Los sueños interrumpidos, por Lester

dali

El domingo me volvió a pasar. Y no era la primera vez. Estaba soñando plácidamente, en plena fase REM y sé que estaba teniendo un buen sueño, cuando de pronto sonó el teléfono y me despertó. Me despertó y me desperté. No era nada de vida o muerte, era mi madre para decirme que fuéramos a comer a su casa ese día, pero no se le ocurrió otra cosa que llamarme a las nueve y media de la madrugada. Le dije que sí, que vale, colgué e intenté dormir de nuevo y recuperar el sueño. Y no hubo manera. Y lo que es peor, dándole vueltas al coco sobre la almohada, era incapaz de recordar qué había estado soñando. Sé que era agradable, pero ¿de qué iba mi sueño? ¿Estaba con una tía despampanante a punto de ligármela? ¿Estaba riéndome con los colegas de alguna situación? ¿O estaba metiendo el gol de mi vida en el partido de mataos que jugamos los domingos? No tengo ni idea. Y no fui capaz de recuperarlo.

Ese pequeño cabreo o esa frustración me hizo reflexionar. ¿Dónde van a parar esos sueños quebrados por la mitad? ¿Existe una especie de mundo imaginario de los sueños interrumpidos? Igual que existe un bulevar de los sueños rotos y una ciudad de los niños perdidos. O aquel maravilloso cementerio de los libros olvidados de Carlos Ruiz Zafón.

Me puse a pensar sobre el supuesto mundo de los sueños interrumpidos que en algún lugar del imaginario debe de existir. Sueños interrumpidos por una llamada inoportuna, un despertador psicópata, un mensaje de móvil a destiempo o un movimiento brusco de tu compañera de cama. O también, por qué no decirlo, sueños interrumpidos por una vejiga insistente que se termina colando en tu historia. Porque mis sueños en la mayoría de los casos son auténticas historias. Será porque soy amante de todas las tramas, buenas y malas, divertidas o deprimentes, reconfortantes o desasosegantes. Pero historias completas. Y mis sueños, como las historias clásicas, tienen presentación, nudo y… a veces se interrumpen antes del desenlace. Y una película se puede recuperar, hoy en día la puedes encontrar en ese universo acaparador de todo lo conocido que es Internet. O puedes recuperar un libro, o incluso una carta manuscrita años ha. Pero un sueño interrumpido no, desaparece para siempre. Es como la agenda de Bárcenas.

En ocasiones no recuerdas gran cosa del sueño, pero sí una situación o una cara de la persona que aparecía en el mismo. A mí me pasa a veces que soy capaz de darme cuenta en mitad del sueño de que se trata de eso, de un sueño simplemente, no de una realidad, y entonces soy capaz de enfrentarme a él sin miedo, aunque la situación sea angustiosa. Otras veces en cambio me asusta pensar que, si lo que he soñado está en mi subconsciente, tengo mucho más peligro del que mi aburguesada vida me hace creer. Ya lo explicó, y mucho mejor, Haruki Murakami:

murakami

Temes a la imaginación. Y a los sueños más aún. Temes a la responsabilidad que puede derivarse de ellos. Pero no puedes evitar dormir. Y si duermes, sueñas. Cuando estás despierto puedes refrenar, más o menos, la imaginación. Pero los sueños no hay manera de controlarlos.

(Haruki Murakami)

El cerebro debe funcionar como un disco duro sin opción de «Autoguardar». Ese sueño perfectamente trenzado es como ese escrito que haces en Word y que se borra por un corte de luz antes de darle a «Guardar». La mayoría de las veces no tienes activada la opción de la Autorrecuperación o la copia de seguridad. En ocasiones decides volver a escribir ese documento, pero nunca es el mismo, nunca recuerdas todos los detalles, ni lo escribes exactamente igual. Otras veces en cambio no te sale del tirón y decides no volver a escribir ese relato, que supongo que termina perdiéndose en el mismo limbo que los sueños interrumpidos.

Alfred Hitchcock trató hace años este tema. Contaba que había soñado una película estupenda, con un argumento redondo, pero que era incapaz de recordarlo. Así que esa misma noche se dejó un cuaderno y un lápiz en la mesilla, junto al cabecero de la cama. Cuando se levantó por la mañana leyó lo que había escrito tras su sueño: «chico encuentra chica». No deja de ser una broma sobre la simpleza del cine y los argumentos, pero recogía esa frustrante sensación que es tener algo bueno en el subconsciente y no poder sacarlo.

hitchcock

En mi caso, si hiciera la prueba de la libreta de Hitchcock, probablemente escribiría: «chica se acerca al chico que le dice que su corazón pertenece a otra dama», «chico le revienta la cabeza a su jefe» o «jugada imposible de fútbol en cámara subjetiva». O cosas mucho más extrañas como: «estás pegado al techo, boca abajo, escuchando a dos personas poniéndote a caldo, cuando saltas entre ellos. Uno de ellos, con una camiseta manchada de sangre, empieza a cambiar su discurso y a justificar sus palabras, pero el otro se arranca la mandíbula y te la arroja, pero tú la esquivas cual Matrix. Luego le arranca un brazo a su compañero y te intenta golpear con él, pero también le esquivas a cámara lenta. Te quedas mirando un boquete enorme que tiene entre sus costillas cuando…» cuando suena el teléfono. No sé cómo termina, ni seré capaz de recuperarlo nunca. Lástima.

Es una mierda de sueño al lado del que inspira a Dalí el cuadro con el que empieza este post. Su título, bastante clarificador (nótese el sarcasmo), lo dice todo: Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar.

Este asunto de los sueños siempre me pareció muy extraño e interesante, así que hace años me leí Los sueños, de Freud. Tampoco entonces conseguí entender la parte de mi cerebro que se activa cuando deja de funcionar la consciente. Sí me quedé con la importancia de los símbolos, de cómo una persona que aparece en tu sueño realmente no es esa persona, sino lo que representa para ti, que tienes que interpretar: tu madre puede ser el cariño, tu padre, la honestidad, ese vecino, la rabia, la golfa de la oficina, la tentación, tu casa, tu refugio, etc,… El libro hablaba de las ideas latentes que hay detrás de cada sueño, ideas a veces reprimidas, y de cómo precisamente esa represión era la que llevaba a la deformación del sueño, lo que los convierte en ininteligibles. Y hablaba también de la motivación, que es lo que hace moverse a nuestro sujeto consciente, aunque a veces nos ponemos frenos o barreras que no existen en los sueños. En fin, casi prefiero no psicoanalizarme y no tratar de entender por qué tantas veces aparezco en sueños con una motosierra o un bate de béisbol en las manos.

atrapasueños

Hace un par de meses, mi mujer compró un cacharro infernal que no había visto en mi vida.

– ¿Eso qué es?

– Es un atrapasueños.

– Amos, no jodas.

Pero pensándolo bien me abría un mundo de posibilidades bestial, así que dejé una libreta y un boli junto al atrapasueños, y me dispuse a dormir a pierna suelta.

A la mañana siguiente había un papel enrollado en la malla del cacharro jipioso este. Lo desenrollé nervioso, «¿será posible que…?», apenas un par de líneas de una letra que no reconocía como mía:

«Sí, claro, cariño, ahora vas a encontrarte el guion de tu vida escrito con los ojos cerrados, ¿no? ¡¡¡Ja, ja, ja!!!».

Las risas del papel se solaparon con las de mi mujer partiéndose la caja a mi espalda. En el próximo sueño cojo la motosierra y…

Cara Lester

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2 comentarios en “Los sueños interrumpidos, por Lester

  1. Un mundo interesante el de los sueños. Es como vivir en 2 realidades paralelas, se supone que eres la misma persona pero en los sueños haces y eres totalmente distinto, todos tus deseos y miedos reprimidos en el consciente aparecen. Hace poco oí en la radio que los científicos estaban investigando el poder «ver» los sueños de una persona. Sinceramente espero que no lo consigan, ¡ni siquiera durmiendo tendríamos intimidad! ¡Qué horror!

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