Cómics (IV): Persépolis

Conocía la historia de Marjane Satrapi desde hace tiempo, a raíz de la película que se rodó en 2007, una historia triste sobre el cambio vivido en Irán tras la entrada del régimen de los ayatolás a finales de los setenta y la implantación plena en los ochenta. Hasta ahora no había tenido la oportunidad de leer el cómic, la novela gráfica en la que la autora cuenta su historia y narra en primera persona cómo fue esa progresiva transformación y degradación del país.

Marjane Satrapi nació en Teherán en 1969 y vivió en su país hasta 1984, cuando sus padres, asustados por lo que veían y vivían día tras día en las calles de Irán o con sus vecinos, deciden que lo mejor para su hija es que salga del país, que estudie en Europa y pueda tener una vida en libertad. La que ellos no volverían a tener. El dibujo es sencillo, en blanco y negro, un trazo expresivo, pero sin los excesos ni proezas técnicas expresionistas como las de Frank Miller en Sin City, por poner un ejemplo. No es una crítica, sino una loa, porque esos trazos sencillos resultan perfectos para lo que la autora pretende: ser funcionales, útiles para contar una historia desgarradora, que valgan para expresar las emociones desnudas de la autora. O de toda una población reprimida.

La historia que se cuenta en Persépolis es la de una niña algo deslenguada, con unos padres de mentalidad progresista y laicista, una cría que ve cómo se genera un descontento en la población con el sah de Persia, motivado por la corrupción y el excesivo culto al líder. Un líder más preocupado por la imagen que da al exterior que por su propia ciudadanía, un títere de los gobiernos ávidos de petróleo. Los fastos excesivos celebrados con motivo del 2500 aniversario de la monarquía persa (1971) fueron un factor más a sumar en el descontento general de la población. Poco le importaron entonces al sah Rezah Pahlevi las críticas por un gasto estimado en más de 20 millones de dólares de la época, pues él era bien recibido en las cancillerías occidentales y su país era considerado en el resto del mundo. La fiesta fue realizada precisamente en las ruinas de Persépolis, la capital de los persas fundada aproximadamente en el año 515 a.C. por orden de Darío I.

La familia de Marjane vive de cerca la caída del régimen sátrapa de los sahs y sin grandes preocupaciones, pero lo que no esperaban era que su sustitución por una república islámica concluyera en una sociedad tremendamente represora, especialmente con las mujeres, o con todo aquel disidente que tuviera un pensamiento distinto al de los «Guardianes de la Revolución». Persépolis se publicó en cuatro tomos, uno al año entre 2000 y 2003, y desde el principio tuvo un gran recibimiento de crítica y fue un éxito de ventas. Se calcula que ha vendido dos millones de ejemplares desde su publicación y obtuvo varios premios de prestigio, como los de Angoulême, uno de los festivales de cómics más prestigiosos del mundo, donde obtuvo los de mejor autor revelación (2001) y mejor guion (2002), el premio de la paz Fernando Buesa (Vitoria, 2003) o el Harvey a la mejor obra extranjera (Estados Unidos, 2004). Su espaldarazo y reconocimiento de masas llegaría con el estreno de la película de 2007, dirigida por la propia autora.

La edición que tengo en mi librería pertenece a Reservoir Books y se editó por primera vez en 2020, con los cuatro tomos/episodios de la vida de Marjane agrupados. Pocas veces resulta más complicado disgregar una obra de su autora como con Persépolis y Marjane Satrapi. Es ella en cada página, es la voz que todo lo narra, son sus reflexiones, con sus errores, pero, también, con su firme voluntad de salir adelante, la que trasciende. El tomo 1 no puede comenzar de una manera más explícita:

En las siguientes páginas se remonta a lo sucedido en los años anteriores, los años previos a la caída del sah, el despilfarro ante los ojos de todo el mundo, la hipocresía de occidente cuando el dictador «amigo» deja de serlo y, finalmente, el estallido de la revolución. La verdad es que la historia de los iraníes, “persas, no árabes”, como repite con la misma firmeza que el cerrajero iraní de Crash, es la de un pueblo atrapado entre satrapías, invasiones y guerras de religión. Durante varios capítulos, la protagonista ve cómo algunos de los amigos o familiares más cercanos comienzan a abandonar el país ante lo que está por venir. El capítulo acaba con las primeras purgas de ciudadanos y con el arranque de la guerra con los vecinos de Irak.

Por si todo esto fuera poco, el segundo tomo arranca con la invasión de la embajada estadounidense en Teherán, la famosa crisis de los rehenes que duró 444 días, y que ya ha sido contada en varios libros y películas. Este tomo es, quizás, el más indignante, el que va contando cómo los Guardianes de la Revolución, esa p… policía de la moral, empieza a poner normas a los ciudadanos, en especial a las mujeres, hasta convertir el ambiente en las calles en irrespirable. El velo es una puñetera imposición del hombre que debe ser erradicada, en cualquiera de sus versiones (chador, niqab, al-amira, khimar, no digamos el burka o el hijab), y ya que no hay manera de lograrlo en Irán o en Afganistán, al menos se debería frenar en esta Europa en ocasiones tan acomplejada.

Cuando escucho a tantas feministas defender el uso del mismo como un símbolo de libertad y de elección personal, me subo por las paredes. Resulta muy cómodo defender lo indefendible desde la comodidad del sillón en una casa en la que puedes opinar libremente, pero me gustaría que todas estas mujeres escucharan lo que alguien que lo ha padecido con toda su crudeza tiene que decirles:

“El significado del velo es que debes cubrirte del hombre porque eres un objeto. Pero las francesas han conseguido hacer del velo un símbolo de resistencia, cuando lo es de sumisión, por eso creo que es un problema más identitario, político”. “Nunca he estado en guerra contra los hombres, que son excelentes compañeros de viaje. Luchamos por la humanidad, por el ser humano”.

Todo el segundo tomo está embadurnado de tristeza, de tipos barbudos insoportables que escrutan cada centímetro del cuerpo o del pelo de las mujeres que se cruzan por la calle para reprenderlas, golpearlas o detenerlas. Se prohíben la música y el baile, y todo aquello que huela a libertad individual. El clima es tan irrespirable que los padres de Marjane optan por enviarla a Europa cuando apenas ha cumplido los 14 años.

El tercer tomo narra otro choque cultural, el de la adolescente que descubre una Austria en la que los supermercados están repletos de comida, en la que existe una liberación sexual y homosexual desconocida para ella, en la que se habla de comunismo, anarquismo y rebeldía con olor a porros… Para una niña venida de una sociedad ultraconservadora, la adaptación no fue nada sencilla. De hecho, ella misma considera que no se adaptó, tuvo una época más que complicada y finalmente, tomó la determinación de volver a Irán. Con 18 años y una agobiante sensación de oportunidad perdida, de fracaso.

El cuarto tomo trata del retorno a un lugar triste, decadente, sin libertades, en el que la protagonista se siente tan ajena como lo estuvo en su última etapa en Europa. Era vista como iraní en Europa y como extranjera en su país natal. El apoyo de sus padres fue decisivo para salir de la depresión y para entrar en la universidad, en la que, pese a gozar de cierta libertad de movimientos, todo tenía que hacerse a escondidas: las fiestas, la música, las relaciones…

Hay cierto humor en las situaciones absurdas, como la del taller de pintura, cuando tienen que pintar cuerpos femeninos, pero, obviamente, cubiertos con ese chador que cubre todo el cuerpo. O cuando les encargan idear un parque de atracciones con la temática de la mitología iraní, pero el proyecto se cae porque, oh, barrera infranqueable, las esculturas representan “mujeres con el pelo a la vista y el cuerpo sin cubrir”.

El libro te llega a indignar por momentos, en especial cada vez que sale un barbudo de estos. Los dibujos transmiten su dureza, su incultura, el fanatismo en el que han sido educados. ¿Cuántos millones de tíos habrán sido educados de esta manera? En un país de 90 millones de habitantes, supongo que habrá cientos de miles de desalmados así.

Persépolis concluye con una nueva “huida” de Marjane hacia Francia, país en el que estudiará, se hará una carrera y la vida que todos conocemos de ella. No ha vuelto desde entonces y, aunque no hace mucho decía que creía que moriría en el extranjero (entrevista de 2020), de un tienpo a esta parte es más optimista y cree que podrá volver cuando el régimen actual sea sustituido (entrevista de 2023). Las vueltas que da la vida, parece que uno de los que espera que caiga el régimen actual es el hijo del sah Rezah Pahlevi, quien se postula para “derrocar al régimen que tiene secuestrado al país”.

No lo sé, uno mira cómo los talibanes controlan todo el poder en la vecina Afganistán y ya duda de todo. Y la formación general en un país como Irán es muy superior a la de los afganos. La revolución “avanza” a su manera con el uso de la tecnología para el control de su población. De la femenina, por supuesto. Lo último ha sido colocar cámaras con IA para poder controlar a todas aquellas mujeres que se quitan el velo para conducir: son identificadas y reciben un SMS de inmediato en el que se les notifica el castigo, que no es otro que la confiscación del vehículo. Vaya mierda todo, qué rabia me da.

Marjane Satrapi recibió el premio Princesa de Asturias de la Comunicación y Humanidades en 2024 y tuvo un discurso curioso, un punto de vista interesante:

“Antes que nada, quería expresarles mi profundo agradecimiento por este extraordinario premio que me han concedido. Y ahora, puesto que de eso se trata, hablemos de la humanidad.

Entre lo que los biólogos denominan animales auténticos, es decir, los mamíferos, el hombre es el único que mata a su hembra. Y calificamos ese acto como bestial, siendo así que ninguna otra bestia, fuera de nosotros, lo comete. Eso es la humanidad.

Pero también hay humanos que pierden la vida a manos de sus torturadores para proteger a sus semejantes, para no denunciarlos, y sé muy bien de lo que estoy hablando. Esto también se llama humanidad.

(…)

Con esto, quiero decirles que no tengo una visión idealizada de lo humano y que yo, en mí misma, experimento esa dualidad. Acepto tanto mi violencia como mi benevolencia, esperando siempre que la segunda prevalezca sobre la primera.

(…)

El hombre por sí solo no sobrevive en la naturaleza. Sólo sobrevive juntándose con otros y creando sociedades. Y la condición sine qua non para lograrlo es la empatía.

Quizás en la educación, en vez de enseñar a nuestros hijos a aprenderlo todo de memoria y a recitarlo como loros, deberíamos enseñarles ética, civismo y sobre todo compasión y bondad. Y les aseguro que no soy de las que ponen la otra mejilla. Por una bofetada recibida devolvería diez, pero trato de no ser nunca yo quien pega la primera”.

Su última obra es Mujer. Vida. Libertad (2023), coescrita y dibujada junto a otras autoras y dibujantes extranjeros, entre ellos Paco Roca, autor de Arrugas y El abismo del olvido. Se trata de un homenaje a Mahsa Jamini, la pobre joven asesinada en una comisaría tras una detención de la policía islámica por llevar el velo mal puesto. Porque estas cosas, por desgracia, siguen ocurriendo.

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