
BARNEY, 14/10/2023
Nuevo parón de selecciones, o mejor dicho, nuevo parón de las competiciones que deberían importar a estas alturas, Liga y Champions, para dejar otros diez días a una sucesión interminable de soporíferos partidos de selecciones. No he visto ni uno, y apenas me he interesado por algún resumen. En esta ocasión tocaba fase de clasificación para la Eurocopa 2024 (que participan 24 selecciones, luego tampoco es que esté muy cara la cosa), otras veces será por la Nations League y el año que viene habrá que pararlo todo por las clasificatorias para el Mundial. O por amistosos, que a la FIFA y la UEFA les vale todo con tal de seguir llenando sus arcas.
Hace apenas diez días, se ha adjudicado por sorpresa la organización del Mundial de 2030, que recaerá en seis países de tres continentes distintos: España, Portugal, Marruecos, Argentina, Uruguay y Paraguay. La designación estaba prevista para el 74º congreso de la FIFA, a principios de 2024, pero, tras una extraña negociación, la candidatura de la Conmebol se ha retirado y se ha conformado con los tres partidos inaugurales del torneo y la clasificación de las tres selecciones sudamericanas como anfitrionas. Serán 48 selecciones y 104 partidos, casi nada. Un despropósito total. El torneo comenzará en el invierno sudamericano y terminará en el verano del sur de Europa y norte de África. A la FIFA todo esto le da igual. Si ya en el infame Mundial de Catar, con 32 selecciones y 64 partidos, hubo muchos partidos infumables, no quiero ni imaginar lo que puede ser este engendro. Un mes y medio de competición, y a seguir llenándose los bolsillos.
Todo lo que mueve la FIFA suele seguir oscuros designios, nula transparencia y sospechas continuas de corrupción. Joao Havelange, Josep Blatter y ahora Infantino. Ninguno transmite la más mínima credibilidad en su puesto. Como la FIFA suele rotar los mundiales entre continentes, la realización de la edición de 2030 en Europa, África y Sudamérica deja bastante despejado el camino para Arabia Saudí en la edición de 2034, que se retiró de manera inesperada de la candidatura para albergar el de 2030. Ha bastado una carta de intenciones de Mohamed bin Salman (el mismo al que en ocasiones se le va la mano con la picadora de carne) para que setenta federaciones internacionales muestren su apoyo. Es todo tan bochornoso como lo sucedido con las adjudicaciones simultáneas de los mundiales de Rusia 2018 y Catar en 2022.
También ha sorprendido el momento elegido por cuanto el país que lidera la candidatura es el nuestro, España, que se encuentra posiblemente en su momento más bajo de reputación a nivel mundial. Rubiales (por el «piquito» y por su mano larga), el caso Barça-Negreira y la estafa de Ley del Deporte redactada por un ex vice del mismo club, el sospechosísimo CTA, los pufos de Roures en Francia y las investigaciones por corrupción en Estados Unidos, los episodios de racismo con Vinícius, el caso Soule, que lleva seis años durmiendo el sueño de los injustos… Ni siquiera hay un presidente de la Federación que organizará el torneo, pues se mantiene el interino Pedro Rocha. Con todo ese halo de corrupción, la no menos corrupta FIFA ha sido coherente con su historia y ha adjudicado el Mundial de 2030 a España.
La FIFA tiene un enorme cortijo montado y quiere mantenerlo. Gianni Infantino planteó la idea de organizar un mundial cada dos años con la excusa de «no perder a los jóvenes» como seguidores de este deporte. Yo creo que es todo lo contrario: los echas con un Catar-Ecuador como partido inaugural del Mundial, con los Túnez-Australia o Ghana-Corea del Sur sin nada en juego, o con las decenas de partidos infumables entre fases de clasificación (San Marino, Liechtenstein, Islas Feroe, Kosovo, ¡Gibraltar!) o los que se darán en un mundial de 48 selecciones. Ya ha tenido que recular, entre otras razones, por la oposición frontal de la UEFA, cuyo torneo estrella, la Eurocopa, entraría claramente en conflicto.

Pero la UEFA no se queda corta. A una Euro de 24 selecciones ahora ha unido la Nations League, y el nuevo formato del torneo, que pretende incluir 6 selecciones sudamericanas en la Liga A y otras 4 en la B. Una alternativa seria al Mundial de la FIFA. Entre ambos nidos de vividores se han propuesto matar el fútbol, como ya escribí en su momento. Los que no cuentan para ambos organismos son los jugadores, a los que cargan de partido, muchos de ellos irrelevantes, y a los pagadores de los jugadores, que no son otros que los clubes. Están tensando la cuerda y va a llegar un momento en que los clubes se harten y decidan no ceder a sus jugadores en mitad de la temporada, como está ocurriendo con la Euroliga y la FIBA, cuyas fases clasificatorias se tienen que disputar sin jugadores de la NBA ni de la Euroliga, una especie de enfrentamientos entre selecciones B o C de cada país.
Los clubes ceden a sus muy bien remunerados jugadores, su principal activo, a unos tipos de las federaciones que los utilizarán durante un mes o más, sin preocuparse de su estado de saludo, del cansancio o de las posibles lesiones. La FIFA abona una ridiculez a los clubes por esta cesión. Esta tabla recoge lo que percibieron los principales clubes de cada una de las confederaciones por la cesión. Al igual que en Rusia 2018, el Manchester City fue el que más ingresos obtuvo, apenas 4,6 millones de dólares.
Si los jugadores se lesionan, están cubiertos por el seguro que contrata la FIFA para la ocasión, pero con trampa: solo cubren lesiones a partir del día 28 de inactividad y con un tope de 7,5 millones de euros. Jugadores como Toni Kroos se quejaron de esta sobrecarga de partidos y otras voces entre el sindicato de jugadores criticaron que la FIFA y la UEFA solo se preocupan de seguir trincando pasta sin preocuparse por la salud de los jugadores o por los regímenes a los que estaban blanqueando.
De todos estos asuntos, y de otros que generaron ciertos rumores como el dinero público que se va a invertir en la mejora de los estadios españoles, charlamos recientemente en el canal de Kollins.
Mañana se juega un Noruega-España de clasificación, igual que hace dos días se jugó un «apasionante» (lo desconozco, porque no lo vi) España-Escocia. Partidos poco atractivos para el espectador, pero que siguen llenando la hucha de las federaciones y de la UEFA y la FIFA. Pero hay cosas peores, en La Galerna me pidieron que buscara una veintena de cosas más terribles que un partido menor de la selección española. Y no sé si lo conseguí, todo depende de la comparación.


