LESTER, 28/01/2024
La semana pasada me tropecé con una de esas erratas que, de manera involuntaria, mejoran la frase pretendida, quizás la deseada o pensada y no escrita por el redactor. Una errata que incluso podía entenderse que ampliaba el sentido de la frase. Figuraba en las diligencias del juez Aguirre sobre el caso Barça-Negreira, los pagos al vicepresidente de los árbitros durante dos décadas. En el curso de sus pesquisas, el juez ha tenido conocimiento de un hecho singular, desde luego poco ético y con finalidades dudosas, como es que el vice del CTA invitaba a los árbitros que iban a pitar al Barça a comer, a cenar y después, en ocasiones, a un karaoke. Tal como se indica en las diligencias, puede que “karaoke” fuera un eufemismo de un bar de copas con mujeres, un “puticlú” de toda la vida. Pues bien, el restaurante en el cual los colegiados eran invitados pertenecía a la novia, pareja o churri de Enríquez Negreira, situación descrita por el juez del siguiente modo:

Uno no sabe si fue un desliz, si el juez tenía las imágenes del garito en la mente o si Negreira conoció a su «pajera» en el karaoke, pero el lapsus logró que este escándalo hasta ahora impune me arrancara una sonrisa.
No es la primera vez que ocurre que una errata mejore y añada nuevos matices a una frase. En los momentos más duros del confinamiento Covid, en mitad de ese berenjenal de decretos exprés y normativas aprobadas de manera acelerada, el gobierno publicó un decreto ministerial un domingo por la noche cuya entrada en vigor se producía el lunes a primera hora. Todos los que trabajamos en empresas estábamos pendientes de lo que se nos autorizaba a hacer y aquello que se nos denegaba, con interpretaciones de todo tipo. Pues bien, allí se coló esta frase, de la que ya tomó rendida cuenta el amiguete Josean en Y todo en un mes:
Vamos, que tantos cambios en tan poco tiempo podían generar tanto «caos» que cualquier adaptación de la norma resultaba válida. Evidentemente son errores que se cuelan, pero contribuyen de manera involuntaria a aumentar el interés por el hecho narrado, como el subtítulo de La Vanguardia con el que comienza este post:
«Pedro Sánchez dice ‘no’ a la última propuesta de Pedro Sánchez».
No es reciente, sino de 2019, pero han sido tantos los giros argumentales del presidente de gobierno para lograr el apoyo de sus socios que resultaba totalmente creíble. En su mismo partido, el PSOE, durante una campaña en Andalucía en la que propugnaban una mejora en la educación, cometieron un error de ortografía que, inconscientemente, mostraba que existía un serio problema que debía ser corregido:
El PSOE andaluz «Elije» luchar por una mejora en la educación de sus ciudadanos y por eso «elige» una falta de ortografía, ¡que todo era muy subliminal y no se entendió! Lo de las faltas de ortografía me chirría cada vez más, me estoy volviendo muy maniático y cada vez me molestan más cuando las leo en algún medio escrito o las veo por televisión. Quizás de todas ellas se lleva la palma esta:

¿»Vayadolid»???? Podría ser peor, sin duda:

La geografía juega a veces estas malas pasadas a los que tienen que escribir y publicar a diario (en este blog he encontrado algunas erratas tiempo después, pocas, espero). Una sola letra puede transformar una desgracia en un chiste, como ocurrió en la portada de El País:
Está claro que esto fue un error, pero, en el caso de las faltas de ortografía, he llegado a pensar que no son erratas, que son aparentes cagadas realizadas a conciencia para que se difundan por redes sociales y se vean los logos de las cadenas que tienen a semianalfabetos en la redacción. Reconozco que soy de esos brasas que rápidamente desenfunda el móvil para pillar el gazapo en directo, y he encontrado un gran aliado con este invento que permite rebobinar los programas:


A ver, seguro que el parque tiene la hierba muy alta, pero no era High, sino Hyde Park, torpones. En cuanto a la ola de calor, se me hace raro que coincida con un récord de temperaturas mínimas. No sé, igual había que darle una vuelta a ese cartel. Luego están los que redactan sin conocimiento, los que van a toda prisa, y sus jefes, que pasan por alto hasta lo imposible (y este post no va de los errores con las cifras, algunos de ellos antológicos). Puede ser que yo sea un tanto tiquismiquis y uno de los pocos aficionados que sabía que Queralt Castellet había obtenido la medalla de plata. De hecho, el presentador la felicitó por su logro mientras la barcelonesa mostraba ufana su presea, ¡pero es que este rótulo estuvo varios minutos en pantalla!:
Vamos a disculparlos porque se trataba de un deporte minoritario, o comprendamos que para un becario pueda ser difícil distinguir el brillo del bronce del de la plata, pero… ¿esto? ¿Esto????:
No sé si son las prisas, el desinterés, la ignorancia… Recientemente, el amiguete Barney dedicó un post entero (con vídeo incluido) al fútbol femenino, en el que se habló, entre muchas otras cosas, del poco interés que despertaba pese a los esfuerzos de algunos medios por llevarlo a la primera plana. Tras el éxito obtenido con el título en el último mundial, pico de Rubi mediante, el gobierno de España quiso utilizar el momento para promocionar esta modalidad, destacar las dificultades que habían tenido que enfrentar las jugadoras, como la falta de popularidad, e iniciar una campaña contra el acoso en el deporte. Varios de los gestores del deporte patrio se subieron al carro como si siguieran y conocieran el fútbol femenino de toda la vida y propusieron la concesión de la Real Orden del Mérito Deportivo a las jugadoras. Pues bien, eran tan «conocedores» de las mismas que cometieron hasta cinco errores en sus nombres, los cuales tuvieron que ser subsanados poco después:

Me quedo con el primero de ellos, jojojojojo, porque lo de sustituir a Ivana Andrés Sanz por Ivana Icardi, famosa por ser la novia explosiva del jugador del Galatasaray Mario Icardi, tiene papeletas para entrar en el top ten de machiruladas mundiales del deporte. Me imagino a los encargados de la concesión del premio en el Consejo Superior de Deportes:
– Esa que pone Ivana, guglea «Ivana y fútbol».
– Aquí está, Ivana Icardi, debe de ser esta.
– Pues ya está, venga, la siguiente. Mariona no-sé-qué…
Al final se menosprecia a la campeona del mundo y se otorga la medalla del Mérito Deportivo a la siliconada pajera, digo… pareja, de un futbolista más conocido por sus líos sentimentales que por su habilidad con el balón. Y ya que mencionamos estos asuntos, no podía dejar pasar por alto este titular que no contiene erratas, pero en el que se aprecia algo de guasa por parte del diario orensano:

Una noticia que no podía pasar desapercibida para la colección de artistas que pueblan nuestro país:
Cada vez que surgen estos temas hay quien te dice que la mayoría de errores se puede subsanar con el uso de los correctores que ya vienen en cualquier procesador de textos. Lo cierto es que tampoco podemos fiarnos de ellos y no revisar la propuesta de la máquina, porque, al igual que si intentas escribir «gilipollas», te corrige a «galopillos», en un diario de tirada nacional puede dar lugar a párrafos estrambóticos:
¿»Matutes matándose»? Ja, ja, ja, pagaría por ese corrector automático. Y además de los riesgos de dejar la corrección en manos de una máquina, ocurre que por suerte tenemos un idioma tan maravilloso en el que la palabra buscada es tan válida como su error: el caso/caos, Siria/Soria… y «públicas/púbicas». Hasta tres veces me encontré este gazapo en un Informe de la Intervención General de la Administración del Estado. La primera vez me chocó, «¿habré leído bien?», pero luego hubo una segunda y una tercera, así hasta que le di al buscador:


Tres veces en un texto sobre la facturación, los devengos de IVA y esas cosas que tanto pican en nuestras zonas púbicas. Si es que se regula en exceso en España, hay sobreproducción normativa (Hiperregulación) y lo mismo que «quien tiene boca, se equivoca», quien redacta en exceso, falla como un poseso, si se permite la rima. El Conejo del Poder Judicial, el Consejo del Joder Judicial, o aquella mítica corrección en el Boletín Oficial del Estado con aire de refranero: «donde dice ‘Digo’, debe decir ‘Diego'»:


Es tanto lo que se escribe, sobre lo que se legisla y se pretende justificar después, que nadie se lo lee. Como el Boletín Oficial de Aragón:

Vuenas noches (a ver si alguno estaba pendiente).







