Los futbolistas de élite no deberían ser ejemplo de nada, ni para nadie, y mucho menos para los niños. Sin embargo, por alguna inexplicable razón, todos los años por estas fechas y en prácticamente todas las empresas por las que he pasado, pienso en los comportamientos «futboleros» de algunos compañeros y jefes de la oficina. Vamos allá con ellos, que rulen y que alguno intente sacarme los colores por sacárselos yo a él:
Hacer un Neymar: consiste en volver uno o dos días más tarde de las vacaciones previstas y autorizadas, cual futbolista brasileño al que «se le ha complicado la vuelta». Reservado para grandes jefes.
– ¿Cuándo viene Mariano? Que me tiene que firmar unos papeles.
– Mañana -dice su secretaria, pasando unos evidentes apuros que hacen que se ruborice hasta extremos que te hacen pensar que se está asfixiando.
No preguntes dónde está porque a su secretaria se le aflojan los esfínteres y esa conversación solo puede acabar en drama. El problema viene cuando al día siguiente se repite un diálogo más propio de José Mota:
– ¿Pero no venía hoy?
– Hoy no, ¡ma-ña-na!
Ocurre que como es el jefe, al igual que Neymar es la estrellita, el resto no tiene más remedio que aguantarse. Tiene una frase hilarante, que es: «no, como a mí me queda un montón de días de vacaciones». ¡Ja, ja, ja,…! Aquí carcajadas, ¡yo quiero ese convenio!
El problema se agrava porque, al igual que Neymar publica en redes sociales las fotos y vídeos de sus últimas juergas en playas y discotecas, estos Neymar de oficina, en lugar de ser discretos, le cuentan a todo el mundo su esquí en Austria o su viaje a Punta Cana. Por alguna razón, «mi» Neymar ya no me enseña sus putas fotos.
Currarse un Cassano: Cassano era ese futbolista del Madrid poco profesional que estaba siempre en pésimas condiciones para la vuelta al trabajo. «Currarse un Cassano» lo practican esos compañeros que tardan un mes en recuperar el ritmo normal de trabajo tras las vacaciones de agosto o las de diciembre.
Es que esos «vicios malsanos» de acostumbrarse a trabajar media jornada (porque en diciembre también hacen «jornada de verano» by the face) y luego tener que currar el día completo se les hace muy largo, así que lo sobrellevan a base de desayunos inacabables y repetidos cual hobbit, cafés a todas horas, conversaciones irrelevantes de todo tipo,… y reuniones sospechosas por las tardes.
Los Cassanos de oficina contaminan al resto de la plantilla, igual que el italiano. El eufemismo «trabaja al margen del grupo» no nació en un equipo de fútbol sino en una oficina.
Marcarse un Coentrao: el eterno suplente, el tipo que lamenta que no se le dan oportunidades porque siempre hay otro compañero en mejores condiciones de jugar. Es verdad que no tiene buena fama, porque resuelve poco, fuma mucho y no hace equipo, solo se queja, pero lo que distingue de verdad al Coentrao de oficina es que a veces le llega la oportunidad… y justo, justo ese día no puede. Tiene médico, o está de baja con una gripe, o en un funeral (perdimos la cuenta de sus familiares) o casualmente él, que nunca viaja, no puede ir a la reunión importantísima porque está en Barcelona.
Un Albelda: Barney tiene identificados a unos cuantos jugadores a los que define como «jugadores anchoa», cuyo máximo exponente es David Albelda, el jugador ya retirado del Valencia. La teoría de Barney es la siguiente: «tú te tomas una pizza y por grande que sea, tamaño XXL Familiar, le pones tres anchoas y toda la puta pizza sabe a anchoa. En el fútbol eso mismo pasa con Albelda. Da igual que el resto de jugadores sean jugones que el partido entero se engorrina, se ensucia, se vuelve como Albelda«.
En las oficinas, un Albelda es ese tío que llega a la cafetería o a una reunión, y automáticamente todo se vuelve más áspero porque no le aguanta nadie. Si dice algo es para tocar los cojones, y como tiene tantos enemigos creados, lo normal es que el resto se ponga a su nivel barriobajero. Yo me cargaba a todos los Albeldas de oficina, porque, siguiendo el símil, España solo empezó a jugar bien y como equipo el día que él desapareció.
Cagarla a lo Parejo: muy propio de esta época navideña y de los excesos etílicos en las cenas de empresa. En una empresa en dificultades, con serios problemas, hacer un Parejo consiste en beber más de la cuenta y ponerse a decir gilipolleces sobre el director general, al que terminan llegando los comentarios porque hoy en día todo el mundo va con un móvil dispuesto a grabar tus momentos de «euforia».
Trabajarse un Clemente: es el comportamiento de esos tipos que van buscando de modo poco profesional que les abonen una cuantiosa indemnización.
La estrategia de los Clemente consiste en llegar a los sitios, pegar cuatro voces para hacer creer que va a cambiar las cosas, y al poco tiempo enemistarse con el departamento, con los clientes y los jefes, no hacer ni el huevo salvo declaraciones incendiarias y, eso sí, esperar pacientemente que le llegue el finiquito, del cual regatea hasta el último céntimo. «Toma y lárgate». Lo he visto varias veces en mi carrera profesional y me subo por las paredes.
Pringar como un Makelele: en el Madrid «galáctico» de hace unos años había un tipo oscuro (no es solo una licencia metafórica) que trabajaba a destajo en la sombra para que los cracks mediáticos se apuntaran los éxitos del equipo.
Los grandes jefes valoran solo a las estrellitas y les suben el sueldo varios múltiplos por encima del de los Makeleles, hasta que llega un buen día en que estos currantes estajanovistas se cansan y dicen «señores, me largo, estoy hasta las pelotas de tapar sus vergüenzas«. Luego vienen las lamentaciones, se ficha a gente pagando más para cubrir ese hueco y se lamentan de la ausencia del Makelele de turno: «¡jo, aquel sí que resolvía, no como este Gravesen!«
Hay muchos otros comportamientos «futboleros» en nuestros trabajos, como esos que se trajinan un Romario en toda regla y se quedan dormidos en mitad de las reuniones o en sus puestos de trabajo, porque «¡coño! esto de trasnochar es muy duro».
Seguro que hay muchos más, y os animo a que me los indiquéis. Yo de momento me voy a currar un Lucas Vázquez, que consiste en comportarme como un profesional, tratar de hacer siempre bien mi trabajo y estar disponible para lo que se me requiera, aunque el Presi prefiera confiar en esos Neymar poco profesionales, preocupados exclusivamente por su situación fiscal personal.
😉
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Buenísimo, ironico y muy bien traído. Pensaré en algún otro perfil pero tal y como lo has puesto creo que recoge el 100% del mercado actual.
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Iba a salir ya de internet y se me acaba de ocurrir uno:
El Jordi Cruyff (o Manolo Sanchís hijo). Pongo los dos para señalar que su diferente final profesional no es lo importante, sino para remarcar que ninguno de los dos empezó como Raúl González o Cristiano Ronaldo (picando facturas y con los ojos bien abiertos siempre para al día siguiente poder seguir entrenando).
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GRANDÍSIMO, jajajajajja porque hay verdades contundentes, como puños.
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