Islandia (I): un plató de rodaje único

El cine suele ofrecer muchas cosas al espectador: entretenimiento, espectáculo, historias universales, información, polémica, romances, escenas subidas de tono… No siempre, claro, podría hablar varias horas de algunas disaster movies y, en algunas de ellas, hasta encontraría cierto encanto. Numerosas películas nos permiten, además, conocer muchos países, aunque solo sea visualmente, al menos para saber si nos puede gustar más o menos visitar esos lugares “algún día”, si se tercia la ocasión. O descartarlos porque “no se me ha perdido nada allí”, que también me ha pasado como espectador. Localizaciones fantásticas, planos aéreos maravillosos, paisajes irreales que pueden parecer de otro planeta. El trabajo de los buscadores de localizaciones de rodaje debe ser extraordinario.

Algunas obras se concentran en una sola localización, o en interiores, y otras necesitan variedad de paisajes, como la trilogía de El señor de los anillos, las pelis de James Bond (¿no es siempre la misma trama variando solo el lugar?), o muchas de las que han aparecido a lo largo de estos años en este mismo blog, normalmente superproducciones: Star Wars, Tenet, Interstellar, Ben-Hur, Indiana Jones

Para la variedad de mundos de El señor de los anillos, el director Peter Jackson sugirió su tierra natal, Nueva Zelanda, un lugar en el que podía encontrar ríos que emularan con facilidad el Anduin, montañas o paisajes nevados en los que situar Edoras o Rivendel, las praderas de Rohan o las zonas agrestes de Mordor, parajes que contrastaban con el verde de Hobbiton o el color de los bosques impenetrables que bien podían llamarse Fangorn.

Hay una isla en este planeta que reúne también todo tipo de paisajes y que, además, es el lugar más joven de toda la Tierra, geológicamente hablando, pues sigue en formación: Islandia. Es un país que aglutina paisajes de lo más variado y cinematográfico en una isla con pocos habitantes. Apenas 380.000 en una superficie de poco más de 100.000 kilómetros cuadrados, lo que permite que no sea especialmente complicado rodar en muchas de sus localizaciones naturales.

Ya se ha dicho muchas veces que Islandia, Iceland, la “tierra de hielo” en la traducción, es un país muy verde, una green land, mientras que Greenland, Groenlandia, es en realidad una isla de hielo. Curioso. Lo cierto es que Islandia destaca por sus colores, que van mucho más allá del verde de sus praderas, montañas o campos de lava cubiertos por líquenes. Puede que tenga toda la paleta de colores, desde el blanco de los glaciares y las cascadas al negro de la arena de playas volcánicas, pasando por el rojo de las coladas, los ocres de las áreas sulfurosas, el azul de las lagunas y las vetas de los icebergs, el morado de las flores silvestres de ciertas colinas y las mil variedades cromáticas de los campos de lava.

Islandia ha sido un decorado natural muy utilizado en producciones de todo tipo, y es que resulta muy habitual que, ante algunos de sus paisajes, el visitante afirme que “parece de otro planeta”. Es lo que debieron pensar los productores de Rogue One: una historia de Star Wars, que situaron en la playa de Myrdalssandur el planeta de Galen Erso (Mads Mikkelsen), el padre de Jyn Erso (Felicity Jones), la que sería cabecilla del grupo rebelde que se hará con los planos de la Estrella de la Muerte.

Christopher Nolan también vio las posibilidades de la isla y situó allí el planeta de hielo en el que Matt Damon había quedado atrapado en Interstellar. Y, ya que estaban, ubicaron otras escenas cerca del volcán de Svinafellsjökull y en los campos de lava de Eldhraun.

Las impresionantes cascadas del país son un fondo espectacular para videoclips de cantantes y para escenas que impresionen al espectador, como Dettifoss, en el arranque de Alien: Prometheus y Skogafoss para el mundo oscuro de Thor. Pasé una noche a doscientos metros de esta cascada y puedo decir que el sonido es impresionante. Al natural, sin necesidad de Dolby Stereo.

Islandia es una tierra de cascadas, pero también de volcanes, activos y latentes. Varios de sus cráteres reúnen esa característica tan poco habitual que los convierte en paisajes extraterrestres, como el cráter de Hrossaborg, que el director John Kosinski utilizó para situar Oblivion.

Este país tan cercano al Ártico sirve como plató cinematográfico natural para situar otros mundos, aunque estén en este. Si uno visita la zona cercana al lago Myvatn, se encuentra con una cueva que no tiene nada de especial, Grjotagjá, pero de la que todas las guías de Internet te hablan como «la de Juego de tronos«. Por el contrario, sí tiene una gran belleza otro de esos parajes a los que la famosa serie ha hecho popular y ha situado en el mapa para los aficionados a la serie: Kirkjufell. Junto a las cascadas, se ha convertido, como dice este artículo, en «el paisaje más fotografiado de Islandia».

No sé si hay estadísticas sobre el número de fotos que se hacen en uno u otro lugar, pero sí hay una laguna natural, junto a un glaciar, que podría presumir de ser «la más popular para el cine». Me refiero a la laguna de Jökulsárlón, un espectacular lago medio helado a mitad de camino entre el glaciar Vatnajökull y la Diamond Beach, la playa en la que descansan los restos de hielo que se desprenden de los icebergs de la laguna antes de ser engullidos por las mareas. Lara Croft la visitó en Tomb Raider y James Bond apareció por allí dos veces, aunque con distintas caras: Roger Moore en Panorama para matar y Pierce Brosnan en Muere otro día. Para la escena de los coches en esta espectacular superficie blanca, cortaron el paso del agua hacia el mar y dejaron que se helara completamente la laguna. Un paisaje tan irreal y «molón» como el propio 007:

El arte del engaño del cine, cuyos artistas son capaces de convencernos de que el glaciar de Vatnajökull es, en realidad, el mismísimo Tibet en Batman begins.

El blanco de los glaciares y las cumbres nevadas, o el negro de la arena volcánica que llega hasta las playas. Todo resulta muy visual y estético para los cineastas. La playa de Reynisfjara, la más peligrosa del mundo, pasó por un paisaje extraterrestre en Star Trek, o como la tierra firme de los montes Ararat en los que Darren Aronofsky situó su versión de Noé.

Algo tiene esta arena que atrae a los cineastas: Clint Eastwood rodó casi toda su Cartas desde Iwo Jima en Los Ángeles, pero se acercó a las playas de Sandvik como si de la costa japonesa se tratara para las escenas con más acción.

Como habrá visto el lector, hasta ahora todos estos paisajes han sido utilizados por los productores para simular que son otra zona, otro lugar en otro entorno muy diferente: ¿acaso no hay ciudades, no hay historias «normales» que representar en Islandia? Bueno, al pasar por la ciudad costera de Husavik, al norte del país, comprobamos que había numerosas referencias a esa comedia facilona sobre Eurovisión que se rodó en aquellos lares: Festival de la canción de Eurovisión. La historia de Fire Saga. Rachel MacAdams y Will Ferrell, todo un shock para una ciudad de poco más de tres mil habitantes. La trama es una chorrada monumental, pero tiene su (quizás) único punto de interés en que precisamente pasa algo en una ciudad en la que nunca pasa nada. Como en Selfoss, una ciudad de paso sin nada que hacer, en la que se exilió voluntariamente el genio del ajedrez estadounidense Bobby Fischer, quien acabó sus días con la nacionalidad islandesa y sus paranoias en esta pequeña localidad. Su preparación para el famoso enfrentamiento con el ruso Spassky en Reikiavik fue filmada en El caso Fischer, dirigida por Edward Zwick en 2014.

Es curioso porque parece que en estas ciudades islandesas ocurren menos cosas incluso que en una peli sueca de sobremesa, pero la isla se convirtió en sinónimo de aventura y libertad individual gracias a la versión moderna de La vida secreta de Walter Mitty, la versión rodada en 2013, dirigida y protagonizada por Ben Stiller. Ese oficinista gris que decide dejar de divagar con su mente y lanzarse a la acción, termina cerca de la erupción del volcán (a ver si lo escribo bien) Eyjafjallajökull. Su viaje en patinete por la típica carretera islandesa en mitad de un valle sin pueblos, ni gente, ni nada, se ha convertido en sinónimo de liberación y en un gif que circula por los móviles de todo el mundo de manera recurrente.

Entonces, ¿nunca pasa nada en Islandia que merezca la pena ser contado en el cine? Sorprende en un país con tanta tradición de sagas literarias. Para una historia universal que nace en la isla, Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne, resulta que ninguno de los cineastas que optaron por rodar una versión de la historia consideraron conveniente viajar al volcán Snaefellsnessjökull para introducir a los personajes en el arranque de su odisea. Esta foto es de mi colección particular, no viene de ninguna película:

Finalizo el recorrido con algo que sí pasó en Islandia y captó la atención de todo el mundo. No, no me refiero a la erupción del volcán de nombre impronunciable, sino al mayor colapso económico de un país en toda la historia. La crisis financiera de 2008 se cebó especialmente con la isla, y así comienza el documental Inside job, ganador del Óscar al mejor documental en el año 2011. Así se la dejo botando al Amiguete Josean.

Continuará:

Josean – Islandia (II): caída y recuperación.

Barney – Islandia (III): el éxito del deporte en un país minúsculo.

Lester – Islandia (IV): la Ring Road en autocaravana.

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