Tokio 2020 (II): la película de Simone Biles

TRAVIS, 06/08/2021

La sala de los productores de la Metro Goldwyn Mayer echaba humo en sentido metafórico, pero también en el real, pues a pesar de la prohibición de fumar en espacios cerrados, el mandamás de la compañía, Brian Winner, seguía devorando sus enormes habanos delante de los productores ejecutivos que venían a ofrecerle proyectos. Apenas una semana antes había propuesto un reto a tres de sus hombres más capacitados:

BRIAN WINNER: Quiero una película sobre los Juegos. Pero sobre estos, los de Tokio 2020 ó 2021, como queráis, los del covid, la ausencia de público y los atletas que llevan cinco años esperando este momento. No quiero historias sobre tíos a los que no recuerda nadie, por mucha musiquita naninonaninoo que le pongáis (Carros de fuego), ni sobre Jesse Owens (El héroe de Berlín), por Dios, que esa historia del negro que desafía a Hitler ya se ha contado muchas veces. Y nada de atentados terroristas, como en Munich (Steven Spielberg) o Richard Jewell (Clint Eastwood), porque al final se habla de todo menos de deporte, de superación, que es lo que me interesa en estos tiempos. Y os recuerdo que ya no hay telón de acero, que aquello de Milagro sobre hielo o Tres segundos no estuvo mal, pero quiero otra cosa, por arquetípico que resulte: la historia del deportista que triunfa a pesar de todo lo que se pone en su contra.

Los periódicos sobre la mesa de Mr. Winner aparecieron al día siguiente con la foto de Simone Biles en la que anunciaba su retirada de la competición, así que tenía claro sobre qué iban a tratar los tres proyectos que se le presentaran. Ahí había una buena película que contar, sin duda.

El primero en anunciar su proyecto fue Chris Goodman. Los productores contaban con tres minutos de tiempo para convencer al Gran Jefe de la validez de su proyecto, lo cual distaba mucho de ser un aprobado, pero al menos el pulgar hacia arriba permitía alargar la vida de las ideas, estirarlas, contratar guionistas para darle forma y «mover billetes», que en el mundo de los productores era más importante que el propio resultado final. Y por supuesto se salvaban de la papelera y las archiconocidas reprimendas que en más de un caso habían terminado en despido.

CHRIS GOODMAN: Tenemos la historia de una niña abandonada por sus padres a los tres años. Los padres son drogadictos, están hasta las trancas de crack y la niña no es más que un estorbo que pulula por una casa repleta de suciedad y malos tratos. La niña es educada en un orfanato y sus abuelos se ocuparán parcialmente de ella. Pese a lo trágico de este comienzo, la historia estará contada con humor, y por eso creemos que el director adecuado para rodarla será Robert Zemeckis, que ya hizo maravillas contando de manera divertida las tragedias de Forrest Gump. Los abuelos de Simone le contarán las cosas de una manera particular, en especial desde que entre en un gimnasio de Ohio a la edad de seis años, con frases como «La vida es como un ejercicio de suelo: complicada, difícil, pero por muchas vueltas que des, siempre acabas cayendo de pie».

Ella es muy buena y sobre todo, muy trabajadora. Las horas de entrenamiento le evitan enfrentarse a los dramas de su vida personal. Su hermano, cuatro años mayor que ella, terminará en prisión acusado de un triple homicidio. Pero ella seguirá trabajando y cosechando éxitos, uno detrás de otro. En una historia como esta tienen que aparecer forzosamente las drogas, los abusos sexuales y la violencia, pero lo harán con la elegancia de Forrest Gump, casi como parte de esa gran comedia que a veces puede ser la vida.

La trama nos llevará a Tokio 2020. La gimnasta ha superado los casos de abusos, la situación judicial de su hermano y el aplazamiento de los Juegos durante un año, y se la ve con ganas de cumplir todas las expectativas creadas. Pero Simone necesita al público y le invade una enorme tristeza cuando ve el escenario vacío. Siente como nunca las miradas sobre ella y se derrumba tras el primer ejercicio. Le dice a su entrenador que no puede con tanta presión y llama a su abuela para que le dé una de sus famosas píldoras, «la vida es como la salida de las barras asimétricas, tienes que saber plantarte», pero está en el hospital con su tía Nellie, que se halla gravemente enferma. Pese a todo, es capaz de recomponerse y competir el último día sobre la barra fija, aparato en el que queda tercera. La tía Nellie ha muerto y a ella le dedicará su éxito. La película termina con la música de Alan Silvestri durante el reencuentro de Biles con su familia.

Mr. Winner exhaló una humareda y se quedó mirando cómo el humo se deshacía en su camino hacia los altos techos del despacho. No dijo nada y simplemente señaló con un dedo al siguiente productor.

PETER YELLOW: con todos los respetos, Chris, esa es la historia previsible, la que creo que todo el mundo espera y más o menos conoce, y no quiero hacerte de menos, pero a mí se me ocurre darle un planteamiento más arriesgado, nada luminoso. Para darle a la historia la oscuridad que yo creo que requiere, nadie mejor que Oliver Stone como director. La historia comenzaría del siguiente modo: Interior del centro olímpico de gimnasia. Delegación USA. Día.

Minutos antes del concurso de Simone Biles en el potro, un delegado del equipo americano le pasa a otro un informe con una palabra bien grande: “Positivo”. Revuelo, nerviosismo, gente hablando mientras corre por los pasillos, y el delegado se lo transmite al seleccionador: «es un test de la Federación norteamericana, no del COI, que lo desconoce». El seleccionador se queda cabizbajo y pensativo, y tras unos segundos se lo dice a Biles justo antes del salto. Al acabar la prueba, deciden que Simone Biles se retire de la competición. La delegación blinda un escudo de seguridad a su alrededor y el responsable de comunicación prepara la versión oficial acerca del estrés emocional sufrido. Lo cierto es que las supuestas penurias contrastan con la imagen de la gimnasta apoyando en días posteriores a sus compañeras. Un veterano periodista se pone a investigar la historia porque algo no le cuadra. Él fue clave en el caso del médico que abusaba de las gimnastas y uno de los más críticos con las pocas cabezas que rodaron tras el escándalo. Y además es un patriota al que le cabrea ver cómo la ausencia de Biles ha sido clave para que el equipo estadounidense pierda el oro en la final por equipos “¡ante los rusos!”.

La película giraría alrededor de la investigación de este periodista y se entremezclaría con imágenes en blanco y negro del pasado de Biles: su primer contacto con las pastillas para superar una depresión, el año sabático tras los Juegos de Río, la vuelta a la competición, las lesiones y cómo se deja guiar por los médicos del equipo para un tratamiento severo de las mismas, pero no permitido por las organizaciones antidopaje… La gimnasta desconoce casi todo lo que se cuece a su alrededor, porque no es más que una marioneta en manos de unos tipos sin escrúpulos que la explotan en todos los sentidos.

La gimnasta se repite las pruebas unos días después y da negativo, tras lo cual anuncia que vuelve a la competición, gana un bronce en barra fija y queda como una heroína para su país y ante los medios. Pero su mirada en el podio es triste y se cruzará con la mirada del periodista que ha detectado las incongruencias en todo lo contado por la delegación. Oliver Stone es único para dejar una duda en el espectador, recuerda JFK, Nixon o W. y pretendemos que esa duda sea lo que queda al final de todo.

El Gran Jefe seguía pensativo mientras se disponía a encender un nuevo habano, «este va por Oliver Stone», dijo, y dio paso a la tercera propuesta.

DICK BOATHEAD: me vais a disculpar, pero yo no concibo el cine sin una historia de buenos y malos, y en el caso de Simone Biles y Tokio 2020, no puede ser de otro modo. A un lado tenemos a Simone, la buena: mujer, negra, perdón, afroamericana, y víctima de abusos durante su adolescencia. En el lado contrario pondremos al villano: hombre, blanco, hetero, un triunfador para el gran público. Novak Djokovic. Pretendemos que sea una peli con ritmo y estética de videoclip, para lo cual no hay nadie mejor que James Gunn, el de Los guardianes de la galaxia o El escuadrón suicida.

La película girará en torno al estrés de la competición y los dramas de cada uno de los deportistas. Simone Biles será una mujer agobiada, con un pasado repleto de traumas, que explota en un momento dado de la competición porque no puede más. Ella es católica e iba a misa con su abuela y su tía todos los domingos, y su tía fallece durante la competición de Tokio, lo que no hace sino aumentar la tristeza y la sensación de soledad que la invade. Se arropa con sus compañeras, con el cariño del entrenador y todo el equipo norteamericano en Tokio.

Por otro lado, en la Villa Olímpica veremos el modo de actuar de un fanfarrón como Nole, un tipo que más que bromear, chulea a todo el mundo: recogepelotas, árbitros, rivales… Cuando le preguntan por la presión y el modo de manejarla, contesta con altanería: “la presión es un privilegio. Sin ella no hay deporte profesional, es necesaria y nos hace mejorar…”. Montaremos un vídeo con los llantos de Biles al ver que no es capaz de romper su bloqueo mental mezclado con las risas de Djokovic al ir superando a rivales, tanto en los partidos individuales como en los dobles mixtos con su compañera Nina Stojanovic.

La competición avanza de tal modo que parece que el serbio se irá con dos medallas y Biles con la plata ganada por sus compañeras en una prueba en la que ella apenas ha participado. Pero en todas las películas tienen que ganar los buenos, así que Biles se recuperará y se hará con un bronce tras un ejercicio fantástico en la barra fija, mientras que Djokovic perderá las semifinales de tenis y luego el partido por el bronce. En ese encuentro contra el español ese, ¿Carreño?, destrozará su raqueta, se desquiciará delante de todo el mundo y escucharemos en off sus palabras sobre el manejo de la presión. La película terminará con la imagen de Biles recibiendo la medalla de bronce con un gran gesto de satisfacción, y la rueda de prensa de Djokovic en la que anuncia que se retira del dobles mixto dejando a su compañera en la estacada. Una está radiante, el otro está hundido.

Quizás el lector esperaba que el relato terminara de otra manera, pero prefiero dejar que cada uno se monte su película particular en este caso, y no voy a hacer que Mr. Winner elija una u otra propuesta porque podría interpretarse que esa es mi postura particular. Y quizás no lo sea.

THE END

Capítulos de esta serie:

Tokio 2020 (I): la libertad de expresión, by Josean.

Tokio 2020 (II): la película de Simone Biles, by Travis.

Tokio 2020 (III): el maratón olímpico, by Lester.

Tokio 2020 (IV): el resumen de los Juegos, by Barney.

Un comentario en “Tokio 2020 (II): la película de Simone Biles

  1. ¡Qué bueno, Travis, qué imaginación tan calenturienta la tuya! Los tres guiones son buenísimos, habría que rodar los tres y, por supuesto, con cada uno de los directores que propones.
    ¡Bravo!

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