Las cifras del fútbol femenino

Han pasado tres semanas del exitazo que ha sido la consecución del Mundial de fútbol femenino disputado en Australia y Nueva Zelanda por parte de nuestras jugadoras (y con la dirección de Jorge Vilda), y por desgracia, todo lo que se esperaba de crecimiento en términos de imagen, de mejora para el deporte femenino o de atención mediática, ha quedado opacado por “el piquito”, los malos rollos internos y por la huelga que ha impedido el arranque de la Liga F.

Como siempre ocurre en los triunfos, el mundo de la política se subió al carro del éxito, si bien (también como siempre, da igual el signo de los partidos) de manera errada. La ministra de Trabajo Yolanda Díaz afirmó que las jugadoras españolas sufrían discriminación salarial con respecto a sus compañeros de profesión y, no contenta con ello, apenas una semana después, informó acerca del inicio de actuaciones de la Inspección de Trabajo para verificar que en los clubes de fútbol se aplicaba correctamente el protocolo contra el acoso y que no existían “diferencias retributivas” entre hombres y mujeres por la aplicación del principio de “mismo trabajo, mismo sueldo”. Obviamente, la ministra no pedía que las futbolistas cobraran lo mismo que los “futbolistos” (en aplicación del género, ¿no?), pero sí trataba de que la Inspección verificara que dichas diferencias salariales eran “razonables” y que no correspondían con “el hecho de ser mujeres”.

Cualquier análisis que se realice sobre los salarios de las féminas (muy bajos en el 95% de los casos) y de sus colegas masculinos (estratosféricos en un porcentaje cercano al 100%) debe partir del análisis del mercado global del fútbol. De acuerdo con el Informe de Deloitte Annual Review of Football Finance 2023, el mismo que utilicé para el post sobre el estado del fútbol europeo, los ingresos generados por las cinco principales ligas de fútbol masculino fueron de 17.200 millones de euros en la temporada 2021-22 y se esperaba superar los 18.000 millones en la 2022-23.

En dicho Informe no hay un estudio agregado de las principales ligas de fútbol femenino, pero sí lo hay de los ingresos de la competición inglesa:

Los ingresos de los 12 clubes de la WSL (Women’s Super League) experimentaron un crecimiento del sesenta por ciento en una temporada, pero se quedan en los 32 millones de libras. Los equipos tienen una media de ingresos de 2,7 millones de libras (unos 3,1 mill. euros), mientras que la media de ingresos de un club de la Premier, según Deloitte, estuvo en 322 millones de euros. Cien veces más.

Hay otro cuadro muy ilustrativo que es el referido al salario de las jugadoras de la WSL:

Las diferencias con el fútbol masculino son abismales. Un solo Mbapeé o Neymar cobra como todas las jugadoras de la primera inglesa. Como aspecto más destacado y positivo, el Informe señala el crecimiento del interés por la competición, lo que se manifiesta en el incremento de los ingresos por la vía de los patrocinios y por la asistencia a los estadios:

Los 17.000 espectadores del Arsenal o los más de 10.000 del Manchester United ya empiezan a ser cifras relevantes, en línea con las de algunos equipos masculinos de la Primera española y con muchos de la Segunda. El Mundial de Australia y Nueva Zelanda ha contado con una media de asistencia a los estadios de 30.904 espectadores, lo cual es una mejoría considerable con respecto al Mundial de Francia en 2019, con cifras en torno a las 21.700 personas por partido. Ambos datos, siendo buenos y esperanzadores para los seguidores del fútbol femenino, aún quedan lejos de los 37.000 espectadores de media que hubo en el Mundial de Estados Unidos de 1999, un país de larga tradición en este tipo de campeonatos.

Por seguir con la comparación, en el Mundial masculino de la Infamia celebrado en Catar, la asistencia media fue de 53.191 espectadores, una cifra muy cercana a la de Brasil 2014 y muy lejos de la que se alcanzó en Estados Unidos en el 94.

El fútbol femenino está creciendo mucho, eso es indudable, pero las diferencias económicas siguen siendo importantes, motivadas por el dispar volumen de ingresos que generan ambas modalidades. La principal partida de ingresos de un torneo de estas características se genera con la venta de los derechos de televisión. Cuando quedaba apenas un mes para el inicio del Mundial femenino, los ministros de Deportes de España, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia publicaron una declaración conjunta en la que manifestaban su preocupación por el hecho de que la subasta de los derechos de televisión para el Mundial había quedado desierta y ni siquiera estaba claro que los partidos fueran a ser retransmitidos.  

Finalmente, en España fueron televisados por la cadena pública, RTVE, tras el acuerdo alcanzado entre la FIFA y la Unión Europea de Radiodifusión (UER) para su emisión en las cadenas públicas de los países mencionados. No se hicieron públicas las cifras del acuerdo. Por el contrario, el Mundial petrocatarí se vendió por unos derechos acumulados de 2.640 millones, 37,6 de los cuales fueron desembolsados por la Televisión Española. Las diferencias económicas, como vemos, son enormes en algunos aspectos, si bien se reducen en otros.

La FIFA ha reconocido unos ingresos por patrocinadores del Mundial femenino de 283 millones de euros, unas cifras nada desdeñables. El interés de una veintena de marcas por este deporte es notable, así como su apuesta por el fútbol femenino. Podrá deberse a una cuestión de imagen, posicionamiento, responsabilidad social o lo que se quiera, pero es una cifra importante que confirma el interés por este deporte. Aun así, los 283 millones representan apenas una quinta parte de los ingresos que percibe la FIFA por la misma partida por el Mundial masculino, pero es una mejoría bastante considerable que se ha traducido en un incremento de los premios.

Los premios que ha repartido el reciente Mundial femenino se han multiplicado por 3,6 respecto a la edición de 2019, al pasar de 28,2 millones de euros a 103,6 mill. Para el Mundial de 2027, la FIFA ha prometido igualar los premios a los de la categoría masculina, lo cual es una apuesta clara por el fomento de este deporte, por encima incluso de las cifras que mueve y genera en la actualidad. El Mundial de Catar repartió 414 millones de euros entre las federaciones y selecciones participantes, lo cual supondrá, si la FIFA cumple su promesa, cuadruplicar los premios para las jugadoras. En otros torneos la diferencia sigue siendo muy grande. El Fútbol Club Barcelona, campeón de la Champions femenina, percibió un premio de medio millón de euros, mientras que el campeón de la Champions masculina recibe entre 90 y 110 millones de euros, en función de los resultados y el market share.

Con todo lo mencionado sobre la evolución de las cifras, surge de nuevo la pregunta, más antigua que este artículo de 2018: ¿puede el deporte llegar a la igualdad de género en salarios? Cualquiera que haya seguido estas últimas semanas el Open de Estados Unidos de tenis, habrá visto que en los laterales de la red figuraba impreso el lema “50 years Equal Pay”. En esta edición del torneo se han cumplido cincuenta años del nacimiento de la iniciativa Equal Pay para lograr la equiparación de premios en el mundo del tenis, una iniciativa que nació gracias al empuje de mujeres como Billie Jean King (recordad The Battle of the Sexes, en Cine y tenis) y que culminó con la creación de la WTA (Women’s Tennis Association). La equiparación de premios en el mundo del tenis, un deporte que pasa por ser inclusivo como pocos, se logró en algunos torneos, pero no en todos. Actualmente reparten los mismos premios en los cuatro Grand Slams y tres Masters 1000 (Miami, Indian Wells y Madrid), pero muchas tenistas se quejan de la diferencia que hay en los premios de numerosos torneos. Por ejemplo, en el de Roma cobran la mitad que los hombres.

¿Es justa esta diferencia? Pues seguramente no, pero los patrocinadores son los que ponen el dinero y los que quieren asociar su marca a una imagen determinada porque esperan un retorno de su inversión. Ahora mismo, en el momento actual del tenis, posiblemente tampoco sea justo que los premios del Grand Slam estén equiparados. El tenis masculino lleva dos décadas espectaculares, con el Big Three “retirando” a los Agassi y Sampras de antaño y comiéndose a los jóvenes de la NextGen actual. Por el contrario, el tenis femenino no tiene figuras que atraigan el interés de las marcas ni los espectadores como en su día las hermanas Williams, Steffi Graf, Mónica Seles, Chris Evert, Martina Navratilova y nuestras Arantxa y Conchita. Desde la ATP ha habido quejas sobre la deficiente gestión que hace la WTA de la promoción de sus figuras, por el mal funcionamiento de su web o por la dejadez de funciones a la hora de vender el producto.

Algunas de las propuestas del artículo de 2018 son una locura, como la inclusión de una cuota de mujeres en equipos masculinos (un sinsentido desde el punto de vista físico o de integridad de las jugadoras, y desde el punto de vista del espectáculo), o la consideración de “salario igual por un trabajo igual”. ¿Acaso hay un salario de “defensa central” o de “portero” como si esto fuera un convenio laboral al uso? Los salarios están en función de lo generado, parece mentira que haya que insistir en que no es una cuestión de machismo o discriminación.

La situación en España

Según el Informe del Consejo Superior de Deportes sobre la situación económico-financiera del fútbol profesional femenino en España, los 16 clubes de la Liga F acumularon una pérdida de casi 20 millones de euros en la temporada 2021-22.

Doce de los dieciséis equipos de la Primera División pertenecen a clubes con sección masculina a nivel profesional, y el propio CSD reconoce «el soporte económico» que las mismas le procuran. Las cifras actuales no son nada positivas.

El gasto de los equipos duplica al de sus ingresos:

O por decirlo de otra manera, pierden un euro por cada euro que ingresan. Solo el gasto de personal es superior en un 42% a los ingresos generados:

De esos casi 20 millones de euros de pérdidas, tres equipos se reparten el cuarenta por ciento:

  • Real Madrid: 3,3 mill.
  • Atlético de Madrid: 2,6 mill.
  • F.C. Barcelona: 1,7 mill.

Los derechos de televisión fueron adquiridos por Mediapro por 7 millones de euros, una cifra que contrasta con los más de 1.900 millones que generó LaLiga para los 42 clubes de Primera y Segunda. Y otra cifra relevante que nos demuestra que el fútbol femenino aún tiene mucho campo que recorrer es el de la asistencia a los estadios. Durante la temporada 2021-22 la asistencia media a los estadios fue de 700 personas. Las imágenes de San Mamés o el Camp Nou llenos a reventar para presenciar un partido de fútbol femenino (récord mundial en el Camp Nou con 91.648 espectadores) tienen la pequeña gran trampa de los precios populares (de cinco a diez euros) y la mayoría de entradas gratuitas. Pero es una buena estrategia para la mejora futura de las cifras.

Tampoco funcionó, o lo hizo solo a medias, la medida que tomaron algunos clubes como el Levante, el Atlético de Madrid o el Athletic de ceder sus estadios al equipo de la Liga F durante la celebración del Mundial de Catar: apenas tres partidos superaron los 4.000 espectadores, lo cual, en un gran estadio, aparenta un vacío enorme. Y además los clubes no cubren los gastos de apertura del estadio, a pesar de que recibían una ayuda de 15.000 euros por encuentro de la propia Liga F. De momento, los experimentos indican que es preferible que se sigan utilizando las ciudades deportivas o los estadios de los filiales para “arropar” a las jugadoras en estos partidos, salvo en ocasiones especiales como el Barça-Madrid de Champions.

El fútbol femenino ha hecho bien algunas cosas para su promoción, para darlo a conocer a los aficionados, en especial cuando sus dirigentes lograron mayor presencia en los medios que lo que el interés general hacía presumir. Por poner un ejemplo, la ACB tiene una media de 8.000 espectadores por partido, la Euroliga supera los 11.000, y sin embargo, su presencia es testimonial en telediarios y algunos medios de prensa y radio. La inyección económica de Iberdrola trajo noticias constantes del fútbol femenino a la primera plana y una campaña feroz y agresiva para que el Real Madrid creara su sección y entrara en el negocio (no digo que lo promoviera Iberdrola, solo que ocurrió).

No se insistió para que el Barça o el Madrid entraran en el baloncesto femenino, un deporte con mucha mayor tradición en España, con Liga nacional desde 1964, o no se presionó al Atleti, al Valencia o la Real Sociedad para crear sección en la ACB, no. Los encendidos debates en la prensa (toda a una, qué extraño) se centraron en la crítica al Real Madrid por no tener equipo femenino de fútbol. El Real Madrid finalmente entró y con una apuesta fuerte, comprando un equipo y una plaza en la Primera división. También recibió críticas por ello. Cuando no lo tenía, por no tenerlo, y cuando se hizo con la plaza, por el modo de obtenerlo. Todo mal, siempre.

Cuando la rivalidad con el Barça sea real, cuando haya competencia deportiva, se hablará aún más de este deporte. La apuesta del Real Madrid por la sección es seria, con recorrido a medio y largo plazo. Para esta temporada el club tiene unas pérdidas proyectadas de 5 millones de euros. Los más de 20 que pierde sistemáticamente la sección de baloncesto se asumen desde hace años por la buena imagen que tiene la sección y por los éxitos internacionales obtenidos. Y en el caso del fútbol femenino, estoy convencido de que se asumirán porque a buen seguro se compensan con imagen y con mayores ingresos de los patrocinadores y de Adidas.

Esta madrugada se ha alcanzado por fin un acuerdo para desbloquear la huelga de futbolistas y que la Liga F pueda arrancar este fin de semana. Las cifras de las que se habla son irrisorias en comparación con sus colegas de LaLiga: de 16.000 euros de salario mínimo se pasará a 23.500 en tres años, cifras que podrían incrementarse hasta los 28.000 euros anuales si los ingresos comerciales obtenidos crecen en este período de tiempo. La categoría masculina supera ya los 180.000 euros de salario mínimo anual.

Hay otras reivindicaciones sobre los permisos de maternidad, los viajes, los derechos de formación y las ayudas tras la retirada, pero el grueso de la reivindicación se centró en el salario y la verdadera profesionalización del fútbol femenino. Y aquí podría abrirse un debate incómodo que es el referido a si las cifras de ingresos dan para que el fútbol femenino sea profesional. El baloncesto no lo es, por ejemplo, y no solo lleva muchos años de ventaja, sino que sus éxitos internacionales le han dado una notoriedad desde hace lustros que el fútbol no ha tenido hasta este verano.

Pero seguro que surgen las palabras “machismo” y todo eso, y no solo me da mucha pereza, sino que además no tiene nada que ver. Y hay mucha hipocresía en los medios que han salido estos días a hablar de machismo mientras sus webs o algunos de sus comentaristas son lo más casposo que uno puede encontrar en la prensa española. El As y el Marca se sumaron a la campaña “anti-machismo” de estas semanas, mientras en sus webs mantienen un tercio de las noticias que son un catálogo sexista antediluviano: la novia de tal, el cuerpo de no-sé-quién, el desnudo de la otra que te dejará boquiabierto… Las radios no son mejores, basta con escuchar algún partido (aún recuerdo a Manolo Lama y unos comentarios sonrojantes sobre Garbiñe Muguruza). De todo esto y mucho más, hablamos hace poco en el canal de Kollins.

Creo que no traspasamos ninguna línea roja, aunque, como se ve por los comentarios, muchos no están de acuerdo por una razón o por la contraria. Y mezclado con política, que no falte. En fin, pereza… Por cierto, ya que hablo de política y de cómo nuestros dirigentes se suben rápidamente al carro de los éxitos, cuando vayan a dar un reconocimiento al Mérito Deportivo a las jugadora, no es mucho pedir que se sepan el nombre de las mismas para no cometer hasta cinco errores:

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