«Anatomía de un Negreirato», ya disponible

(Enlace al vídeo en el canal de Kollins para hablar del libro)

Empezó casi como una broma, fue tomando cuerpo y al final se convirtió en un libro de 372 páginas. Del mal llamado «caso Negreira» se han contado tantas cosas y se han contado tan mal (cuando no han mentido, directamente) que se me ocurrió plantearlo como una especie de juicio de Hollywood, como un desfile de personajes en el que cada uno de los afectados fuera desfilando por el juzgado, ya fuera como testigo o como acusado, y defendiera su postura, por muy indefendible que a muchos nos pudiera parecer.

Con la Anatomía de un asesinato (Otto Preminger, 1959) en la cabeza, con ese juego de fiscal, abogado defensor, juez y jurado, la trama tomó cuerpo rápidamente en esta Anatomía de un Negreirato. Con el subtítulo El juicio que no veremos. La comedia surgió de manera involuntaria, fruto de las declaraciones reales de los Medina Cantalejo, Ángel Mª Villar, Joan Laporta, Iturralde González y muchos más, contestando que todo era normal, que el hecho de que un club pagara más de ocho millones de euros por unos informes inexistentes no influía en la competición, que las anomalías estadísticas no existían, que “aquí no ha pasado nada, circulen, circulen”, y que el Comité Técnico de Árbitros y la Federación Española de Fútbol son los únicos órganos incorruptibles e inmaculados de este país.

El puzle necesitaba completarse para adaptarlo a todo tipo de lectores, no solo a los aficionados al fútbol. Porque esta no es una historia sobre fútbol, ni mucho menos: habla de corrupción. De compras de favores, de ocultación de pruebas, de injerencias políticas en la justicia. De un “Relato” victimista y manipulado según el cual el poder central representado por el Real Madrid había sometido de manera irregular durante décadas al máximo adalid del catalanismo, al “ejército desarmado de Cataluña”, que escribió Manuel Vázquez Montalbán. Por eso se me ocurrió la figura de un juez que no supiera nada de fútbol, un tipo próximo a la jubilación que descubriera la cantidad de mugre que había en todos los estamentos del fútbol español. Y que lo fuera apuntando en su libreta hasta hacerla incomprensible:

La libreta del juez Julián Aguilar (no confundir con el juez instructor del caso, Joaquín Aguirre) fue otro de los puntos que contribuyó a la farsa. Como me dijo un amigo: “tenías que publicar la libreta del juez Aguilar, o venderla como un documento aparte”.

James Stewart se convertiría aquí en el fiscal Jaime Estuardo, George C. Scott en Jorge Carlos Scotto, abogado de la defensa, y Lee Remick en Luisa Ramírez, abogada de la parte personada en el caso, es decir, el Real Madrid. Estos personajes dieron mucho juego y la trama fluyó de manera natural, casi espontánea. Solo había que poner en la sala del juzgado ficticio las frases reales de los protagonistas y dejar que los abogados debatieran y las rebatieran.

Para mi sorpresa, este juego gustó mucho a los lectores. Dicen que el halago debilita, pero a veces nos ocurre que, como decía Richard Gere en Pretty woman, nos gusta que nos hagan la pelota:

¿Cómo animar a los lectores que conocieron la primera parte, ya publicada, a comprar el libro? Pues porque faltaba mucho en esta trama. Faltaban todos los testigos de la acusación, y faltaban personajes importantes como Xavier Estrada Fernández, autor del único libro publicado hasta la fecha sobre el asunto. Y tenía que dejar a los acusados que se defendieran, que argumentaran por qué actuaron de aquel modo durante décadas, y por qué presidentes de un club que no se llevaban bien entre ellos (y que gestionaban de manera muy diferente) estuvieron de acuerdo en mantener unos pagos irregulares a través de empresas pantalla.

Mi versión de este juicio trata de ser justa. Honesta. De permitir que los acusados expongan sus argumentos. Sé que lo que se va a dirimir en el juzgado es muy diferente. Por ejemplo, Joan Laporta no está acusado y sí lo está Óscar Grau, antiguo director ejecutivo del club. Pero el actual presidente era un personaje fundamental para la historia y no sucede lo mismo con el segundo, así que tenía que tomar licencias. Con todo y con ello, el libro pretende mantener un difícil equilibrio y ser riguroso, preciso en los datos y las declaraciones. De ahí que haya doce páginas enteras de referencias a artículos, entrevistas y vídeos con las declaraciones originales que en esta particular sala de “mi” juzgado se cuestionan.

Faltaba el jurado popular. La parte con más ficción de toda la trama y una de las más divertidas de escribir como autor. Busqué cinco hombres y cuatro mujeres de diferentes edades, profesiones, estatus… de profesión liberal, currantes del puerto, jubilados y estudiantes. Y los dejé que discutieran sobre un tema tan polémico como este en el que no hay grises para casi nadie, sino blancos y negros, verdades absolutas. Siempre me gustaron las películas de juicios y también, mucho, las deliberaciones de los jurados de Hollywood. Doce hombres sin piedad, Jurado nº 2, El jurado, Veredicto final, Civil action, Testigo de cargo, Matar a un ruiseñor… En mi cabeza estaban todas ellas. También Algunos hombres buenos o Pulp Fiction, que “colaron” alguna frase en la trama.

Repito: me he divertido mucho escribiendo este libro. El proceso ha durado un año y medio, y ahora toca a los lectores decidir si la diversión no es solo mía. En esta primera semana parece que ha gustado: en Amazon han catalogado la obra en la categoría de “Ensayo”, y ya aparece en el número 7, detrás de esa maravilla que es El infinito en un junco, de Irene Vallejo.

Se encuentra disponible ya en la Fnac, Amazon, Libros CC y, en breve, en El Corte Inglés y La Casa del Libro.

Los beneficios de esta primera edición, y quién sabe si del resto, irán a parar a ese maravilloso proyecto que es el Gratitude Bootcamp en BodhGaya, en la zona nordeste de la India. ¡Muchas gracias a todos los lectores, amics!

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