
BARNEY, 13/07/2024
Mañana finaliza un torneo que parecía interminable, la Eurocopa de 2024, y se me ocurren muchas reflexiones tras lo visto, pero, más que de reflexiones, he querido hablar de «repaso» en su doble acepción: recuerdo de lo vivido y reprimenda de todo aquello que no me ha gustado.
Formato: insufrible, erróneo, totalmente equivocado. 24 selecciones, de las que 16 pasaban a la segunda ronda. No hay nivel suficiente para tantos equipos, es un hecho. No digo que haya que volver a los 8 equipos de 1992, pero esto no tiene ningún sentido. Un mes de competición para unos jugadores que ya andan tiesos en la mayoría de los casos. 51 partidos, como los mundiales de los ochenta y principios de los noventa. Es un error mayúsculo, pero como la UEFA trinca de todo esto, y trinca mucho, lo normal es que sigan con este formato o que incluso lo incrementen. El resto de los años lo tienen ocupado con las fases de clasificación y con ese nuevo invento que es la Nations League. Hay mucho dinero en juego y es un chollo para la UEFA: utiliza a unos jugadores cuyos salarios no paga, y los devuelve luego a sus clubes en peores condiciones de las que tenían cuando llegaron (Mbappé y Pedri, por ejemplo). El seguro abona luego una ridiculez a los clubes por las lesiones y no hay ninguna compensación por el exceso de minutos en las piernas, por incorporarse con retraso a las pretemporadas o por perderse los partidos de las giras que tanta pasta reportan a los clubes. La FIFA es aún peor, como se verá con el absurdo Mundial de 2030, con 48 selecciones y 45 días de competición. Objetivo: ganar más. Realidad: Matar el fútbol.
Juego: ha habido muchos más minutos soporíferos, de juego aburrido, inconexo, poco valiente, que de verdadero espectáculo. Los equipos con las mejores plantillas, posiblemente Inglaterra y Francia, tienen a dos cicateros inútiles por seleccionadores, tipos cobardes que apenas arriesgan y que juegan como casi todos los equipos hoy en día: a no perder el balón. Juegan muy mal, como Italia, pero, además, juegan aburrido, muy planos. Por esa razón, los partidos que más he disfrutado son los de selecciones inesperadas, los de Suiza, Austria, Turquía, equipos mucho más directos y verticales, que no especulaban con el balón y no lo retrocedían y retrocedían hasta jugar con su portero. En el partido frente a Suiza (creo que fue ahí), Inglaterra insultó a toda su historia en el fútbol cuando sacó un córner hacia atrás, y el jugador, incapaz de centrar, aún más atrás, y el medio al defensa, y el defensa, presionado, a su propio portero. Un insulto al fútbol y a los espectadores.
Vuelvo a abogar por incorporar cambios en el Reglamento, pero el bajo nivel de juego no cambiará solo por una cuestión de normas. Lo es también de coordinación de los equipos, de jugar como un conjunto y no como una suma de individualidades, y en cada gran campeonato se aprecia con mayor claridad cómo el fútbol de clubes supera con mucho al de combinados nacionales. Brasil es otro gran ejemplo.
España: está jugando bastante bien, no tan bien como cantan nuestros entusiastas periodistas, encantados de que se les permita campar a sus anchas por la concentración (algunos se están cobrando cuentas pendientes con Luis Enrique), pero sí está mostrando un juego bastante sólido. Por lo menos, saben lo que hacen y juegan con un criterio. En estas alturas de la temporada, los jugadores de los principales clubes están fundidos: así se vio a Kroos, a Wirtz, a Modric, a Kane, Bernardo Silva, Jude Bellingham, Walker, Rice, a todos los italianos, a Mbappé y Griezmann… Son datos de la web FBREF y no incluye los partidos de selecciones:

Todos ellos están muy por encima de los 3.000 minutos de juego. Por el contrario, en España están destacando jugadores que apenas sobrepasan los 2.000 minutos en sus respectivos equipos, o que no los alcanzan, bien porque no han jugado competiciones europeas, o bien porque no son titulares. Es el caso de Cucurella, Fabián, Nico Williams, Dani Olmo, Laporte…

Lo de Rodri y Carvajal, con más de 3.500 minutos en sus piernas y el nivel mostrado, es de otra galaxia. El primero, porque su principal fuerte es la colocación, y el segundo, por la veteranía y eterna juventud que ha exhibido estas últimas temporadas, una vez cambiada su dieta y olvidadas sus lesiones. Hay otros dos jugadores en la selección con unas cifras muy elevadas y un rendimiento muy dispar:

A Lamine Yamal lo están explotando de una manera imprudente para su edad, como hicieron con Ansu Fati y Pedri en su día, jugadores que, bien por lesiones, bien por un mal trabajo en la musculación, no se han recuperado del exceso de partidos. El chaval se está saliendo, sigue fresco a estas alturas de la temporada, y ojalá su carrera no se frustre por estas minutadas. Su venta debería ser el alivio que las cuentas del Barça necesitan. Álvaro Morata no está fresco, pero no creo que sea por un exceso de minutos, venía así de serie. Simplemente está jugando a su nivel de las últimas temporadas.
Uno mira los minutos de Kane, Griezmann, Bellingham, Barella, Bernardo Silva, etc., con 1.000-1.500 minutos más sobre el campo, o lo que es lo mismo, 12-15 partidos más, y se entiende mejor por qué los nuestros llegaban antes a cada cruce y balón dividido. La frescura de piernas de los españoles ha sido fundamental hasta este partido, hace que estén en otro nivel, lo cual, en un fútbol tan físico como el actual, te da ese plus.
Hay otro jugador al que querría destacar, el portero Unai Simón. Ha estado muy bien, salvo en alguna de sus lagunas habituales con los pies, pero ha sido un seguro bajo palos, en las salidas por alto, y todo un crack con el micrófono para repartir guantazos educadamente a la prensa.
Luis de la Fuente: se merece todo el reconocimiento, también de los que dudamos de su valía para el puesto, entre los que me incluyo. Me cuesta mucho entender su horripilante gestión de Brahim, cuyas «medias horas» desde el banquillo podrían darnos extra o revolucionar los partidos como ha hecho ya varias veces con el Real Madrid. Casi se carga él solito el partido frente a Alemania con sus cambios, cuando sacó del campo a Lamine Yamal y Nico Williams, o luego al meter en la prórroga a Ferran Paque-Torres, pero hay que reconocer que ha sabido crear un grupo sólido, que juega a algo reconocible, y ha dado a los jugadores la confianza necesaria para que muestren la versión que están dando (Pedri y Morata, esto no va por Vds.).

Fue una elección de Rubiales, que nadie lo olvide, y fue otro de los que aplaudió al impresentable expresidente de la Federación en aquella sonrojante comparecencia, pero aquí hablamos de fútbol, y Luis de la Fuente ya ha sido campeón de Europa con la sub-19, con la sub-21 y mañana puede completar el tri-triunfo. No solo ha logrado formar un equipo, sino que se respira un ambiente sano, totalmente alejado de épocas anteriores.
Prensa: no ha sido una sorpresa, han sido, de lejos, lo peor. El autoproclamado «mejor periodismo deportivo del mundo» es un espanto, no hay por dónde cogerlo. Se han pasado estas últimas cuatro semanas preguntando a Nico Williams si le gustaría jugar en el Barça, o escribiendo sobre lo que sería ese dúo en el club azulgrana, hasta el punto de incomodar al chaval. La connivencia de la prensa con la Federación y LaLiga se ha visto claramente cuando el presidente del Athletic de Bilbao, Jon Uriarte, criticó abiertamente la presión a la que se ha visto sometido el chaval y la nula protección de la Federación. Pues resulta que han sido los periodistas habituales del «régimen» los que se han sentido aludidos y han salido a defender a la Federación y criticar al Athletic de Bilbao.

Joan Laporta hizo gala de su locuacidad habitual y se permitió hablar directamente de su fichaje, cuando las cuentas siguen sin salir, y parece que a la prensa tampoco le preocupó la cercanía con el partido de semifinales. Para completar el combo, los medios ponen el micro al otro bocazas habitual, Javier Tebas, y se despacha con un «el Barça podrá fichar a Nico Williams». ¿Pero si no ha entrado la pasta de Barça Studios, si no ha vendido a nadie, si no ha generado masa salarial, que sigue desbocada? ¿Y la prensa? Pues aplaudiendo todo esto en lugar de criticarlo. Las críticas son para el Athletic de Bilbao, es acojonante. Tebas ha regado a los medios con publicidad y ahora les pide que le ayuden en su revancha contra el Athletic: por no firmar el acuerdo con CVC, por no aprobar su enésima subida de sueldo, por pedir (como el Madrid) el fuera de juego semiautomático y la tecnología de gol, por salirse del perfil bajo de LaLiga con el escándalo del Barça y los pagos a Negreira, en resumen, por enfrentarse al sistema «tebano» como hasta ahora solo había hecho el Real Madrid.
Los políticos que se suben al carro: he dicho que la prensa ha sido lo peor, pero lo cierto es que tienen una dura competencia con la clase política, que ha querido politizar los éxitos de la selección. Parece que algunos han descubierto ahora que jugaban dos negros en la selección (¿puede decirse, o tengo que decir «afroespañoles»?) y han querido ligarlo a los menas, la inmigración/integración cultural, el auge de la extrema derecha y hasta a Nacho Cano.
Han resultado patéticos, nada que deba extrañarnos a estas alturas. Irene Montero, que ni había visto el partido, al hablar de los dos goles de personas «racializadas» frente a Francia (no sabía que Dani Olmo fuera una persona «racializada»). Echenique, Óscar Puente, Pablo Iglesias… Como no tienen ni idea de fútbol, ni les interesa, no saben que en la selección ya hemos tenido a Diego Costa, a Catanha, a Marcos Senna, ¡a Donato!, y no teníamos que escuchar chorradas. En los ochenta, la selección de baloncesto jugaba con Chicho Sibilio, ¿dónde se ha visto?, jugábamos con una persona o persone «racializada» y lo veíamos con la absoluta normalidad que estos sectarios no ven. Vicente del Bosque habló de dos «inmigrantes» que triunfaban con España, otro error más del elegido por el gobierno para controlar la descontrolada Federación Española de Fútbol. Nico nació en Pamplona y Lamine en Esplugues de Llobregat, pero son «inmigrantes», pues vale.
Me parece terrible que no quieran dejarnos ni el fútbol al margen de la política, aunque me quedo con este vídeo de Susanna Griso, cuando quería hablar de racismo y de Lamine Yamal, y le contestó el vecino de su barrio: «sí, de los propios marroquíes cuando decidió jugar con España». Ja, ja, ja, si es que…
La final: mañana deberíamos ganar a Inglaterra. La selección española ha jugado mucho mejor que los ingleses, pero esto es una final y puede pasar cualquier cosa. La selección del torpón de Southgate lleva 13 partidos seguidos sin perder en Eurocopas (en la anterior cayó por penaltis en la final) y ha demostrado tener mil vidas, como se ha visto en las tres eliminatorias previas, en las que les ha tocado remontar una desventaja.
Para mañana pido dos cosas: el triunfo y que no se repita la foto de Pedro Rocha con el Rey. De pena, como todo en esa Federación corrupta que debería arrasarse con napalm. Bueno, y otras dos más: que Morata haga el partido de su vida, tan enorme como para merecer levantar como capitán el trofeo, y que Alcaraz gane Wimbledon. Casi nada.


Me parece un artículo muy bueno, comparto tus consideraciones. Gracias por tu trabajo lúcido, y claro un cordial saludo. Pertenezco al grupo de los Fraticelli, donde coincido con tu padre.
Enviado desde mi iPhone
Me gustaMe gusta
Gracias a ti por el interés, Fernando. A ver si rematamos la faena esta noche, un saludo.
Me gustaMe gusta
amiguete,como siempre das en el clavo. Da gusto leerte.
Un abrazo
Me gustaMe gusta
Gracias, Sergio, se me hace extraño verte por estos lares, pero eres más que bienvenido.
Un abrazo.
Me gustaMe gusta
En realidad cuando te leí por primera vez en La Galerna, ya te había leído muchas veces aquí, e incluso interactuado con otro nick.
Un placer, como siempre!!
Te mando un fuerte abrazo mientras veo a Carlitos en Wimbledon (3-1 primer set)
Me gustaMe gusta