Lo bueno, lo feo y ¿lo malo? de Clint Eastwood

Clint Eastwood cumple hoy 95 años, casi nada. Una longevidad tan lúcida y bien llevada como la del artista de más edad que (posiblemente) ha pasado por este blog, Kirk Douglas, quien alcanzó los 104 años. Cuando uno ha vivido tanto como un siglo, o se acerca, lo normal es que acumule decenas de experiencias, películas, aciertos y errores, éxitos y fracasos, premios y, también, críticas feroces. Y controversias. Unas cuantas, claro que sí. El post de hoy versará sobre las diferentes facetas de este cineasta total (actor, director, productor, coguionista, músico) a lo largo de su extensa carrera.

Lo bueno de Clint – el creador

Sin duda fue un error generalizado en Hollywood y de buena parte de la crítica, pero a Clint Eastwood solo se le empieza a reconocer su valía cuando se pone tras la cámara para dirigir peliculones uno tras otro, a veces dos al año. No solo eso, sino que ha ejercido labores en la producción (Malpaso Productions), interviene en los guiones, y hasta se atreve con la composición musical. Aun con todo este bagaje, sus primeras obras no pasaron de tener un reconocimiento menor, como si fueran trabajos aseados realizados por un actor reconvertido a director. El fuera de la ley, Ruta suicida, Bronco Billy, Firefox

A mediados de los ochenta realiza un wéstern magnífico, más propio de otra época, El jinete pálido (1985), y ese «predicador» sin nombre logra por fin la atención de la crítica especializada, aunque, quizás por el género, todavía no se le considerara en serio. Un año después realiza El sargento de hierro, tan divertida como políticamente incorrecta, y para buena parte de la crítica de la época no deja de ser el mismo justiciero fascista de siempre en su filmografía. Con Bird (1988), la biografía del saxofonista Charlie Parker «Bird» se ganó el favor de los escépticos. Y un Globo de Oro como director.

Su carrera pasa a ser otra, se lanza a por obras variadas, como Cazador blanco, corazón negro, sobre las andanzas de John Huston como cazador durante el rodaje de La reina de África, pero sigue rodando algunas muy de «su estilo» como actor. El principiante, en la que interpreta al típico policía duro y experimentado que se las sabe todas. Seguro que fueron varios los críticos que pensaron: «sí, hizo Bird, pero es el mismo Harry Callahan de siempre».

A principios de los noventa se «soltó la melena», se lanzó a tumba abierta y realizó Sin perdón (1992), su consagración como director, con el reconocimiento de la Academia en los Óscar, Un mundo perfecto (1993) y Los puentes de Madison (1995). Casi nada, tres peliculones a partir de los cuales, cualquier nuevo estreno de «lo último de Eastwood» era recibido con expectación. Aquí había un cineasta inmenso, con un amplio conocimiento de todos los resortes del cine, capaz de buscar la mejor historia, ya sea real o de ficción, trabajar el guion, rodarla con maestría, interpretarla con acierto, si es necesario, e, incluso, componer la música.

Medianoche en el jardín del bien y el mal, Poder absoluto, Ejecución inminente, Space cowboys, Deuda de sangre… continúa entregando películas muy entretenidas y de temáticas variadas durante varios años, hasta que encadena otra colección de fucking wonderful obras: Mystic river (2003), Million dollar baby (2004), Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima (2006). Puedo cambiar mi top-5 de Eastwood a lo largo de los años, pero creo que ahí siempre incluiré Mystic river, la durísima historia sobre tres amigos (Tim Robbins, Kevin Bacon y Sean Penn), la tragedia familiar de uno de ellos y el destrozo emocional en su entorno.

Con la película sobre la tragedia de la chica boxeadora (Hillary Swank en Million dollar baby) logra su segundo Óscar como director y los principales premios de ese año (película, actriz principal, actor secundario). Si a alguien le quedaba alguna duda de lo que Eastwood era capaz de hacer, supongo que se le quitarían todas. No he visto todo lo que ha rodado en los últimos veinte años, y ha sido mucho, pero su filmografía ya era notable hasta la fecha y aun así, ha añadido otro buen puñado de películas de mucho interés. Se centra en personajes o sucesos reales (El intercambio, J. Edgar, Jersey boys, Sully, 15:17 Tren a París, Richard Jewell, El francotirador), pero no hace ascos a nuevas tramas, como a lo paranormal o lo que sucede tras la muerte, como en Más allá de la vida (2010), o al cine judicial más clásico, como en su última obra, la meritoria Jurado nº 2. De esta época, mis favoritas son Invictus (2009) sobre la reconciliación en Sudáfrica tras años de apartheid a través del rugby (gran interpretación de Nelson Mandela, digoooo, de Morgan Freeman), y esa obra maestra que es Gran Torino (2008). Demoledora. Sí, racista, clasista, incómoda, pero un puñetazo en el estómago. Con un protagonista (en principio) odioso en busca de un último acto de redención.

Lo feo de Eastwood – el actor

Clint Eastwood nunca ha tenido el beneplácito de la crítica por sus capacidades interpretativas, de hecho, cuenta con dos Óscar como director y otros dos como productor, pero nunca ha ganado un premio por sus actuaciones (apenas un par de candidaturas por Sin perdón y Million dollar baby). Comenzó como actor de televisión en los años cincuenta en la serie Rawhide, ambientada en el salvaje oeste, y aunque tuvo cierto éxito de audiencia, las críticas hacia su trabajo fueron feroces.

Por un golpe del azar a mediados de los sesenta, aterrizó en el reparto de lo que sería la Trilogía del Dólar, de Sergio Leone, y encadenó Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo. Su personaje de «El hombre sin nombre» le daría fama, un nuevo sentido a su rictus característico de ojos guiñados y mandíbula apretada (con cigarro o sin él) y una popularidad que siempre agradecería a uno de los principales mentores que tuvo en los inicios de su carrera: el director italiano Sergio Leone.

A finales de la década de los sesenta, se atrevió con el cine bélico con las muy entretenidas El desafío de las águilas y Los violentos de Kelly, pero supongo que para la crítica seguía siendo él, Clint Eastwood, no un actor versátil, por mucho que, a mi modo de ver, se atrevía con nuevos retos e incluso salvó con buena nota el musical La leyenda de la ciudad sin nombre, traducción más que libre de Paint your wagon. Buena nota, o aprobado alto, como su acompañante en la aventura, ese otro tipo duro sin papa de cantar que era Lee Marvin.

El otro gran mentor de su carrera al que siempre se ha referido sería el director de Chicago Don Siegel, con el que rodaría La jungla humana (claro antecesor de Harry Callahan), Dos mulas y una mujer, El seductor y el otro gran personaje que le daría tanta popularidad como encasillamiento: Harry el sucio. Y Fuga de Alcatraz, ni más ni menos. Una colaboración de lo más productiva. Don Siegel venía de la serie B, era un director habituado a trabajar con presupuestos ajustados, a rodar las tomas justas, a saber cómo filmar la acción sin necesidad de grandes despliegues de medios ni multitud de cámaras. Según cuentan los actores que han trabajado con Eastwood, como director funciona de esta manera. Sin esas repeticiones tan «kubrickianas» y exasperantes para los actores que, además, suponen un incremento de costes para la producción. Seguramente el Eastwood productor y su bolsillo han influido también en esa manera de rodar.

Con las últimas obras de Eastwood director me pasa algo parecido a lo que me sucede con las de Woody Allen: que son mejores aquellas en las que ya no actúa, cuando solo está detrás de la cámara. No es que esté mal en sus papeles en Mula y Cry Macho, ni mucho menos. Lo que ocurre es que ese agotamiento físico se traspasa a la pantalla y posiblemente limite la trama o la acción. Su serenidad y buen hacer transmite más con el rostro de otro actor.

¿El malo? – ¿el republicano fascista ultraconservador?

Clint Eastwood nunca ha ocultado sus simpatías por el partido republicano, ya sea por su apoyo en algunas campañas presidenciales, como con John McCain o Mitt Romney, o bien, al ejercer como alcalde de la ciudad de Carmel-by-the-sea, en California. Pero no ha sido un republicano al uso: fue muy crítico con Nixon y la intervención en Vietnam, igual que lo fue con las invasiones de Afganistán e Irak, o con la guerra de Corea, en la que llegó a tomar parte, aunque de manera residual. Si se le ha criticado por sus posiciones políticas quizás sea por eso tan «español» de ubicar a los cineastas en un bando o en el contrario. En Hollywood se lleva con bastante más naturalidad la compatibilidad entre las opiniones de un director o actor y poder disfrutar de su obra.

Quizás en el caso de Clint Eastwood haya habido una confusión «errejoniana» entre la persona y el personaje, entre el político republicano y los papeles que interpretaba en la gran pantalla. No hay más que dar un repaso a las películas que he mencionado para comprobar que muchos de los personajes interpretados por el bueno de Clint son unos redomados fascistas sin respeto alguno por la ley que todo lo arreglan sacando el revólver con rapidez. Y quizás haya quien viera al actor como el justiciero William Munny de Sin perdón, como ese sargento de hierro chusco, malhablado y políticamente incorrecto, o como ese Harry Callahan que anima a los delincuentes con su «alégrame el día» a que le den una excusa para poder desenfundar el Magnum 44. Sin embargo, el Clint de la vida real ha hecho campaña toda su vida por el control y registro de las armas de fuego, así como por la prohibición de las armas de asalto, lo que dista mucho de las posiciones de los ultraconservadores de la NRA.

Por lo que he leído a Clint Eastwood en entrevistas es un tipo con cultura, con un profundo conocimiento del cine, y una persona muy alejada de los personajes racistas de Harry Callahan o de Gran Torino. Varias de sus obras plantean debates sobre asuntos de actualidad en los que su resolución dista mucho de querer defender las posiciones más conservadoras de su partido: la pena de muerte (Ejecución inminente), la intervención en Irak (El francotirador), que comienza con las mentiras de George W. Bush para justificarla, las cloacas del FBI (J. Edgar) y la presidencia (Poder absoluto), o la eutanasia (Million dollar baby).

Siempre me han gustado sus películas. Como actor, como director y por lo que plantean, así que solo me queda desearle un muy feliz y activo happy birthday!

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