las victorias, cuando de lo que se trata es de estar con los tuyos en las derrotas, de aprender de las mismas para mejorar la próxima vez. En este blog se han aplaudido los triunfos y no se han eludido los fracasos, como la eliminación en Copa frente al Leganés no hace tantos años. Es muy fácil subirse al carro ganador de las tres Champions consecutivas, tanto como desaparecer en las debacles, como el 4-0 frente al City.

El Real Madrid ha ganado esta temporada la Supercopa de Europa, el Mundial de clubes y la Copa del Rey. No está nada mal, pero son torneos menores frente a la Liga y la Champions, torneos conquistados el año pasado. En baloncesto, los «míos» triunfaron en la Supercopa y una maravillosa Euroliga, pero se dejaron por el camino la Copa (Unicaja) y la Liga (Barça, 3-0 en la final). Es obvio que la nota final no puede ser tan alta como la temporada pasada, pero sí es una buena nota. Ha habido momentos especiales, como el 2-5 en Anfield, el 0-4 en el Camp Nou, la remontada al Partizán de Belgrado o el canastón de Llull a tres segundos para el final, y momentos más difíciles de digerir como las mencionadas derrotas con el City o el Barça en la final de la ACB.

Cuando uno gana menos que otros, o cuando sus éxitos son menos ocasionales, comienza la batalla del «relato»: el de los atléticos para hablar de la épica de la derrota, el de los culés para vender que el estilo es lo importante y adónde vas solo con el resultado, o el de algunos otros para menospreciar la fidelidad a unos colores, como aquel periodista navarro (Daniel Ramírez) que alcanzó sus momentos de gloria con lo del «arraigo» pamplonica en la previa de la final de Copa, algo que el Real Madrid «ni tiene, ni jamás podrá entender». Vaya por Dios, qué manía la de algunos con negarnos la fidelidad a un equipo a los que memorizamos los nombres de un viejo póster del Real Madrid pegado en el cabecero de la cama desde que teníamos cuatro años, cuando ni siquiera sabíamos si el equipo ganaba, perdía, coleccionaba Copas de Europa o era uno más de la Primera División.

Otra cosa que me llama mucho la atención es eso de que no sabemos perder. Me dolió perder 4-0 frente al Manchester City, por supuesto que sí. Pero tardé nada en reconocer su superioridad, apenas tres o cuatro minutos: son un equipazo, llevan años siéndolo, están muy trabajados, tiene un gran entrenador y unos fantásticos jugadores, y nos pasaron por encima.

¿Eso es no saber perder? En el tercer partido de la final de la ACB frente al Barça, a falta de un minuto y con once puntos de desventaja, mi actitud es la misma que la de todo ese público del WiZink Center que se levantó a aplaudir a un equipo local que lo había dado todo, pero sucumbía ante un rival que había sido mejor (6 de 8 en triples, mientras los blancos se empeñaban en fallar tiros libres).

Por supuesto que sabemos perder y reconocer cuando has competido, has dado lo mejor de ti mismo y aun así no ha sido suficiente. Cuando despotrico y me cabrea perder es en partidos como los de este año frente al Mallorca y el Valencia, por citar los dos más repulsivos, cuando el fútbol se convierte en un esperpento macarra repleto de matones que cosen a patadas al rival con el consentimiento del árbitro. Casualmente, dos de los sospechosos habituales: Hernández Hernández en Son Moix, y De Burgos Bengoetxea en Mestalla. Me da igual que alguien me diga que no sabemos perder esos días, porque en esos partidos se juega a otra cosa y con un Reglamento que no es el mismo para todos. Esos vomitivos espectáculos consisten en echar a los mejores jugadores a patadas, insultos y provocaciones, y convertir el terreno de juego en una batalla campal sin sentido y repleta de interrupciones. Una falta cada minuto y quince segundos de juego efectivo sufrió el Real Madrid en Mallorca. Y hablo solo de las señaladas. Fue necesario que se señalaran once faltas sobre Vinícius para que apareciera una tarjeta amarilla. Señores de LaLiga, el CTA y la RFEF que consienten esto: no sabré perder, pero ustedes se pueden ir a la mierda si esto es lo que quieren.

Que en una temporada en la que se ha sabido lo que muchos sospechábamos desde hace años, que el Barça tenía comprada la competición desde hace décadas, la polémica del año sea que Vinícius Jr. se toca el escudo, baila o protesta dice mucho acerca del tipo de competición en el que participa el Real Madrid. Ni una polémica similar en Europa, y se ha jugado en Anfield, Stamford Bridge o el Etihad de Manchester. Dice mucho también del papel de la prensa, la principal responsable del linchamiento. El autoproclamado «mejor periodismo deportivo del mundo», menuda patraña.

No me cabreó perder el tercer partido de la final de la ACB, pero sí me llevé un globo tremendo con el segundo, cuando ves que el rasero para pitar en uno u otro aro es radicalmente distinto. Cuando ves que los flopping de Mirotic tenían premio o las protestas de Jasikevicius no recibían el castigo que sí se llevaba Chus Mateo en forma de técnicas reiteradas. Creo que el Barça tenía más posibilidades que el Madrid de llevarse la ACB, como así fue, pero creo que no necesitaba las ayudas que tuvo en los dos primeros partidos, en especial en el segundo. Por supuesto que «no sé perder» esos días, cuando ves que los de naranja van a decidir el encuentro y lo sabes desde que el Madrid se ha puesto con seis puntos de ventaja.

Para la temporada que viene habrá que cambiar muchas cosas, sobre todo renovar ambos equipos: la BMK de Benzema-Modric-Kroos se rompe de manera definitiva. La CRL del Chacho-Rudy-Llull dio su último gran golpe en la Euroliga. Toca renovar caras, mejorar prestaciones. El Negreirato está muy fuerte en España, como se ha visto esta temporada, y todo hace presumir que no habrá castigo alguno. El Manchester City está muy fuerte. En Inglaterra tiene más de cien expedientes sancionadores abiertos por incumplir las normas económicas de la Premier, un hecho que ha supuesto grandes críticas a sus logros en el país. El Manchester United, el Chelsea y el PSG también han gastado cifras astronómicas que no generaban y sus equipos no jugaban un pimiento, luego lo del City no es solo pasta, sino un proyecto muy serio.

En cuanto a la ACB, creo que el máximo rival, el Barça, va a ver cómo JP Morgan le recorta de manera considerable el presupuesto, porque no entiende eso de palmar 50 millones de euros entre todas las secciones deportivas del club, que es otra manera de pervertir las competiciones.

Pero nosotros a lo nuestro, a competir, y como dice el himno, «enemigo en la contienda, cuando pierde, da la mano» (siempre y cuando sea, que también lo dice la letra, «en buena lid»).

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