
BARNEY, 30/11/2025
Míralo. Ahí, tumbado cómodamente en una hamaca, relajado, sin prisas ni para tomar el refresco con su rodajita de limón, ni con ganas de hojear el periódico que vaya usted a saber qué cuenta. Alrededor, el entorno hostil, desagradable, no deja de soltar humo y polución en un entorno gris y nublado. Miserable. El tipo del bañador contrasta con su luz y color, como esa sombrilla naranja que utiliza de parapeto ante la contaminación externa.
Iba a comenzar diciendo que el hombre tranquilo de la mítica portada de Supertramp es Xabi Alonso, pero no, no lo es, y luego contaré por qué. Soy yo, soy ese aficionado madridista que se relaja de espaldas a la contaminación, ese tipo ajeno que trata de disfrutar y relajarse, sin ganas de leer el periódico, seguramente poblado de patrañas. Y hasta me atrevo a afirmar que la radio bajo la hamaca está apagada. O conectada a Radio Clásica o Radio María, pero desde luego que no a Radioestadio, Carrusel Deportivo o Tiempo de Juego.
El Real Madrid está en crisis. O eso nos han contado en las últimas semanas. El equipo no juega a nada, los jugadores están haciendo la cama al entrenador, ya no creen, no quieren correr, se han rebelado contra sus sistemas, la presión adelantada, las extenuantes sesiones de vídeo de varias horas… Vinícius Jr. ha dicho a Florentino Pérez que, si sigue Alonso, él no renueva la próxima temporada. No soporta no ser el gallito del corral, o ganar bastante menos que Kylian Mbappé. Bellingham está cabreado, Valverde también, Rodrygo está deprimido y la defensa es un coladero.
O no. O nada de esto es cierto. O lo que hay son las rencillas normales en la plantilla de un equipo puntero que, además, se encuentra en pleno proceso de construcción de un nuevo sistema. Pero, para la prensa, los tres tropiezos consecutivos del equipo (Liverpool, Rayo y Elche) han sido una mina. Encima, con el parón de selecciones por medio, para que pudieran rajar más y llenar más programas.
Yo no niego que pueda haber problemas, o que los últimos partidos han dejado mucho que desear, pero prefiero comportarme como el tipo de la portada y relajarme, lo cual incluye no encender la radio ni leer esa prensa sensacionalista ávida de clicks. El autoproclamado “mejor periodismo deportivo del mundo”, vaya colección.
Me gustó el fichaje de Xabi Alonso en su momento y, al contrario que a tantos que dudan, me sigue gustando hoy en día. Su idea de fútbol colectivo, la que mostró en el Bayer Leverkussen, la que intuimos que se podía llegar a formar durante el Mundial de Clubes, es la que parece que se impone en el panorama actual: Paris Saint Germain, Chelsea, Bayern de Múnich, Inter de Milán, Arsenal. También equipos a los que me cuesta reconocer sus méritos, y los tienen, como el Manchester City, Liverpool (no este año, desde luego) o el Barça de Flick, equipos para los que la superioridad física ha sido determinante en su dominio. Cuando sus prestaciones han bajado un punto (o cinco, en el caso del City), ha resultado que el sistema de presión asfixiante no era tan maravilloso.
La gran duda que se plantea en estos debates radica en saber si el Real Madrid es capaz de jugar como esos equipos, como ese colectivo compacto y no como una suma de individualidades. O como un equipo de gladiadores que se fajan en defensa y en el medio para que las superestrellas de arriba decidan los partidos. “Al Madrid no le ha ido nada mal sin jugar a nada y con las individualidades de arriba, 6 Champions en 11 años”, esa es la falacia archirrepetida por esos periodistas simplistas.
Como si un equipo con Kroos, Modric y Casemiro no jugase a nada, con Carvajal, Ramos, Varane y Marcelo atrás como si fueran unos vulgares peloteros, como si Cristiano, Benzema y Bale no diesen un palo al agua hasta que les llegaba el balón, como si Vini hubiera sido determinante en dos finales de Champions por sí solo y sin el apoyo de Valverde, Carvajal, Militao, Rüdiger o Rodrygo (sí, también, ha sido fundamental en un pasado reciente). El Real Madrid ha jugado muy bien al fútbol en los últimos años, por mucho que la prensa lo haya negado en este tiempo. Decir que se han logrado todos estos títulos por destellos puntuales de calidad en punta y por las manoplas de Courtois (y Lunin) es una estupidez más de esas que se escuchan o leen en los medios.
Mi respuesta es que sí, que Xabi Alonso logrará que este equipo juegue bien al fútbol y que los dos de arriba demuestren que son los mejores del mundo (o dos de los cinco mejores del mundo, que nunca me han gustado los calificativos). Que pueden ser complementarios, que pueden combinar entre ellos y desmantelar cualquier defensa, o que con metros por delante son imparables.
Miro a las clasificaciones antes de esta jornada y veo que el equipo en fase de acoplamiento de Xabi marcha líder en LaLiga y quinto en la Champions, incrustado en ese top-8 que parece tan complicado. Esta misma semana, el equipo ha ganado en Atenas, donde no lo había logrado nunca en ninguna de sus nueve visitas, y lo hizo ante un rival que llevaba año y medio sin perder en su estadio. Sí, se jugó bien a ratos y desastrosamente al final, y la defensa fue un coladero, pero habría que ver qué equipo funcionaba bien atrás cuando te faltan cinco defensas (todos los titulares menos Carreras, y los primeros suplentes) y el portero. Prefiero ver la botella medio llena.
Por el contrario, veo al máximo rival, ese Barcelona que “juega como los ángeles” y que tiene al “más mejó” jugador del mundo, y lo veo segundo y 18º en Europa, donde se ha llevado un 3-0 del Chelsea. El Madrid no pudo con el Rayo, es cierto, pero si se hubieran señalado los dos penaltis clarísimos que realizó la defensa vallekana, seguramente hablaríamos de otra cosa. El Barça no pudo tampoco con el Rayo. Es más, necesitó uno de esos penaltis que solo se pitan al equipo cliente de Negreira para poder empatar el encuentro.
Es que hay muchas maneras de contar la historia. En el enfrentamiento cara a cara de hace un mes en el Bernabéu, el Real Madrid fue muy superior al Barça, mucho más de lo que señaló el marcador final de 2-1. Los milímetros de la sala VAR salieron nuevamente cara para los culés y cruz para los blancos, qué casualidad. Con un sistema sobre el que el propio presidente del CTA ha afirmado que son ellos los que deciden el frame correcto en el que se marca el golpeo del balón y, por tanto, la posición de fuera de juego o no del delantero. ¡Ay, las rayas del VAR, aquí denunciadas ya desde hace mucho tiempo!
Podemos fijarnos en el otro gran rival de esta temporada, el Atlético de Madrid, ese equipo que fichó a ocho jugadores en verano y que tiene una temporada más al entrenador mejor pagado del mundo. El más querido por la prensa, sin duda. El Atleti le pegó un repaso al Madrid de Xabi Alonso, sin paliativos. Pero, como sigo mirando la botella medio llena y me mantengo en mi hamaca ajeno a los nubarrones de mi espalda, busco en la clasificación y encuentro a los de Simeone… a ver… terceros en Liga y 12º en Champions, con tres victorias y dos derrotas. Vaya, parece que “ese bloque compacto que sabe a lo que juega” está varios pasos por detrás del “equipo que tiene a media plantilla haciendo la cama al entrenador”.
Por supuesto que sé que hay problemas en el Real Madrid y que no puedo conformarme con lo que hemos visto hasta hoy, pero hay que dejar trabajar a Xabi Alonso. Está tenso, no tiene la alegría de junio, ni el brillo en la mirada de las primeras semanas, por eso decía al inicio que no es el tipo de la tumbona. El cargo de entrenador del Real Madrid debe ser de lo más estresante que existe. Pero hay que apoyarlo y dejarlo tranquilo, que trabaje. Me gustaron algunas cosas que vi el miércoles en Atenas, no ya por los cuatro goles de Mbappé, sino por la frescura de Vinícius, que se escapó una veintena de veces de los defensas, como no hace tanto, la solidez de Tchouaméni, o, espero, la recuperación de Valverde y Mendy, entre otros.
En cuanto a la prensa, que siga a lo suyo, a alabar al presidente de LaLiga, Javier Tebas, que para algo los riega de millones de euros. Esta semana hemos sabido que LaLiga ha perdido la demanda que se presentó al periódico El Español por decir que Tebas regaba de millones a los medios de comunicación: 139 millones de euros en 5 años. Algo que se sabía y que sirve al dictadorzuelo presidente para controlar los medios a su antojo para que, como ha reconocido en alguna emisora, se muestre lo que le interesa y no se hable de lo que no le apetece.
En breve me ocuparé del último “gran éxito” de Tebas, la renovación de los derechos de televisión del fútbol. A la baja, por mucho que lo haya vendido como un grandísimo éxito. ¿Crisis, qué crisis? La de todo lo que maneja Tebas.