
JOSEAN, 13/02/2022
Suena a tópico, a broma de mal gusto, pero lo he escuchado tantas veces que he tratado de ver qué hay de realidad y qué de falso mito: ¿es cierto que el absentismo laboral se multiplica durante los carnavales de Cádiz? ¿Que numerosos trabajadores «se cogen la baja» durante una o dos semanas para poder disfrutar de esos días por todo lo alto? La propia expresión «cogerse la baja» hace que parezca una decisión voluntaria del trabajador, como si fuera una excedencia, cuando tiene que haber una baja médica firmada para obtener tal dispensa.
Como sé que siempre que se critica a alguien se interpreta como una crítica a todo un colectivo, en este caso a los gaditanos, voy a aclarar algo desde el principio: no, no critico a los gaditanos, critico a los absentistas profesionales (que los hay) de cualquier provincia o localidad. Solo a esos y a los que los apoyan. He trabajado dos años en Cádiz, y he trabajado mucho, como la mayoría de mis compañeros, así que del tópico del andaluz vago no he visto nada de nada, sino más bien al contrario. Conozco Jerez de la Frontera, San Fernando, El Puerto de Santa María, la Tacita de Plata, esa maravilla que es Vejer de la Frontera o el casco histórico de Tarifa, las fenomenales playas de Bolonia y Zahara de los Atunes, he jugado al fútbol en Algeciras, al baloncesto en Los Barrios y he tenido barbacoas en San Roque y Barbate, he comido algunos de los mejores pescados de mi vida en Palmones (junto a La Línea de la Concepción) y en Getares (Algeciras), he recorrido varias veces la Ruta del Toro… tengo numerosos amigos en aquella provincia, ¿podré hablar sin que se me ataque? Lo intentaré, pero seguro que alguien se ofende tras el intento.
La provincia de Cádiz suele andar en los primeros lugares de absentismo laboral en España, y buscando estadísticas, encuentro que ya en 2008 era la provincia con la tasa más elevada no solo de nuestro país, sino de Europa:

Conviene distinguir entre el absentismo real, provocado por bajas médicas como consecuencia de enfermedades o accidentes, que podría estar relacionado con un tipo de trabajo con alto grado de penosidad (industria, minería, construcción), y el absentismo por la cara, entendido en el sentido de la RAE:

Si parte del absentismo se debe a esa abstención «deliberada» de asistir al puesto de trabajo, podría ocurrir que el mismo subiera o bajara en función de otras circunstancias, como el mayor control del empleador sobre el trabajador en función de la situación económica, por ejemplo. Tras ese año 2008, con la crisis, el cierre de negocios, los despidos y la dificultad para encontrar un empleo, el absentismo se redujo de manera considerable. Como dice acertadamente este artículo de La Voz de Cádiz: «No hay que olvidar que durante los años de la crisis se cerraron en la provincia unos 10.000 negocios y la tasa de paro llegó hasta el 42% de su población activa. La caída del absentismo fue fruto del miedo a perder el empleo. Quien tenía un trabajo tenía un tesoro».

Con la recuperación económica volvió a incrementarse el absentismo y sin embargo, al cierre de 2021, la tasa de absentismo en Andalucía se mantiene entre las más bajas de España:

Y por terminar con la foto global de la situación, la provincia de Cádiz tiene la mayor tasa de desempleo de toda España (fuente: Statista.com):

El 25,6 por ciento de la población, una aberración que se mantiene desde hace décadas. Aquí es donde comienza la picaresca, y seguramente por la falta de empleo se ha perpetuado en Cádiz la figura de esos «artistas» que la chirigota de los carnavales con la que empieza este post describió durante el concurso de 2019: «los busca pagas». A esos es a los que critico, no solo yo, sino la mayor parte de los gaditanos. A esos y a los que tienen trabajo fijo (a ser posible en una empresa pública o relacionada con la Administración), pero se escaquean de acudir a sus puestos de trabajo. Un trabajador del ayuntamiento de Cádiz se hizo «famoso» por estar catorce años cobrando sin acudir a su puesto de trabajo. Su historia no tiene desperdicio.
El periodista de El Diario de Cádiz Fernando Santiago describió varios de estos casos hace años en un artículo titulado Cobazos, un artículo que ha sido borrado de la web del periódico, pero que he podido encontrar. En él y en posteriores artículos, como el escrito en El País titulado Delphi dramatis personae, contaba lo ocurrido con el cierre de las fábricas de Delphi en la provincia, allá por 2007. La multinacional norteamericana tenía 30 fábricas repartidas por el mundo y las tres de Cádiz presentaban los mayores índices de absentismo, sobre el 16 por ciento. La cuarta era la de Sant Cugat del Vallés, con el 8 por ciento. «El capitalismo funciona así: hace 25 años Delphi llegó a Cádiz porque los costes salariales eran bajos. Ahora no les salen las cuentas y se llevan la producción a otro lado», decía el periodista. Sus artículos no sentaron nada bien en la provincia:

Aparte del absentismo, luego están las pensiones por incapacidades permanentes, o cómo seguir cobrando sin trabajar. Según este otro artículo más reciente, de El Español de 2018, «desde 2008, año de la irrupción de la crisis en España, hasta el 1 enero de 2018, Cádiz es la provincia española donde más pensiones por incapacidades absolutas se han concedido de todo el país. En la última década, según el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), una de cada cuatro personas que han empezado a recibir una paga vitalicia por no poder trabajar era gaditana«. El artículo trata varios de los casos de fraude que se detectaron en su día: mecánicos mancos, pacientes que no pueden mover las muñecas, pero conducen motos, «incapacitados» que van al gimnasio o abren el maletero del coche con el brazo que no pueden mover…
La picaresca, la búsqueda de la paga, llegó a crear incluso una trama con los accidentes de tráfico: el llamado «cuponazo cervical». Fingir lesiones para cobrar una indemnización. Una historia a la que el programa de La Sexta Equipo de Investigación le dedicó un programa.

Afortunadamente, los tribunales, aunque sea de manera lenta y con retraso, van poniendo coto a los desmanes provocados por un grupo de jetas:

O los famosos sordos de Astilleros Españoles, hasta 800 personas que obtuvieron una incapacidad permanente, si bien se sabía de varios casos de ellos que no lo eran y actuaban en comparsas ¡o daban clases de música!
«Nadie puede creerse que en Cádiz haya casi 800 sordos por Astilleros que en los años 90 tuvieron el visto bueno del Gobierno para prejubilarse y cobrar una pensión. Conozco a algunos de los de «verdad»…». «Si en aquella ocasión hubiese existido la operación Karlos a más de uno que en su día apoyó esta reconversión le temblaría el pulso si ahora revisaran esos informes médicos que el Gobierno dio por válidos».
Según José Blas Fernández, presidente del Consejo de graduados sociales de Andalucía, y residente en Cádiz, durante los últimos años del franquismo se fomentó la intervención pública en la provincia, con los astilleros o la antigua tabacalera, y la ciudad se llenó de funcionarios. «Con la posterior integración en la UE, se limitó mucho lo público y se empezó a eliminar puestos de trabajo y empresas que iban de la mano del Estado. Para que no hubiese un trauma social, se buscó la fórmula de jubilar a la gente de una manera encubierta. Se optó por concederles una invalidez permanente absoluta, que no cotiza ni da cuentas a Hacienda, a diferencia de la pensión de jubilación«.
De acuerdo, pero todo eso ya pasó, quiero creer, casi todo lo contado tiene más de diez años de antigüedad, aunque es cierto que se creó una cultura nociva en parte de la población. Ahora mismo, como figura en la estadística mostrada, la cifra de absentismo es inferior a otras regiones sin esta fama, como Asturias y el País Vasco. Y el drama del paro sigue siendo la mayor preocupación de los gaditanos, muy por encima de la Covid:
La preocupación de la gente de bien, de los currantes, de sus hijos y familiares, de los valientes que se atreven a emprender, de los sacrificados que tratan de sacar sus negocios adelante. De la buena gente que hay por allí, no de los «busca pagas» de la chirigota. Por cierto, la chirigota no fue bien recibida por el auditorio, porque el asunto no tiene ni puta gracia.